} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 5 Octubre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

jueves, 5 de octubre de 2017

5 Octubre LA BUENA SEMILLA (Meditación)


Salmo 81; 1
Cantad con gozo a Dios, fortaleza nuestra;
Al Dios de Jacob aclamad con júbilo.

Toda la adoración que podemos rendir al Señor está por debajo de sus excelencias, y de nuestras obligaciones con Él, especialmente en la redención del pecado y de la ira. Lo que Dios ha hecho a favor de Israel se conservó en el recuerdo mediante solemnidades públicas. Para destacar más la gracia y la gloria de la liberación es bueno observar que todo lo que constituye el problema del cual fuimos librados, es por demás gravoso. Nunca debemos olvidar la esclavitud vil y destructora a la cual nos llevó Satanás, nuestro opresor. Pero cuando, con conciencia angustiada, somos llevados a clamar liberación, el Señor responde nuestras oraciones y nos liberta. La convicción de pecado y las pruebas por aflicciones, demuestran su interés por su pueblo. Si los judíos fueron así llamados a recordar su redención de Egipto en sus días de fiestas solemnes, mucho más en el día de reposo cristiano debemos nosotros recordar una redención más gloriosa de una peor esclavitud, obrada para nosotros por nuestro Señor Jesucristo.


Romanos 12; 8

el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría

Dios nos ha dado dones a fin de que podamos edificar la iglesia. Para usarlos con eficacia, debemos:  tener en cuenta que todos los dones y habilidades vienen de Dios;   comprender que no todos tienen el mismo don;  saber quiénes somos y qué hacemos mejor; dedicar nuestros dones al servicio de Dios y no a nuestro éxito personal; estar dispuestos a ponerlos al servicio de Dios con generosidad y sin exclusión.

