1 Tesalonicenses 5;
2-10
Porque vosotros sabéis
perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche;
que cuando digan: Paz y
seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores
a la mujer encinta, y no escaparán.
Mas vosotros, hermanos,
no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón.
Porque todos vosotros
sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
Por tanto, no durmamos
como los demás, sino velemos y seamos sobrios.
Pues los que duermen,
de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan.
Pero nosotros, que
somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de
amor, y con la esperanza de salvación como yelmo.
Porque no nos ha puesto
Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor
Jesucristo,
quien murió por
nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con
él.
¿Por qué se compara la venida del Señor con la
venida de un ladrón?
1) Porque no avisará cuándo vendrá; (2) su venida será inesperada; y
(3) la mayoría de la gente no estará preparada. A pesar de textos tan claros
como éste, los hombres siguen especulando acerca del tiempo de la venida de
Cristo y del fin del mundo. Los testigos del Atalaya son los ofensores más
grandes, pero también ha habido otros. Tal actitud muestra su rechazo de las
afirmaciones claras de las Escrituras.
Mateo 24:43, “Pero sabed esto, que si el padre de
familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría
minar su casa. Por tanto, también
vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no
pensáis”. Dice Pedro, “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en
el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán
deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser
deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de
vivir, esperando y apresurándoos para la
venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos,
y los elementos, siendo quemados, se fundirán! (2Pedro_3:10-12).
Jesús dice a la iglesia de Sardis, “Acuérdate, pues, de lo que has recibido y
oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como
ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti” (Apocalipsis_3:3).
“He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas,
para que no ande desnudo, y vean su vergüenza” (Apocalipsis_16:15).
En cuanto a las actividades humanas, inmediatamente antes de llegar
“el día del Señor” todo será normal. Es posible que sea un tiempo sumamente
bueno y favorable, quizá un tiempo de paz mundial y de prosperidad inigualada.
Este texto bien describe la actitud de los hombres inconversos. Aun minutos
antes de la venida del Señor para tomar venganza sobre los que no obedecen al
evangelio (2Tesalonicenses_1:7-9) estarán
diciendo “Paz y seguridad” (“todo va bien; no hay problema”). De esta misma
manera los falsos profetas engañaron al pueblo de Israel poco antes de venir
sus enemigos para llevarlos al cautiverio (Jer_6:14 “Paz,
paz”; Eze_33:10, “engañaron a mi pueblo,
diciendo: Paz, no habiendo paz”; Amós_6:1, “¡Ay
de los reposados en Sion!”).
Jesús dijo (Mat_24:37), “Mas como en los días de Noé, así será la
venida del Hijo del Hombre. Porque como
en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en
casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y
se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre”. También
dijo, (Luc_17:28), “Asimismo como sucedió en los
días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió
del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se
manifieste”.
Recuérdese el ejemplo
del rey Belsasar (Dan_5:1-9; Dan_5:26-28) y el
del rey Herodes (Hch_12:21-23).
2Pe_3:3-10 se refiere a los burladores que confían en
la “uniformidad” de todos los eventos terrenales. Dicen, “¿Dónde está la
promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron,
todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación”, pero
dice Pedro que éstos ignoran voluntariamente que Dios envió el gran diluvio en
el tiempo de Noé. Ese acontecimiento destruye la teoría de la perpetua
uniformidad y los que creen en el diluvio fácilmente pueden creer que la misma
palabra de Dios que envió el diluvio enviará el fuego en el Día Final.
-- entonces vendrá
sobre ellos destrucción repentina, --
Así también los que estén diciendo que hay paz y seguridad serán
interrumpidos por la destrucción repentina de la cual nadie podrá escapar. La
palabra destrucción no quiere
decir aniquilación, como suponen los testigos del Atalaya. Comparemos Mat_10:28, “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas
el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el
cuerpo en el infierno”; aquí se usa otra palabra traducida destruir, pero con el mismo
significado de arruinar. Las almas perdidas no dejan de existir, sino que
pierden su bienestar,
“excluidos de la presencia del Señor”. Es obvio en este texto que al morir el
hombre, su alma no deja de existir, porque los infieles serán destruidos en el infierno. La palabra
destruir (OLETHROS) significa
“ruina” .
