} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 6 Noviembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

lunes, 6 de noviembre de 2017

6 Noviembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)


Amós 4; 12
Por tanto, de esta manera te haré a ti, oh Israel; y porque te he de hacer esto, prepárate para venir al encuentro de tu Dios, oh Israel.

      Como Israel no había retornado a Dios, éste se llegaría a ellos en juicio. Se trata de una advertencia solemne. Como los israelitas persistieron en rebeldía y idolatría, el Señor vino contra ellos como adversario.
Sin importar la forma en la que Dios le advirtió al pueblo, por medio del hambre, la sequía, las plagas, las langostas y la guerra, todavía seguían ignorándolo. Como los israelitas se negaban a recibir el mensaje de Dios, tendrían que vérselas con El cara a cara en el juicio. Ya no pasarían más por alto a Dios; tendrían que enfrentarse al Único que rechazaron, al que no quisieron obedecer cuando les ordenó que cuidaran a los pobres.
Si miramos en derredor nuestro podemos ver la necedad de los corazones carnales: deambulan de una a otra criatura buscando algo para satisfacerse y se esfuerzan por lo que no satisface; pero, después de todo, no inclinarán su oído a Aquel en quien pueden hallar todo lo que pueden querer. Predicar el evangelio es como la lluvia y todo se marchita donde falta lluvia. Bueno sería si la gente fuera tan sabia con sus almas como lo son con sus cuerpos; y, cuando no tuvieran cerca esta lluvia, fueran y buscaran donde está para tenerla.
No antes de mucho debemos encontrar a nuestro Dios en juicio y no seremos capaces de estar delante de Él si nos trata conforme a nuestras obras. Si deseamos prepararnos para encontrarnos con nuestro Dios con tranquilidad, en el período aterrador de su venida, ahora debemos encontrarlo en Cristo Jesús, el eterno Hijo del Padre, que vino a salvar a los pecadores perdidos. Debemos buscarlo mientras pueda ser hallado.

 Algún día cada uno nos enfrentaremos a Dios cara a cara para rendir cuentas de lo que hemos hecho o de lo que nos hemos negado a hacer. Tú que lees esto ¿Estás preparado para enfrentarte con Él?

Romanos 10; 9
que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

    Aquí está la lección más relevante sobre la importancia y el poder de la confesión de fe que se puede hallar en todas las Escrituras. El principio de la fe se establece desde el comienzo mismo de nuestra vida en Cristo. Exactamente igual a como la salvación (la obra justa de Dios en nuestro favor) se confirma por el creer del corazón y la pública confesión de nuestra fe, así también su continua manifestación en nuestras vidas.
El evangelio (la palabra de fe) predicado (1Corintios_15:1-11) presenta al hombre los hechos de lo que Dios por su gracia ha hecho para el hombre pecador. El hombre pecador, oyendo el evangelio cree que Cristo es el Hijo de Dios, levantado de los muertos para nuestra justificación, se arrepiente de sus pecados pasados, confiesa delante de los hombres su fe en Cristo Jesús (Lucas_12:8), y obedeciendo de corazón  es bautizado. Hecho esto, Dios le justifica, prometiéndole la salvación eterna, pero dándole la salvación de sus pecados pasados. Esto el judío (incrédulo) no hacía y por eso no estaba salvo.
La fe y la confesión son “para salvación,” dice Pablo.  Por nuestra parte, con nuestras palabras «contratamos» la salvación que por su parte Dios ha proporcionado mediante la obra y el poder de Cristo, y esto es un principio en la vida. Con este espíritu de fe salvadora, crezcamos en una fe activa: creyendo en el gran poder de Dios para suplir todas nuestras necesidades, proclamando con nuestros labios lo que nuestros corazones reciben y creen de las muchas promesas de su Palabra. Aceptemos los «contratos» de Dios para toda nuestra necesidad, dotándolos con la confesión de nuestra creencia, tal como cuando fuimos salvos

¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!

No hay comentarios:

Publicar un comentario