1 Jehová dijo
a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano Aarón será
tu profeta. 2 Tú dirás todas las cosas
que yo te mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón, para que deje ir de su
tierra a los hijos de Israel. 3 Y yo
endureceré el corazón de Faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto mis
señales y mis maravillas. 4 Y Faraón no
os oirá; mas yo pondré mi mano sobre Egipto, y sacaré a mis ejércitos, mi
pueblo, los hijos de Israel, de la tierra de Egipto, con grandes juicios. 5 Y sabrán los egipcios que yo soy Jehová,
cuando extienda mi mano sobre Egipto, y saque a los hijos de Israel de en medio
de ellos. 6 E hizo Moisés y Aarón como
Jehová les mandó; así lo hicieron. 7 Era
Moisés de edad de ochenta años, y Aarón de edad de ochenta y tres, cuando
hablaron a Faraón.
Con
este capítulo comienza la serie de milagros realizados en Egipto. Son
progresivos. El primer milagro se realiza para acreditar la misión de los
hermanos; es simplemente una credencial y no va acompañada de ninguna
imposición. Luego vienen señales que muestran que los poderes de la naturaleza están
sujetos a la voluntad de Jehová, cada plaga tuvo graves consecuencias para los
egipcios, pero no infligió pérdidas ni sufrimientos severos; luego, en rápida
sucesión, vienen plagas devastadoras,, mortandad, furúnculos, granizo y
relámpagos, langostas, tinieblas y, por último, la muerte de los primogénitos.
Cada una de las aflicciones tiene una conexión demostrable con las costumbres y
los fenómenos egipcios; cada uno apunta directamente a alguna superstición
egipcia; todas son maravillosas, no, en su mayor parte, como fuerzas
invertidas, sino como fuerzas en desarrollo inherentes a la naturaleza, y
dirigiéndolas hacia un fin especial. Los efectos se corresponden con estas
características; se descuidan los primeros milagros; las siguientes plagas
primero alarman, y luego por una temporada, someten al rey, quien no cede hasta
que su primogénito es herido. Incluso ese golpe lo deja capaz de un último
esfuerzo, que completa su ruina y la liberación de los israelitas.
Te he hecho un dios - O "te he
designado". Moisés estará en esta relación especial con
Faraón, que Dios se dirigirá a él por medio de un profeta, por uno
designado para hablar en Su nombre. El pasaje es importante ya que ilustra la
característica principal y esencial de un profeta, él es el declarador de la
voluntad y el propósito de Dios. La
última dificultad de Moisés (Exo_6:12, repetida en Exo_6:30) fue eliminada por
Dios con las palabras: “Mira, te he puesto por dios para Faraón, y tu hermano
Aarón será tu profeta” (Exo_7:1). Según Exo_4:16, Moisés sería un dios para
Aarón; y en armonía con eso, aquí se llama a Aarón el profeta de Moisés, como
la persona que anunciaría a Faraón las revelaciones de Moisés. Al mismo tiempo,
Moisés también fue hecho un dios para Faraón; es decir, se le prometió
autoridad divina y poder sobre Faraón, de modo que en adelante ya no tenía
necesidad de temer al rey de Egipto, sino que este último, a pesar de toda
resistencia, eventualmente se inclinaría ante él. Moisés era un dios para Aarón
como revelador de la voluntad divina, y para Faraón como ejecutor de esa
voluntad.
Una vez más el Señor les indicó que
endurecería el corazón del faraón, y que multiplicaría las señales y los
prodigios en la tierra de Egipto antes de lograr la libertad del pueblo. A la
vez, les reveló un propósito adicional en la confrontación con el faraón: Así
sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando extienda mi mano sobre Egipto y
saque a los hijos de Israel de en medio de ellos. El propósito divino era más
que simplemente guardar el pacto hecho con los patriarcas y librar a Israel;
Jehová quería, además, que por la
experiencia los egipcios conocieran personalmente que él es el Dios Soberano de
todo el mundo. La demostración de su naturaleza y poder sería un testimonio de
su redención no únicamente a Israel, sino a todos. Él quería que los egipcios
lo conociesen también como Salvador.
Tomar algunas decisiones es fácil, mientras que
otras son más difíciles. El faraón era un monarca orgulloso. Su palabra era
ley, no admitía oposición a su voluntad y no quería perder un recurso económico
de tanto valor como el que tenía en Israel. El
faraón tuvo que decidir; pero era un hombre insensible y obstinado. Dios
conocía su vanidad y que cada vez que tomaba una decisión le era más difícil
volverse atrás. Al correr el proceso el faraón llegó a ser más oneroso y más
rígido en su posición, aun frente al pedido de sus consejeros de que dejara ir
a Israel. Cada paso le hacía más difícil el próximo, y el Señor seguía
insistiendo.
Dios
pudo haberle quitado la vida al faraón en cualquier momento; sin embargo,
siguió el proceso hasta que el faraón tomó la decisión de dejar ir a Israel.
Dios conocía de antemano lo que éste haría, y se lo dijo a Moisés. No obstante,
el autor demuestra cómo Jehová cooperaba
en el proceso; lo presionaba, lo cargaba y le hacía cada vez más difícil la
decisión. Lo endureció Dios, y el faraón se endureció a sí mismo.
Hay varias observaciones más que ayudarán en una
evaluación del contexto:
(1) El faraón endureció su corazón antes de que
Dios obrara.
(2) No se trataba de la salvación del faraón,
sino de una decisión política de dejar ir a Israel.
(3) El
Señor usó múltiples medios para que el faraón se rindiera: Hizo amonestaciones
antes de enviar las plagas; demostró su misericordia repetidas veces al hacer
cesar las plagas al pedido del faraón; y dos veces el faraón confesó la
supremacía de Jehová antes de la muerte
de los primogénitos.
(4) El
pedido era justo.
(5) El propósito era didáctico: Dios quería
enseñar a las futuras generaciones de su poder y redención (Deuteronomio_6:20-25 Mañana
cuando te preguntare tu hijo, diciendo: ¿Qué significan los testimonios y
estatutos y decretos que Jehová nuestro Dios os mandó? 21 entonces dirás a tu hijo: Nosotros éramos
siervos de Faraón en Egipto, y Jehová nos sacó de Egipto con mano poderosa. 22 Jehová hizo señales y milagros grandes y
terribles en Egipto, sobre Faraón y sobre toda su casa, delante de nuestros ojos;
23 y nos sacó de allá, para traernos y
darnos la tierra que juró a nuestros padres. 24
Y nos mandó Jehová que cumplamos todos estos estatutos, y que temamos a
Jehová nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días, y para que nos conserve
la vida, como hasta hoy. 25 Y tendremos
justicia cuando cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de
Jehová nuestro Dios, como él nos ha mandado.;
Romanos_6:17 Pero gracias a Dios, que aunque
erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de
doctrina a la cual fuisteis entregados;).
(6) El corazón, en el pensar del AT, no
representaba el centro de las emociones, sino de la voluntad: se trataba de una
decisión de la volición.
(7) En la
época de Moisés, no había un concepto de causas secundarias. Se pensaba que el
Señor era responsable directo de todo lo que ocurría; entonces, cuando el Señor
endureció el corazón del faraón, fue para producir una situación en la cual
Jehová podía obrar con sus señales y
prodigios. En realidad, para Israel no había un problema teológico con el
endurecimiento del corazón del faraón.
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