1 Timoteo 2; 3-4
Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro
Salvador,
el cual quiere que todos los hombres sean salvos y
vengan al conocimiento de la verdad.
La oración no es
sólo pedirle cosas a Dios; también quiere decir darle gracias a Dios por cosas.
Porque muchos de nosotros practicamos la oración como un ejercicio de quejas,
cuando debería ser un ejercicio de gratitud. Podemos decir "¿Qué puedo
hacer yo, que soy un hombrecillo viejo y cojo, sino alabar a Dios?» Tenemos
derecho a presentarle nuestras necesidades a Dios; pero tenemos también el
deber de presentarle nuestras acciones de gracias.
La razón detrás de la exhortación de los primeros dos versículos es
que tal actividad y tal estado son buenos y agradables a Dios; es lo que él
quiere para su pueblo y para el mundo, pues desea la salvación de todos. ¿No es
él el Salvador?
El
ejemplo de vida tranquila y quieta, de parte de cristianos, también influye en
gobernadores mundiales para bien (Mateo_5:16)
En el versículo 4 vemos la
razón por qué quiere que los cristianos oren por todos los hombres.
Todo hombre pecador
está perdido. Dios desea su salvación (Ezequiel_18:32;
Juan_3:16; 2Pedro_3:9).
Si alguno se pierde, pues, será culpa de él (Mateo_23:37).
Tanto Pedro como Pablo dicen que Dios quiere que todos sean salvos. Esto no
significa que todos serán salvos, porque la Biblia deja en claro que
muchos rechazan a Cristo (Mateo_25:31-46;
Juan_12:44-50; Hebreos_10:26-29). El mensaje del evangelio tiene un
alcance mundial, no está limitado a una raza, un sexo o a un trasfondo
nacional. Dios ama a todo el mundo y envió a su Hijo para salvar a todos los
pecadores.
No hay salvación aparte de la verdad
predicada, oída y obedecida (Juan_6:44-45; 1 Pedro_1:22).
Esa verdad es el evangelio de Cristo Jesús (Efesios_4:21;
Gálatas_2:5).
Juan 1; 17
Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia
y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
Este texto enfatiza que el evangelio es superior a la ley de Moisés,
pero la ley nunca compitió con el evangelio. Más bien, Cristo y los apóstoles
explican ampliamente el papel importante de Moisés y de la ley de preparar al
pueblo para la venida de Cristo. "Si creyeseis a Moisés, me creeríais a
mí, porque de mí escribió él" (Juan 5:46).
Moisés nos dio la Ley, pero la gracia y la
verdad nos vinieron por medio de Jesucristo. En la antigüedad, la vida estaba
gobernada por la ley. Uno tenía que hacer lo que fuera, le gustara o no,
supiera por qué o no. Pero, con la venida de Jesús, ya no tratamos de obedecer
la ley. de Dios como esclavos, sino de responder al amor de Dios como hijos.
Mediante Jesucristo, Dios el Legislador aparece como Dios nuestro Padre, el
Dios Juez es el Dios que ama a todas las almas.
El amor y la justicia forman parte de la
naturaleza divina que Dios usa para lidiar con nosotros. Moisés enfatizó la
justicia y la Ley de Dios, mientras que Cristo vino para resaltar la
misericordia, el amor y el perdón de Dios. Moisés solo pudo ser el vehículo de
la Ley, mientras que Cristo vino para cumplirla (Mateo_5:17).
La naturaleza y la voluntad de Dios se revelaron en la Ley; ahora la naturaleza
y la voluntad de Dios se revelan en Jesucristo. En lugar de venir en tablas
frías de piedra, la revelación de Dios
viene a la vida de la persona. En la medida que conocemos mejor a
Cristo, nuestro entendimiento de Dios se incrementa.
Juan 17; 17
Santifícalos en tu verdad; tu
palabra es verdad.
Por medio de la palabra nos consagramos al
servicio de Dios y evitamos la contaminación del mundo (Tito_2:11-12). "Y el mismo Dios de paz os
santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado
irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo" (1Tesalonicenses_5:23). "Llegamos a ser todo lo
que el Señor quiere que seamos por medio de la fiel obediencia a su palabra.
Esta es la santificación por la cual Jesús oró".
Jesús pidió que Sus discípulos estuvieran
consagrados a la verdad. La palabra para consagrar es haguiazein, que
viene del adjetivo haguios, que en la versión Reina-Valera se traduce
por santo, pero cuyo sentido más radical es diferente o separado. Según
esto, haguiazein tiene dos ideas principales.
Quiere decir separado para una tarea especial. Cuando Dios
llamó a Jeremías, le dijo: «Antes de formarte en el vientre te conocí, y antes
de que nacieras te consagré, nombrándote profeta de las naciones» (Jeremías_1:5). Desde
antes de su nacimiento, ya Dios había separado a Jeremías para un ministerio
especial. Cuando Dios estaba instituyendo el sacerdocio en Israel, le dijo a
Moisés que ordenara a los hijos de Aarón y los consagrara para
que ministraran como sacerdotes (Exodo_28:41).
Los hijos de Aarón fueron apartados para un ministerio y deber especiales.
Pero haguiazein quiere
decir, no sólo apartar para algún ministerio o tarea especial, sino también equipar a una persona con las cualidades de
mente, corazón y carácter que le serán necesarias para la tarea. Si una
persona ha de servir a Dios, debe tener algo de la bondad y de la sabiduría de
Dios en sí misma. El que ha de servir al Dios santo tiene que ser también
santo. Y así Dios, no sólo escoge a una persona para una tarea especial y la
aparta con ese fin, sino que la equipa con las cualidades que necesitará para
llevarla a buen término.
Un seguidor de Cristo se santifica al creer y
obedecer la Palabra de Dios (Hebreos_4:12). Ya
ha aceptado el perdón mediante la muerte sacrificial de Cristo (Hebreos_7:26-27). Sin embargo, la aplicación diaria de
la Palabra de Dios tiene un efecto purificador sobre nuestros corazones. Las
Escrituras señalan el pecado, nos mueven a confesar, renuevan nuestra relación
con Cristo y nos guían de regreso al buen camino.
¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!
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