¿Qué sabía Nicodemo acerca del Reino? Por las
Escrituras sabía que Dios lo regiría, que lo restauraría en la tierra y que
pertenecería al pueblo de Dios. Jesús reveló a su devoto fariseo que el Reino
sería para todo el mundo, no solo para los judíos, y que Nicodemo podía
pertenecer a él si personalmente nacía de nuevo. Este era un concepto
revolucionario, el Reino es algo personal, no nacional ni étnico, y para entrar
en él se requiere arrepentimiento y renacimiento espiritual. Jesús más tarde
anunció que el reino de Dios está en el corazón de los creyentes
mediante la presencia del Espíritu Santo (Lucas_17:21
ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he
aquí el reino de Dios está entre vosotros.). Su pleno cumplimiento será
cuando Jesús regrese a juzgar al mundo y destruya para siempre al maligno. (Apocalipsis 21; 22 Y no vi
en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el
Cordero.).
"De agua y del Espíritu" se
refiera al contraste entre el nacimiento
físico (agua) y el nacimiento espiritual (Espíritu), a ser regenerados por el Espíritu y renacidos
por el bautismo. El agua también representa la acción limpiadora del
Espíritu Santo de Dios (Tito_3:5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos
hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la
renovación en el Espíritu Santo,). Sin duda, Nicodemo debe haber estado
familiarizado con las promesas de Dios en Ezequiel_36:25-26
Esparciré sobre vosotros agua limpia, y
seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os
limpiaré.
Os
daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
.
Jesús explica la
importancia del nuevo nacimiento espiritual, manifestando que no entraremos al
Reino por ser buenos, sino por experimentar ese nuevo nacimiento.
Dios es
especialista en hallar y cambiar a personas que consideramos difíciles de
alcanzar. En el caso de Nicodemo, le tomó un poco de tiempo salir de la
oscuridad, pero Dios fue paciente con su creyente "encubierto".
Temeroso de ser
descubierto, Nicodemo procuró ver a Jesús de noche. Las conversaciones diurnas
entre los fariseos y Jesús tendían a ser antagónicas, pero Nicodemo en verdad
quería aprender. Tal vez consiguió mucho más de lo esperado: ¡un desafío a una
nueva vida! Sabemos muy poco de Nicodemo, pero sí sabemos que de ese encuentro
nocturno salió un hombre cambiado. Se marchó con una comprensión nueva de Dios
y de sí mismo.
Nicodemo aparece
más tarde como parte del concilio. En medio de la discusión en que se buscaba
formas de eliminar a Jesús, planteó el asunto de la justicia. Habló en su favor
a pesar de que rechazaron su objeción. Empezaba a cambiar.
La última
semblanza de Nicodemo nos muestra que se une a José de Arimatea en el trámite
de solicitar el cuerpo de Jesús para sepultarlo. Tomando en cuenta el riesgo
que esto significaba, Nicodemo daba un paso audaz. Su crecimiento espiritual no
se detenía.
Dios busca un
crecimiento paulatino no una perfección instantánea. ¿De qué manera nuestro actual crecimiento espiritual concuerda con el
tiempo que llevamos de conocer a Jesús?
¿Quién es el Espíritu Santo? Dios es tres
personas en una: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Dios se hizo hombre en
Jesús a fin de morir por nuestros pecados. Resucitó de la muerte para ofrecer
salvación a todos mediante la renovación espiritual y el nuevo nacimiento.
Cuando Jesús ascendió al cielo, su presencia física dejó la tierra, pero
prometió enviar al Espíritu Santo al grado que su presencia espiritual
continuaría entre los seres humanos (Lucas_24:49
He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la
ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto. ).
El Espíritu Santo por primera vez vino para estar a disposición de todos los
creyentes en el Pentecostés. Podemos verlo en Hechos 2.
En los tiempos del Antiguo Testamento el
Espíritu Santo dotaba de poder a ciertas personas, entraba y salía, solo por
asuntos determinados, pero ahora todos los creyentes tienen el poder del
Espíritu Santo a su disposición.
Jesús explicó que no podemos controlar la obra
del Espíritu Santo. El obra de maneras imprevisibles o incomprensibles. Así
como uno no pudo controlar su nacimiento físico, tampoco podrá controlar su
nacimiento espiritual. Es un regalo de Dios, dado por el Espíritu Santo (Romanos_8:16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que
somos hijos de Dios.
1Corintios_2:10-13 Pero
Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo
escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas
del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie
conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos
recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que
sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo
cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con
las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.
1Thesalonicenses_1:5-6 pues nuestro
evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en
el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre
vosotros por amor de vosotros.
Y
vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la
palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo,).
Este maestro judío conocía muy bien el Antiguo
Testamento, pero no había entendido lo que decía del Mesías.
Conocimiento no
es salvación. Debemos conocer la Biblia, pero algo mucho más importante es
entender al Dios que revela y la salvación que ofrece.
