Es
muy deseable que cuando haya un matrimonio Cristo lo reconozca y lo bendiga.
Los que quieran tener a Cristo consigo en su matrimonio deben invitarlo por
medio de la oración y Él vendrá. Mientras estamos en este mundo nos hallamos, a
veces, en aprietos aun cuando creemos estar en abundancia. Había una necesidad
en la fiesta de bodas. Los que son dados a preocuparse por las cosas del mundo
deben esperar problemas y contar con el desencanto. Cuando hablamos a Cristo
debemos exponer con humildad nuestro caso ante Él y, luego, encomendarnos a Él
para que haga como le plazca.
No
hubo falta de respeto en la respuesta de Cristo a su madre. Usó la misma
palabra cuando le habló con afecto desde la cruz, pero es testimonio presente
contra la idolatría de las épocas posteriores que rinde honores indebidos a su
madre.
Su
hora llega cuando no sabemos qué hacer. La tardanza de la misericordia no es
una negación de las oraciones. Los que esperamos los favores de Cristo debemos
obedecer sus órdenes con prontitud. El camino del deber es el camino a la
misericordia, y no hay que objetar los métodos de Cristo.
El
primero de los milagros de Moisés fue convertir agua en sangre, Éxodo 7: 20
Y Moisés y Aarón hicieron como Jehová lo mandó; y
alzando la vara golpeó las aguas que había en el río, en presencia de Faraón y
de sus siervos; y todas las aguas que había en el río se convirtieron en sangre.
El
principio de los milagros de Cristo fue convertir agua en vino, lo cual puede
recordarnos la diferencia que hay entre la ley de Moisés y el evangelio de
Cristo. Él demuestra que beneficia con consuelos de la creación a todos los
creyentes verdaderos y que a ellos los convierte en verdadero consuelo. Las
obras de Cristo son todas para bien. ¿Ha convertido nuestra agua en vino, nos
dio conocimiento y gracia? Es para aprovecharlo, por tanto, saquemos ahora y apliquémoslo.
Era el mejor vino. Las obras de Cristo se recomiendan por sí mismas aun ante
quienes no conocen a su Autor.
Lo que es producido por milagro siempre ha
sido lo mejor de su clase. Aunque con esto Cristo permite el uso correcto del
vino, no anula en lo más mínimo su advertencia de que nuestros corazones, en
ningún momento, se carguen con glotonería ni embriaguez, Lucas 21:34 Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no
se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de
repente sobre vosotros aquel día.
Aunque no tenemos que ser empalagosos para
festejar con nuestras amistades en ocasiones apropiadas, de todos modos, toda
reunión social debe realizarse de tal modo que podamos invitar a reunirse con
nosotros al Redentor, si ahora estuviera en la tierra, toda liviandad, lujuria
y exceso le ofenden.
La
primera obra pública en que hayamos a Cristo es expulsar del templo a los
cambistas que los codiciosos sacerdotes y dirigentes apoyaban para que
convirtieran en mercado sus atrios. Los que ahora hacen de la casa de Dios un
mercado, son los que tienen sus mentes llenas con el interés por los negocios
del mundo cuando asisten a los ejercicios religiosos de esas macro iglesias o
los que desempeñan oficios divinos por amor a una ganancia, vendiendo los dones
del Espíritu y la unción.
Habiendo
purificado el templo, Cristo dio una señal a los que le pidieron que probara su
autoridad para actuar. Anuncia su muerte por la maldad de los judíos. Destruid
este templo. Yo os permitiré destruirlo. Anuncia su resurrección por su propio
poder. En tres días lo levantaré. Cristo volvió a la vida por su poder. Los
hombres se equivocan cuando entienden literalmente cuando las Escrituras hablan
figuradamente. Cuando Jesús resucitó de entre los muertos, sus discípulos recordaron
que había dicho esto. Mucho ayuda a nuestro entendimiento de la palabra divina
que observemos el cumplimiento de las Escrituras.
Nuestro
Señor conoce a todos los hombres, su naturaleza, sus disposiciones, sus afectos
y sus intenciones, de una manera que nosotros no conocemos a nadie, ni siquiera
a nosotros mismos. Conoce a sus astutos enemigos, y todos sus proyectos
secretos, a sus amigos falsos y su verdadero carácter. Él sabe quiénes son
verdaderamente suyos, conoce su rectitud, y conoce sus debilidades. Sabemos lo
que los hombres hacen, Cristo sabe lo que hay en ellos, Él prueba el corazón.
Cuidado con una fe muerta o una profesión de fe formal. No hay que confiar en
los profesantes carnales y vacíos, y aunque los hombres se impongan a otros o a
sí mismos, no pueden imponerse al Dios que escudriña el corazón.
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