} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 10 Octubre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

martes, 10 de octubre de 2017

10 Octubre LA BUENA SEMILLA (Meditación)


Ezequiel 36; 26
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.

Dios prometió restaurar a Israel no solo material, sino espiritualmente. Para lograrlo, le daría un nuevo corazón para seguirlo y pondría su Espíritu Santo en ellos para transformarlos y darles poder para hacer su voluntad. Se vuelve a prometer un nuevo pacto (Salmo 16:61-63; Salmo_34:23-25), que se cumplirá finalmente en Cristo. Por impura que sea tu vida en este momento, Dios te ofrece un nuevo comienzo. Puede hacer que tus pecados sean borrados, puedes recibir un nuevo corazón para Dios y tener su Espíritu si aceptas su promesa. ¿Por qué tratar de remendar tu vida pasada si puedes tener una vida nueva?
Todos los que tienen parte en el nuevo pacto, tienen un nuevo corazón y un espíritu nuevo para andar en novedad de vida. Dios dará un corazón de carne, blando y tierno, que cumpla su santa voluntad. La gracia renovadora obra un cambio tan grande en el alma como la conversión de una piedra muerta en carne viva. Dios pondrá dentro su Espíritu como Maestro, Guía y Santificador. La promesa de la gracia de Dios para equiparnos para nuestro deber debiera despertar nuestro cuidado y propósito constante para cumplir nuestro deber. Estas son promesas que todos los creyentes verdaderos de toda época deben usar en oración y serán cumplidas.

1 Juan 4; 7
Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.

Esta es la tercera parte de la epístola que trata del amor. En 1 Juan  2:7-11, el amor caracteriza al que anda en la luz. En 3:10-18, el amor gobierna su conducta. En esta parte se presenta el amor como atributo esencial de Dios y que se manifiesta en los que son del Él. Por contraste vemos que el egoísmo y el aborrecimiento caracterizaban al gnóstico.
Dios es la fuente y el origen del amor (del que debe caracterizar a los cristianos). Procede de Él y se manifiesta en los que son de Él. El amor es una prueba del que ha nacido de Dios. Los falsos reclamaban ser nacidos de Dios, pero su falta de amor era evidencia de lo falso de su reclamación.
El amor tiene su origen en Dios. Es desde el Dios Que es amor desde donde fluye todo amor. Cuando más cerca estamos de Dios es cuando amamos. Clemente de Alejandría dijo con una frase sorprendente que el verdadero cristiano «practica el ser Dios.» El que mora en amor mora en Dios. El hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios (Génesis_1:26). Dios es amor; y, por tanto, para ser semejante a Dios y ser lo que debe ser, el hombre también debe amar.

  El amor tiene una doble relación con Dios. Es sólo conociendo a Dios como aprendemos a amar; y es sólo amando como aprendemos a conocer a Dios. El amor procede de Dios, y conduce a Dios.
Es por el amor como se conoce a Dios. No podemos ver a Dios, porque Dios es Espíritu; lo que sí podemos ver es Su efecto. No podemos ver el viento, pero podemos ver lo que hace. No podemos ver la electricidad, pero podemos ver los efectos que produce. El efecto de Dios es el amor. Es cuando Dios entra en una persona cuando la persona está revestida con el amor de Dios y el amor del hombre. Dios Se conoce por Su efecto en esa persona. Se ha dicho: «Un santo es una persona en quien Cristo vive otra vez.» Y la mejor demostración de Dios no viene de la discusión, sino de una vida de amor.

  El amor de Dios se demuestra en Jesucristo. Cuando miramos a Jesús vemos dos cosas acerca del amor de Dios. Es un amor que no se reserva nada. Dios estuvo dispuesto en Su amor por los hombres a dar a Su Hijo único y a hacer un sacrificio que es absolutamente imposible superar. Es un amor totalmente inmerecido. No sería tan extraordinario si nosotros Le amáramos a Él por todas las cosas que Él nos ha dado, hasta aparte de Jesucristo; lo maravilloso es que Él ame a criaturas desagradecidas y desobedientes como nosotros.
Si Dios nos ama, estamos obligados a amarnos unos a otros; porque nuestro destino es reproducir la vida de Dios en la humanidad, y la vida de la eternidad en el tiempo. Juan dice, con una claridad casi cruda, que el que pretenda amar a Dios y aborrezca a su hermano, no es nada más que un mentiroso. La única manera de probar que amamos a Dios es amando a los hombres, a los que Dios ama. La única manera de probar que Dios está en nuestros corazones es mostrar constantemente el amor a los hombres en nuestras vidas.

            En este pasaje Juan no habla de los requisitos de ser nacido de Dios. ¡No está diciendo que para ser nacido de Dios uno necesita solamente amar! Está hablando de la prueba de los que reclaman ser nacidos de Dios. El contexto trata de hermanos fieles y de falsos. Los dos grupos reclamaban ser nacidos de Dios, pero lo eran solamente los que amaban unos a otros, y éstos' eran los fieles.
Amar a los hermanos es una prueba de que conoce a Dios el que hace la reclamación. Los gnósticos lo reclamaban, pero con su falta de amor a los demás hermanos, se probaban falsos.


¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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