Cuando los israelitas vagaban por el desierto,
Dios envió una plaga de serpientes para castigarlos por su actitud rebelde. Los
sentenciados a muerte por causa de la mordedura de serpientes podían curarse al
obedecer a Dios y mirar a la serpiente de bronce que se levantó, creyendo que
El podría sanarlos si lo hacían . Mirar a Jesús en busca de salvación tiene los
mismos efectos. Dios nos preparó este modo de ser salvos de los efectos
mortíferos de la "mordedura" del pecado.
Todo el evangelio se centra en el versículo 16.
El amor de Dios
no es estático ni egoísta, sino que se extiende y atrae a otros a sí. Dios
establece aquí el verdadero molde del amor, la base de toda relación de amor.
Si uno ama a alguien profundamente, está dispuesto a darle amor a cualquier precio.
Dios pagó, con la vida de su Hijo, el más alto precio que se puede pagar. Jesús
aceptó nuestro castigo, pagó el precio de nuestros pecados, y luego nos ofreció
una nueva vida que nos compró con su muerte.
Cuando predicamos el evangelio a otros, nuestro
amor debe de ser como el suyo, y estar dispuestos a renunciar a nuestra
comodidad y seguridad para que otros reciban el amor de Dios como nosotros.
Muchas personas rechazan la idea de vivir para
siempre porque viven vidas tristes. Pero la vida eterna no es la extensión de
la miserable vida mortal del hombre, vida eterna es la vida de Dios encarnada
en Cristo que se da a todos los que creen como garantía de que vivirán para
siempre. En esa vida no hay muerte, enfermedad, enemigo, demonios ni pecado.
Cuando no conocemos a Cristo, tomamos decisiones pensando que esta vida es todo
lo que tenemos. En realidad, esta vida es solo el comienzo de la eternidad. Empecemos
por lo tanto, a evaluar todo lo que le sucede desde una perspectiva eterna.
"Creer" es más que una reflexión
intelectual de que Jesús es Dios. Significa depositar nuestra confianza en Él,
que es el único que nos puede salvar. Es poner a Cristo al frente de nuestros
planes presentes y nuestro destino eterno. Creer es confiar en su palabra y
depender de Él para cambiar.
Muchas veces la gente trata de salvarse de lo
que teme poniendo su fe en cosas que tienen o hacen: buenas obras, capacidad o
inteligencia, dinero o posesiones. Pero solo Dios puede salvarnos de lo que en
verdad debemos temer: la condenación eterna. Confiamos en Dios reconociendo la
insuficiencia de nuestros esfuerzos por alcanzar la salvación y pidiéndole que
haga su obra en nuestro favor. Cuando Jesús habla acerca del "que no
cree", se refiere a quien le rechaza por completo o hace caso omiso de Él,
no al que tiene dudas momentáneas.
Muchas personas no quieren que sus vidas
queden expuestas a la luz de Dios porque temen lo que esta pueda revelar. No
quieren cambiar. No nos sorprendamos de que personas así se sientan amenazadas
por el deseo nuestro de obedecer a Dios y hacer lo que es bueno. Temen que la
luz que hay en nosotros ponga al descubierto algo oscuro en sus vidas. No nos
desanimemos. Mantengámonos en oración
por ellas para que comprendan que es mejor vivir en la luz que en la oscuridad.
Algunas personas buscan puntos discrepantes
para sembrar semillas de discordia, descontento y duda. Es contraproducente forzar a otros a que crean
como nosotros. Es mejor hablarles de nuestra entrega personal a Cristo y lo que
Él ha hecho por nosotros. Después de todo, ¿quién puede refutarnos eso? El
Espíritu Santo se encargará de hacer el resto.
El testimonio de Jesús era confiable porque
vino del cielo y hablaba de lo que vio allí. Sus palabras eran las mismas de
Dios.
Toda nuestra vida
espiritual depende de cómo respondamos a una sola pregunta: "¿Quién es
Jesucristo?" Si aceptamos a Jesús únicamente como un profeta o un maestro,
tendremos que rechazar su enseñanza, puesto que El declaró que era el Hijo de
Dios, incluso que era Dios mismo. La esencia del Evangelio de Juan es la verdad
dinámica de que Jesucristo es el Hijo de Dios, el Mesías, el Salvador, el que
fue desde el principio y seguirá viviendo para siempre. Este mismo Jesús nos ha
invitado a aceptarlo y vivir con El eternamente. Cuando entendemos quién es
Jesús, nos sentimos obligados a creer lo que dijo.
Jesús dice que todo el
que cree en El tiene (no dice que tendrá) vida eterna. La
vida eterna se recibe cuando uno se une a la vida de Dios, la cual por
naturaleza es eterna. Así que la vida eterna comienza en el momento del
nacimiento espiritual.
Juan, el escritor de este Evangelio, demostró
que Jesús es el verdadero Hijo de Dios. Establece ante nosotros la gran
alternativa en la vida. A nosotros nos toca elegir hoy a quién obedeceremos y Dios quiere que lo elijamos a El. Postergar
nuestra elección es decidir no seguir a Cristo. La indecisión es una decisión
fatal.
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