Isaías 30; 21
Tus
oídos oirán detrás de ti una palabra: Este es el camino, andad en él, ya sea
que vayáis a la derecha o a la izquierda.
En lugar de juzgar a su pueblo, Jehová ansía bendecirlo. El día vendrá
cuando el pueblo escuchará a maestros
como Isaías y será guiado por la mano del Señor. Gracias a ello, abandonará la
idolatría y hará suyo el culto verdadero. En aquel día toda la naturaleza se mostrará benigna y la gloria de Dios
resplandecerá más que el sol.
Cuando el pueblo
de Jerusalén abandonaba la senda de Dios, El los corregía. Hará lo mismo por
nosotros. ¡Pero cuando escuchemos su voz de corrección, debemos estar
dispuestos a seguirla! no excluye la congoja
o la posibilidad de extraviarse, por limitado que esto sea. Su voz, que nos llama, nos viene de atrás, de
nuestras espaldas solamente cuando nos desviamos, no cuando le
seguimos. Es la conciencia guiada y dirigida por el Espíritu Santo quien habla
a nuestro espíritu para seguir la senda correcta.
Salmo
32; 8
Yo
te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar; te aconsejaré con mis
ojos puestos en ti
Ahora Dios mismo
contesta al salmista con la promesa de su dirección. Todo creyente quiere la
guía de Dios en su vida, y él promete guiarnos. Nuestro Salvador es nuestro
instructor, nos instruye con su Palabra y con el Espíritu Santo. Dios describe
a algunas personas como el caballo o como el mulo que necesitan ser controladas
por frenillos y cabestros. En vez de permitir que Dios las guíe paso a paso, le
dejan obstinadamente una única opción. Dios debe usar la disciplina y el
castigo para que le sigan siendo útiles. Dios desea guiarnos con amor y
sabiduría, en lugar de castigo. Nos ofrece guiarnos a lo largo del mejor camino para nuestra vida.
Aceptemos el consejo escrito de la Palabra de Dios y no permitamos que nuestra
obstinación nos impida obedecerle.
A lo largo de
los siglos, muchos creyentes agobiados por el conocimiento de sus propios
pecados, han encontrado en las palabras de los salmos penitenciales (confesión)
un rayo de esperanza. Los salmistas elevaron a Dios tanto la profundidad de su
dolor y arrepentimiento, como la cima de su gozo al ser perdonados. Se
regocijaron al saber que Dios respondería a su confesión y a su arrepentimiento
con un perdón completo. Nosotros, que vivimos del otro lado de la cruz de
Cristo, podemos regocijarnos aun más debido a que comprendemos más. Dios nos ha
demostrado que está dispuesto a perdonar, debido a que su juicio sobre el
pecado fue satisfecho por la muerte de Cristo en la cruz.
Cuando estamos en comunión con Él, podemos reconocer
esta dirección. Sobre ti fijaré mis
ojos indica la delicadeza de esta dirección.
¡Maranata! ¡Ven pronto mi Señor Jesús!
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