} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 21 Noviembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

martes, 21 de noviembre de 2017

21 Noviembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)


Marcos 7; 6-7
Respondiendo él,(Jesús) les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito:
Este pueblo de labios me honra,
Mas su corazón está lejos de mí.
Pues en vano me honran,
Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres

      El conflicto entre los fariseos y escribas, y Jesús de Nazaret, sigue su marcha e intensidad. Jesús les llama hipócritas, palabra que en el griego significa un “actor”. Jesús cita a Isaías (Isaías_29:13) para comprobar su acusación de hipócrita. Estos líderes religiosos del día no conformaban sus hechos con sus palabras; hablaban bien pero actuaban mal. Su corazón estaba más bien en sus propias doctrinas humanas. Jesús deja que Isaías el profeta les exponga y condene.
Hipocresía es pretender ser algo que no se es, sin tener intención de serlo. Jesús llamó a los fariseos hipócritas porque adoraban a Dios no porque lo amaran, sino porque les beneficiaba, los hacía parecer santos y fortalecía su posición social en la comunidad. Somos hipócritas si:   damos más importancia a la reputación que al carácter,   cumplimos con rigor ciertas prácticas religiosas, pero dejamos que nuestros corazones se mantengan lejos de Dios, y destacamos nuestras virtudes y los pecados de los demás.

Los fariseos agregaron cientos de sus reglas y regulaciones insignificantes a las santas leyes de Dios, y trataban de forzar a la gente a que las obedecieran. Decían que conocían la voluntad de Dios para cada detalle de la vida.
Los líderes religiosos de hoy en día también tratan de agregar reglas y reglamentos a la Palabra de Dios, con lo que provocan no poca confusión entre los creyentes. Es idolatría pretender que nuestra interpretación de la Palabra de Dios es tan importante como la Palabra de Dios misma. Es sobre todo peligroso fijar parámetros no bíblicos para que otros los cumplan. En lugar de eso busquemos en Cristo la dirección para nuestra conducta y dejemos que El guíe a los demás en los detalles de sus vidas.

Hoy en día la misma cosa pasa. Iglesias donde se predica con ardor, pero a la hora de la verdad, falla el amor. Los religiosos reclaman con la boca adorar y servir a Dios, pero en realidad son celosos por sus propias doctrinas y prácticas. Hay mucho culto, o adoración, que el mundo religioso rinde a Dios en vano sencillamente porque Dios no lo autorizó. Dios sabe lo que busca y nos ha dicho en su verdad lo que es (Juan_4:23-24). Cualquier otra cosa es vanidad. Dios lo rechaza.
Todas las iglesias humanas existen porque se propagan doctrinas que se originan con los hombres, y no con Dios. Enseñan “diferente doctrina” (1Timoteo_1:3) u “otra cosa” (1Timoteo 6:3), en lugar de “retén la forma de las sanas palabras” apostólicas (2Timoteo_1:13). ¿Qué, pues, de la reclamación tan conocida y famosa que dice: “No importa cómo adoremos a Dios con tal que seamos sinceros”?

Para su dirección en la vida, los fariseos y los escribas,  no dependían de escuchar a Dios, sino de escuchar las discusiones y debates, la casuística, las ingeniosas interpretaciones de los expertos legales. La casuística nunca puede ser la base de la verdadera religión, que no puede ser nunca el producto de la mente humana. Tiene siempre que venir, no de los ingeniosos descubrimientos de las personas, sino de escuchar y seguir sencilla y humildemente la voz de Dios en Su Palabra enm la Biblia.


Proverbios 10; 9
El que camina en integridad anda confiado;
Mas el que pervierte sus caminos será quebrantado.

 La integridad y “la confianza” son compañeras en el camino del hombre bueno. La palabra tom   significa “ser íntegro y completo, realizado y maduro”. La madurez que viene por guardar las enseñanzas le da confianza. Por otra parte, la persona con una vida “torcida”, del hebreo ‘aqash , que se define como “desviar, distorsionar o torcer”, va a ser conocida en la arena pública. Al ser descubierto, el hombre perverso está expuesto a la vergüenza y el castigo público. Nos hace recordar el ejemplo de Acán quien codició un manto babilónico, dos kilos de plata y medio kilo de oro durante la caída de Jericó y los tomó (Josué_7:1, Josué_7:21, Josué_7:24-26). El hombre perverso se pone a sí mismo y a los demás, especialmente a los de su familia, en peligro, como también las acciones de una persona justa pueden beneficiar a su familia (Genesis_6:8   para el caso de Noé; Josué_6:25 para el caso de Rajab).

La seguridad que se promete a los justos dice referencia al orden humano: el hombre honrado que cumple con sus deberes para con todos y a nadie hace mal, puede marchar tranquilo por el camino de su vida, sin temor a la ley o a la venganza de los hombres. El que anda por sendas tortuosas, cuando menos lo piensa, se encuentra con el castigo de aquélla o tiene que sufrir las consecuencias de ésta. El autor tiene, sin duda, en su mente la providencia de Dios sobre los justos y pecadores, que actúa a través de los factores humanos. Una de las cosas propias de quienes maquinan el mal es el guiño de ojos, que revela doblez de ánimo, en distinción a la sencillez y nobleza de la mirada franca. El sabio opone los efectos saludables de una reprensión bien hecha, que conduce al arrepentimiento y cambio de conducta. Cerrar los ojos ante un comportamiento malo no es obrar conforme a los principios de la sabiduría, que enseña repetidas veces la conveniencia y necesidad de la corrección.


¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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