} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 18 Octubre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

miércoles, 18 de octubre de 2017

18 Octubre LA BUENA SEMILLA (Meditación)


Lamentaciones 1; 20
Mira, oh Yahvé, estoy atribulada, mis entrañas hierven.
Mi corazón se trastorna dentro de mí, porque me rebelé en gran manera.
Por fuera hizo estragos la espada; por dentro señoreó la muerte

Jerusalén, sentada en el suelo, deprimida, llama a los que pasan para que consideren si su caso no les concierne. En medio de tanta desolación y angustia no le queda a Jerusalén sino implorar a Yahvé el fin de tantos dolores. Las entrañas y el corazón - centro de las emociones - la desazonan sobremanera al contemplar en su vida tanta prevaricación y rebeldía. Sólo la misericordia divina puede llevar tranquilidad a su alma. Por otra parte, la tragedia ha sido inmensa y suficiente para calmar la justicia divina; todos sus hijos han desaparecido: los que estaban fuera de los muros, por la espada, y los que estaban asediados, por la epidemia y mortandad.
Sus sufrimientos externos eran grandes, pero sus sufrimientos internos eran más difíciles de soportar, por el sentido de culpa. La tristeza por el pecado debe ser pesar grande y debe afectar el alma. Es una personificación en la forma de hambre y de pestilencia. Un extremado dolor mental afecta a las entrañas y a todo el organismo. Aquí vemos el mal del pecado y podemos ser advertidos para huir de la ira venidera. Lo que se aprenda de los sufrimientos de Jerusalén, puede aprenderse mucho más de los sufrimientos de Cristo. ¿No nos habla Él desde la cruz a cada uno de nosotros? ¿No dice: Es nada para vosotros, todos los que pasáis? Que todas nuestras penas nos guíen a la cruz de Cristo, que nos guíen para notar su ejemplo y seguirle alegremente.
Hay aquí un terrible reconocimiento de la verdad del pecado y castigo y de la realidad del poder de Dios solo.  Sólo Dios, y no un mero aliado, podía hacer esto, y todavía no era tiempo para que él lo hiciera. El poema concluye con un ruego de que Judá sola no sufra la ira de Dios, pero que sus enemigos sean también llamados a cuentas en el día de su ira.

Lamentaciones 3; 57
Te acercaste el día que te invoqué; dijiste: No temas.

En un momento de su ministerio, a Jeremías lo lanzaron a una cisterna vacía y lo dejaron allí para que muriera en el lodo que había en el fondo (Jeremías_38:6-13). Pero Dios lo rescató. Jeremías utilizó esta experiencia para ilustrar cómo la nación se hundía en el pecado. Si se volvían a Dios, El los rescataría.
 Al fin la plegaria del profeta, en el colmo de la tribulación, es oída por Dios, recibiendo palabras de confortamiento: No temas. En medio de la casi total desesperación siempre hay un horizonte de esperanza en Yahvé, y, finalmente, Dios termina por oír a los que humildemente le buscan.

La fe viene como vencedora, porque en estos versículos el profeta concluye con algo de consuelo. La oración es el aliento del hombre nuevo, que inhala el aire de la misericordia en las peticiones y lo exhala en alabanzas; prueba y mantiene la vida espiritual. Él silenció sus temores y aquietó sus espíritus. Tú dijiste: No temas. Este fue el lenguaje de la gracia de Dios, por el testimonio de su Espíritu en sus espíritus. ¿Y qué son todas nuestras penas comparadas con las del Redentor? Él libra a su pueblo de todo problema, y revive a su Iglesia de toda persecución. Él salvará a los creyentes con salvación eterna, mientras sus enemigos perecerán con destrucción eterna.


¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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