} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 24 Octubre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

martes, 24 de octubre de 2017

24 Octubre LA BUENA SEMILLA (Meditación)


Proverbios 30; 5
Toda palabra de Dios es limpia;
Él es escudo a los que en él esperan.

    No se conoce la identidad de Agur, pero su estilo, diferente al del resto del libro, expresa las verdades a través de vívidas imágenes que tienen igual fuerza. Sus comentarios no son los de un filósofo venido a menos, sino los de un hombre con ojo avizor y mente despierta que interpreta sus observaciones de primera mano sobre la naturaleza y la humanidad.
Agur ama el equilibrio y también el enumerar las cosas para llegar a un clímax. El discurso de Agur permanece enigmático, y, cualquiera sea el texto que se acepte, se opone el conocimiento humano al conocimiento conferido por la Sabiduría, que es un don de Dios.
En oposición a la constatación de la ignorancia humana, el sabio hace elogio de la Palabra de Dios, es decir, de la revelación, que viene en ayuda de aquélla. La doctrina revelada es cierta y verdadera, libre de todo error, de toda mentira, de toda impiedad, como el oro recién salido del crisol. Y es escudo de quien confía en Yahvé, porque quien da fe a esa palabra y la pone en práctica camina por el sendero de la justicia y puede contar con la protección de Dios sobre los justos, tantas veces prometida en los libros sagrados.  La recomendación de no añadir cosa alguna a la Palabra de Dios se encuentra más veces en la Biblia  y la hallamos también en las enseñanzas de la sabiduría egipcia. Los sabios israelitas unen las enseñanzas de la sabiduría “a las prescripciones de la Ley y a las advertencias de los profetas, hasta el punto de identificarlas y establecer un conjunto armonioso y completo, suficiente para la conducta de la vida humana. Así, cada palabra divina está ya probada (Job_18:30). No hay el menor fundamento para sospechar que algo falte en la Palabra de Dios; agregar a sus palabras abre el camino al error y a la corrupción.
La palabra «canon» es el término usado para describir el número completo de los libros de la Biblia; el canon cerrado de los 66 libros de las Sagradas Escrituras. Proviene de antiguas palabras que significaban «vara de medir», y se aplica aquí a fin de designar a aquellos libros que llenan los requisitos para ser reconocidos como de inspiración divina.
La Biblia nos advierte contra el intento de sustraer o añadir de su contenido. Justo al final de la Biblia, en Apocalipsis_22:18, e inspirada en la providencia y la sabiduría de Dios, hallamos una afirmación concluyente en cuanto a esto. Aunque se refiere directamente al libro de Apocalipsis, la mayoría de los eruditos bíblicos dicen al respecto: «Añada o sustraiga de la Biblia bajo su propio riesgo». 
Sobre este tema debemos tener en cuenta lo siguiente: Cuando nos referimos a la «revelación de las Escrituras», es importante que distingamos el orden ya consumado de la revelación divina de cualquier otro uso del término revelación, sin importar cuan sagrado sea. Hay muchos hoy día que no conocen la diferencia entre una «revelación» (el conocimiento o la idea que puede provenir de Dios, de otro ser humano o del diablo) y la revelación de Dios, la cual se encuentra en el canon cerrado de las Escrituras.
Debido a que hay muchos libros que afirman ser inspirados divinamente, una actitud ingenua hacia ellos puede resultar en confusión y una posible destrucción. Es interesante notar que aun en tiempos de Jesús varios libros, considerados todavía hoy por algunos como parte del Antiguo Testamento, ya existían. Sin embargo, en ninguna de las 64 ocasiones en que Jesús cita el Antiguo Testamento se mencionan estos libros. La Biblia es completamente confiable, está completa, y basta para responder completamente cualquier cosa que necesitemos conocer sobre la salvación eterna o la sabiduría práctica en torno a nuestras relaciones, la moral, el carácter o la conducta a seguir. (Salmo_19:7; Lucas_16:17).



Salmo 119; 130
La exposición de tus palabras alumbra;
Hace entender a los simples.
Los que más conocen sus testimonios son los que más ven sus maravillas. Uno que sigue en comunión con Dios nunca deja de maravillarse de su Palabra. Esta actitud maravillada no resulta en especulaciones vanas sobre los testimonios de Dios, sino en obedecerlos. La exposición (Lucas_24:32). El Espíritu Santo “abre” la Palabra de Dios al creyente; también usa a expositores fieles que la exponen al pueblo de Dios. Así la “gente sencilla” entiende. Dios sigue haciendo lo mismo; todo creyente debe hacer todo lo posible para conocer la Palabra de Dios. La obra de Dios en el corazón produce el anhelo y esto le dirige a la petición. Pide que Dios actúe de acuerdo con su Palabra y por medio de ella. Su Palabra escrita es efectiva sólo cuando Dios la usa, solamente en el poder de Dios.
La ley de Yahvé es una lámpara que ilumina la vida del justo y conforta a los sencillos, que procuran amoldarse a sus testimonios.
La fidelidad de Dios a sus promesas de protección sobre el justo da confianza al salmista para implorar su auxilio en reciprocidad a su buena conducta. Se siente en medio de un ambiente hostil a los valores religiosos, y por ello suplica que se afirmen sus pasos por el camino recto emprendido.  

Jeremías 15; 16
Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos.

Jeremías argumenta con Dios por misericordia y alivio contra sus enemigos, perseguidores y calumniadores.
Será un consuelo para los ministros de Dios cuando los desprecian los hombres, si tienen el testimonio de sus propias conciencias. Pero se queja el que haya poco placer en su obra.   El Señor llamó al profeta a que dejara de desconfiar y regresara a su obra. Si él atendía a eso, podía tener la seguridad de que el Señor lo libraría de sus enemigos. Dios librará de problemas o ayudará a través de ellos a los que están con Él y le son fieles. Muchas cosas parecen temibles que en absoluto dañan a un creyente real en Cristo.
Jeremías vuelve a su problema personal íntimo, pidiendo protección contra los que conspiran contra su vida, sus perseguidores. Al profeta en su tragedia íntima se le hace larga la espera por el castigo de sus enemigos: no contengas tu ira, Y para ello invoca el celo de Yahvé, pues todo lo soporta por El. Además, vuelve a presentar su inocencia y fidelidad: las palabras y mandatos de Yahvé constituían su gozo y la alegría de su corazón. Es un auténtico profeta de Yahvé; por eso puede decir que lleva su nombre. Toda su vida pertenecía a su Dios: yo llevo tu nombre


¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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