} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 7 Noviembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

martes, 7 de noviembre de 2017

7 Noviembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)


Mateo 14; 26-27
Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo.
Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!

Cuando los discípulos se encontraban en una necesidad perentoria, Jesús acudió en su ayuda. Cuando el viento les era contrario y la vida e una lucha a muerte, Jesús estaba allí para ayudarlos. Cuan d parecía que la situación era irremediable, Jesús estaba allí pare ayudar y para salvar.
En la vida tenemos que arrostrar a menudo vientos contra, ríos. A veces nos encontramos entre la espada y la pared, y la vida es una lucha desesperada con nosotros mismos, con las circunstancias, con las tentaciones, con el dolor y con largas decisiones. En tales casos, nadie tiene que pelear solo, porque Jesús acude a través de las tormentas de la vida con Su brazo; extendido para salvar, y con Su clara y tranquila voz animándonos a tener ánimo y a no tener miedo.
No importa demasiado cómo nos figuremos este incidente;en cualquier caso, es mucho más que la historia de algo que Jesús hizo una vez en una tormenta de la lejana Palestina; es, una señal y un símbolo de lo que Él hace siempre por los Suyos cuando el viento nos es contrario y estamos en peligro de que nos traguen las tormentas de la vida.
No son seguidores de Cristo los que no pueden disfrutar el estar a solas con Dios y sus corazones. En ocasiones especiales, y cuando hallamos ensanchados nuestros corazones, es bueno continuar orando secretamente por largo tiempo, y derramar nuestros corazones ante el Señor.
No es cosa nueva para los discípulos de Cristo toparse con tormentas en el camino del deber, pero, por eso Él se muestra con más gracia a ellos y a favor de ellos. Él puede tomar el camino que le plazca para salvar a su pueblo. Pero hasta las apariencias de liberación ocasionan a veces problemas y perplejidad al pueblo de Dios por los errores que tienen acerca de Cristo. Nada debiera asustar a los que tienen a Cristo junto a ellos y que saben que es suyo; ni la misma muerte.
Pedro caminó sobre el agua, no por diversión ni por jactancia, sino para ir a Jesús, y en eso fue sostenido maravillosamente. Se promete sustento especial, y deben esperarse, pero sólo en las empresas espirituales; tampoco podemos siquiera ir a Jesús a menos que seamos sostenidos por su poder. Cristo le dijo a Pedro que fuera a Él, no sólo para que pudiera andar sobre el agua, y así conocer el poder de su Señor, sino para que conociera su propia debilidad. A menudo el Señor permite que Sus siervos tengan lo que eligen, para humillarlos y probarlos, y para mostrar la grandeza de su poder y su gracia.
Cuando dejamos de mirar a Cristo para mirar la grandeza de las dificultades que se nos oponen, empezamos a desfallecer, pero cuando le invocamos, Él extiende su brazo y nos salva. Cristo es el gran Salvador; quienes serán salvados deben ir a Él y clamar pidiendo salvación; nunca somos llevados a este punto, sino hasta que nos hallamos zozobrando: el sentido de la necesidad nos lleva a Él.
Reprendió a Pedro. Si pudiéramos creer más, sufriríamos menos. La debilidad de la fe y el predominio de nuestras dudas, desagradan a nuestro Señor Jesús, porque no hay buena razón para que los discípulos de Cristo tengan dudas. Aun en un día tempestuoso, Él es para ellos una ayuda muy presente.
Nadie sino el Creador del mundo podía multiplicar los panes, nadie sino su Gobernador podría andar sobre las aguas del mar: los discípulos se rindieron a la evidencia y confesaron su fe. Ellos fueron apropiadamente afectados y adoraron a Cristo. El que va a Dios debe creer; y el que cree en Dios, irá a Él.
“Yo soy” es la traducción del nombre hebreo “Jehová”. Seguramente ellos reconocieron también el timbre inconfundible de su voz. ¡Tened ánimo! Jesús primeramente calmó la “tempestad” en el corazón de los discípulos y luego la tempestad en el mar.
No hay cosa alguna creada que no esté bajo el dominio de Jesucristo. Todo le sirve a Él. A menudo permite que su pueblo sea por algún tiempo sometido a prueba y se vea agitado de las borrascas del dolor. A menudo también se abstiene de acudir a su socorro tan pronto como ellos desearan, aguardándose hasta la  cuarta vela de la noche; más preciso es que recuerden que los vientos, las olas y las borrascas están bajo el poder de Cristo.

"Más que sonidos de muchas aguas, de fuertes ondas de la mar. Fuerte es Jehová en lo alto." Salmo 93 En este milagro se nos enseña, en seguida, cuán grande es el poder que Jesús puede conceder a los que creen en El.
¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!


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