} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: DIOS ES SOBERANO. TAMBIÉN SOBRE CATALUÑA

martes, 10 de octubre de 2017

DIOS ES SOBERANO. TAMBIÉN SOBRE CATALUÑA



 Romanos 13; 1-2  Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.
   De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.


La primera impresión que nos hace este pasaje es muy extraña. Parece aconsejar al cristiano una sumisión total al poder civil. Pero, de hecho, este es un mandamiento que aparece en todo el Nuevo Testamento. En 1 Timoteo_2:1  s leemos: «Insisto en que se hagan súplicas, oraciones, intercesiones y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en posiciones de autoridad, para que vivamos tranquilamente y en paz, piadosamente y con respeto en todos los sentidos.» En Tit_1:3, el consejo al predicador es: «Recuérdales que sean sumisos a los gobernantes y a las autoridades, que sean obedientes, que estén siempre dispuestos a hacer las cosas honradamente.» En 1Pe_2:13-17  leemos: «Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al emperador como jefe supremo, o a los gobernantes que aquél envía para castigar a los que obran mal y recompensar a los que bien. Porque la voluntad de Dios es que, viviendo honradamente, hagáis callar la ignorancia de algunos tontos... Tened respeto a todos los hombres. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al emperador.»
 “las autoridades superiores,” o sea gobiernos civiles, no importando la forma de gobierno que sea (dictadura--como en el caso de Roma, siglo primero--, república, democracia, monarquía, etcétera). El cristiano tiene que estar sujeto al gobierno bajo el cual viva (Mat_22:21, Tit_3:1; 1Pe_2:13-15). Sin gobiernos en la tierra, no habría ninguna seguridad de vida y de propiedad. El salvajismo dominaría. El propósito de todo gobierno es proteger a sus ciudadanos y castigar a los malhechores. Esto Dios lo ha ordenado. Todo lo que Pablo en este pasaje dice, concerniente a nuestra sujeción a los gobiernos, se basa en la suposición de que los gobiernos estén llevando a cabo este propósito divino. A veces los gobiernos ignoran este propósito y abusan de los inocentes (persecución, etcétera) y protegen a los malhechores. En caso de que demanden al cristiano hacer algo que como cristiano no puede hacer, el cristiano tiene que desobedecer en lugar de estar en sujeción (Hch_4:19; Hch_5:28-29; Dan_6:7-10).
            --“porque no hay autoridad... establecidas.” Dios levanta a gobiernos humanos y los quita. 0bra en los asuntos de los hombres. En otras palabras, hace uso de gobiernos humanos para alcanzar sus fines (de castigar o bendecir, etcétera). (Dan_4:17; Dan_4:32; Isa_10:5; Jer_25:12-14; Hab_1:6-12; Zac_14:2-3; Rom_9:17; Jua_19:11).
Puede que nos dé la tentación de suponer que estos pasajes provienen de un tiempo cuando el gobierno romano no había empezado a perseguir a los cristianos. Sabemos, por ejemplo, que en el Libro de los Hechos, el tribunal de los magistrados paganos fue a menudo el refugio más seguro contra la furia del populacho judío. Una y otra vez vemos a Pablo recibiendo protección de manos de la justicia imperial romana. Pero lo interesante y significativo es que muchos años y hasta siglos después, cuando la persecución había empezado a rugir y se consideraba a los cristianos fuera de la ley, los líderes cristianos seguían diciendo exactamente lo mismo.
Justino Mártir escribe: «En todas partes nosotros estamos más dispuestos que nadie y nos esforzamos por pagar a los funcionarios que asignáis los impuestos ordinarios y extraordinarios, como Jesús nos ha enseñado. No damos culto nada más que a Dios, pero en otros respectos os servimos de buena gana, reconociéndoos como reyes y gobernantes, y orando para que, con vuestro poder real, se os conceda también sano juicio.»
Tertuliano escribe extensamente: «Ofrecemos oración por la salud de nuestros príncipes a nuestro Dios eterno, verdadero y vivo, cuyo favor ellos deben desear más que ninguna otra cosa... Sin cesar, por todos nuestros emperadores ofrecemos oración. Oramos para que se les prolongue la vida; para que haya seguridad en el imperio; por protección para la casa imperial; por ejércitos valerosos, por un senado fiel, por un pueblo virtuoso, por la paz del mundo -por todo, en fin, lo que el emperador pueda desear, como hombre o como César.» Y sigue diciendo que el cristiano no puede por menos de apreciar al emperador, porque «es llamado por nuestro Señor para ejercer su cargo.» Y concluye diciendo que "el César es más nuestro que vuestro, porque nuestro Dios es el que le ha nombrado.»  
