Hechos 1:8 pero recibiréis poder, cuando haya venido
sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último
de la tierra.
PODER
dunamis (δύναμις), poder: usado relativamente, denota capacidad
inherente, capacidad de llevar cualquier cosa a cabo «capacidad»; utilizado en sentido
absoluto, denota: poder para obrar, para llevar algo a cabo
En ocasiones se utiliza, por
metonimia, de personas y cosas, p.ej., de Dios.
Kratos (κράτος),
fuerza, poder; más especialmente poder manifestado. Se traduce «poder.
TESTIFICAR,
TESTIGO Martureo
(μαρτυρέω) , se traduce con el verbo testifica: «test ificamos»; «testifica»; «testifico»; «testifica»; «que testifiques»; «testificarlo»;
«testificada»; «hemos testificado»; «testificamos»;«ha testificado»;«testifico».
Epimartureo (ἐπιμαρτυρέω), dar testimonio a; forma intensificada Se
traduce «testificando». Marturomai (μαρτύρομαι),
significa primariamente convocar como testigo, luego, dar testimonio; en
ocasiones con la sugerencia de una solemne declaración o protesta. Se traduce
con el verbo testificar: «otra vez testifico» (: «otra vez vuelvo a
protestar»); se traduce «os protesto» «dando testimonio» «requiero» ;«os
encargábamos» «protestábamos». Diamarturomai (διαμαρτύρομαι) , testificar o protestar
solemnemente; Se traduce testificar «testifique»; «testificaba»;«habiendo
testificado»; «testificásemos»; «testificando»; «has testificado»; «testificaba»;
«hemos … testificado» «testificó». Sunepimartureo (συνεπιμαρτυρέω),
denota unirse a otros en un testimonio («testificando Dios juntamente con
ellos» («atestiguando juntamente con»; «testificando…
con»). Katamartureo (καταμαρτυρέω), denota testificar en contra (kata); acusar; Reina, 1569, traduce
«testifican contra»). Promarturomai
(προμαρτύρομαι), testificar de
antemano. Se emplea «el cual anunciaba de antemano» («el cual pronunciaba»; «cuando de antemano daba testimonio»; «testificando de antemano»).
Vemos en el versículo anterior a
este,7, como los discípulos se apresuraron para preguntar lo que su Maestro nunca
les mandó ni les animó a buscar. Intentaron saber del futuro prediciendo los
tiempos. Meterse en ese mundo es una imprudencia que se paga cara.
Conozco personas que por meterse
en el mundo de lo desconocido, terminaron sus días alejados de Dios, envueltos
en la locura mental. Otras continúan descarriadas por las ganancias que les
produce la astrología. Gracias a Dios nos ha ayudado a mantenernos al margen y seguir en el camino.
Nuestro Señor sabía que su
ascensión y la enseñanza del Espíritu Santo pronto pondrían fin a esas
expectativas y, por tanto, sólo los reprendió, pero esto es una advertencia
para nosotros, su Iglesia de todos los tiempos; debemos cuidarnos de desear
conocimientos prohibidos. Había dado instrucciones a sus discípulos para que
cumplieran su deber, tanto antes de su muerte y desde su resurrección, y este
conocimiento basta para el cristiano. Basta que Él se haya propuesto dar a los
creyentes una fuerza igual a sus pruebas y servicios, que, bajo el poder del
Espíritu Santo, seamos de una u otra manera testigos de Cristo en la tierra,
mientras en el cielo Él cuida con perfecta sabiduría, verdad y amor de sus
intereses, de todos nosotros, aunque para ello permita que seamos perseguidos.
No podemos entenderlo, pero como ocurrió con la iglesia primitiva así, a veces
es necesario que su iglesia sea perseguida para que el remanente sea fiel.
Cuando nos quedamos mirando y
ocupados en nimiedades, discutiendo sobre verdades y opiniones que en nada
edifican, que el pensar en la segunda venida de nuestro Maestro nos estimule y
despierte, cuando nos quedemos mirando y temblando, que nos consuelen y animen.
Que nuestra expectativa así sea constante y jubilosa, poniendo diligencia en
ser hallados irreprensibles por Él.
