Apocalipsis 22; 7
¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las
palabras de la profecía de este libro.
Jesucristo mismo reitera
que Su vuelta no se retrasará mucho. Y entonces pronuncia Su bendición para con
todos los que lean y obedezcan las palabras del libro de Juan. El estudiante
devoto es el mejor estudiante. Hay muchos creyentes que no son estudiantes, que
no aceptan la disciplina del aprendizaje y que aun miran con suspicacia el
conocimiento que así se adquiere. Y también hay muchos estudiantes que no son
devotos, que están demasiado interesados en el conocimiento intelectual y
demasiado poco en la oración y el servicio a sus semejantes.
Apocalipsis 22; 12
He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar
a cada uno según sea su obra
La exhortación del versículo anterior se basa en esta verdad: Cristo
venía pronto en el tiempo de Juan. Esta Revelación fue escrita para las siete
iglesias de Asia, y les fue enviada. La exhortación del versículo 11 fue
escrita para ellas. Cristo venía en su tiempo, en juicios punitivos.
Ahora, los mismos
principios se aplican a la segunda venida de Cristo, (Hebreos_9:28),
en cualquier época de tiempo. La exhortación es para todos.
Los
que están lavando sus ropas son los que tratan de purificarse de un estilo de
vida pecaminoso. Cada día están procurando mantenerse fieles y estar preparados
para la venida de Cristo. Caminando en el proceso de santificación diario.
El Cristo
Resucitado anuncia una vez más Su inminente vuelta; y presenta dos credenciales
imponentes. Al repetir Cristo en este contexto el anuncio de su próxima venida,
admite aquí la importancia de una amenaza de juicio. En breve lo experimentarán
a Él los buenos y los malos como el Juez que asignará a cada uno recompensa o
castigo según la obra de su vida.
Trae consigo Su recompensa para dar a cada
persona conforme sea su obra. Cristo habla como el gran Mayordomo que llama a
todos los jornaleros a la caída de la tarde del mundo para que reciban su
salario. Aquí tenemos su exposición final. Como el tiempo está cerca, que aquel que insista en aferrarse
al mal continúe haciéndolo; pronto se enfrentará a su juicio.
Apocalipsis 22; 20
El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente
vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.
Esta Revelación es
de Cristo (y no de Juan). Él es quien da testimonio a la verdad de su mensaje.
Ahora, ¿qué dice Él? Dice: Ciertamente vengo en breve, para castigar, para
responder a las peticiones de sus santos, para advertir en juicios parciales, y
para dar la victoria final a los suyos. Hay sentimiento y gloria en la manera
como termina Apocalipsis. En medio de la terrible persecución de su
tiempo, lo único que anhelaba Juan era el rápido regreso de Cristo. Esa
esperanza no se materializó como él esperaba, pero no podemos dudar que Cristo
cumple abundantemente Su promesa de estar con los Suyos hasta el fin del mundo (Mateo_28:20).
No sabemos ni el día ni la hora, pero Jesucristo viene pronto y en un
momento en que nadie lo espera. Esa es una buena noticia para los que confíamos
en El, pero un mensaje terrible para quienes lo han rechazado y están
condenados. En breve significa
en cualquier instante, y debemos estar siempre preparados para su venida.
¿Podría sorprendernos desprevenidos la aparición de Jesucristo?
Luego de descubrir estas cosas a su pueblo de la tierra, Cristo parece
irse de ellos volviendo al cielo, pero les asegura que no pasará mucho tiempo antes
que vuelva otra vez. Mientras estamos ocupados en los deberes de nuestros
diferentes puestos en la vida, no importa cuales sean las labores que nos
prueben, o las dificultades que nos rodeen, o las congojas que nos opriman,
escuchemos con placer a nuestro Señor que proclama: He aquí, yo vengo pronto.
Yo vengo a terminar la labor y el sufrimiento de mis siervos. Yo vengo, y mi
galardón de gracia conmigo, para premiar, con abundancia verdadera, a toda obra
de fe y trabajo de amor. Vengo a recibir a mi pueblo fiel y perseverante para
mí mismo, para habitar por siempre en aquel mundo bendito.
Amén, así sea, ven, Señor
Jesús.
Una bendición cierra todo. Por la gracia de Cristo debemos ser
mantenidos en la expectativa gozosa de su gloria, equipados para ella y
preservados para ella; y su manifestación gloriosa será de regocijo para los
que participan aquí de su gracia y favor. Que todos digan, Amén. Tengamos sed
de las grandes medidas de las influencias de gracia del bendito Jesús para
nuestras almas y de su presencia de gracia con nosotros hasta que la gloria
haga perfecta su gracia en nosotros.
Gloria sea al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo; como era en el
principio, es ahora y ha de ser, eternamente en el mundo sin fin. Amén.
¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!
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