1 Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro,
sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta
Horeb, monte de Dios. 2 Y se le apareció
el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y
vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. 3 Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré
esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. 4 Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios
de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. 5 Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de
tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. 6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de
Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro,
porque tuvo miedo de mirar a Dios.
¡Qué gran contraste hay entre la vida de Moisés como príncipe egipcio y
la que tuvo como pastor madianita! Como príncipe, todo se lo hacían; era el
famoso hijo de una princesa egipcia. Como pastor, tenía que hacerlo todo por sí
mismo. Estaba haciendo el mismo trabajo que se le había enseñado a despreciar (Génesis_43:32 Y pusieron
para él aparte, y separadamente para ellos, y aparte para los egipcios que con
él comían; porque los egipcios no pueden comer pan con los hebreos, lo cual es
abominación a los egipcios.; 46:32-34 Y los hombres son pastores de ovejas, porque son hombres
ganaderos; y han traído sus ovejas y sus vacas, y todo lo que tenían. 33 Y cuando Faraón os llamare y dijere: ¿Cuál es
vuestro oficio? 34 entonces diréis:
Hombres de ganadería han sido tus siervos desde nuestra juventud hasta ahora,
nosotros y nuestros padres; a fin de que moréis en la tierra de Gosén, porque
para los egipcios es abominación todo pastor de ovejas.), y vivió como un extranjero desconocido. ¡Qué
experiencia más humillante debió haber sido para Moisés! Pero Dios estaba
preparándolo para ser líder. Al vivir como pastor y nómada, Moisés aprendió las
costumbres de la gente que guiaría y también acerca de la vida en el desierto.
Moisés no pudo ver esto por sí mismo, pero Dios lo estaba preparando para
liberar a Israel de las garras del Faraón.
De acuerdo con el relato de Esteban (Hechos 7:30 Pasados
cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto del monte Sinaí, en la
llama de fuego de una zarza.), habían
pasado 40 años, y Moisés seguía apacentando las ovejas de Jetro, su suegro,
cuyo nombre significa “excelencia”; sin embargo, anteriormente se le había
llamado Reuel, que quiere decir “amigo de Dios” (Éxodo_2:18).
¿Cómo se explican los dos nombres? Algunos han sugerido que se trata de dos
documentos que usaban nombres diferentes. Otros piensan que es la misma persona
que llevaba dos nombres. Una tercera opinión lo explica a través de los
significados de los nombres: Reuel, “amigo de Dios,” era el nombre personal, y
Jetro, o “excelencia,” era un título honorífico. Aunque la última es muy
atractiva, y puede ser la explicación correcta, hay una cuarta sugerencia que
parece ser la preferida: Reuel era el patriarca, el jefe del clan al cual las
mujeres dieron los informes de la ayuda prestada por Moisés. Mientras él vivía
era considerado el “padre” de toda la familia. Al transcurrir 40 años, y
habiendo fallecido el sacerdote anciano, su hijo Jetro, el padre biológico de
las siete mujeres e hijo de Reuel, lo había reemplazado como jefe y sacerdote
en ejercicio. Así pues, el texto simplemente trata de la vida del clan. ¡No es
problema de documentos, ni de una transmisión del texto!
Gramaticalmente, el capítulo 3 comienza
acentuando el nombre de Moisés. Había algo muy importante en el futuro, aunque
él continuaba su labor normal de cuidar las ovejas de su suegro. Las llevó más
allá del desierto, o literalmente al lado occidental de Horeb, el nombre dado a
aquel sector de un monte imponente de la zona. El lado austral era llamado
Sinaí (Éxodo_19:11 y
estén preparados para el día tercero, porque al tercer día Jehová descenderá a
ojos de todo el pueblo sobre el monte de Sinaí, 19:18-20 Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido
sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se
estremecía en gran manera. 19 El sonido
de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con
voz tronante. 20 Y descendió Jehová
sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó Jehová a Moisés a la cumbre
del monte, y Moisés subió; 33:6 Entonces
los hijos de Israel se despojaron de sus atavíos desde el monte Horeb; 34:2 Prepárate, pues, para mañana, y sube de mañana al monte de
Sinaí, y preséntate ante mí sobre la cumbre del monte.).