Pero si alguien está afligido,
ore; eso acallará sus preocupaciones y temores. Ahora tenían una gran obra que
hacer y, antes que la empezaran, oraron fervientemente a Dios pidiendo su
presencia. Esperando el derramamiento del Espíritu y abundando en oración. Los
que están orando son los que están en mejor situación para recibir bendiciones
espirituales. Cristo había prometido enviar pronto al Espíritu Santo; esa
promesa no tenía que eliminar la oración, sino vivificarla y alentarla. Un grupo
pequeño unido en amor, de conducta ejemplar, ferviente para orar, y sabiamente
celoso para el progreso de la causa de Cristo, probablemente crezca con rapidez
de la mano del Señor. Ve con buenos ojos esa relación cercana que produce la
comunión mientras hablamos con Él con toda confianza sabiendo que nos escucha,
sabiendo por fe que estamos en su presencia, sabiendo que la fe produce el
creer y este da paso al entendimiento.
Bien puede decirse entonces que
creo para poder entender la Palabra de Dios, y que ese conocimiento me llevará
a saber un poco más de cómo asemejarme al carácter de Cristo.
La gran noticia de la que los apóstoles
debían atestiguar ante el mundo era la resurrección de Cristo, porque era la
gran prueba de que Él es el Mesías, y el fundamento de nuestra esperanza en Él.
Los apóstoles fueron ordenados, no para asumir dignidades y poderes mundanales,
sino para predicar a Cristo y el poder de su resurrección.
Se efectuó una apelación a Dios:
“Tú, Señor, que conoces los corazones de todos”, cosa que nosotros no, y es
mejor que ellos conozcan el suyo. Es adecuado que Dios escoja a sus siervos y,
en la medida que Él, por las disposiciones de su providencia o los dones del
Espíritu, muestra a quien ha escogido, o qué ha escogido para nosotros, debemos
adecuarnos a su voluntad. Reconozcamos su mano en la determinación de cada cosa
que nos sobrevenga, especialmente en alguna comisión que nos sea encargada.
El libro de Hechos continúa la historia que
Lucas empezó en su Evangelio, abarcando los treinta años posteriores a la
ascensión de Jesús. En este corto período, la iglesia se estableció y el
evangelio de salvación se llevó por el mundo, inclusive a la capital del
Imperio Romano. Los predicadores, gente común con debilidades y limitaciones, como
nosotros, fueron revestidos de poder por el Espíritu Santo para difundir las
buenas noticias al "mundo entero". Por Hechos aprendemos sobre la naturaleza de
la Iglesia y también a cómo revertir el mundo. En este libro vemos todas las
vivencias y ejemplos que pasaron para que nos sirvan como espejo donde
mirarnos.
El primer libro de Lucas fue su Evangelio. Lo
dedicó también a Teófilo, nombre que significa "uno que ama a Dios".
Los versículos 1 al 11 son el nexo entre los
hechos narrados en los Evangelios y los que marcan el comienzo de la iglesia
primitiva. Jesús pasó cuarenta días enseñando a sus discípulos, los que
experimentaron un cambio total. Antes de esto discutieron unos con otros,
abandonaron a su Señor y uno de ellos (Pedro) incluso negó que le conociera. Después
de una serie de reuniones con el Cristo resucitado, los discípulos hallaron la
respuesta a muchas de sus preguntas; llegaron a convencerse en relación con la
resurrección, aprendieron del Reino de Dios y la fuente de su poder: el
Espíritu Santo. A través de la lectura de la Biblia podemos sentarnos junto al
Cristo resucitado en su escuela de discipulado. Creyendo en El recibimos el
poder del Espíritu Santo y nos convertimos en personas renovadas. Al reunirnos
con otros cristianos en su Iglesia podemos tomar parte en su obra aquí en la
tierra.
Lucas dice que los discípulos fueron testigos
presenciales de todo lo sucedido a Jesucristo, su vida antes de la crucifixión
y los cuarenta días posteriores donde les enseñó más acerca del Reino de Dios.
Todavía en la actualidad hay personas que dudan de la resurrección de Jesús.
