} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 14 Noviembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

martes, 14 de noviembre de 2017

14 Noviembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)


Salmo 115; 11-13
Los que teméis a Jehová, confiad en Jehová;
Él es vuestra ayuda y vuestro escudo.
Jehová se acordó de nosotros; nos bendecirá;
Bendecirá a la casa de Israel;
Bendecirá a la casa de Aarón.
Bendecirá a los que temen a Jehová,
A pequeños y a grandes.

         Cuando las burlas de “los escribas y fariseos modernos” desaniman a los fieles, hace falta insistir en una decisión definida de renovar la confianza y el compromiso en Dios y de recordar todo lo que Dios ha hecho para ayudarnos en el pasado y para protegernos.

   "Jehová se acordó de nosotros" dice el escritor del salmo. ¡Qué fantástica verdad! Hay muchos momentos cuando nos sentimos aislados, solos y abandonados, pareciera que incluso de Dios. En verdad, Él nos ve, comprende y piensa en nosotros. Cuando los problemas te depriman o luches con tu autoestima, recuerda que Dios te tiene en su pensamiento. Si piensa en ti, sin duda su ayuda anda en camino.
En contraposición a la inutilidad de los ídolos está el poder salvador de Jehová. Todos los componentes del pueblo elegido no deben tener otra confianza que la puesta en Dios, porque sólo Él es la ayuda y el escudo de sus hijos. 
     Necio es confiar en imágenes muertas, pero sabio es confiar en el Dios vivo, porque Él es socorro y escudo para quienes confían en Él. Donde haya recto temor de Dios, habrá fe gozosa en Él; quienes reverencian su Palabra pueden apoyarse en ella. Él siempre es hallado fiel. Los más grandes necesitan su bendición, la que no será negada al más pequeño que tenga temor de Dios. La bendición de Dios acrecienta especialmente las bendiciones espirituales. El Señor debe ser alabado: Su bondad es inmensa, porque ha dado la tierra a los hijos de los hombres para su uso. Las almas de los fieles siguen alabándole después de ser libradas de las cargas de la carne, pero el cuerpo muerto no puede alabar a Dios; la muerte pone fin a nuestro glorificarle en este mundo de pruebas y conflictos. Otros están muertos espiritualmente, y por ello, se pone fin a su servicio; procuremos, por tanto, hacer lo más por Dios. No sólo lo haremos nosotros, sino comprometeremos a otros para hacerlo; para que le alaben cuando nosotros nos hayamos ido.
Señor, Tú eres el único objeto de fe y amor. Ayúdanos a alabarte mientras vivimos y cuando muramos, que tu nombre sea el primero y el último en nuestros labios: y que el dulce sabor de tu nombre refresque nuestras almas para siempre.


¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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