Proverbios 30; 5
Toda palabra de Dios es limpia;
Él es escudo a los que en él
esperan.
No se conoce la identidad de Agur, pero su estilo, diferente al del
resto del libro, expresa las verdades a través de vívidas imágenes que tienen
igual fuerza. Sus comentarios no son los de un filósofo venido a menos, sino
los de un hombre con ojo avizor y mente despierta que interpreta sus
observaciones de primera mano sobre la naturaleza y la humanidad.
Agur ama el
equilibrio y también el enumerar las cosas para llegar a un clímax. El discurso
de Agur permanece enigmático, y, cualquiera sea el texto que se acepte, se
opone el conocimiento humano al conocimiento conferido por la Sabiduría, que es un don de Dios.
En oposición a la constatación de la ignorancia humana, el sabio hace
elogio de la Palabra de Dios, es decir, de la revelación, que viene en ayuda de
aquélla. La doctrina revelada es cierta y verdadera, libre de todo error, de
toda mentira, de toda impiedad, como el oro recién salido del crisol. Y es
escudo de quien confía en Yahvé, porque quien da fe a esa palabra y la pone en
práctica camina por el sendero de la justicia y puede contar con la protección
de Dios sobre los justos, tantas veces prometida en los libros sagrados. La recomendación de no añadir cosa alguna a
la Palabra de Dios se encuentra más veces en la Biblia y la hallamos también en las enseñanzas de la
sabiduría egipcia. Los sabios israelitas unen las enseñanzas de la sabiduría “a
las prescripciones de la Ley y a las advertencias de los profetas, hasta el
punto de identificarlas y establecer un conjunto armonioso y completo,
suficiente para la conducta de la vida humana. Así, cada palabra divina está ya
probada (Job_18:30). No hay el menor fundamento
para sospechar que algo falte en la Palabra de Dios; agregar a sus palabras
abre el camino al error y a la corrupción.
La palabra «canon» es el término usado para describir el número
completo de los libros de la Biblia; el canon
cerrado de los 66 libros de las Sagradas Escrituras. Proviene de
antiguas palabras que significaban «vara de medir», y se aplica aquí a fin de
designar a aquellos libros que llenan los requisitos para ser reconocidos como
de inspiración divina.
La Biblia nos advierte contra el intento de sustraer o añadir de su
contenido. Justo al final de la Biblia, en Apocalipsis_22:18,
e inspirada en la providencia y la sabiduría de Dios, hallamos una afirmación
concluyente en cuanto a esto. Aunque se refiere directamente al libro de
Apocalipsis, la mayoría de los eruditos bíblicos dicen al respecto: «Añada o
sustraiga de la Biblia bajo su propio riesgo».
Sobre este tema debemos tener en cuenta lo siguiente: Cuando nos
referimos a la «revelación de las Escrituras», es importante que distingamos el
orden ya consumado de la revelación
divina de cualquier otro uso del término revelación, sin importar cuan
sagrado sea. Hay muchos hoy día que no conocen la diferencia entre una
«revelación» (el conocimiento o la idea que puede provenir de Dios, de otro ser
humano o del diablo) y la revelación
de Dios, la cual se encuentra en el canon
cerrado de las Escrituras.
Debido a que hay muchos libros que afirman ser inspirados divinamente,
una actitud ingenua hacia ellos puede resultar en confusión y una posible
destrucción. Es interesante notar que aun en tiempos de Jesús varios libros,
considerados todavía hoy por algunos como parte del Antiguo Testamento, ya
existían. Sin embargo, en ninguna de las 64 ocasiones en que Jesús cita el
Antiguo Testamento se mencionan estos libros. La Biblia es completamente confiable, está completa, y basta para responder completamente cualquier
cosa que necesitemos conocer sobre la salvación eterna o la sabiduría práctica
en torno a nuestras relaciones, la moral, el carácter o la conducta a seguir. (Salmo_19:7; Lucas_16:17).
Salmo 119; 130
La
exposición de tus palabras alumbra;
Hace entender a
los simples.
Los que más conocen sus testimonios son los que más ven sus maravillas. Uno que sigue en
comunión con Dios nunca deja de maravillarse de su Palabra. Esta actitud
maravillada no resulta en especulaciones vanas sobre los testimonios de Dios, sino en
obedecerlos. La exposición (Lucas_24:32). El Espíritu Santo “abre” la Palabra de
Dios al creyente; también usa a expositores fieles que la exponen al pueblo de
Dios. Así la “gente sencilla” entiende. Dios sigue haciendo lo mismo; todo
creyente debe hacer todo lo posible para conocer la Palabra de Dios. La obra de
Dios en el corazón produce el anhelo y esto le dirige a la petición. Pide que
Dios actúe de acuerdo con su Palabra y por medio de ella. Su Palabra escrita es
efectiva sólo cuando Dios la usa, solamente en el poder de Dios.
La
ley de Yahvé es una lámpara que ilumina la vida del justo y conforta a los sencillos, que procuran amoldarse a
sus testimonios.
La fidelidad de Dios a sus promesas de protección sobre el justo da
confianza al salmista para implorar su auxilio en reciprocidad a su buena conducta.
Se siente en medio de un ambiente hostil a los valores religiosos, y por ello
suplica que se afirmen sus
pasos por el camino recto emprendido.
Jeremías 15; 16
Fueron halladas tus palabras, y yo
las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu
nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos.
Jeremías argumenta con Dios por misericordia y alivio contra sus
enemigos, perseguidores y calumniadores.
Será un consuelo para los ministros de Dios cuando los desprecian los
hombres, si tienen el testimonio de sus propias conciencias. Pero se queja el
que haya poco placer en su obra. El Señor llamó al profeta a que dejara de
desconfiar y regresara a su obra. Si él atendía a eso, podía tener la seguridad
de que el Señor lo libraría de sus enemigos. Dios librará de problemas o
ayudará a través de ellos a los que están con Él y le son fieles. Muchas cosas
parecen temibles que en absoluto dañan a un creyente real en Cristo.
Jeremías vuelve a su problema personal íntimo, pidiendo
protección contra los que conspiran contra su vida, sus perseguidores. Al profeta en su tragedia íntima se le hace larga
la espera por el castigo de sus enemigos: no contengas tu ira, Y para ello invoca el celo de Yahvé, pues
todo lo soporta por El. Además, vuelve a presentar su inocencia y fidelidad:
las palabras y mandatos de
Yahvé constituían su gozo y la alegría de su corazón. Es un
auténtico profeta de Yahvé; por
eso puede decir que lleva su nombre. Toda
su vida pertenecía a su Dios: yo llevo
tu nombre
¡Maranata! ¡Sí, ven Señor
Jesús!
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