Pero El se apareció a sus discípulos en muchas ocasiones luego de su
resurrección, probando que estaba vivo. Es patente el cambio que la
resurrección hizo en la vida de los discípulos. Durante el momento de su muerte
estaban temerosos, desilusionados e incluso temían por sus vidas. Luego de la
resurrección dejaron de temer y arriesgaron todo por esparcir alrededor del
mundo las buenas noticias acerca de Él. Enfrentaron prisiones, castigo físico,
rechazo y martirio, pero nunca comprometieron su misión. Estos hombres no
hubieran arriesgado su vida por algo que fuera un fraude. Sabían que Jesús
resucitó de la muerte y la iglesia primitiva se encendió con su entusiasmo para
proclamar la noticia a otros. Es importante saber que podemos confiar en su
testimonio. Veinte siglos después, todavía podemos tener la certeza de que
nuestra fe se basa en hechos.
Jesús explicó que con su venida se inauguró el
Reino de Dios. Al ascender a los cielos, el Reino de Dios permanecería en los
corazones de todos los creyentes mediante la presencia del Espíritu Santo. Pero
el Reino de Dios no se desarrollará por completo hasta que Jesús venga de nuevo
a juzgar a todas las personas y a quitar todo lo malo del mundo. Antes de que
esto suceda, los creyentes deben ocuparse en proclamar el Reino de Dios
alrededor del mundo. El libro de Hechos narra cómo empezó esto. Nosotros
debemos continuar el trabajo que la iglesia primitiva comenzó.
La Trinidad es una descripción de la
relación única del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Si Jesús hubiera
permanecido en la tierra, su presencia física habría limitado la difusión del
evangelio, ya que físicamente solo podría estar en un solo lugar al mismo
tiempo. Después de su ascensión podría estar presente espiritualmente en todo
lugar a través del Espíritu Santo. El Espíritu Santo se envió de manera que
Dios estuviera con sus seguidores y en ellos después que Jesús ascendió al
cielo. Su Espíritu los reconfortaría y guiaría a la verdad, permaneciendo en
ellos las palabras de Jesús, dándoles las palabras oportunas y llenándolos con
poder.
En Pentecostés el
Espíritu Santo estuvo a la disposición de todos los que creyeran en Jesús.
Nosotros recibimos el Espíritu Santo cuando recibimos a Jesucristo. El bautismo
del Espíritu Santo debe entenderse a la luz de su obra total en los cristianos.
(1) El Espíritu Santo marca el
comienzo de la experiencia cristiana. No podemos pertenecer a Cristo sin su
Espíritu (Romanos_8:9 Mas vosotros no vivís según
la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en
vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.); no
podemos estar unidos a Cristo sin su Espíritu (1Corintios_6:17 Pero el que se une al
Señor, un espíritu es con él.); no podemos ser adoptados como sus hijos
sin su Espíritu ( Gálatas 4:6-7 6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el
Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! 7 Así que ya no eres
esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.);
no podemos estar en el cuerpo de Cristo excepto por el Espíritu (1Corintios_12:13 Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un
cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a
beber de un mismo Espíritu. ).
(2) El Espíritu es el poder de
nuestra nueva vida. Empieza el largo proceso de una vida de cambios para
asemejarnos más a Cristo (Galatas_3:3 ¿Tan necios
sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?
; Filipenses_1:6 estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la
buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;). Cuando
recibimos a Cristo por la fe, empezamos una relación personal e inmediata con
Dios. El Espíritu Santo obra en nosotros para ayudarnos a ser como Cristo.
(3) El Espíritu une comunidades
cristianas en Cristo (Efesios_2:19-22 19Así que ya no sois
extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la
familia de Dios, 20 edificados sobre el
fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo
Jesucristo mismo, 21 en quien todo el
edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;
22 en quien vosotros también sois juntamente edificados para
morada de Dios en el Espíritu). Todos pueden experimentar el Espíritu
Santo y El obrar a través de todos (1Corintios_12:11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu,
repartiendo a cada uno en particular como él quiere; Efesios_4:4 un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en
una misma esperanza de vuestra vocación).
Durante los años de ministerio de Jesús sobre la
tierra, los discípulos se preguntaban continuamente sobre su Reino. ¿Cuándo
vendrá? ¿Cuál sería su papel? Desde el punto de vista tradicional, el Mesías
sería un conquistador terrenal, que libraría a Israel de Roma. Pero el reino al
que se refería Jesús era uno espiritual, establecido en los corazones y
vidas de los creyentes (Lucas_17:21 ni dirán: Helo aquí, o
helo allí; porque he aquí el
reino de Dios está entre vosotros.). La presencia y el poder de Dios
permanecen en los creyentes en la persona del Espíritu Santo.
