Hechos 17; 11
Y éstos eran más nobles que los que
estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud,
escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.
La
Palabra de Dios en la Biblia nos dice en 1 Corintios_1:26,
"Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios...
poderosos... nobles", es decir, bien nacidos, pero los de Berea eran
nobles de corazón y de carácter.
Escuchaban atenta y respetuosamente a lo que
decían los evangelistas. Esta fue una experiencia muy rara para Pablo y Silas.
En Tesalónica la mayoría de los judíos eran esclavos de su prejuicio. No tenían
"buena voluntad" sino envidia y rechazaron y maltrataron a los
siervos de Dios.
Los de Berea no eran esclavos del prejuicio como
los otros. Dice en Juan_5:39, "Escudriñad
las Escrituras". Al escuchar a Pablo y Silas, los judíos nobles de Berea
no reaccionaron con hostilidad como sus hermanos de Tesalónica y Antioquía de
Pisidia. Tampoco manifestaron indiferencia fría hacia la predicación, sino que
abrían las Escrituras para estudiar. Probablemente la mayor parte de ellos
tuvieran que hacerlo en la sinagoga, pues los judíos no tenían la dicha de
poseer cada quien su propio ejemplar de todos los libros (rollos) de las
Escrituras. Los de Berea toman su lugar con Cornelio, Lidia y otros que
prestaron atención reverente a la Palabra de Dios. Hechos_17:11
se ha citado miles de veces como un ejemplo excelente para los que oyen
el evangelio.
Lamentablemente
la mayoría de los hombres aceptan su religión -- la cosa más importante de su
vida, sin examinarla. La aceptan porque la heredan de sus padres, porque
los sacerdotes o pastores les aseguran que es la verdad, o por otro motivo,
pero no por haber hecho personalmente una investigación cuidadosa de ella
"para ver si estas cosas eran así".
El
clero romano cita 2Pedro_1:20, "que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación
privada", y afirma que el hombre no puede estudiar y entender las
Escrituras por sí mismo. En primer lugar, Pedro no dijo tal cosa. El versículo
21 explica el v 20: "porque nunca la profecía
fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron
siendo inspirados por el Espíritu Santo"; es decir, Pedro no se refiere
al estudio de las Escrituras, sino al origen de las Escrituras.
Al decir "interpretación privada" él quiere decir que los escritores
de las Escrituras no escribieron sus propias ideas. También la actitud
de Pablo confirma que le agradó a Dios lo que hicieron los de Berea (Pablo no
les reprendió diciendo, "Dejen de estudiar las Escrituras porque no
pueden entenderlas"). Lucas alaba a los de Berea (eran "nobles")
por escudriñar las Escrituras y por pensar por sí mismos.
Pero
el derecho (la obligación) de cada persona de escudriñar las Escrituras y
pensar por sí misma no significa que cada persona pueda interpretar las
Escrituras como le convenga. La verdad no es relativa sino absoluta; no
se puede decir que lo que cada quien piense o quiera es verdad para él. La
verdad no es subjetiva sino objetiva. Es locura decir que todo el
mundo tiene el derecho de interpretar las Escrituras a su modo o que no importa
lo que uno crea sólo que sea sincero, etc. Lo
que aprendemos en este texto es que todo el mundo tiene el derecho y el deber
de buscar y encontrar la verdad divina.
Sin
duda, la presentación de Pablo y Silas era muy convincente y lo que decían les
interesaba mucho a los de Berea, pero éstos querían estar seguros de lo que
aceptaban. No querían que su fe se basara en la mera palabra de los hombres,
sino en lo que las Escrituras dicen. La predicación que agrada a Dios anima a
los oyentes a ser estudiantes diligentes de las Escrituras.
Uno de los pecados más grandes
del hombre es rehusar examinar la predicación del evangelio puro a la luz de
las Escrituras. Un pecado común entre
los humanos es el negarse a examinar cándidamente y con paciencia las demandas
del evangelio. Habiendo caído en el error por sus tradiciones, los judíos
resistían con pasión y tumulto todo esfuerzo por darles la verdadera luz; y
desde entonces su insensatez ha sido imitada tanto por los incrédulos como por
los partidarios del error religioso. Si tales gentes viven y mueren ignorando
la verdad, y a consecuencia de ello mueren descuidando el deber, su ignorancia,
en lugar de excusarles, será uno de sus pecados principales. Apenas habrá mayor
pecado que el taparnos los oídos cuando Dios nos habla, o cerrar los ojos para
no ver la verdad que Él nos brinda.
2 Corintios 10; 5
derribando argumentos y toda
altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo
pensamiento a la obediencia a Cristo,
La verdad es capaz de vencer a todo razonamiento
humano que se ensalza contra el conocimiento de Dios. La humana sabiduría,
basada en la altivez del corazón del incrédulo, es hueca y transparente. La
espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios" (Efesios_6:17),
la derriba fácilmente. El hombre que se opone a la verdad de Dios, a Dios mismo
se opone, es arrogante, vano, y presuntuoso. Sus razonamientos reflejan su
vanidad. Está en contra del conocimiento de Dios porque la Palabra de Dios está
en contra de él.
No
obstante, la Palabra de Dios es poderosa en el proceso de cambiar el pensar del
hombre, trayéndole a la obediencia a Cristo. Hombres grandes y humildes, reyes
y esclavos, han sido persuadidos a obedecer al evangelio de Cristo por medio de
la predicación de la verdad (1Corintios_1:18-31).
Las legislaciones humanas a cierto grado controlan al hombre, pero solamente el
evangelio tiene el poder de cambiar el corazón del hombre "sabio en este
siglo" (Romanos_1:16). Cambiado el corazón,
hay esperanza de cambios vitales y perdurables en la sociedad humana. Las leyes
humanas no lo logran.
Pablo usó términos militares para referirse a
esta guerra contra el pecado y Satanás. Dios debe ser el comandante en jefe,
inclusive nuestros pensamientos deben someterse a su control si vivimos para
El. Cristo tiene
una manera maravillosa de cautivar lo que era antes pagano y someterlo a Sus
propósitos.
¡Maranata!
¡Sí, ven Señor Jesús!
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