INTRODUCCIÓN
2Pedro 1:3 Dios utilizó su poder
para darnos todo lo que necesitamos, y para que vivamos como él quiere. Dios
nos dio todo eso cuando nos hizo conocer a Jesucristo. Por medio de él, nos
eligió para que seamos parte de su reino maravilloso.
La fe une verdaderamente a Cristo con el cristiano
débil y con el fuerte, purifica
realmente el corazón de uno y del otro, todo creyente sincero es justificado ante
Dios por su fe. La fe obra santidad y produce efectos en el alma que ninguna
otra gracia puede producir. En Cristo habita toda la plenitud, el perdón, la
paz, la gracia y el conocimiento. Todos los nuevos conocimientos que recibimos
son así dados por medio del Espíritu Santo.
Las promesas para quienes somos
partícipes de la naturaleza divina nos harán examinar si son realmente
renovadas en el espíritu de nuestra mente, volvamos todas estas ofrendas en
oraciones por la gracia transformadora y purificadora del Espíritu Santo. Debemos
agregar conocimiento a nuestra virtud,
incrementar la familiaridad con toda la verdad y la voluntad de Dios, gracias
al apoyo del Espíritu para comprender y conocer a través de la Palabra de Dios
en la Biblia las verdades que el Señor está dispuesto a revelar a todos los que
buscan sabiduría. Debemos agregar templanza al conocimiento, moderación por las cosas mundanas y a la
templanza debemos agregar paciencia o alegre sometimiento a la voluntad de
Dios. La tribulación produce paciencia por la cual soportamos todas las
calamidades y las pruebas en silencio y sumisión. A la paciencia debemos
agregar piedad esto incluye los venerables afectos y disposiciones hallados en
el verdadero adorador de Dios, con tierno afecto por todo sus semejantes
cristianos que son hijos del mismo Padre, siervos del mismo Amo, miembros de la
misma familia, extranjeros en este mundo, viajeros al mismo país celestial,
herederos del mismo legado. Por lo tanto, los cristianos debemos aplicarnos para
alcanzar la seguridad de nuestra vocación y elección, creyendo y haciendo el
bien y batallar en ello cuidadosamente, es un argumento firme de la gracia y
misericordia de Dios, que nos sostiene para que no caigamos en el camino.
Podremos tropezar, pero siempre acudimos a nuestro Ayudador para que nos cure.
Los que somos diligentes en la
obra del Señor, tendremos una entrada triunfal en el reino eterno donde reina
Cristo y nosotros reinaremos con Él para siempre jamás y es en la práctica de
toda buena obra, los frutos de fe que se esperan de todos los que hemos nacido
de nuevo, donde debemos esperar entrar al cielo.
Nos comprometemos fundamentados en la creencia de la verdad,
para que no seamos llevados por cualquier viento de doctrina y especialmente,
en la verdad que necesitamos saber en nuestro día lo que corresponde a nuestra
paz, y que se opone a nuestro tiempo. El cuerpo no es sino un tabernáculo o
tienda del alma. Es una vivienda vil y móvil. Nada puede dar tanta compostura en la
perspectiva o en la hora de la muerte como saber que seguimos fiel y
sencillamente al Señor Jesús, y buscamos su gloria. Los que temen al Señor,
hablan de su paciencia. Este es el modo de diseminar el conocimiento del Señor,
y por la palabra escrita ellos son capacitados para hacer esto.
El evangelio no es algo débil, pero llega con
poder, Romanos
1:16 No me da vergüenza anunciar esta buena
noticia. Gracias al poder de Dios, todos los que la escuchan y creen en Jesús
son salvados; no importa si son judíos o no lo son. (TLA) La ley
pone ante nosotros nuestro miserable estado por el pecado, pero nos deja ahí.
Descubre nuestra enfermedad, pero no da a conocer la cura, no nos enseña el
remedio. Ver a Jesús crucificado es lo que sana el alma.
Tratar de desengañar al mundano
codicioso de su avaricia, unos gramos de oro pesan más que todas las razones. Intentar
apagar la ira con argumentos a un hombre furioso, que no tiene paciencia para
oírlos. Pensar de detener al libertino, una sonrisa es más fuerte para él, que
toda razón. Pero llegar con el Evangelio y exhortarles con la preciosa sangre
de Jesucristo, derramada para salvar sus almas del infierno, para perdonar sus
pecados y darles vida eterna. Este es el
Verdadero Evangelio de Jesús, la Palabra poderosa que hace confesar a los
hombres buenos que sus corazones ardían por dentro, y a los malos, como Agripa,
decir que casi fueron persuadidos a ser cristianos, Hechos 26: 28 Agripa le contestó: — ¿En tan poco tiempo piensas que puedes
convencerme de ser cristiano?
Dios se complace bien con
Cristo y con nosotros en Él. Este es el Mesías que fue prometido, a través del
cual todos los que creemos en Él seremos aceptados y salvados.
La verdad y la realidad del
evangelio son también anunciadas por los profetas y escritores del Antiguo
Testamento, que hablaron y escribieron bajo la influencia del Espíritu de Dios,
y conforme a su dirección.
¡Qué firme y segura debe ser
nuestra fe, que tiene una palabra tan firme y segura sobre la cual apoyarse!
Cuando la luz de la Escritura el Espíritu
Santo de Dios lanza como dardo a la mente ciega y al entendimiento
entenebrecido, es como la aurora que irrumpe, avanza y se difunde por toda el
alma hasta que el día es perfecto. Como la Escritura es la revelación de la
mente y de la voluntad de Dios, todo hombre debe escudriñarla para entender su
sentido y significado. El cristiano sabe que el libro de la Biblia es la
palabra de Dios, en el cual saborea la dulzura, y siente el poder, y ve la
gloria verdaderamente divina. Y las profecías ya cumplidas en la persona y
salvación de Cristo, y en los grandes intereses de la iglesia y el mundo,
forman una prueba incuestionable de la verdad del cristianismo. El Espíritu
Santo inspiró a hombres santos para hablar y escribir. Él asistió así y los
dirigió para entregar lo que ellos habían recibido de Él, para que ellos
expresaran claramente lo que daban a conocer. Así que las Escrituras son para
ser contadas como las palabras del Espíritu Santo y toda la claridad y
simpleza, todo el poder y toda la propiedad de las palabras y expresiones,
vienen de Dios. Mezclemos la fe con lo que encontremos en las Escrituras, y
estimemos y reverenciemos la Biblia como libro escrito por hombres santos
enseñados por el Espíritu Santo.
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