1 Reyes17:22 "Y Jehová oyó la voz de Elías, y el alma del niño volvió a sus
entrañas, y revivió”
Qué
prueba de que “Porque los ojos del Señor están sobre
los justos, Y sus oídos atentos a sus
oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal"
(1 Pedro 3:12). Qué demostración del poder y
la eficacia de la oración. El Dios nuestro oye y contesta la oración: por tanto
recurramos a Él cualquiera que sea nuestra angustia. Por desesperado que sea
nuestro caso para la ayuda humana, nada es demasiado difícil para el Señor. É1
es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que
pedimos o entendemos. Pero, pidamos “Pero pida con fe,
no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es
arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien
tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor (Santiago
1:6,7). “Y esta es la confianza que tenemos en
él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.” (1 Juan 5:14). En verdad necesitamos todos clamar
más fervientemente: "Señor, enséñanos a orar”. A menos que éste sea uno de
los efectos producidos por la consideración del hecho que tenemos ante
nosotros, nuestro estudio del mismo nos servirá de poco. No basta con que
clamemos: “Señor, enséñanos a orar”; debemos también meditar cuidadosamente las
porciones de su Palabra que relatan casos de intercesión triunfante, a fin de
que aprendamos los secretos de la oración que es contestada, En este caso
podemos notar siete aspectos:
Primero, que Elías se retiró a su cámara para
estar solo con Dios.
Segundo,
su fervor: él "clamó a Jehová”, no fueron meras palabras.
Tercero,
su dependencia en su interés personal en el Señor, declarando la relación
basada en el pacto: “Jehová Dios mío”.
Cuarto, que se confortó en los atributos de
Dios; en este caso, en la soberanía divina y en su supremacía: “aun a la
viuda... has afligido”.
Quinto,
su sinceridad e insistencia, puesta de manifiesto al medirse sobre el niño nada
menos que tres veces.
Sexto,
su apelación a la misericordia tierna de Dios: “la viuda en cuya casa estoy
hospedado”.
Finalmente, lo definido de su petición: “que
vuelva el alma de este niño a sus entraña “y el alma del niño
volvió a sus entrañas, y revivió” (v. 22). Estas palabras son
importantes porque establecen claramente la distinción definida que existe
entre el alma y el cuerpo, una distinción tan real como la que existe entre la
casa y el que la habita.
La
Escritura nos dice que, en el día de la creación, el Señor Dios formó el cuerpo
del hombre “del polvo de la tierra”; y luego, que “alentó en su nariz soplo de
vida”, y sólo entonces se convirtió en "alma viviente” (Génesis 2:7 Entonces
Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento
de vida, y fue el hombre un ser viviente). El lenguaje empleado en esta
ocasión ofrece clara prueba de que el alma es diferente del cuerpo, de que no
muere con el cuerpo, de que existe en un estado separado después de la muerte
del cuerpo, y de que nadie sino Dios puede restaurarla a su habitación original
(Lucas 8:55 Entonces
su espíritu volvió, e inmediatamente se levantó; y él mandó que se le diese de
comer. ).
Por cierto, podemos observar que la petición de Elías y la respuesta del Señor
ponen claramente de manifiesto que el niño estaba realmente muerto.
Hablando
relativamente, aunque en un sentido muy real, la era de los milagros ha cesado,
por lo que no podemos esperar que a nuestros muertos les sea devuelta la vida
sobrenaturalmente. Con todo, el cristiano puede y debe esperar con seguridad
cierta reunirse de nuevo con los queridos familiares y amigos que partieron de
aquí estando en Cristo. Sus espíritus no están muertos, ni siquiera dormidos
como algunos aseguran erróneamente, sino que han vuelto a Dios que los dio (Eclesiastés 12:7 y el
polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.), y
están ahora en un estado "mucho mejor” (Filipenses
1:23 Porque de ambas cosas estoy puesto en
estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo
mejor; ),
lo cual no podría ser si estuvieran privados de comunión consciente con su
Amado. Aunque están ausentes del cuerpo, están "presentes al Señor” (II Corintios 5:8 pero
confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor ),
y en Su presencia hay "hartura de alegrías” (Salmo
16:11 Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.).
En cuanto a Sus cuerpos, esperan el gran Día en que serán hechos a la semejanza
del cuerpo glorioso de Cristo.
Tomando luego Elías al niño, lo trajo del aposento a la casa, y lo
dio a su madre, y le dijo Elías: Mira, tu hijo vive (1 Reyes17:23). ¡Qué gozo debió de llenar el
corazón del profeta al presenciar la milagrosa respuesta a su intercesión! ¡Qué
exclamaciones de ferviente alabanza a Dios debieron salir de sus labios por
esta nueva manifestación de Su bondad al librarle de su dolor! Pero no había
tiempo que perder; tenla que calmar la pena y la ansiedad de la pobre viuda.
Elías, por consiguiente, tomó al niño con prontitud y lo dio a su madre. ¿Quién
puede imaginar su alegría al verlo devuelto a la vida? Cómo nos recuerda la
conducta del profeta en esta ocasión, la acción del Señor después del milagro
de la resurrección del hijo único de la viuda de Naín, cuando, así que se
levantó y comenzó a hablar, se nos dice que el Salvador “Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a
hablar. Y lo dio a su madre." (Lucas
7:15). “Entonces la mujer dijo a Elías: Ahora
conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu
boca” (1 Reyes 17; 24). Esto es muy
bendito, En lugar de dar salida a sus emociones naturales, parece haber estado
absorbida enteramente en el poder de Dios que descansaba sobre Su siervo, el
cual entonces estableció firmemente su convicción de la misión divina y la
seguridad de Elías en la verdad que proclamaba. Se había dado una demostración
plena de que era verdaderamente un profeta de Dios, y de que su testimonio era
fiel. No debe olvidarse que se había presentado al principio como "varón
de Dios" y, por lo tanto, era
indispensable que estableciera su derecho a tal título. Y ello se hizo por
medio de la vuelta a la vida del niño.
¡Ah, querido lector!, nosotros declaramos ser hijos del Dios viviente; pero, ¿mantenemos nuestra profesión? Só1o hay un modo concluyente de hacerlo: andando en "novedad de vida”, evidenciando que somos nuevas criaturas en Cristo.
Observemos que lo que estamos considerando nos
proporciona aun otra característica de la vida doméstica de Elías. Al examinar
el modo en que se condujo en el hogar de la viuda, notamos, en primer lugar, su
contentamiento sin murmurar por la humilde comida que se le ponía delante, En
segundo lugar, su delicadeza, rehusando contestar a las palabras injustas con una
réplica mordaz. Y ahora, vemos el efecto bendito que el milagro obrado en
respuesta a sus oraciones trajo a su anfitriona. Su confesión: "Ahora
conozco que tú eres varón de Dios”, era un testimonio personal de la realidad y
el poder de una vida santa. ¡Ojalá viviésemos con la energía del Espíritu
Santo, a fin de que los que se relacionan con nosotros pudieran percibir el
poder de Dios obrando en y por nosotros! Así fue cómo el Señor venció el dolor
de la viuda, convirtiéndolo en un bien espiritual, estableciendo su fe en la
veracidad de Su palabra.
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