-- como los
dolores a la mujer encinta, y no escaparán. –
Los profetas emplearon esta figura repetidas veces (Jer_4:31; Jer_6:24; Jer_13:21; Jer_22:23; Jer_49:24;
Jer_50:43; Ose_13:13; Miq_4:9-10). Cuando el tiempo llega para que la
mujer encinta dé a luz, no puede escapar de los dolores de parto; de la misma
manera nadie escapará del juicio de Dios. Dice Apoc.
(cap. 6), “ Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los
capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las
cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed
sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el
trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y
quién podrá sostenerse en pie?” Jesús amonesta (Luc_21:1-38),
“Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de
glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre
vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que
habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis
tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en
pie delante del Hijo del Hombre”. Obsérvese que la glotonería y la embriaguez
no son las únicas cosas que cargan el corazón: Jesús agrega, “los afanes de
esta vida”; es decir, muchas personas que no se entregan a los “vicios comunes”
no son espirituales y no están preparados para el día del Señor por causa de
los afanes de esta vida (Mat_6:24-34; Flp_4:6).
La vida del cristiano está caracterizada por el conocimiento, la fe,
el amor y el servicio a Dios; por eso, no está en tinieblas. Col_1:13, “el
cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de
su amado Hijo”; 1Pe_2:9, “Mas vosotros sois
linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para
que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable”. Zacarías, el padre de Juan,
dijo que “nos visitó desde lo alto la aurora, para dar luz a los que habitan en
tinieblas y en sombra de muerte” (Luc_1:79). “El
pueblo asentado en tinieblas vio gran luz” (Mat_4:16).
Los que viven en tinieblas son esclavos de la ignorancia, la superstición, los
vicios y los afanes de la vida. ¡Qué bendición
tan grande gozamos los cristianos! “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas
ahora sois luz en el Señor” (Efe_5:8). “Porque
Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que
resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la
gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2Co_4:6).
Por lo tanto, los que estamos en la luz no debemos tener comunión con las
enseñanzas y las obras de las tinieblas: “No os unáis en yugo desigual con los
incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y
qué comunión la luz con las tinieblas?” (2Co_6:14).
Juan dice, (1Jn_1:5), “Dios es luz, y no hay
ningunas tinieblas en él. Si decimos que
tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la
verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz,
tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia
de todo pecado”.
-- para que aquel
día os sorprenda como ladrón. –
La palabra traducida sorprender
se encuentra en Jua_12:35, “para que no os
sorprendan las tinieblas”, y en Mar_9:18, “el
cual, dondequiera que le toma (se apodera de), le sacude; y echa espumarajos, y
cruje los dientes, y se va secando”. Así es que la palabra significa sorprender
en el sentido de tomar de manera hostil. El ladrón no sorprende a los que están
velando. El cristiano está velando día y noche si lleva una vida fiel en el
servicio de Cristo. Al venir Cristo sus discípulos estarán trabajando en su
oficio o estarán dormidos o estarán a la mesa comiendo u ocupados en docenas de
otras actividades, pero estarán velando y esperando su venida porque son fieles
y cumplidos.
os otros que no tienen esperanza”, los que están dormidos
espiritualmente están en el estado de rebelión e indiferencia hacia la voluntad
de Dios. Los “dormidos” son los que
descuidan su salvación. No están conscientes de su oportunidad y de su deber y,
por lo tanto, no están preparados para la venida del Señor. Cuando Jonás “había
bajado al interior de la nave, y se había echado a dormir” (Juan_1:5), también estaba dormido espiritualmente
porque se había rebelado contra Dios. Como Jonás estaba dormido durante la
tormenta, así los mundanos están dormidos y ni siquiera se dan cuenta de que
Jesús fue crucificado por ellos, y lamentablemente muchísimas personas estarán
dormidas cuando El vuelva.
