Colosenses 1; 12-13
con
gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia
de los santos en luz;
el
cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de
su amado Hijo,
Los judaizantes y los gnósticos negaban que con
tan sólo el evangelio los cristianos fueran aptos o capacitados para participar
de la herencia de los santos en luz. "Esto no necesariamente se limita a
la gloria futura. Los hijos de Dios andan en luz en la tierra. Juan_3:21. Es necesario capacitarse para participar en
los deportes o en actividades académicas; así también lo es en cuanto a
participar de la herencia de los santos en luz. No todos pueden hacerlo porque
es necesario ser aptos o capaces para hacerlo
Dios había librado a su pueblo del poder de
Egipto, de Babilonia y de Asiria, y los judíos esperaban que Dios les librara
del yugo de Roma, pero Cristo trajo otra clase de libertad, pues nos ha librado
de la potestad de las tinieblas. Ya no estamos bajo el poder del mundo.
Según
la herejía gnóstica, Cristo no vino para sufrir y morir en la cruz por los
pecados del mundo, y no resucitó de entre los muertos, sino que sólo vino para
librar el espíritu que está encarcelado en el cuerpo malo. Pablo dice, sin
embargo, "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es
templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y
que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad,
pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de
Dios" (1Corintios_6:19-20). Pablo no
habló del cuerpo como la cárcel del alma, sino como el templo de Dios.
Nunca dejemos de dar gracias a Dios por la gran
bendición de estar en el reino de su amado Hijo. Verdaderamente hemos sido rescatados, pues la vida en el mundo
de pecado, de error y de toda clase de tinieblas es una miseria continua. El
alma está en gran peligro, porque los que no mueren en Cristo no pueden estar
con Cristo. Además, aparte de evitar el castigo eterno, nuestra vida aquí en la
tierra está muy bendecida porque andamos en luz y tenemos un gozo en el alma
que nunca encontramos en el mundo.
Sin duda alguna el reino de Cristo existía cuando Pablo escribió esta carta.
Juan el bautista y Jesús anunciaban que el reino se había acercado (Mateo_3:2; Mateo_4:17); Jesús dijo, "que hay
algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto
el reino de Dios venido con poder" (Marcos_9:1);
después de morir Jesús, José de Arimatea "esperaba el reino de Dios"
(Lucas_23:51); después de su resurrección Jesús
dijo a los apóstoles, "quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta
que seáis investidos de poder desde lo alto" (Lucas_24:49);
esta promesa se repite justamente antes de su ascensión: "recibiréis
poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis
testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la
tierra" (Hechos_1:8). El cumplimiento de
estas promesas se ve en Hechos_2:1-4, en el día
de Pentecostés, cuando vino el Espíritu Santo sobre los apóstoles y comenzaron
a predicar el evangelio. Los que obedecieron al evangelio (Hechos_2:37-38) nacieron del agua y del Espíritu (Juan_3:5) para entrar en el reino. Desde aquel día en
adelante el Nuevo Testamento habla del reino como ya existente (Hechos_8:12).
1Juan 5; 20-21
Pero
sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer
al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es
el verdadero Dios, y la vida eterna.
Hijitos,
guardaos de los ídolos. Amén.
Los gnósticos negaban la humanidad y la deidad de
Jesucristo. Hoy en día, religiones y sectas, como los Testigos de Jehová, niegan
lo mismo. Combatiendo este error prevaleciente, Juan termina su carta
enfatizando la realidad y la obra de Jesucristo. Ha venido y nos ha revelado al
Padre. Estamos en el verdadero Dios solamente al estar en su Hijo.
La frase “ha venido” también implica la
existencia de Cristo anterior a su venida. La preexistencia y la encarnación
son dos verdades básicas en esta primera carta de Juan.
El Hijo de Dios nos ha dado sentido espiritual y
habilidad para entender. Cristo nos ha dado dianoia (entendimiento). Cristo es
la fuente de nuestro entendimiento
acerca de Dios y de su voluntad (Mateo_11:25-30;
Juan_1:18; Hebreos_1:2). Ya que los gnósticos negaban al Hijo (a
Jesucristo), negaban al que da entendimiento respecto al verdadero Dios. Se quedaban,
pues, con su dianoia falso e incompleto respecto a Dios. Esto mismo continúa
hasta la fecha presente.
El resultado del sentido espiritual y la
habilidad para entender, que el Hijo de Dios nos ha dado, es que conocemos
(guinosko) al verdadero Dios. El verbo guinosko enfatiza la apropiación de
conocimiento, y el verbo oida la posesión.
Nuestro conocimiento de Dios no se basa en
teorías filosóficas, sino en la revelación de la voluntad de Dios confirmada
milagrosamente (Hebreos_2:3-4).
Estamos en el Verdadero (en Dios, en él que es
Verdadero; véase la frase anterior de este versículo), en su Hijo Jesucristo.
No se puede estar en el verdadero Dios aparte de estar en su Hijo. Estamos en
Dios solamente cuando estamos en su Hijo (Juan_14:6).
Son uno (Juan_10:30; Juan_14:9-10). Por eso no
estaban los gnósticos en el verdadero Dios. Este es el punto principal de la
epístola.
Lo que pensemos acerca de Cristo es fundamental
en nuestras enseñanzas, predicación y estilo de vida. Jesucristo es Dios y
hombre, totalmente Dios y totalmente humano al mismo tiempo. Vino a la tierra
para morir en nuestro lugar por nuestros pecados. Mediante la fe en El, podemos
tener vida eterna y el poder para hacer su voluntad. A ti que estás leyendo
esta meditación te pregunto: ¿Cuál es tu respuesta a la pregunta más importante
que debieras contestar: Quién es Jesucristo?
¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!
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