} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: SER TESTIGOS

sábado, 23 de agosto de 2014

SER TESTIGOS




Hechos 1:8  pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

PODER   dunamis (δύναμις), poder: usado relativamente, denota capacidad inherente, capacidad de llevar cualquier cosa a cabo «capacidad»; utilizado en sentido absoluto, denota: poder para obrar, para llevar algo a cabo
En ocasiones se utiliza, por metonimia, de personas y cosas, p.ej., de Dios.
Kratos (κράτος), fuerza, poder; más especialmente poder manifestado. Se traduce «poder.
TESTIFICAR, TESTIGO   Martureo (μαρτυρέω) ,  se traduce con el verbo testifica:   «test ificamos»;   «testifica»;   «testifico»;   «testifica»; «que testifiques»; «testificarlo»; «testificada»; «hemos testificado»; «testificamos»;«ha testificado»;«testifico». Epimartureo (πιμαρτυρέω), dar testimonio a; forma intensificada   Se traduce «testificando».  Marturomai (μαρτύρομαι), significa primariamente convocar como testigo, luego, dar testimonio; en ocasiones con la sugerencia de una solemne declaración o protesta. Se traduce con el verbo testificar: «otra vez testifico» (: «otra vez vuelvo a protestar»); se traduce «os protesto»  «dando testimonio» «requiero» ;«os encargábamos» «protestábamos».  Diamarturomai (διαμαρτύρομαι) , testificar o protestar solemnemente; Se traduce testificar  «testifique»; «testificaba»;«habiendo testificado»; «testificásemos»; «testificando»; «has testificado»; «testificaba»;  «hemos … testificado»  «testificó». Sunepimartureo (συνεπιμαρτυρέω), denota unirse a otros en un testimonio («testificando Dios juntamente con ellos» («atestiguando juntamente con»;  «testificando… con»). Katamartureo (καταμαρτυρέω), denota testificar en contra (kata); acusar; Reina, 1569, traduce «testifican contra»). Promarturomai (προμαρτύρομαι), testificar de antemano. Se emplea «el cual anunciaba de antemano» («el cual pronunciaba»;   «cuando de antemano daba testimonio»;  «testificando de antemano»).

Vemos en el versículo anterior a este,7, como los discípulos se apresuraron para preguntar lo que su Maestro nunca les mandó ni les animó a buscar. Intentaron saber del futuro prediciendo los tiempos. Meterse en ese mundo es una imprudencia que se paga cara.
Conozco personas que por meterse en el mundo de lo desconocido, terminaron sus días alejados de Dios, envueltos en la locura mental. Otras continúan descarriadas por las ganancias que les produce la astrología. Gracias a Dios nos ha ayudado a  mantenernos al margen y seguir en el camino.
Nuestro Señor sabía que su ascensión y la enseñanza del Espíritu Santo pronto pondrían fin a esas expectativas y, por tanto, sólo los reprendió, pero esto es una advertencia para nosotros, su Iglesia de todos los tiempos; debemos cuidarnos de desear conocimientos prohibidos. Había dado instrucciones a sus discípulos para que cumplieran su deber, tanto antes de su muerte y desde su resurrección, y este conocimiento basta para el cristiano. Basta que Él se haya propuesto dar a los creyentes una fuerza igual a sus pruebas y servicios, que, bajo el poder del Espíritu Santo, seamos de una u otra manera testigos de Cristo en la tierra, mientras en el cielo Él cuida con perfecta sabiduría, verdad y amor de sus intereses, de todos nosotros, aunque para ello permita que seamos perseguidos. No podemos entenderlo, pero como ocurrió con la iglesia primitiva así, a veces es necesario que su iglesia sea perseguida para que el remanente sea fiel.
Cuando nos quedamos mirando y ocupados en nimiedades, discutiendo sobre verdades y opiniones que en nada edifican, que el pensar en la segunda venida de nuestro Maestro nos estimule y despierte, cuando nos quedemos mirando y temblando, que nos consuelen y animen. Que nuestra expectativa así sea constante y jubilosa, poniendo diligencia en ser hallados irreprensibles por Él.

