ÉXODO 9; 1-7
1 Entonces
Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón, y dile: Jehová, el Dios
de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. 2 Porque si no lo quieres dejar ir, y lo
detienes aún, 3 he aquí la mano de
Jehová estará sobre tus ganados que están en el campo, caballos, asnos,
camellos, vacas y ovejas, con plaga gravísima. 4 Y Jehová hará separación entre los ganados de
Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo de los hijos de
Israel. 5 Y Jehová fijó plazo, diciendo:
Mañana hará Jehová esta cosa en la tierra. 6
Al día siguiente Jehová hizo aquello, y murió todo el ganado de Egipto;
mas del ganado de los hijos de Israel no murió uno.7 Entonces Faraón envió, y he aquí que del
ganado de los hijos de Israel no había muerto uno. Mas el corazón de Faraón se
endureció, y no dejó ir al pueblo. l pueblo.
El Señor Dios de los Hebreos - Es muy probable
que el término Señor, יויה Yehovah, se use aquí para señalar particularmente su
eterno poder y Deidad; y que el término Dios, אלהי Elohey, debe entenderse en
el sentido de Sustentador, Defensor, Protector, etc. Así dice el Ser
autoexistente, omnipotente y eterno, el Sustentador y Defensor de los hebreos:
“Deja ir a mi pueblo para que me adore”
Sobre los caballos - סוסים susim. La plaga cayó
sobre el ganado doméstico en general. El caballo fue introducido en Egipto por
los hiksos. El camello no era tan común en aquella época como lo es hoy en día
en Egipto; sin embargo, lo usaban los mercaderes en sus caravanas tanto como
los nómadas que habitaban los desiertos adyacentes. Gradualmente llegó a ser un
animal importante en la vida económica de Egipto. Los asnos, las vacas y las
ovejas eran comunes. Este es el primer lugar donde se menciona el caballo; una
criatura por la que Egipto y Arabia siempre fueron famosos. Se supone que סס
sus tiene el mismo significado que שש sas, que significa ser activo, enérgico o
animado, todos los cuales son apelativos propios del caballo, especialmente en
Arabia y Egipto. Por su actividad y rapidez fueron sacrificados y dedicados al
sol, y quizás fue principalmente por eso que Dios prohibió el uso de ellos
entre los israelitas.
Esa peste es una enfermedad muy contagiosa
entre el ganado, cuyos síntomas son cabeza colgante e hinchada, abundancia de mucosas
en los ojos, estertores en la garganta, dificultad para respirar, palpitaciones
del corazón, tambaleándose, un aliento caliente y una lengua brillante; cuyos
síntomas prueban que se ha producido una inflamación general.
La plaga tocó dos elementos vitales de Egipto:
(1) La teología egipcia que adoraba la vida animal, y (2) la economía nacional.
Hasta ahora las plagas habían sido más bien molestias para los egipcios. Con el
quinto azote Jehová los apretó
económicamente. Las plagas anteriores eran más bien golpes emocionales que
afectaban la vida particular. Esta tocaba el nervio económico nacional, que era
más sensible. Lentamente el Señor intensificaba su severidad.
El texto dice que Jehová lo hizo al día siguiente... y murió todo el
ganado de Egipto (6). Parece que los animales murieron aquel día por causa de
una plaga sobrenatural y no por una infección contagiosa que acabara
paulatinamente con ellos. Se entiende mejor la muerte de todo el ganado de
Egipto (6) a la luz de lo que estaba en el campo (3). Además, se debe recordar que la psicología
semítica tendía a emplear expresiones hiperbólicas. Todo aquí indicaba la
magnitud del hecho en comparación con lo que quedaba; los animales sobrantes
eran pocos en comparación con la cantidad original. Para ellos, al ser afectada
una zona por una calamidad, “todo el mundo” (de la zona) era víctima. De todos
modos, el texto incluye todas las especies nombradas del ganado de los egipcios
en el campo (3) sin entrar en una computación matemática.
Por medio de esta señal el autor demostró otra
vez la humanidad del faraón: no había nada que podía hacer para evitar la plaga
sin dejar ir a Israel. Además, no había posibilidad de entrar en ninguna clase
de negociación con Moisés, porque la plaga llegó repentinamente y se murió todo
el ganado de Egipto (6) que estaba en el campo (3). Esta vez no hubo necesidad
de fijar un plazo para quitarla, pues se terminó con la muerte de los animales.
Lo único que el faraón pudo hacer fue verificar la distinción hecha entre el
ganado de los israelitas y el de los egipcios (4 y 7). No había duda en cuanto
a la palabra de Dios entregada por medio de Moisés: Era un milagro.
Pero el corazón de Faraón aún continuaba
endurecido, aunque se convenció a sí mismo por medio de preguntas directas de
que el ganado de los israelitas se había salvado. Encontrando tantos animales suyos y de sus
súbditos muertos, envió a ver si la mortandad había alcanzado al ganado de los
israelitas, para saber si esto era un juicio infligido por su Dios, y
probablemente planeando reemplazar el ganado perdido de los egipcios con el de
los israelitas.
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