10 Y habló Jehová a Moisés, diciendo:11 Entra y habla a Faraón rey de Egipto, que deje ir de su tierra a los hijos de Israel.12 Y respondió Moisés delante de Jehová: He aquí, los hijos de Israel no me escuchan; ¿cómo, pues, me escuchará Faraón, siendo yo torpe de labios?13 Entonces Jehová habló a Moisés y a Aarón y les dio mandamiento para los hijos de Israel, y para Faraón rey de Egipto, para que sacasen a los hijos de Israel de la tierra de Egipto..
Cuando Moisés comunicó esta solemne seguridad de Dios al pueblo, no lo
escucharon רוּהַ מִּקֹּצֻר, lit., “por falta de aliento”; no “por impaciencia” ,
sino por angustia, presión interna, que impide que el hombre respire
adecuadamente. Así, la creencia temprana de los israelitas se transformó en el
abatimiento de la incredulidad a través del aumento de su opresión. Este
resultado también produjo desánimo en la mente de Moisés, por lo que una vez
más declinó la comisión, que siguió a la promesa, a saber, ir a Faraón y
exigirle que dejara salir a Israel de su tierra (Éxodo
6:11 Entra
y habla a Faraón rey de Egipto, que deje ir de su tierra a los hijos de Israel.). Si los hijos de Israel no lo escucharon, ¿cómo
iba a escucharlo Faraón, especialmente siendo incircunciso en los labios (Éxodo_6:12 Y respondió Moisés delante de Jehová: He aquí, los
hijos de Israel no me escuchan; ¿cómo, pues, me escuchará Faraón, siendo yo
torpe de labios? ) שְׁפָתַיִם עֲרַל es aquel cuyos labios están, por así decirlo,
cubiertos con un prepucio, de modo que no puede pronunciar fácilmente sus
palabras; en el sentido de lo mismo que "pesado de boca". Porque,
antes de que el historiador dé la respuesta decisiva de Jehová que eliminó toda
vacilación adicional de parte de Moisés, y completó su misión y la de Aarón a
Faraón, considera conveniente introducir la genealogía de los dos hombres de
Dios, porque el propósito de mostrar claramente su relación genealógica con el
pueblo de Israel.
Los
hebreos ya no querían oír nada más acerca de Dios y de sus promesas porque la
última vez que escucharon a Moisés, todo lo que obtuvieron fue más trabajo y
mayor sufrimiento. Piense
cuán difícil pudo haber sido para Moisés llevar el mensaje de Dios a Faraón
cuando su propio pueblo no podía creerlo. Finalmente, los hebreos estuvieron
seguros de que Dios había enviado a Moisés. Pero por un tiempo, debió haberse
sentido muy solo. Sin embargo, Moisés obedeció a Dios y ¡miren la diferencia! Cuando
Moisés repite sus confusos argumentos, ya Dios no discute más sino que le da un
cometido a él y a Aarón, para los hijos de Israel y para el Faraón.
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