Pero si alguien está afligido, ore; eso acallará sus preocupaciones y temores. Ahora tenían una gran obra que hacer y, antes que la empezaran, oraron fervientemente a Dios pidiendo su presencia. Esperando el derramamiento del Espíritu y abundando en oración. Los que están orando son los que están en mejor situación para recibir bendiciones espirituales. Cristo había prometido enviar pronto al Espíritu Santo; esa promesa no tenía que eliminar la oración, sino vivificarla y alentarla. Un grupo pequeño unido en amor, de conducta ejemplar, ferviente para orar, y sabiamente celoso para el progreso de la causa de Cristo, probablemente crezca con rapidez de la mano del Señor. Ve con buenos ojos esa relación cercana que produce la comunión mientras hablamos con Él con toda confianza sabiendo que nos escucha, sabiendo por fe que estamos en su presencia, sabiendo que la fe produce el creer y este da paso al entendimiento.
Bien puede decirse entonces que creo para poder entender la Palabra de Dios, y que ese conocimiento me llevará a saber un poco más de cómo asemejarme al carácter de Cristo.
 La gran noticia de la que los apóstoles debían atestiguar ante el mundo era la resurrección de Cristo, porque era la gran prueba de que Él es el Mesías, y el fundamento de nuestra esperanza en Él. Los apóstoles fueron ordenados, no para asumir dignidades y poderes mundanales, sino para predicar a Cristo y el poder de su resurrección.
Se efectuó una apelación a Dios: “Tú, Señor, que conoces los corazones de todos”, cosa que nosotros no, y es mejor que ellos conozcan el suyo. Es adecuado que Dios escoja a sus siervos y, en la medida que Él, por las disposiciones de su providencia o los dones del Espíritu, muestra a quien ha escogido, o qué ha escogido para nosotros, debemos adecuarnos a su voluntad. Reconozcamos su mano en la determinación de cada cosa que nos sobrevenga, especialmente en alguna comisión que nos sea encargada.
   El libro de Hechos continúa la historia que Lucas empezó en su Evangelio, abarcando los treinta años posteriores a la ascensión de Jesús. En este corto período, la iglesia se estableció y el evangelio de salvación se llevó por el mundo, inclusive a la capital del Imperio Romano. Los predicadores, gente común con debilidades y limitaciones, como nosotros, fueron revestidos de poder por el Espíritu Santo para difundir las buenas noticias al "mundo entero".  Por Hechos aprendemos sobre la naturaleza de la Iglesia y también a cómo revertir el mundo. En este libro vemos todas las vivencias y ejemplos que pasaron para que nos sirvan como espejo donde mirarnos.

  El primer libro de Lucas fue su Evangelio. Lo dedicó también a Teófilo, nombre que significa "uno que ama a Dios".  

  Los versículos 1 al 11 son el nexo entre los hechos narrados en los Evangelios y los que marcan el comienzo de la iglesia primitiva. Jesús pasó cuarenta días enseñando a sus discípulos, los que experimentaron un cambio total. Antes de esto discutieron unos con otros, abandonaron a su Señor y uno de ellos (Pedro) incluso negó que le conociera. Después de una serie de reuniones con el Cristo resucitado, los discípulos hallaron la respuesta a muchas de sus preguntas; llegaron a convencerse en relación con la resurrección, aprendieron del Reino de Dios y la fuente de su poder: el Espíritu Santo. A través de la lectura de la Biblia podemos sentarnos junto al Cristo resucitado en su escuela de discipulado. Creyendo en El recibimos el poder del Espíritu Santo y nos convertimos en personas renovadas. Al reunirnos con otros cristianos en su Iglesia podemos tomar parte en su obra aquí en la tierra.