Como otros judíos, los discípulos vivían
disgustados al verse sometidos al Imperio Romano. Querían que Jesús liberara a
Israel del poder romano y que luego llegara a ser Rey. Jesús explicó que Dios
el Padre establece el tiempo en que deben ocurrir los hechos a nivel personal,
nacional o mundial. Si queremos cambios y vemos que Dios no los hace de
inmediato, no nos impacientemos. Confiemos en el tiempo de Dios. El Señor no
necesita reloj, su tiempo no es nuestro tiempo.
El poder del Espíritu Santo no lo limita la
energía ordinaria, involucra valor, entrega, confianza, conocimiento, habilidad
y autoridad. Los discípulos necesitarían de todo esto para cumplir con su
misión. Si nosotros creemos en Jesucristo, podemos experimentar el poder del
Espíritu Santo en nuestra vida.
Jesucristo prometió a los apóstoles que
recibirían el poder para ser testigos después que recibieran el Espíritu Santo.
Este fue el proceso: (1) recibieron el Espíritu Santo; (2) les dio poder; y (3)
fueron testigos con resultados extraordinarios. Nosotros a menudo tratamos de
invertir el orden y testificamos dependiendo de nuestro propio poder y autoridad.
Testificar no es mostrar lo que podemos hacer por Dios, sino mostrar y decir lo
que Dios ha hecho por nosotros.
Jesús instruyó a sus discípulos para que
fueran testigos a las personas de todas las naciones acerca de Él (Mat_28:19-20 19
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo;
20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y
he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
). Pero se les dijo que debían esperar antes la venida del Espíritu Santo (Lucas_24:49
He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre
vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis
investidos de poder desde lo alto. ). Dios tiene una labor importante
que quiere que hagamos en su nombre,
pero debemos desarrollarla por el poder del Espíritu Santo. A menudo nos gusta
cumplir con la tarea, aunque esto signifique ir delante de Dios. Pero algunas
veces la espera es parte del plan de Dios. ¿Estamos esperando y escuchando las
instrucciones completas de Dios o nos anteponemos a sus planes? Necesitamos el
tiempo y el poder de Dios para ser en verdad eficaces.
El evangelio se esparce,
geográficamente, desde Jerusalén hasta Judea y Samaria, y por último se
ofrecería a los gentiles en otras partes de la tierra. El evangelio de Dios no
ha llegado a su destino final si alguien en nuestra familia, en el centro de
trabajo, el colegio o la comunidad no ha oído acerca de Jesucristo. Asegurémonos
de contribuir, de alguna manera, al círculo de esparcimiento del mensaje de
amor de Dios.
Luego de su resurrección, después
de estar cuarenta días con sus discípulos. Jesús ascendió al cielo. Dos ángeles
anunciaron a los discípulos que un día Jesús volvería de la misma forma en que
se fue: corporal y visiblemente. La historia no es casual ni cíclica, está en
movimiento hacia un punto específico: la venida de Jesús para juzgar y ejercer
autoridad sobre la tierra. Nosotros debemos estar listos para esta venida
sorpresiva (1Thesalonoicenses_5:2 Porque vosotros sabéis
perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche),
no parados "contemplando los cielos", sino trabajando con ardor en
difundir el evangelio de manera que otros sean capaces de recibir las grandes
bendiciones de Dios.
Después de la ascensión de Cristo al cielo,
los apóstoles regresaron de inmediato a Jerusalén y se reunieron para orar.
Jesús les dijo que el Espíritu Santo vendría sobre ellos dentro de no muchos
días, de manera que tenían que esperar en oración. Cuando enfrentemos una tarea difícil, una decisión
importante, un dilema confuso, el primer paso debe ser orar por el poder y la
dirección del Espíritu Santo. No nos apresuremos
en el trabajo a tomar decisiones sin contar con su intercesión; el primer paso debe ser orar a fin de que el poder
del Espíritu Santo nos guie en tales circunstancias de cómo actuar cuando
debemos tomar decisiones importantes. Determinemos un criterio lógico basado en
la Biblia, examinemos las alternativas y oremos pidiendo sabiduría y guía en
busca de una decisión sabia.
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