Isaías 55:1 A todos los
sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid,
comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.
Jesed (חֶסֶד), en hebreo significa «bondad; amor constante; gracia;
misericordia; fidelidad; devoción». Este vocablo se usa 240 veces en el Antiguo
Testamento, con particular frecuencia en los salmos. El término es uno de los
más importantes en el vocabulario teológico y ético del Antiguo Testamento.
La Septuaginta casi siempre traduce jesed con eleos
(«misericordia»), uso que se refleja en el Nuevo Testamento y en la rv (y sus recientes revisiones). Las
traducciones modernas, por otro lado, generalmente prefieren acepciones más
próximas a «gracia». El vocablo tiene
que ver sobre todo con los derechos y las responsabilidades recíprocas entre
las partes de una relación (en particular, de Yahveh e Israel). Pero jesed no es únicamente un
asunto de obligación; también tiene que ver con generosidad. No solo entra en
juego la lealtad, sino también la misericordia. La parte más débil busca la
protección y bendición de su patrocinador o protector, pero no puede exigir
derechos absolutos. La parte más fuerte permanece comprometida con cumplir su
palabra, pero mantiene su libertad, sobre todo en relación de cómo llevará a
cabo sus promesas. Jesed indica
involucramiento y compromiso personal en una relación que sobrepasa los límites
de la ley.
La Biblia se refiere a menudo a personas que «hacen»,
«demuestran» o «guardan» jesed.
En plural se entiende mejor el contenido concreto del vocablo. Las
«misericordias», «bondades» y «fidelidades» de Dios son sus hechos específicos
de redención en el cumplimiento de su promesa. (Información Diccionario Bíblico)
Somos bien acogidos a
las bendiciones de la salvación todos los que recibimos bien estas bendiciones.
En Cristo hay suficiente para todos y para cada uno de los que quieran
aceptarlo como su Señor y Salvador. Los que están satisfechos con el mundo no
ven la necesidad de Cristo y no tienen sed. No están inquietos por sus almas,
pero donde Dios da gracia, da la sed; donde Él haya dado sed, dará gracia. Acerquémonos
a Cristo, porque Él es la Fuente abierta, es la Roca golpeada. Caminemos en las
santas ordenanzas, hacia los arroyos que alegran la ciudad de nuestro Dios. Vayamos
a las aguas sanadoras, nademos en las aguas vivas, Apocalipsis
22:17 Y
el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene
sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente. Nuestro
Salvador se refirió a esto, Juan 7:37 En el último y gran
día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene
sed, venga a mí y beba.
Acudamos, compremos;
apropiémonos de esto valiéndonos de la
gracia del evangelio para un mayor conocimiento de la misericordia del Señor. Presentémonos
y comamos; hagámosla aún más nuestra y disfrutémosla. El mundo no satisface
nuestros intereses; nos prometieron al menos, un poco de agua, era turbia y nos desilusionamos. Pero
Cristo supera nuestras expectativas saciándonos con agua pura, limpia y
cristalina. Vamos a Él y hallamos vino y leche. Los dones ofrecidos son tales
que ningún precio se les puede poner. Las cosas ofrecidas ya están pagadas,
porque Cristo las adquirió al precio total de su propia sangre, 1Pedro 1:19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin
mancha y sin contaminación,
Nuestras
necesidades son innumerables y nada tenemos que las satisfaga; si Cristo y el
cielo son nuestros, nos veremos por siempre endeudados a la libre gracia derramada.
Escuchemos con atención para que se abata este
corazón orgulloso y engañador.
Toda la riqueza y el placer del mundo no darán
consuelo y contento al alma. No
satisfacen ni siquiera los apetitos del cuerpo, porque todo es vanidad y
aflicción. Que los desencantos con que nos tropezamos en el mundo nos ayuden a
impulsarnos hacia Cristo y a buscar la satisfacción sólo en Él. Entonces, y no
antes, encontraremos reposo para nuestra alma. Si oímos su voz, nuestra alma
vivirá. Por misericordias firmes a David
tenemos que entender al Mesías. Todas sus misericordias son misericordias del
pacto, son compradas por Él, son prometidas en Él y nos son dispensadas de su
mano. No sabemos encontrar el camino a las aguas, pero Cristo es dado para ser
Líder, Capitán, para mostrarnos qué hacer y capacitarnos para hacerlo. Nuestra carrera es
obedecerle y seguirle. Nadie puede ir al Padre sino por Él. Es el Santo
de Israel, fiel a todas sus promesas.
Él ha prometido
glorificar a Cristo dándole a los gentiles por heredad.
No será en vano
buscar a Dios; ahora su palabra nos está llamando y su Espíritu lucha con nosotros.
Pero hay un día por venir en que no será hallado. Puede llegar un tiempo así en
esta vida, seguro es que la puerta será cerrada en la muerte y el juicio. No
sólo debe haber un cambio del camino, sino un cambio de la mente. Debemos
cambiar nuestros juicios sobre las personas y las cosas. No es suficiente
romper y dejar las malas costumbres, sino tenemos que luchar contra los malos
pensamientos. Arrepentirse es volver a nuestro Señor, contra el cual nos
rebelamos. Si lo hacemos así, Dios se multiplicará para perdonar como nosotros
nos hemos multiplicado para ofender. Pero que nadie juegue con esta abundante
misericordia ni la use como ocasión para pecar. El pensamiento de los hombres
acerca del pecado, de Cristo y de la santidad, sobre este mundo y el otro, difieren
vastamente de los de Dios pero en nada difieren más que en materia de perdón.
Nosotros perdonamos y no podemos olvidar, cuando perdona pecado Dios no lo
recuerda más.
El poder de su
palabra en las esferas de la providencia y la gracia es tan cierto como en la
de la naturaleza. La verdad sagrada produce un cambio espiritual en la mente
del hombre que ni la lluvia ni la nieve pueden producir en la tierra. No
volverá al Señor sin producir efectos importantes.
Si adoptamos un
punto de vista especial de la Iglesia, hallaremos qué cosas grandes ha hecho y
hará Dios por ella. Los judíos volverán a su tierra; esto representa las
bendiciones prometidas. La gracia del evangelio hará un cambio grande en los
hombres. Librado de la ira venidera, el pecador convertido halla paz en su
conciencia; el amor lo constriñe a dedicarse al servicio de su Redentor. En
lugar de ser profano, contencioso, egoísta o sensual, lo vemos, humilde, amable y en paz. La esperanza
de ayudar en tal obra debiera instarnos a difundir el evangelio de la
salvación. Ayúdanos tú, oh Espíritu de toda verdad, a tener esa visión tal de
la plenitud, gratuidad y grandeza de la rica misericordia en Cristo, que quite
de nosotros todos los estrechos puntos de vista acerca de la gracia soberana.
La salvación de
Dios se ofrece gratuitamente, pero para que nutra nuestras almas debemos
recibirla con vehemencia. Moriremos de hambre espiritual sin su alimento, como
sin duda moriremos de hambre física sin el pan diario.
Isaías nos dice
que clamemos al Señor mientras esté cerca. Dios no planea apartarse de
nosotros, pero a menudo somos nosotros los que nos apartamos o construimos una
barrera entre ambos. No esperemos hasta que nos hayamos apartado de Dios para
buscarlo. Es probable que más tarde en la vida nos resulte mucho más difícil
volvernos a Él. O a lo mejor Dios venga a juzgar la tierra antes de que nosotros
decidamos volvernos a Él. Busquemos a Dios ahora, mientras podamos, antes de
que sea demasiado tarde.
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