  Lucas dice que los discípulos fueron testigos presenciales de todo lo sucedido a Jesucristo, su vida antes de la crucifixión y los cuarenta días posteriores donde les enseñó más acerca del Reino de Dios. Todavía en la actualidad hay personas que dudan de la resurrección de Jesús. Pero El se apareció a sus discípulos en muchas ocasiones luego de su resurrección, probando que estaba vivo. Es patente el cambio que la resurrección hizo en la vida de los discípulos. Durante el momento de su muerte estaban temerosos, desilusionados e incluso temían por sus vidas. Luego de la resurrección dejaron de temer y arriesgaron todo por esparcir alrededor del mundo las buenas noticias acerca de Él. Enfrentaron prisiones, castigo físico, rechazo y martirio, pero nunca comprometieron su misión. Estos hombres no hubieran arriesgado su vida por algo que fuera un fraude. Sabían que Jesús resucitó de la muerte y la iglesia primitiva se encendió con su entusiasmo para proclamar la noticia a otros. Es importante saber que podemos confiar en su testimonio. Veinte siglos después, todavía podemos tener la certeza de que nuestra fe se basa en hechos.

  Jesús explicó que con su venida se inauguró el Reino de Dios. Al ascender a los cielos, el Reino de Dios permanecería en los corazones de todos los creyentes mediante la presencia del Espíritu Santo. Pero el Reino de Dios no se desarrollará por completo hasta que Jesús venga de nuevo a juzgar a todas las personas y a quitar todo lo malo del mundo. Antes de que esto suceda, los creyentes deben ocuparse en proclamar el Reino de Dios alrededor del mundo. El libro de Hechos narra cómo empezó esto. Nosotros debemos continuar el trabajo que la iglesia primitiva comenzó.

  La Trinidad es una descripción de la relación única del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Si Jesús hubiera permanecido en la tierra, su presencia física habría limitado la difusión del evangelio, ya que físicamente solo podría estar en un solo lugar al mismo tiempo. Después de su ascensión podría estar presente espiritualmente en todo lugar a través del Espíritu Santo. El Espíritu Santo se envió de manera que Dios estuviera con sus seguidores y en ellos después que Jesús ascendió al cielo. Su Espíritu los reconfortaría y guiaría a la verdad, permaneciendo en ellos las palabras de Jesús, dándoles las palabras oportunas y llenándolos con poder.

  En Pentecostés   el Espíritu Santo estuvo a la disposición de todos los que creyeran en Jesús. Nosotros recibimos el Espíritu Santo cuando recibimos a Jesucristo. El bautismo del Espíritu Santo debe entenderse a la luz de su obra total en los cristianos.
(1) El Espíritu Santo marca el comienzo de la experiencia cristiana. No podemos pertenecer a Cristo sin su Espíritu (Romanos_8:9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.); no podemos estar unidos a Cristo sin su Espíritu (1Corintios_6:17 Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él.); no podemos ser adoptados como sus hijos sin su Espíritu ( Gálatas 4:6-7   6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! 7  Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.); no podemos estar en el cuerpo de Cristo excepto por el Espíritu (1Corintios_12:13  Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. ).
(2) El Espíritu es el poder de nuestra nueva vida. Empieza el largo proceso de una vida de cambios para asemejarnos más a Cristo (Galatas_3:3  ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?
; Filipenses_1:6  estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;). Cuando recibimos a Cristo por la fe, empezamos una relación personal e inmediata con Dios. El Espíritu Santo obra en nosotros para ayudarnos a ser como Cristo.
(3) El Espíritu une comunidades cristianas en Cristo (Efesios_2:19-22  19Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, 20  edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, 21  en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; 22  en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu). Todos pueden experimentar el Espíritu Santo y El obrar a través de todos (1Corintios_12:11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere; Efesios_4:4  un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación).

  Durante los años de ministerio de Jesús sobre la tierra, los discípulos se preguntaban continuamente sobre su Reino. ¿Cuándo vendrá? ¿Cuál sería su papel? Desde el punto de vista tradicional, el Mesías sería un conquistador terrenal, que libraría a Israel de Roma. Pero el reino al que se refería Jesús era uno espiritual, establecido en los corazones y vidas de los creyentes (Lucas_17:21  ni dirán: Helo aquí, o helo allí;  porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros.). La presencia y el poder de Dios permanecen en los creyentes en la persona del Espíritu Santo.