Miremos esta lista de dones e imaginemos los tipos de personas que podrían poseerlos. Los profetas poseen, por lo general, denuedo y oratoria. Los que sirven (los que ministran) son fieles y leales. Los que enseñan son pensadores claros. Los que exhortan saben cómo motivar a otros. Los que reparten son generosos y confiables. Los que presiden son buenos organizadores y directores. Los que tienen misericordia son amorosos y se sienten muy felices cuando dan su tiempo a otros. Sería muy difícil que una sola persona acaparara todos estos dones. Un profeta positivo quizás no sea necesariamente un buen consejero y uno que reparte a lo mejor falla como administrador. Cuanto  identificamos nuestros dones, preguntémonos cómo podemos utilizarlos para edificar la familia de Dios. Al mismo tiempo, aceptemos que nuestros dones no pueden llevar a cabo todo el trabajo de la iglesia. Seamos agradecidos con quienes tengan dones diferentes a los nuestros. Procuremos que nuestros puntos fuertes equilibren las debilidades que otros tengan y agradezcamos que las habilidades de ellos nos ayuden a superar nuestras deficiencias. Juntos podemos edificar la Iglesia de Cristo.
El don del servicio práctico. Es significativo que Pablo coloque el servicio práctico entre los primeros dones de la lista. Puede que uno no tenga nunca la oportunidad de subirse a un púlpito para proclamar a Cristo; pero no hay nadie que no tenga oportunidades todos los días de mostrar el amor de Cristo en obras de servicio a sus semejantes.
El don de enseñar. No basta con proclamar el mensaje de Cristo; también hay que explicarlo. Es muy posible que uno de los fallos de las iglesias en el tiempo presente esté precisamente ahí. La exhortación y la invitación sin una enseñanza sólida son insuficientes y a veces hasta inútiles.
El don de la exhortación. La exhortación debe tener una nota dominante, que es dar ánimo.  Hay una clase de exhortación que desalienta. La verdadera exhortación tiene por objeto, no suspender al oyente sobre las llamas del infierno, sino animarle a disfrutar plenamente de la vida en Cristo.
Está el compartir. Pablo dice que hay que hacerlo con una simpática amabilidad. La palabra que usa Pablo, que es difícil de traducir porque incluye la sencillez y la generosidad. Hay una clase de dar que fisgonea las circunstancias de la persona, que suelta un rollo al dar la ayuda, y da no tanto para aliviar la necesidad del otro como para regodearse en su propia vanidad y satisfacción; que da por un molesto sentido del deber en lugar de un sentimiento radiante de alegría; que da siempre con una segunda intención y nunca por el simple placer de dar. El compartir cristiano es con haplotés, la sencilla amabilidad que se deleita en el simple placer de dar, sin otra razón.
También está el ser llamado a ocupar un puesto de responsabilidad o de dirección. Pablo dice que, si somos llamados, debemos hacerlo con celo. Uno de los problemas más difíciles que acechan hoy a las iglesias es encontrar personas responsables para todos sus departamentos. Hay cada vez menos personas con sentido de servicio y de responsabilidad, deseosas de sacrificar su ocio para asumir un cargo directivo. En muchos casos se pretende no estar preparado ni ser digno, cuando la verdad es que no se está dispuesto, o no se tiene suficiente interés. Si tal puesto directivo se asume, dice Pablo, se ha de cumplir con celo.   Hay dos maneras en que un maestro puede preparar una lección: con mente y corazón entregados, o de una manera rutinaria. Una persona puede cumplir sus deberes en la iglesia aburrida y monótonamente, o con la alegría y el entusiasmo que da el celo. Las iglesias necesitan ahora líderes con celo en el corazón. Hay una palabra terrible en Jeremías_48:10: " Maldito el que hiciere indolentemente la obra del Señor.»
  Hay momentos en los que hay que mostrar compasión. Y ha de hacerse con amable simpatía, dice Pablo. Se puede perdonar de una forma que resulta un insulto. Se puede perdonar y al mismo tiempo mostrar crítica y desprecio. Si alguna vez hemos de perdonar a un pecador, debemos recordar que nosotros también somos pecadores. Hay una manera de perdonar que empuja al ofensor hacia el sumidero; y hay otra manera que saca del cieno. El verdadero perdón se basa en el amor y no en la superioridad, y redime y no humilla.

Filipenses 4; 4
Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!

A Pablo lo habían perseguido, golpeado, apedreado, y encarcelado varias veces, pero a media noche, aprisionado con el cepo, podía cantar himnos y orar a Dios (Hechos_16:24-25), y esto ocurrió en Filipos. Como la palabra de Dios que nunca puede estar "presa" (2Timoteo_2:9), tampoco el espíritu de Pablo podía estar preso. ¡Cuán grande es el poder consolador del evangelio! Nunca se le ve a Pablo amargo o agrio de espíritu. ¡Regocijaos!
Bajo todas las circunstancias de la vida: si sufrimos persecución; si los seres amados sufren persecución; cuando sufrimos aflicción física; cuando nos amenaza la muerte, o cuando mueren nuestros seres amados (familiares o hermanos en Cristo); cuando los días están llenos de tristeza y oscuridad. ¿Cómo es posible regocijarnos bajo tales circunstancias? Es posible porque las circunstancias adversas no deben afectar nuestro gozo en Cristo. Muchas personas no saben nada de gozo a menos que haya prosperidad, buena salud, y muchos placeres, pero los cristianos saben transformar las circunstancias malas en bendiciones (Romanos_5:3-5; Santiago_1:2-4)
Esto no significa que el cristiano sea como un robot que no siente el dolor ni que la muerte y la aflicción no le causan tristeza, sino que se regocija en el Señor en todo esto porque sabe que Dios todavía está sentado sobre su trono, que El es el Gobernador del mundo entero, y que El puede emplear todas las adversidades de la vida para el beneficio espiritual de sus hijos (Génesis_50:20; 2 Corintios_12:8-12).

¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!


No hay comentarios:

Publicar un comentario