} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: MISERICORDIA GRATUITA PARA TODOS

viernes, 15 de agosto de 2014

MISERICORDIA GRATUITA PARA TODOS




 Isaías 55:1  A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.

Jesed (חֶסֶד), en hebreo significa «bondad; amor constante; gracia; misericordia; fidelidad; devoción». Este vocablo se usa 240 veces en el Antiguo Testamento, con particular frecuencia en los salmos. El término es uno de los más importantes en el vocabulario teológico y ético del Antiguo Testamento.
La Septuaginta casi siempre traduce jesed con eleos («misericordia»), uso que se refleja en el Nuevo Testamento y en la rv (y sus recientes revisiones). Las traducciones modernas, por otro lado, generalmente prefieren acepciones más próximas a «gracia».  El vocablo tiene que ver sobre todo con los derechos y las responsabilidades recíprocas entre las partes de una relación (en particular, de Yahveh e Israel). Pero jesed no es únicamente un asunto de obligación; también tiene que ver con generosidad. No solo entra en juego la lealtad, sino también la misericordia. La parte más débil busca la protección y bendición de su patrocinador o protector, pero no puede exigir derechos absolutos. La parte más fuerte permanece comprometida con cumplir su palabra, pero mantiene su libertad, sobre todo en relación de cómo llevará a cabo sus promesas. Jesed indica involucramiento y compromiso personal en una relación que sobrepasa los límites de la ley.
La Biblia se refiere a menudo a personas que «hacen», «demuestran» o «guardan» jesed. En plural se entiende mejor el contenido concreto del vocablo. Las «misericordias», «bondades» y «fidelidades» de Dios son sus hechos específicos de redención en el cumplimiento de su promesa. (Información  Diccionario Bíblico)

 Somos bien acogidos a las bendiciones de la salvación todos los que recibimos bien estas bendiciones. En Cristo hay suficiente para todos y para cada uno de los que quieran aceptarlo como su Señor y Salvador. Los que están satisfechos con el mundo no ven la necesidad de Cristo y no tienen sed. No están inquietos por sus almas, pero donde Dios da gracia, da la sed; donde Él haya dado sed, dará gracia. Acerquémonos a Cristo, porque Él es la Fuente abierta, es la Roca golpeada. Caminemos en las santas ordenanzas, hacia los arroyos que alegran la ciudad de nuestro Dios. Vayamos a las aguas sanadoras, nademos en las aguas vivas, Apocalipsis 22:17  Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente. Nuestro Salvador se refirió a esto, Juan 7:37  En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

Acudamos, compremos; apropiémonos de esto valiéndonos de  la gracia del evangelio para un mayor conocimiento de la misericordia del Señor. Presentémonos y comamos; hagámosla aún más nuestra y disfrutémosla. El mundo no satisface nuestros intereses; nos prometieron al menos, un poco de  agua, era turbia y nos desilusionamos. Pero Cristo supera nuestras expectativas saciándonos con agua pura, limpia y cristalina. Vamos a Él y hallamos vino y leche. Los dones ofrecidos son tales que ningún precio se les puede poner. Las cosas ofrecidas ya están pagadas, porque Cristo las adquirió al precio total de su propia sangre, 1Pedro 1:19  sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
Nuestras necesidades son innumerables y nada tenemos que las satisfaga; si Cristo y el cielo son nuestros, nos veremos por siempre endeudados a la libre gracia derramada.
 Escuchemos con atención para que se abata este corazón orgulloso y engañador.
 Toda la riqueza y el placer del mundo no darán consuelo y contento  al alma. No satisfacen ni siquiera los apetitos del cuerpo, porque todo es vanidad y aflicción. Que los desencantos con que nos tropezamos en el mundo nos ayuden a impulsarnos hacia Cristo y a buscar la satisfacción sólo en Él. Entonces, y no antes, encontraremos reposo para nuestra alma. Si oímos su voz, nuestra alma vivirá. Por misericordias  firmes a David tenemos que entender al Mesías. Todas sus misericordias son misericordias del pacto, son compradas por Él, son prometidas en Él y nos son dispensadas de su mano. No sabemos encontrar el camino a las aguas, pero Cristo es dado para ser Líder, Capitán, para mostrarnos qué hacer y capacitarnos para hacerlo. Nuestra  carrera es  obedecerle y seguirle. Nadie puede ir al Padre sino por Él. Es el Santo de Israel, fiel a todas sus promesas.
Él ha prometido glorificar a Cristo dándole a los gentiles por heredad.

No será en vano buscar a Dios; ahora su palabra nos está llamando y su Espíritu lucha con nosotros. Pero hay un día por venir en que no será hallado. Puede llegar un tiempo así en esta vida, seguro es que la puerta será cerrada en la muerte y el juicio. No sólo debe haber un cambio del camino, sino un cambio de la mente. Debemos cambiar nuestros juicios sobre las personas y las cosas. No es suficiente romper y dejar las malas costumbres, sino tenemos que luchar contra los malos pensamientos. Arrepentirse es volver a nuestro Señor, contra el cual nos rebelamos. Si lo hacemos así, Dios se multiplicará para perdonar como nosotros nos hemos multiplicado para ofender. Pero que nadie juegue con esta abundante misericordia ni la use como ocasión para pecar. El pensamiento de los hombres acerca del pecado, de Cristo y de la santidad, sobre este mundo y el otro, difieren vastamente de los de Dios pero en nada difieren más que en materia de perdón. Nosotros perdonamos y no podemos olvidar, cuando perdona pecado Dios no lo recuerda más.
El poder de su palabra en las esferas de la providencia y la gracia es tan cierto como en la de la naturaleza. La verdad sagrada produce un cambio espiritual en la mente del hombre que ni la lluvia ni la nieve pueden producir en la tierra. No volverá al Señor sin producir efectos importantes.

Si adoptamos un punto de vista especial de la Iglesia, hallaremos qué cosas grandes ha hecho y hará Dios por ella. Los judíos volverán a su tierra; esto representa las bendiciones prometidas. La gracia del evangelio hará un cambio grande en los hombres. Librado de la ira venidera, el pecador convertido halla paz en su conciencia; el amor lo constriñe a dedicarse al servicio de su Redentor. En lugar de ser profano, contencioso, egoísta o sensual, lo  vemos, humilde, amable y en paz. La esperanza de ayudar en tal obra debiera instarnos a difundir el evangelio de la salvación. Ayúdanos tú, oh Espíritu de toda verdad, a tener esa visión tal de la plenitud, gratuidad y grandeza de la rica misericordia en Cristo, que quite de nosotros todos los estrechos puntos de vista acerca de la gracia soberana.
La salvación de Dios se ofrece gratuitamente, pero para que nutra nuestras almas debemos recibirla con vehemencia. Moriremos de hambre espiritual sin su alimento, como sin duda moriremos de hambre física sin el pan diario.
Isaías nos dice que clamemos al Señor mientras esté cerca. Dios no planea apartarse de nosotros, pero a menudo somos nosotros los que nos apartamos o construimos una barrera entre ambos. No esperemos hasta que nos hayamos apartado de Dios para buscarlo. Es probable que más tarde en la vida nos resulte mucho más difícil volvernos a Él. O a lo mejor Dios venga a juzgar la tierra antes de que nosotros decidamos volvernos a Él. Busquemos a Dios ahora, mientras podamos, antes de que sea demasiado tarde.

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