-- sino velemos y
seamos sobrios
(llevando una vida de vigilancia y de dominio propio) . --
Pablo dice (Rom_13:11), “Y esto, conociendo el
tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de
nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La
noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las
tinieblas, y vistámonos las armas de la luz”. Pedro dice (1Pe_5:8) “Sed sobrios, y velad; porque vuestro
adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien
devorar”. Jesús dijo (Mat_25:13) “Velad, pues,
porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”;
también dijo (Mat_26:41) “Velad y orad, para que
no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne
es débil”. En Luc_21:36 Jesús dice, “Velad,
pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas
estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre”.
Después de exhortar a los ancianos de Efeso acerca de falsos hermanos, les dijo
(Hch_20:31) “Por tanto, velad, acordándoos que
por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada
uno”. Al concluir sus instrucciones a los corintios (1Co_16:13),
Pablo dice, “Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. Todas vuestras cosas sean hechas con amor”.
Jesús dijo a la iglesia de Sardis (Apo_3:2), “Sé
vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado
tus obras perfectas delante de Dios. Acuérdate,
pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no
velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti”.
Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de
noche se embriagan. –
Hch_2:13-15. Los que duermen y se embriagan son los que no
tienen aprecio por los valores espirituales. Muchísimas personas que no consumen
el licor se embriagan con el pecado.
Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, --
Los ebrios no son buenos soldados ni buenos atletas; todos saben que
es necesario que éstos sean sobrios. Así también tenemos que ser sobrios para
la lucha espiritual. Los tesalonicenses eran sobrios, pues Pablo dice,
“acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra
fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en
nuestro Señor Jesucristo”.
-- habiéndonos
vestido con la coraza de fe y de amor, -- Gál_3:27,
“porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis
revestidos”; Rom_13:14, “sino vestíos del Señor
Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”; Col_3:12, “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados,
de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de
paciencia”. ¡Así se describe el vestido o el uniforme del cristiano! Así se ve
ante los ojos del mundo todos los días. También Pablo agrega la palabra coraza, una parte de la armadura del
soldado cristiano, que se puede comparar con el chaleco a prueba de balas
llevado por algunos hoy en día. La coraza del cristiano es la fe y el amor. En
la carta a los efesios (6:14) Pablo habla de “la coraza de justicia”. El
cristiano no sólo tiene que estar despierto, sino que también tiene que estar
armado, porque está reclutado como soldado (2Ti_2:4).
La vida del cristiano es una lucha. Como Pablo dice a los corintios (1Co_9:26) “Así que, yo de esta manera corro, no como a
la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino
que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido
heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”.
La coraza protege el corazón y otras partes
muy vitales del cuerpo. En Efe_6:13-17 Pablo
describe la armadura del cristiano y agrega el arma ofensiva, la palabra de
Dios.
-- y con la
esperanza de salvación como yelmo. –
Y tomad el yelmo de la salvación” (Efe_6:17).Como
la coraza protege el corazón, el yelmo protege la cabeza. Desde luego, todo
miembro del cuerpo es importante (1Co_12:18-24),
pero los demás miembros no son tan vitales como el corazón y la cabeza.
Aquí otra vez Pablo combina la fe,
la esperanza y el amor, y recuérdese que en 1:3 habla de “la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza
Porque no nos ha puesto Dios para ira, --
Jesús dijo (Jua_3:17), “Porque no envió
Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea
salvo por él”. Al llamarnos por el evangelio (2Ts_2:14),
no nos llamó para ponernos bajo su ira, sino para librarnos “de la ira
venidera” (1:10).
sino para alcanzar
salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, -- Más bien, nos ha
“escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el
Espíritu y la fe en la verdad” (2Ts_2:13). “Por
gracia sois salvos por medio de la fe” (Efe_2:8)
en el sentido de ser perdonados de los pecados pasados (Hch_2:38). Otros textos, sin embargo, hablan de la salvación
futura: Rom_5:9, “por él seremos salvos de la
ira”.
