Job 16; 1-2
Entonces
respondió Job, y dijo:
He oído muchas cosas como éstas;
consoladores gravosos sois todos vosotros
Se suponía que
los amigos de Job debían consolarlo en su dolor. En cambio, lo condenaron por
haber propiciado su propio sufrimiento. Job comenzó su réplica a Elifaz al
llamarlo a él y a sus amigos "consoladores molestos". Las palabras de
Job revelan varias maneras para llegar a ser un mejor consolador para aquellos
que sufren: no hable sólo por
hablar, no dé sermones al dar
respuestas amables, no acuse ni
critique, póngase en el lugar de la
otra persona y ofrezca ayuda y aliento.
Pruebe las sugerencias de Job, con el conocimiento de que fueron dadas por una
persona que necesitaba un gran consuelo. Los que pueden consolar mejor son
aquellos que saben algo acerca del sufrimiento personal.
Job
42;1
Entonces
Job respondió al SEÑOR, y dijo:
A lo largo del
libro, los amigos de Job le pidieron que admitiera su pecado y que pidiera
perdón. Y finalmente, Job sí se arrepintió. Irónicamente, el arrepentimiento de
Job no era la clase de arrepentimiento que sus amigos querían. No pidió perdón
por pecados secretos, sino por poner en duda la soberanía y la justicia de
Dios. Job se arrepintió de su actitud y reconoció el gran poder y la perfecta
justicia de Dios. Pecamos cuando preguntamos enojados "si Dios tiene el
control, ¿por qué permite que esto suceda?" Debido a que estamos atrapados
en el tiempo, y no somos capaces de ver más allá del día de hoy, no podemos
conocer las razones de todo lo que pasa. ¿Confiará en Dios aun cuando sus
preguntas no sean contestadas?
Job
42; 5
He
sabido de ti sólo de oídas, pero ahora mis ojos te ven
Job responde con
humildad. Compara su anterior conocimiento de Dios, que debe a otros —de oídas te había oído—, con su
conocimiento actual, superior porque lo ha recibido directamente: mas ahora mis ojos te ven. Ahora ve
distinto a Dios porque éste se le ha revelado personalmente.
Ahora Job
entendía su culpa; él ya no hablaría más para excusarse; se aborrecía por
pecador de corazón y vida, especialmente por murmurar contra Dios y asumió la
vergüenza. Cuando el entendimiento es iluminado por el Espíritu de gracia,
nuestro conocimiento de las cosas divinas excede en mucho al que teníamos
antes, así como el ver con nuestros ojos excede lo que se nos informa y lo que
es de conocimiento común. Por la enseñanza de los hombres, Dios revela su Hijo a
nosotros, pero por la enseñanza de su Espíritu revela a su Hijo en nosotros,
Gálatas 1, 16, y nos cambia a su misma imagen, 2 Corintios 3, 18. Nos corresponde humillarnos
profundamente por los pecados de los cuales somos convictos. Aborrecerse a sí mismo
es siempre la compañía del arrepentimiento verdadero. El Señor llevará a los
que ama, a que le adoren aborreciéndose a sí mismos; mientras la gracia
verdadera siempre los llevará a confesar sus pecados sin justificarse.
¡Maranata!¡Ven
pronto mi Señor Jesús!
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