Génesis 50; 20
Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien,
para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo
La Palabra de Dios en la Biblia nos enseña qué cuando que Jacob había muerto, los hermanos temieron que José
se vengara. ¿Los había perdonado realmente por haberlo vendido como esclavo?
Para sorpresa de ellos, José no sólo los perdonó sino que ofreció cuidar de
ellos y de sus familias. El perdón de José fue completo. Esto nos ilustra cómo
Dios nos acepta por su gracia aun cuando no lo merecemos. Saber que Dios nos
perdona, aun cuando lo hemos menospreciado o rechazado, debe motivarnos a ser
misericordiosos y perdonar a los demás. Él los consoló y, para disipar todos
sus temores, les habló amablemente. Los espíritus quebrantados deben ser
curados y animados. No sólo debemos hacer el bien a quienes amamos y
perdonamos; también debemos hablarles bondadosamente.
Dios produjo algo bueno de la maldad de sus hermanos, de la falsa
acusación de la esposa de Potifar, de la negligencia del copero y de los siete
años de hambruna. Las experiencias en la vida de José le enseñaron que Dios
saca cosas buenas de lo malo para aquellos que confían en El. ¿Tiene tú
suficiente fe en Dios para esperar pacientemente que El utilice una situación
mala para tu bien? Podemos confiar en El porque, como José aprendió, Dios puede
anular las malas intenciones de los hombres para cumplir sus propósitos.
Romanos 8; 28
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan
a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Estas son las cosas del contexto. Se refieren a todas las cosas ya
mencionadas que son para ayudarle al cristiano: lo que ha hecho Dios por medio
de Jesucristo, nuestros padecimientos por Cristo, nuestra esperanza y paciencia,
y la dirección e intercesión del Espíritu Santo. Pablo no se refiere a cualquier evento que
pueda pasar en la vida del cristiano. Ese propósito es salvar al hombre por
Jesucristo.
Pablo dice que todas las
cosas colaboran para el bien, pero sólo de los que aman a Dios. Si una
persona ama y confía y acepta a Dios, si está convencida de que Dios es el
Padre infinitamente sabio y amoroso, entonces puede aceptar todo lo que le
manda Dios. Uno puede ir al médico, que le prescribe un tratamiento que al
principio es desagradable y hasta doloroso; pero si confía en el médico, acepta
lo que le prescribe. Así nos sucede a nosotros si amamos a Dios. Pero si uno no
ama a Dios ni confía en Él, se quejará de lo que le sucede y peleará contra la
voluntad de Dios. Sólo al que ama a Dios y confía en Él todas las cosas ayudan
para bien, porque para él vienen de un Padre que siempre obra bien y con
sabiduría, amor y poder que son perfectos.
Dios hace posible que "todas las cosas", no solo incidentes
aislados, redunden en nuestro bien. Esto no significa que todo lo que nos pasa
es bueno. Lo malo sigue prevaleciendo en nuestro mundo caído, pero Dios es
capaz de cambiar todas las circunstancias a nuestro favor. Tengamos presente
que Dios no está ocupado en hacernos felices, sino en cumplir sus propósitos.
Entendamos también que esta promesa no es para todos. Es solo para los que aman
a Dios y forman parte de los planes divinos. Los "llamados" son todas
los que el Espíritu Santo convence y permite que reciban a Cristo. Estas personas
tienen una nueva perspectiva, una nueva mentalidad en la vida. Confían en Dios,
no en los tesoros de la vida; buscan su seguridad en el cielo, no en la tierra;
aprenden a aceptar el dolor y la persecución, no a lamentarlos, porque Dios
está con ellos.
¡Maranata!
¡Sí, ven Señor Jesús!
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