} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 22 Noviembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

miércoles, 22 de noviembre de 2017

22 Noviembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)


Salmo 92; 12
El justo florecerá como la palmera;
Crecerá como cedro en el Líbano.

     Las palmeras se conocen por su larga vida. Florecer como palmeras significa permanecer por encima de las circunstancias y vivir una larga vida. Los cedros del Líbano crecían hasta 34 m de altura por 9 m de circunferencia, por lo tanto eran sólidos, fuertes y firmes. El vigor, la longevidad, la utilidad, fragancia y hermosura de estos nobles árboles, representan la vida, carácter y destino de los piadosos. La figura es de dignidad, fuerza, durabilidad. El salmista veía a los creyentes como hombres rectos, fuertes y sólidos ante los vientos de las circunstancias. Florecen y duran por el lugar donde están plantados, en la comunión con Dios. Y así fructifican aun en la vejez. Los que trabajan en hogares de ancianos a menudo dan testimonio de la diferencia de actitud en el que ha vivido para la gloria de Dios. Todo esto glorifica a Dios porque hace evidente que él es recto y justo. Todos los que ponen su fe con firmeza en Dios tendrán fortaleza y vitalidad.

Pero el florecimiento del impío, aunque parezca impresionante y todo el mundo aplaude, no es duradero. En cambio, en vez de ser como la hierba, el justo es como la palmera y el cedro, árboles majestuosos y fuertes con raíces profundas y que no caducan pronto; estos son símbolos del justo.

Isaías 40; 29-31
El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.
Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.

Isaías describe el poder de Dios para crear, su provisión y su presencia para ayudar. Dios es omnipotente y todopoderoso; pero aun así, cuida de cada uno de nosotros en forma personal. Ninguna persona ni cosa puede compararse a Dios. Definimos a Dios lo mejor que podemos con nuestro conocimiento y lenguaje escasos, pero solo limitamos nuestro entendimiento de Él y su poder cuando lo comparamos con lo que experimentamos en la tierra.  El profeta Isaías subraya los resultados admirables de la fe centrada en la persona de Jehová, este Dios majestuoso que es creador y sustentador del universo. Sus palabras constituyen la conclusión de su mensaje de consolación para su pueblo. Esta es una fe eficaz, capaz de renovar las fuerzas físicas y espirituales a grandes y pequeños, a viejos agotados y a los jóvenes que tropiezan y caen. Este poder que proviene de la fe se necesita para dar respuesta al llamado de la redención. Se requiere de esta fe para iniciar la gran aventura del retorno a la libertad en Cristo.

  Aun la gente más fuerte se cansa por momentos, pero el poder y la fuerza de Dios nunca disminuyen. Nunca está demasiado cansado ni ocupado para ayudarnos o escucharnos. Su fuerza es nuestra fuente de fortaleza. Cuando sienta que todo en la vida lo aplasta y no pueda dar un paso más, recuerde que puede clamar a Dios para que renueve su fuerza.

  Esperar en Jehová es saber que su fuerza prometida nos ayuda a levantarnos por encima de las confusiones y dificultades de la vida. Significa también confiar en Dios. Esto nos ayuda a estar preparados para cuando El nos hable. Entonces seremos pacientes cuando nos pida que esperemos el cumplimiento de las promesas que se encuentran en su Palabra.

Una comprensión adecuada de la intervención de Dios en la vida solamente se obtiene conociendo sus pensamientos y sus caminos. Aquí se llama a ser pacientes. Los que esperan a Jehová: Significa continuar viviendo con la firme esperanza de que el Señor establecerá su reino cuando llegue el momento; Dios se enfrentará al mal. Tal actitud interior le da a uno nuevas fuerzas para levantarse y proseguir adelante con vigor.
Donde Dios ha empezado la obra de gracia, la perfeccionará. Él ayuda a los que, en humilde dependencia de Él, se ayudan a sí mismos. Su fuerza será según el día. En el poder de la gracia divina nuestras almas ascenderán por sobre el mundo. Correrán alegremente por el camino de los mandamientos de Dios. Velemos contra el descreimiento, el orgullo y la confianza en uno mismo. Si vamos adelante por nuestra propia fuerza, desmayaremos y caeremos totalmente; pero teniendo nuestros corazones y esperanzas en el cielo, seremos llevados por sobre todas las dificultades y seremos dotados para echar mano del premio de nuestra alta vocación en Cristo Jesús.

¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!


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