Llegó hasta el monte de Dios. No se lo llamaba
así por ser lugar de veneración de alguna divinidad pagana o de algún dios
madianita, sino por lo que llegaría a ser para Israel. En la época en que se
escribió la historia, ya era el lugar donde Dios se había aparecido a Moisés, y
donde se había promulgado la Ley.
El
ángel del Señor - No un ángel creado ciertamente; porque se llama יהוה Jehová, y tiene los atributos más expresivos de la
Deidad aplicados a Él. Sin embargo, él es un ángel, מלאך malach, un mensajero,
en quien estaba el nombre de Dios, Éxodo 23:21
Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas
rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.;
y en quien habitaba corporalmente toda la plenitud de la Deidad, Colosenses 2:9 Porque en
él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad; y quien, en todos
estos tiempos primitivos, fue el Mensajero del pacto, Malaquías
3:1He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará
el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien
vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí
viene, ha dicho Jehová de los ejércitos. ¿Y quién era este sino Jesús,
el Líder, Redentor y Salvador de la humanidad?
Una
llama de fuego, de en medio de una zarza - El fuego era, no solo entre los
hebreos sino también entre muchas otras naciones antiguas, un emblema muy significativo
de la Deidad. Dios acompañó a los israelitas en todo su viaje por el desierto
como una columna de fuego en la noche; y probablemente un fuego o llama en el
lugar santísimo, entre los querubines, era el símbolo general de su presencia;
y las tradiciones de estas cosas, que deben haber sido corrientes en el este,
probablemente han dado origen, no solo a la bastante general opinión de que
Dios aparece en la semejanza del fuego, sino a todo el sistema zoroastriano de
adoración del fuego. Se ha informado de Zoroastro, o Zeradusht, que habiéndose
retirado a una montaña para el estudio de la sabiduría y el beneficio de la
soledad, toda la montaña fue un día envuelta en llamas, de entre las cuales
salió sin recibir daño alguno; en el cual ofreció sacrificios a Dios, quien,
estaba persuadido, se le había aparecido entonces.
Los
parsis modernos llaman al fuego la descendencia de Ormusd y lo adoran con una
gran variedad de ceremonias. Entre los fragmentos atribuidos a Esquilo, y
recogidos por Stanley en su valiosísima edición de este poeta, p. 647, col. 1,
encontramos los siguientes hermosos versos:
Χωριζε
θνητων τον Θεον, και μη δοκει
Ὁμοιον
αυτῳ σαρκινον καθεσταναι.
Ουκ
οισθα δ’ αυτον· ποτε μεν ὡς πυρ φαινεται
Απλαστον
ὁρμῃ · ποτε δ’ ὑδωρ, ποτε δε γνοφος.
“Distingue
a Dios de los hombres mortales; y no penséis que alguna cosa carnal es
semejante a él. Tú no lo conoces: a veces se presenta como un Fuego informe e
impetuoso, a veces como agua, a veces como densas tinieblas.” El poeta
continúa:
Τρεμει
δ’ ορη, και γαια, και πελεριος
Βυθος
θαλασσης, κωρεων ὑψος μεγα,
Ὁταν
επιβλεψῃ γοργον ομμα δεσποτου.
“Las
montañas, la tierra, el mar profundo y extenso, y las cumbres de las montañas
más altas tiemblan cada vez que el ojo terrible del Señor Supremo los mira”.
Estos
son fragmentos muy notables y parecen haber sido recopilados de tradiciones
relativas a las diferentes manifestaciones de Dios a los israelitas en Egipto y
en el desierto. Moisés deseaba ver a Dios, pero no podía contemplar nada más
que una gloria indescriptible: nada parecido a los mortales, nada parecido a un
cuerpo humano, apareció en ningún momento a sus ojos, ni a los de los
israelitas. “No visteis ninguna semejanza”, dijo Moisés Deuteronomio 4:15 Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura
visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego; Pero a
veces el poder y la justicia divinos se manifestaban por medio de la llama
indescriptible, informe, impetuosa y consumidora; otras veces aparecía junto al
agua que sacaba del pedernal; y en las densas tinieblas sobre Horeb, cuando la
ley de fuego salía de su mano derecha, entonces la tierra tembló y la montaña
tembló: y cuando su ojo terrible miró a los egipcios a través de la columna de
nube y fuego, las ruedas de sus carros fueron golpeadas y la confusión y el
espanto se extendieron por todas las huestes de Faraón; Éxodo_14:24-25. C aconteció
a la vigilia de la mañana, que Jehová miró el campamento de los egipcios desde
la columna de fuego y nube, y trastornó el campamento de los egipcios, 25 y quitó las ruedas de sus carros, y los
trastornó gravemente. Entonces los egipcios dijeron: Huyamos de delante de
Israel, porque Jehová pelea por ellos contra los egipcios.
