} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 12 Octubre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

miércoles, 11 de octubre de 2017

12 Octubre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

   
Mateo 14; 15-18 
Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer.
Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer.
Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces.
Él les dijo: Traédmelos acá.

La Palabra de Dios en la Biblia nos enseña la manera que los discípulos querían resolver el problema, pero Jesús pensaba de otro modo:   Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse;  Juan_6:1-71, “Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?  Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco”. Jesús no hizo esta pregunta para obtener información de Felipe, ni para tentarle, sino para probarle. ¿Qué haría para resolver este problema? A estas alturas los apóstoles deberían haber tenido mucha fe en el poder de Cristo, habiendo visto tantos milagros. Si Jesús podía cambiar el agua en vino en Caná de Galilea, ¿no podría proveer pan para esta multitud? “Felipe contempla la enorme multitud, e inmediatamente empieza a calcular, olvidando completamente que el poder de Jesús sobrepasa todo cálculo”. No tomaba en cuenta que en ese momento él hablaba con el Creador del mundo (Juan_1:3).

Pero ¿qué es esto para tantos?” Números_11:21-23; Números_31:1-54; 1Reyes_17:13-16. Andrés y los otros no pensaban en el poder de Cristo, sino solamente en lo imposible de alimentar una multitud con cinco panes y dos pececillos. Ellos pensaban solamente en los recursos materiales disponibles en ese momento. Los panes eran muy pequeños y los pececillos eran del tamaño de sardinas, pues esto era simplemente el alimento para el muchacho, pero al multiplicarse, llegó a ser suficiente para alimentar a cinco mil hombres, aparte de las mujeres y los niños.
En este pasaje vemos a Jesús testificando que todos los dones proceden de Dios. Tomó el pan y pronunció la bendición. La acción de gracias de los judíos antes de las comidas era muy sencilla: «Bendito seas, Señor nuestro Dios, Rey del universo, que haces brotar el pan de la tierra.» Esa sería la bendición que pronunció Jesús, porque era la que se usaba ya entonces en todas las familias. Aquí vemos a Jesús mostrando que son los dones de Dios los que Él trae a la humanidad. Es bastante raro que se den las gracias a las personas, pero más aún que se Le den gracias a Dios.


Aunque había sólo cinco panes y dos pececillos, con ese poco Jesús podía alimentar a los cinco mil. ¡Qué lección tan valiosa para nosotros! Que si entregamos nuestra vida tan insignificante a Cristo, Él puede hacer grandes cosas con ella 2Timoteo_2:1-26, “Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra”. Es un consuelo tremendo saber que somos útiles al Señor si dejamos que Él nos santifique para su servicio. Recordemos la pregunta que el Señor hizo a Moisés: Éxodo_3:1-22, “¿Qué es eso que tienes en tu mano?” Con esa vara en la mano de Moisés Dios podía hacer grandes maravillas en Egipto para sacar su pueblo de la esclavitud. Consideremos lo que Jesús podía hacer con los pescadores que El escogió para apóstoles. ¿Cuáles son los recursos que tenemos? Jesús dice, “Traédmelos acá”.
           
Este milagro nos informa muy claramente sobre el lugar que ocupa el discípulo en la obra de Cristo. El relato nos dice que Jesús les dio a Sus discípulos, y los discípulos a la multitud. Jesús obró mediante las manos de Sus discípulos aquel día, y lo sigue haciendo.
Una y otra vez nos encontramos cara a cara con la verdad que está en el corazón de la Iglesia. Es verdad que el discípulo no puede hacer nada sin el Señor, pero también lo es que el Señor no puede hacer nada sin Su discípulo. Si Jesús quiere que se haga algo, si quiere que se enseñe a un niño o que se ayude a un necesitado, tiene que encontrar una persona que lo haga. Necesita personas por medio de las cuales pueda obrar y hablar.
Jesucristo necesita discípulos a través de los cuales pueda obrar y Su verdad y amor se puedan transmitir a las vidas de otros. Necesita personas a las que dar, para que den a otros. Sin tales personas no puede lograr que se hagan las cosas, y es nuestra tarea el ser tales personas para Él.
Sería fácil acobardarse y desanimarse ante una tarea de tal magnitud. Pero hay otra cosa en esta historia que nos eleva el corazón. Cuando Jesús les dijo a Sus discípulos que alimentaran ellos a la multitud, Le contestaron que no tenían más que cinco panecillos y dos pescados; y sin embargo, con lo que pusieron a Su disposición Jesús obró el milagro. Jesús nos presenta a cada uno la tremenda tarea de comunicarle a las gentes; pero no nos demanda esplendores y magnificencias que no poseemos. Nos dice sencillamente: «Ven a mí tal como eres, aunque no estés bien equipado; tráeme lo que tengas, aunque sea poco, y lo usaré en Mi servicio.» Poco es siempre mucho en las manos de Cristo.


¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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