Tito3:5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos
hecho, sino por su misericordia, por
el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,
Una de las verdades más
preciosa que encierra la Palabra de Dios en la Biblia la hemos leído en este versículo. Para conocer y
apreciar en profundidad el significado del mensaje que encierran esas palabras,
además de contar con la ayuda del Espíritu, voy a usar un buen diccionario bíblico para
escarbar en el lenguaje original en que fue escrito: el griego. Así las palabras resaltadas del versículo leído,
nos enseñan como hablaba el Señor, al conocer su contenido el mensaje adquiere una mayor dimensión.
Misericordia, del griego eleos (ἔλεος), «es la manifestación externa
de la compasión; da por sentado la necesidad en aquel que la recibe, y recursos
adecuados para afrontar la necesidad de parte de aquel que la exhibe. Se usa: Dios, que es rico en misericordia y que ha provisto salvación para todos los
hombres. La misericordia es el acto de Dios, la paz es la experiencia
resultante en el corazón del hombre. La gracia describe la actitud de Dios
hacia el transgresor y rebelde; la misericordia su actitud hacia los que se
encuentran angustiados»
«En el orden de la
manifestación de los propósitos de Dios en cuanto a la salvación, la gracia
debe ir por delante de la misericordia… Solo los perdonados pueden recibir
bendición …
Lavamiento, nombre del griego loutron (λουτρόν) , baño, lavadero. Se usa
metafóricamente de la Palabra de Dios, como el instrumento de la purificación
espiritual en Tito 3:5, del «lavamiento de regeneración»
Lavar,
verbo del griego nipto (νίπτω) se usa principalmente para
lavar partes del cuerpo.
Lavar
(totalmente) verbo del griego louo
(λούω,)
significa bañarse, lavar el
cuerpo totalmente, habiendo sido lavados en cuanto al cuerpo, efecto de la
Palabra de Dios sobre las actividades del creyente.
Somos
librados de nuestro estado miserable sólo por la misericordia y la libre gracia
de Dios, el mérito y los sufrimientos de Cristo, y la obra de su Espíritu.
Dios
Padre es Dios nuestro Salvador. Él es la fuente de la cual fluye el Espíritu
Santo para enseñar, regenerar y salvar a sus criaturas caídas y esta bendición llega a la humanidad por
medio de Cristo. El brote y el surgimiento de ellos son la bondad y el amor de
Dios al hombre. Es decir, Él nos vio que
estábamos condenados en nuestros pecados al infierno, fuera de su presencia por
eso Dios se hizo visible cuando envió a su Hijo Jesucristo. El amor y la gracia
tienen gran poder, por medio del Espíritu, para cambiar y volver el corazón a
Dios. La justificación, en el sentido del evangelio, es el perdón gratuito del
pecador; aceptarlo como justo por la justicia de Cristo recibida por fe. Dios
es bueno con el pecador cuando lo justifica según el evangelio, pero es justo
consigo mismo y con su ley. Como el perdón es por medio de la justicia
perfecta, y Cristo satisface la justicia, esta no puede ser merecida por el
pecador mismo. La vida eterna se presenta ante nosotros en la promesa, el
Espíritu produce la fe en nosotros y la esperanza de esa vida, la fe y la
esperanza la acercan y llenan de gozo por la expectativa de ella.
El
regalo de la Salvación es para toda la humanidad, pero sólo efectiva para
quienes creemos por fe en Jesucristo al escuchar la Palabra de Dios que nos
confronta y nos muestra nuestra situación de pecadores. Reconocemos contritos
nuestros pecado, nos arrepentimos de haber pecado contra Dios, nos volvemos de
nuestra forma de pensar pecaminosa y se produce la conversión. En ese preciso
momento fuimos engendrados por Dios. Es lo que la Biblia enseña como nuevo
nacimiento
Es
un requisito imprescindible, haber nacido de nuevo, para poder entender la
Palabra de Dios.
Por el lavamiento de la
regeneración. ¿Qué significa? La palabra aquí utilizada en griego
es louo que significa, bañar,
limpiar completamente a una persona.
En lo físico cuando nos bañamos exteriormente,
tenemos la sensación de limpieza; así espiritualmente, cuando nos arrepentimos
genuinamente, somos lavados (louo)
totalmente de nuestros pecados y nos convertimos en una nueva criatura.
En
el A.T los sacerdotes hacían ceremonias rituales del lavamiento literal, apuntando
hacia el lavamiento espiritual de Cristo en nosotros.
En
Efesios
5:25-26 podemos leer 25 así como
Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del
agua por la palabra,
Aquí
vemos la importancia de predicar, oír y escuchar la Palabra de Dios, su Espíritu
(agua) nos limpia.
En
Juan 13:5-10 en estos versículos hay un juego de palabras con el verbo LAVAR
que en el griego nos enseña su verdadero sentido en cada expresión del Señor
Jesús con el acto que hizo en los versículos que podemos leer:
5 Luego puso agua en un
lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la
toalla con que estaba ceñido.
6 Entonces vino a Simón
Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies?
7 Respondió Jesús y le
dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después.
8 Pedro le dijo: No me
lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte
conmigo.
9 Le dijo Simón Pedro:
Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza.
10 Jesús le dijo: El que
está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y
vosotros limpios estáis, aunque no todos.
