Mateo 14; 15-18
Cuando anochecía, se acercaron a él
sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a
la multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer.
Jesús les dijo: No tienen necesidad
de irse; dadles vosotros de comer.
Y ellos dijeron: No tenemos aquí
sino cinco panes y dos peces.
Él les dijo: Traédmelos acá.
La Palabra de Dios en la Biblia nos enseña la manera que los
discípulos querían resolver el problema, pero Jesús pensaba de otro modo: Jesús les dijo: No tienen necesidad de
irse; Juan_6:1-71,
“Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a
Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? Pero esto decía para probarle; porque él
sabía lo que había de hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no
bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco”. Jesús no hizo esta
pregunta para obtener información de Felipe, ni para tentarle, sino para
probarle. ¿Qué haría para resolver este problema? A estas alturas los apóstoles
deberían haber tenido mucha fe en el poder de Cristo, habiendo visto tantos
milagros. Si Jesús podía cambiar el agua en vino en Caná de Galilea, ¿no podría
proveer pan para esta multitud? “Felipe contempla la enorme multitud, e
inmediatamente empieza a calcular, olvidando completamente que el poder de
Jesús sobrepasa todo cálculo”. No tomaba en cuenta que en ese momento él
hablaba con el Creador del mundo (Juan_1:3).
Pero ¿qué es esto para tantos?” Números_11:21-23;
Números_31:1-54; 1Reyes_17:13-16. Andrés y los otros no pensaban en el
poder de Cristo, sino solamente en lo imposible de alimentar una multitud con
cinco panes y dos pececillos. Ellos pensaban solamente en los recursos
materiales disponibles en ese momento. Los panes eran muy pequeños y los
pececillos eran del tamaño de sardinas, pues esto era simplemente el alimento
para el muchacho, pero al multiplicarse, llegó a ser suficiente para alimentar
a cinco mil hombres, aparte de las mujeres y los niños.
En este pasaje
vemos a Jesús testificando que todos los dones proceden de Dios. Tomó el pan y
pronunció la bendición. La acción de gracias de los judíos antes de las comidas
era muy sencilla: «Bendito seas, Señor nuestro Dios, Rey del universo, que
haces brotar el pan de la tierra.» Esa sería la bendición que pronunció Jesús,
porque era la que se usaba ya entonces en todas las familias. Aquí vemos a
Jesús mostrando que son los dones de Dios los que Él trae a la humanidad. Es
bastante raro que se den las gracias a las personas, pero más aún que se Le den
gracias a Dios.
Aunque había sólo cinco panes y dos pececillos, con ese poco Jesús
podía alimentar a los cinco mil. ¡Qué lección tan valiosa para nosotros! Que si
entregamos nuestra vida tan insignificante a Cristo, Él puede hacer grandes
cosas con ella 2Timoteo_2:1-26, “Así que, si
alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil
al Señor, y dispuesto para toda buena obra”. Es un consuelo tremendo saber que
somos útiles al Señor si dejamos que Él nos santifique para su servicio.
Recordemos la pregunta que el Señor hizo a Moisés: Éxodo_3:1-22,
“¿Qué es eso que tienes en tu mano?” Con esa vara en la mano de Moisés Dios
podía hacer grandes maravillas en Egipto para sacar su pueblo de la esclavitud.
Consideremos lo que Jesús podía hacer con los pescadores que El escogió para
apóstoles. ¿Cuáles son los recursos que tenemos? Jesús dice, “Traédmelos acá”.
Este milagro nos
informa muy claramente sobre el lugar que ocupa el discípulo en la obra de
Cristo. El relato nos dice que Jesús les dio a Sus discípulos, y los discípulos
a la multitud. Jesús obró mediante las manos de Sus discípulos aquel día, y lo
sigue haciendo.
Una y otra vez nos
encontramos cara a cara con la verdad que está en el corazón de la Iglesia. Es
verdad que el discípulo no puede hacer nada sin el Señor, pero también lo es
que el Señor no puede hacer nada sin Su discípulo. Si Jesús quiere que se haga
algo, si quiere que se enseñe a un niño o que se ayude a un necesitado, tiene
que encontrar una persona que lo haga. Necesita personas por medio de las
cuales pueda obrar y hablar.
Jesucristo necesita
discípulos a través de los cuales pueda obrar y Su verdad y amor se puedan
transmitir a las vidas de otros. Necesita personas a las que dar, para que den
a otros. Sin tales personas no puede lograr que se hagan las cosas, y es
nuestra tarea el ser tales personas para Él.
Sería fácil
acobardarse y desanimarse ante una tarea de tal magnitud. Pero hay otra cosa en
esta historia que nos eleva el corazón. Cuando Jesús les dijo a Sus discípulos
que alimentaran ellos a la multitud, Le contestaron que no tenían más que cinco
panecillos y dos pescados; y sin embargo, con lo que pusieron a Su disposición
Jesús obró el milagro. Jesús nos presenta a cada uno la tremenda tarea de
comunicarle a las gentes; pero no nos demanda esplendores y magnificencias que
no poseemos. Nos dice sencillamente: «Ven a mí tal como eres, aunque no estés
bien equipado; tráeme lo que tengas, aunque sea poco, y lo usaré en Mi
servicio.» Poco es siempre mucho en las manos de Cristo.
¡Maranata! ¡Sí, ven Señor
Jesús!
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