Isaías 57; 18
He visto sus caminos; pero le sanaré, y le pastorearé, y
le daré consuelo a él y a sus enlutados;
¿En
qué consiste, o en qué se basa esta sanidad nacional que se anuncia? En una
nueva actitud que surgiría en el corazón de los judíos, tanto los que están
lejos (los que están en Babilonia) como los que están cerca (en la tierra de
Judá y en Jerusalén). De este cambio en el corazón surgiría un nuevo diálogo,
una nueva manera de hablar, un nuevo mensaje cívico, que se resume en la
palabra: Paz.
El Alto y Sublime Dios bajó a nuestro nivel para salvarnos debido a
que nos resulta imposible subir a su nivel para salvarnos a nosotros mismos.
Dios tendrá misericordia y vivificará el
corazón de los quebrantados; desea que reine la paz en el seno de su familia, pero no puede haber paz para los impíos.
Isaías 66; 13
Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré
yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo.
La exuberante escena familiar de estos versículos que concluyen los
poemas de Sion como esposa y madre, se centraliza ahora en los hijos de Sion.
Observemos que la ciudad madre en realidad es la fuente secundaria, no
primaria, de su riqueza y bienestar: todo es del Señor, aun el amor de una
madre, si bien utiliza a la comunidad redimida para dispensar sus dones. Las
últimas dos líneas de estos versículos se refieren al dónde y al cuándo de esta
ayuda: Os consolaré … en Jerusalén seréis consolados. Se unen aquí la
directa comunión con Dios y el pleno compromiso con su iglesia.
El profeta se vuelve a los que temblaron ante la palabra de Dios, para
consolarlos y darles ánimo. El Señor se manifiesta, para gozo del creyente
humilde, y confusión de los hipócritas y perseguidores.
Cuando el Espíritu fue derramado, y el evangelio salió desde Sion, en
poco tiempo se convirtieron multitudes. La palabra de Dios, especialmente sus
promesas y ordenanzas son el consuelo de la Iglesia. La felicidad verdadera de
todos los cristianos la aumenta cada convertido llevado a Cristo.
Doquiera sea recibido en su poder el evangelio lleva consigo un río de
paz que nos conduce al océano de ilimitada e interminable bendición. El
consuelo divino llega al hombre interior; el gozo del Señor es la fortaleza del
creyente. La misericordia y la justicia del Señor se manifestarán y serán
magnificadas para siempre.
¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!
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