Y
la zarza no se consumió - 1Un emblema del estado de Israel en sus diversas
angustias y persecuciones: estuvo en el fuego de la adversidad, pero no se
consumió. 2. Un emblema también del estado de la Iglesia de Dios en el
desierto, en muchas persecuciones, en medio de sus enemigos, en la región de sombra
de muerte, pero no consumida. 3. Emblema también del estado de todo seguidor de
Cristo: abatido, pero no desamparado; gravemente tentado, pero no destruido;
¡caminando a través del fuego, pero aún sin consumir! ¿Por qué se conservan
todos estos en medio de aquellas cosas que tienen una tendencia natural a
destruirlos? Porque Dios Está En Medio De Ellos; fue esto lo que preservó la
zarza de la destrucción; y fue esto lo que preservó a los israelitas; y es
esto, y sólo esto, lo que preserva a la Iglesia y mantiene el alma de cada
creyente genuino en la vida espiritual. Aquel en cuyo corazón Cristo no mora
por la fe, pronto será consumido por el mundo, la carne y el diablo.
Las
manifestaciones que Dios antiguamente hacía de sí mismo, eran siempre
acompañadas por señales claras e inequívocas de que las comunicaciones eran
realmente del cielo. Esta evidencia certera fue dada a Moisés. El vio un fuego,
pero ningún agente humano que lo prendiera; oyó una voz, pero ningunos labios
humanos de donde viniera; no vió ningún Ser viviente, pero Uno estaba en la
zarza, en el calor de las llamas, que lo conocía a él y se dirigía a él por
nombre. ¿Quién podría ser sino un Ser Divino?
Dios hizo a Moisés un llamamiento por gracia,
al cual éste dio una pronta respuesta. Quienes han de tener comunión con Dios
deben prestarle atención en las ordenanzas a través de las cuales le place
manifestarse a sí mismo y su gloria, aunque sea en una zarza. Dios le ordenó a
Moisés quitar sus sandalias y cubrir su rostro. Quitarse el calzado era un acto
de reverencia que comunicaba su propia indignidad ante Dios. La orden estaba de
acuerdo con una costumbre bien conocida a Moisés, porque los sacerdotes
egipcios la observaban en sus templos, y es observada en todos los países orientales,
donde las personas se quitan sus zapatos o sandalias, como nosotros nos
quitamos el sombrero. Pero la idea oriental no es la misma que la occidental.
Entre nosotros, quitarse el sombrero es una expresión de reverencia por el
lugar donde entramos, o más bien por Aquel que es adorado allí. Entre ellos, el
quitarse los zapatos es una confesión de contaminación personal, y de una
consciente indignidad de estar en la presencia de la santidad inmaculada.
Dios
es nuestro amigo, pero además es nuestro Señor soberano. Acercarse a El de una
manera frívola muestra una falta de respeto y de sinceridad. A veces debemos
cambiar nuestra actitud de modo que sea la apropiada cuando nos acercamos al
Dios Santo.
Dios no dice: Yo era el Dios de Abraham, Isaac
y Jacob, sino Yo soy. Los patriarcas todavía viven, después de tantos años que
sus cuerpos han estado en la tumba. Ninguna extensión en el tiempo puede
separar el alma de los justos de su Hacedor. Diciendo esto, Dios enseñó a
Moisés acerca de otro mundo y fortaleció su creencia en un estado futuro. Así
lo interpreta nuestro Señor Jesús, el cual, a partir de esto, prueba que los
muertos resucitan, Lucas 20, 37. Pero en cuanto a que los muertos han de resucitar, aun Moisés
lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham,
Dios de Isaac y Dios de Jacob. Moisés escondió su rostro, como
avergonzado a la vez que asustado de mirar a Dios. Mientras más vemos de Dios y
de su gracia y de su amor en el pacto, más causa veremos para adorarle con
reverencia y piadoso temor.
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