Alcanzamos la
salvación por medio de Cristo. Pablo dice a los romanos (3:23), “por cuanto
todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en
Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio
de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por
alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la
mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y
el que justifica al que es de la fe de Jesús”. Dice a Tito (3:5), “nos salvó,
no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el
Espíritu Santo”. Las obras de justicia que “nosotros hubiéramos hecho” (como
las de Cornelio, Hch_10:2; Hch_10:22) nunca nos
hubieran salvado, porque todos hemos pecado (Rom_3:23)
y el hombre pecador no puede salvarse solo, sino que necesita un Salvador. Sin
embargo, aunque Dios provee la
salvación por medio de Cristo, la actividad humana es necesaria; es decir, Dios
provee la salvación y el hombre tiene que aceptarla. La acepta al obedecer al evangelio (Hch_2:38). Los que no lo obedecen no estarán listos
para la venida del Señor, sino que “sufrirán pena de eterna perdición,
excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en
aquel día” (2Ts_1:7-9).
quien murió por nosotros –
Jua_19:34. Esto es lo que Cristo hizo por nosotros para
hacer posible nuestra salvación. La paga del pecado es la muerte (Rom_6:23), pero el hombre, siendo pecador, no podía
salvarse muriendo por sus propios pecados. Como Pablo explica en Rom_5:8, “Mas Dios muestra su amor para con nosotros,
en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Durante el ministerio
personal de Cristo, Pedro no quería creer que Cristo iba a morir (Mat_16:21-23), pero comenzando el día de Pentecostés
lo predicó y después escribió lo siguiente: (1Pe_2:24),
“quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que
nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya
herida fuisteis sanados”. Los judíos no querían aceptar que el Mesías había de
sufrir y morir; por lo tanto, allí mismo en una sinagoga de Tesalónica vemos (Hch_17:2) que “Pablo, como acostumbraba, fue a ellos,
y por tres días de reposo discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las
Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los
muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo”. De este
gran Hecho Pablo escribe en Rom_5:10; 1Co_15:3;
Col_1:21-22; Tit_2:14.
-- para que ya sea
que velemos (4:17, vivimos) , o que durmamos (4:14, morimos) ,
vivamos juntamente con él. --
Ahora explica el propósito de la muerte de Cristo: murió por nosotros
para que siempre vivamos con El. Tenemos comunión con El ahora durante esta
vida y Él quiere que estemos con El cuándo vuelva (4:17). Como Pablo dice en otro texto (2Co_5:8), “pero confiamos, y más quisiéramos estar
ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por
tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables”. Pablo dijo
a los filipenses (1:23), “Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho,
teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor”.
Filipenses 3; 20
Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también
esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
Somos gobernados por leyes celestiales. El cielo es nuestro verdadero
hogar. Nuestros intereses principales están arriba. Nuestros nombres están
escritos allí (4:3). Nuestras oraciones ascienden al cielo. Nuestros tesoros
están depositados en el banco celestial (Mat_6:19-20),
y por lo tanto, nuestro corazón está allí también. Nuestra esperanza, el ancla
del alma (Heb_6:18-19), está en el cielo.
Nuestra madre es "Jerusalén de arriba" (Gál_4:26).
Aquí en este mundo somos peregrinos y extranjeros (Heb_13:14; 1Pe_2:11). Los
demás ("cuyo dios es el vientre") no tienen ciudad celestial;
solamente viven para el tiempo presente.
-- " esperamos ",
"anhelo ardiente", Rom_8:19;
"gemimos... esperando", Rom_8:23. "Esperamos (con anhelo intenso) al
Salvador". Algunos hacen burla de esta bendita promesa (2Pe_3:4), pero para el cristiano es el ancla del alma
(Heb_6:19), el consuelo vital (1Ts_4:13-18) que lo sostiene. Cristo prometió volver (Jua_14:1-3); los ángeles dijeron que "vendrá como
le habéis visto ir al cielo" (Hch_1:11). El
libro final de la Biblia (Apocalipsis) principia y termina con esta promesa: 1:7, "He aquí viene con las nubes, y todo ojo le
verá" y 22:20, "Ciertamente vengo en
breve".
No hay comentarios:
Publicar un comentario