  Como otros judíos, los discípulos vivían disgustados al verse sometidos al Imperio Romano. Querían que Jesús liberara a Israel del poder romano y que luego llegara a ser Rey. Jesús explicó que Dios el Padre establece el tiempo en que deben ocurrir los hechos a nivel personal, nacional o mundial. Si queremos cambios y vemos que Dios no los hace de inmediato, no nos impacientemos. Confiemos en el tiempo de Dios. El Señor no necesita reloj, su tiempo no es nuestro tiempo.

  El poder del Espíritu Santo no lo limita la energía ordinaria, involucra valor, entrega, confianza, conocimiento, habilidad y autoridad. Los discípulos necesitarían de todo esto para cumplir con su misión. Si nosotros creemos en Jesucristo, podemos experimentar el poder del Espíritu Santo en nuestra vida.

  Jesucristo prometió a los apóstoles que recibirían el poder para ser testigos después que recibieran el Espíritu Santo. Este fue el proceso: (1) recibieron el Espíritu Santo; (2) les dio poder; y (3) fueron testigos con resultados extraordinarios. Nosotros a menudo tratamos de invertir el orden y testificamos dependiendo de nuestro propio poder y autoridad. Testificar no es mostrar lo que podemos hacer por Dios, sino mostrar y decir lo que Dios ha hecho por nosotros.

  Jesús instruyó a sus discípulos para que fueran testigos a las personas de todas las naciones acerca de Él (Mat_28:19-20  19  Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
 20  enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. ). Pero se les dijo que debían esperar antes la venida del Espíritu Santo (Lucas_24:49 He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto. ). Dios tiene una labor importante que quiere que  hagamos en su nombre, pero debemos desarrollarla por el poder del Espíritu Santo. A menudo nos gusta cumplir con la tarea, aunque esto signifique ir delante de Dios. Pero algunas veces la espera es parte del plan de Dios. ¿Estamos esperando y escuchando las instrucciones completas de Dios o nos anteponemos a sus planes? Necesitamos el tiempo y el poder de Dios para ser en verdad eficaces.

 El evangelio se esparce, geográficamente, desde Jerusalén hasta Judea y Samaria, y por último se ofrecería a los gentiles en otras partes de la tierra. El evangelio de Dios no ha llegado a su destino final si alguien en nuestra familia, en el centro de trabajo, el colegio o la comunidad no ha oído acerca de Jesucristo. Asegurémonos de contribuir, de alguna manera, al círculo de esparcimiento del mensaje de amor de Dios.

Luego de su resurrección, después de estar cuarenta días con sus discípulos. Jesús ascendió al cielo. Dos ángeles anunciaron a los discípulos que un día Jesús volvería de la misma forma en que se fue: corporal y visiblemente. La historia no es casual ni cíclica, está en movimiento hacia un punto específico: la venida de Jesús para juzgar y ejercer autoridad sobre la tierra. Nosotros debemos estar listos para esta venida sorpresiva (1Thesalonoicenses_5:2  Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche), no parados "contemplando los cielos", sino trabajando con ardor en difundir el evangelio de manera que otros sean capaces de recibir las grandes bendiciones de Dios.

  Después de la ascensión de Cristo al cielo, los apóstoles regresaron de inmediato a Jerusalén y se reunieron para orar. Jesús les dijo que el Espíritu Santo vendría sobre ellos dentro de no muchos días, de manera que tenían que esperar en oración. Cuando   enfrentemos una tarea difícil, una decisión importante, un dilema confuso, el primer paso debe ser orar por el poder y la dirección del Espíritu Santo. No  nos apresuremos en el trabajo a tomar decisiones sin contar con su intercesión; el  primer paso debe ser orar a fin de que el poder del Espíritu Santo nos guie en tales circunstancias de cómo actuar cuando debemos tomar decisiones importantes. Determinemos un criterio lógico basado en la Biblia, examinemos las alternativas y oremos pidiendo sabiduría y guía en busca de una decisión sabia.

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