} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 27 Octubre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

sábado, 28 de octubre de 2017

27 Octubre LA BUENA SEMILLA (Meditación)


Mateo 16; 26
Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

No nos gusta perder cosas de valor. Las aseguramos al máximo, cuidando la salud, instalando alarmas, poniendo candados y toda clase de seguros para asegurar las posesiones, para estar tranquilos y sin cuidado. Pero ¿cuántos aseguran su alma?
            ¿Qué tan serio es perder el alma?   Se pierde la posesión más valiosa. Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”. Jesús sabe el valor del alma; El murió para salvarla. El diablo sabe el valor del alma; por eso, quita la semilla para que la gente ni siquiera piense en salvar su alma; pero ¿cuántos hombres aprecian el valor del alma?   Se pierde todo 1Timoteo_6:1-21, “porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar”; al morir el hombre pierde toda posesión material, y ¿si pierde el alma también? Pierde absolutamente todo. No tendrá nada que dar.  Causa que otros también se pierden. Mateo_5:1-48, “  Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere ” (él lo causa); Mateo_18:1-35, “ Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar”; 1Reyes_14:1-31, “Jeroboam, el cual pecó, y ha hecho pecar a Israel ”. ¿Cuántos padres mundanos enseñan a sus hijos a ser obedientes a Dios? Por el ejemplo y por la misma enseñanza causan que sus hijos también se pierdan.   Se pierde la vida mejor aún en este mundo 1Pedro_3:10-12; Efesios_6:3; 1Timoteo_4:8; Mateo_5:5.   Se pierde el cielo, Juan_14:1-3; Mateo_25:34; Apocalipsis_21:4. Y   en lugar de encontrar reposo y alivio de todos los problemas y sufrimientos de la vida el perdido apenas comienza a sufrir, Mateo_25:46; 2Tesalonicenses_1:8-9.
En lugar de estas palabras graves que hallamos en Marcos también, Lucas (9:25) las expresa así: “¿qué aprovecha al hombre, sin granjeare todo el mundo, y se pierda él a sí mismo, o corra peligro de sí?” o, mejor, “si granjeare todo el mundo, y se destruyere a sí mismo”. ¡Cuán terrible es el peligro aquí descrito! Si el hombre hace del mundo presente, en sus formas diversas de placer, riquezas, honores y demás, el objeto de supremo empeño, aunque gane todo el mundo perderá, junto con él, su propia alma. Esto no afirma que alguno haya ganado, ni jamás gane todo el mundo, pues sólo una pequeña porción de él, en efecto, llega a pertenecer a los más afortunados partidarios del mundo; pero se hace la suposición extravagante de que por entregarse completamente al mundo, algún hombre llegue a ganarlo todo, sin embargo, colocando frente a esta ganancia la pérdida de su propia alma, lo que necesariamente resulta de la entrega de su corazón al mundo, ¿qué provecho sacará? Pero, si no es el mundo entero, entonces quizá otra cosa puede servir como equivalente del alma. Muy bien, entonces, ¿qué puede ser esto? “O”, como lo dijo el Señor, “¿qué recompensa dará el hombre por su alma?” Así, en lenguaje grave pero sencillo, nuestro Señor tapa la boca a sus oyentes, y a todos los que lean estas palabras hasta el fin del mundo, al dar a conocer el valor inestimable de su propia alma para todos los seres humanos. En Marcos (8:38) y Lucas (9:26) son añadidas las palabras siguientes: “el que se avergonzare de mí y de mis palabras”, o “el que se avergonzare de pertenecer a mí, y se avergonzare de mi evangelio”, “en esta generación adulterina y pecadora”   “el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles”. El retornará a aquel hombre su propio tratamiento, desconociéndolo ante la asamblea más augusta, y exponiéndolo a “vergüenza y confusión perpetua” (Daniel_12:2). “¡Qué humillación!”,   “el ser avergonzado delante de Dios, de Cristo y de los ángeles” El sentimiento de vergüenza está basado en nuestro amor por la buena reputación, el cual produce aversión instintiva a aquello que puede rebajar nuestra reputación. Esta aversión nos fue dada como un preservativo para librarnos de todo lo que es propiamente vergonzoso. Tener perdido al sentimiento de vergüenza es estar casi sin esperanza. Pero cuando Cristo y “sus palabras” son impopulares, el mismo deseo de quedar bien con otros engendra aquella tentación de avergonzarse de él, lo que sólo el “poder expulsivo” de un cariño más elevado puede contrarrestar eficazmente.


¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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