¿Qué pensamiento y creencia hay detrás de todo esto?
  En el caso de Pablo había una razón inmediata para que hiciera hincapié en la obediencia civil. Los judíos eran notorios como rebeldes. Palestina, y especialmente Galilea, estaba bullendo constantemente de insurrección. Sobre todo, estaban los celotes, que estaban convencidos de que no debía haber más rey para los judíos que Dios, y que no se debía pagar tributo a nadie más que a Dios. Tampoco se conformaban con una resistencia pasiva. Creían que Dios no los ayudaría más que si se embarcaban en acción violenta para ayudarse a sí mismos. Su intención era hacer cualquier gobierno civil imposible. Se los conocía como los «dagados». Eran nacionalistas fanáticos conjurados para usar métodos terroristas, no sólo contra los Romanos, sino hasta el punto de destruir las casas, quemar las cosechas y hasta asesinar a las familias de sus compatriotas judíos que pagaran tributo al Imperio Romano.
Pablo no le encontraba ningún sentido a una actitud así. Esa era la negación más absoluta de la conducta cristiana. Y sin embargo, por lo menos para una parte de la nación judía, eso era lo normal. Puede que Pablo estuviera escribiendo aquí tan claramente porque quería disociar el Cristianismo de cualquier insurreccionismo judío, y dejar totalmente claro que los cristianos eran buenos ciudadanos.
  Pero hay algo más que una situación coyuntural en la relación entre los cristianos y el estado. Puede ser verdad que Pablo tuviera en mente las circunstancias que causaban las insurrecciones judías, pero tenía otras cosas también. Lo primero y principal es que nadie puede ni debe disociarse totalmente de la sociedad en la que vive. Nadie puede, en conciencia, optar por desligarse de la nación. Como parte de ella, disfruta de ciertos beneficios que no podría tener si viviera aislado; pero no puede reclamar los privilegios y evitar las obligaciones. De la misma manera que forma parte del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, también forma parte del cuerpo de la nación; no hay tal cosa en el mundo como individualismo aislacionista. La persona tiene deberes para con el estado, que debe cumplir aunque el que esté en el trono sea Nerón.
  El ciudadano debe al estado la protección. Era una de las ideas platónicas que el estado existe para garantizar la justicia y la seguridad, y para proteger al hombre de las bestias y de «los» bestias, es decir, de la gente salvaje, dentro y fuera del país. «La gente -se ha dicho- se reunía como un rebaño detrás de un muro para sentirse a salvo.» Un estado es esencialmente un cuerpo de personas que se han aliado para mantener ciertas relaciones mutuas mediante el cumplimiento de ciertas leyes. Sin esas leyes y el consentimiento general de cumplirlas, el malvado fuerte y egoísta se haría con el poder; el más débil estaría indefenso; la vida no tendría más ley que la de la selva. Todas las personas ordinarias deben su seguridad al estado, y tienen por tanto una responsabilidad para con él.
  La gente ordinaria debe al estado una gran gama de servicios que viviendo individualmente no podría disfrutar. Sería imposible que todos tuviéramos agua corriente, alcantarillado, electricidad, transporte y un largo etcétera. Todo esto sólo es posible cuando se está de acuerdo en vivir en sociedad. No estaría bien que uno disfrutara de todo lo que provee el estado sin cumplir sus obligaciones. Esa es una razón que obliga al cristiano a ser un buen ciudadano y cumplir todos sus deberes como tal.
  Pero la principal razón que veía Pablo era que el Imperio Romano era el instrumento divinamente ordenado para salvar al mundo del caos. Quitad el imperio, y el mundo se desintegraría en pavesas. Fue en realidad la pax romana lo que hizo posible la expansión misionera del Cristianismo. Idealmente las personas deben estar unidas por el amor cristiano; pero no lo están; y el cemento que las mantiene unidas es el estado.
Pablo vio en el estado un instrumento en las manos de Dios para preservar al mundo del caos. Los administradores del estado estaban cumpliendo un papel importante en una gran tarea. Lo supieran o no, estaban haciendo un trabajo ordenado por Dios, y el deber del cristiano es ayudar y no dificultar.

Descansemos pues en la soberanía de Dios. ÉL está al control a pesar de las decisiones que pueda tomar Puigdemont o Rajoy.

¡Maranata!

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