Jesús
hace un acto literal, mostrando una verdad sobre la limpieza interna de nuestro corazón. Cuando
hemos sido limpiados completamente (LOUO) sólo necesitamos lavar (NIPTO)
nuestros pies, manos y cabeza. Nuestras manos las utilizamos para hacer lo
bueno o hacer lo que no conviene o es impropio de un cristiano, robar,
estafar...Nuestros pies nos llevan a caminando a lugares adecuados pero también
nos pueden llevar a otros sitios que en nada edifican y nuestra cabeza en ella
nuestra mente si ha sido transformada pensará y meditará en lo que agrada a
Dios, pero nuestra carne puede llevarnos a pensar en lo que nuestros sentidos
han visto, oído o sentido y volvernos al pasado. Podemos pecar de palabra, pensamiento
y acción. Pecamos con el cuerpo carnal. Hemos sido lavados totalmente con la
Sangre de Cristo, pero cuando en la vida ordinaria pecamos por estar habitando
en un cuerpo inclinado por naturaleza al mal, caemos de una forma ocasional.
Hay
una gran diferencia en ser practicantes del pecado, vivir de forma permanente
en pecado que de forma ocasional en un pecado. Porque si decimos que somos
cristianos, pero vivimos exactamente igual que antes de convertirnos, somos
mentirosos y aunque llevemos una Biblia bajo el brazo, vayamos a los cultos,
cantemos eso no nos convierte en cristianos.
Los
mormones y los testigos de Jehová también lleva Biblia pero no son cristianos.
Cuando
una persona tiene un encuentro personal con Jesús a través de la Palabra de
Dios, su vida cambia si o si, en relación con el pecado.
En
Juan 13:10...limpios estáis. Excepto Judas, los demás habían creído
en Jesús y por su fe habían sido justificados, estaban bañados, limpiados
totalmente (LOUO). Judas jamás se lavó, jamás se arrepintió.
Así
ocurre en muchas iglesias hoy en día, muchos están (LOUO) limpiados, pero hay
otros que no han nacido de nuevo, no se han convertido y están en medio de
nosotros. Es una realidad, tal y como nos enseña la parábola del trigo y la
cizaña.
Voy
a poner un pensamiento en voz alta para entender mejor lo dicho hasta ahora:
Después
de bañamos estamos totalmente limpios (LOUO). Salimos del baño y ya en la
cocina sacamos la bolsa de la basura al contenedor. Al regresar a casa no nos
bañamos otra vez, sólo lavamos (NIPTO) las manos.
Así
podemos trasladar ese pensamiento a la vida espiritual. Creo que es fácil
entenderlo.
En
nuestra vida diaria, nuestras
relaciones personales que son las más difíciles
de sobre llevar sin caer en pecado por
nuestro viejo carácter, que aún sigue pugnando por saltar a veces.
Jesús
está interesado en que estemos limpios de corazón, porque sabe que por nuestra
vieja naturaleza que mora en nuestro cuerpo carnal nos va a llevar, mientras
caminamos, a mancharnos de polvo de pecado los pies, las manos y nuestra cabeza,
pero nos indica el modo que debemos de acercarnos a Él para obtener el lavamiento
(NIPTO).
Los
misterios de Dios son revelados, a través de las escrituras, a sus hijos cuando
ansían entender, cuando escarban en las verdades que encierra la Palabra de
Dios escudriñando y examinando para una mayor comprensión y conocimiento del carácter
de Cristo. Un nacido de nuevo se goza nadando en las aguas de la Palabra y se
sujeta únicamente a la corriente y salvaguarda del Señor Jesucristo, para una
renovación de la mente y su manera de pensar, para en la medida de lo posible y
con la ayuda del Espíritu Santo medrar en el desarrollo espiritual y semejarnos
en lo posible e Cristo.
Cuando
la Palabra de Dios es predicada, escudriñada el entendimiento de la persona se
ilumina, se hace la luz como si de un cuarto oscuro se tratara, para ver su
condición pecaminosa y arreglar su situación para convertirse por la fe en
Jesucristo en una nueva criatura. Nadie puede ni obligar, ni convencer a otra
persona para que haga esto. Sólo el Espíritu Santo tiene el poder para
impulsarla a dar el paso, para pedir perdón, arrepentirse y nacer de nuevo.
Renovación,
del griego anakainosis : Una
combinación de ana, «otra vez», y kainos, «nuevo». La palabra
sugiere una renovación, restauración, transformación, y un cambio de corazón y
vida.
En Rom_12:2 No os
conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta., indica un cambio completo para lo mejor, un
ajuste de la visión moral y espiritual de uno. Aquí se hace hincapié en la obra
transformadora del Espíritu Santo.
Nos
trasladamos de una vida llena de pecado a una que es guiada por el Espíritu
Santo. Fuimos lavados de todos nuestros pecados, no sólo de algunos. El
creyente reconoce a Cristo como el Señor y su obra de salvación. Tenemos la
renovación del Espíritu Santo y El continuamente renueva nuestros corazones.
Nada de esto tiene lugar por haberlo ganado o merecido, todo es un regalo de
Dios. Basándose en la obra de redención de su Hijo, el Padre perdona y envía al
Espíritu Santo para limpiar y renovarnos continuamente.
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