} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 6 Octubre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

viernes, 6 de octubre de 2017

6 Octubre LA BUENA SEMILLA (Meditación)


Apocalipsis 22; 7
¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.

Jesucristo mismo reitera que Su vuelta no se retrasará mucho. Y entonces pronuncia Su bendición para con todos los que lean y obedezcan las palabras del libro de Juan. El estudiante devoto es el mejor estudiante. Hay muchos creyentes que no son estudiantes, que no aceptan la disciplina del aprendizaje y que aun miran con suspicacia el conocimiento que así se adquiere. Y también hay muchos estudiantes que no son devotos, que están demasiado interesados en el conocimiento intelectual y demasiado poco en la oración y el servicio a sus semejantes.

Apocalipsis 22; 12
He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra

La exhortación del versículo anterior se basa en esta verdad: Cristo venía pronto en el tiempo de Juan. Esta Revelación fue escrita para las siete iglesias de Asia, y les fue enviada. La exhortación del versículo 11 fue escrita para ellas. Cristo venía en su tiempo, en juicios punitivos.
            Ahora, los mismos principios se aplican a la segunda venida de Cristo,  (Hebreos_9:28), en cualquier época de tiempo. La exhortación es para todos.
Los que están lavando sus ropas son los que tratan de purificarse de un estilo de vida pecaminoso. Cada día están procurando mantenerse fieles y estar preparados para la venida de Cristo. Caminando en el proceso de santificación diario.
El Cristo Resucitado anuncia una vez más Su inminente vuelta; y presenta dos credenciales imponentes. Al repetir Cristo en este contexto el anuncio de su próxima venida, admite aquí la importancia de una amenaza de juicio. En breve lo experimentarán a Él los buenos y los malos como el Juez que asignará a cada uno recompensa o castigo según la obra de su vida.
  Trae consigo Su recompensa para dar a cada persona conforme sea su obra. Cristo habla como el gran Mayordomo que llama a todos los jornaleros a la caída de la tarde del mundo para que reciban su salario. Aquí tenemos su exposición final. Como el tiempo está cerca, que aquel que insista en aferrarse al mal continúe haciéndolo; pronto se enfrentará a su juicio.

Apocalipsis 22; 20
El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.

Esta Revelación es de Cristo (y no de Juan). Él es quien da testimonio a la verdad de su mensaje. Ahora, ¿qué dice Él? Dice: Ciertamente vengo en breve, para castigar, para responder a las peticiones de sus santos, para advertir en juicios parciales, y para dar la victoria final a los suyos. Hay sentimiento y gloria en la manera como termina Apocalipsis. En medio de la terrible persecución de su tiempo, lo único que anhelaba Juan era el rápido regreso de Cristo. Esa esperanza no se materializó como él esperaba, pero no podemos dudar que Cristo cumple abundantemente Su promesa de estar con los Suyos hasta el fin del mundo (Mateo_28:20).
No sabemos ni el día ni la hora, pero Jesucristo viene pronto y en un momento en que nadie lo espera. Esa es una buena noticia para los que confíamos en El, pero un mensaje terrible para quienes lo han rechazado y están condenados. En breve significa en cualquier instante, y debemos estar siempre preparados para su venida. ¿Podría sorprendernos desprevenidos la aparición de Jesucristo?
Luego de descubrir estas cosas a su pueblo de la tierra, Cristo parece irse de ellos volviendo al cielo, pero les asegura que no pasará mucho tiempo antes que vuelva otra vez. Mientras estamos ocupados en los deberes de nuestros diferentes puestos en la vida, no importa cuales sean las labores que nos prueben, o las dificultades que nos rodeen, o las congojas que nos opriman, escuchemos con placer a nuestro Señor que proclama: He aquí, yo vengo pronto. Yo vengo a terminar la labor y el sufrimiento de mis siervos. Yo vengo, y mi galardón de gracia conmigo, para premiar, con abundancia verdadera, a toda obra de fe y trabajo de amor. Vengo a recibir a mi pueblo fiel y perseverante para mí mismo, para habitar por siempre en aquel mundo bendito.
 Amén, así sea, ven, Señor Jesús.
Una bendición cierra todo. Por la gracia de Cristo debemos ser mantenidos en la expectativa gozosa de su gloria, equipados para ella y preservados para ella; y su manifestación gloriosa será de regocijo para los que participan aquí de su gracia y favor. Que todos digan, Amén. Tengamos sed de las grandes medidas de las influencias de gracia del bendito Jesús para nuestras almas y de su presencia de gracia con nosotros hasta que la gloria haga perfecta su gracia en nosotros.
Gloria sea al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo; como era en el principio, es ahora y ha de ser, eternamente en el mundo sin fin. Amén.


¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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