Obsérvese
el pecado de los judíos después de regresar del cautiverio en Babilonia. Los
empleados por Dios pueden ser sacados de su obra por una tormenta, pero deben
retornar a ella. No dijeron que no construirían un templo sino, no todavía.
Así, pues, los hombres no dicen que nunca se arrepentirán ni se reformarán, ni
serán religiosos sino, no todavía. Así queda sin hacer el gran negocio para
hacer el cual fuimos mandados al mundo. Hay en nosotros la tendencia a pensar
mal de los desalientos en nuestro deber como si fueran una exoneración de
nuestro deber cuando son sólo para probar nuestro coraje y fe. Descuidaron la
edificación de la casa de Dios para tener más tiempo y dinero para las cosas
mundanas.
Para
que el castigo corresponda al pecado, la pobreza que pensaron evitar no
edificando el templo, Dios la trajo por no edificarlo. Se han
pensado muchas buenas obras, pero no se han hecho porque los hombres supusieron
que no había sido el tiempo apropiado.
Así,
pues, los creyentes dejan pasar las oportunidades de ser útiles, y los
pecadores demoran los beneficios para sus almas hasta que es demasiado tarde.
Si
trabajamos sólo para la comida que perece, como aquí los judíos, corremos el
riesgo de perder nuestro esfuerzo, pero estamos seguros que no serán en vano en
el Señor, si trabajamos por la comida que a vida eterna permanece. Si deseamos
tener el consuelo y la continuidad de los goces temporales, debemos tener a
Dios como Amigo nuestro. (Lucas 12: 33 Vended
lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en
los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye)
Cuando
Dios cruza nuestros asuntos temporales y nos topamos con problemas y
desilusiones, encontramos que la causa es que la obra que tenemos que hacer
para Dios y por nuestras almas, se deja sin hacer y buscamos nuestras cosas más
que las cosas de Cristo. ¡Cuántos que dicen que no se pueden dar el lujo de dar
para obras de piedad o caridad, suelen dar diez veces más para gastos
innecesarios en sus casas y en sí mismos! Ajenos a sus propios intereses son
los que se preocupan mucho por adornar y enriquecer sus casas, mientras el
templo de Dios en sus corazones está desperdiciado.
El
gran interés de cada uno es aplicarse al deber necesario de examinarse a sí
mismo y tener comunión con nuestros propios corazones acerca de nuestro estado
espiritual. El pecado es por lo que debemos responder, el deber es lo que
debemos hacer. Pero muchos de los rápidos para mirar los caminos ajenos, son
negligentes con el propio. Si se ha descuidado un deber no hay razón para
seguir descuidándolo. Cualquiera sea la cosa en que Dios se complazca cuando
está hecha, nosotros debemos complacernos en hacerla. Que los que postergaron
su regreso a Dios, retornen con todo su corazón mientras haya tiempo.
El
pueblo regresó a Dios por el camino del deber. Al asistir a los ministros de
Dios debemos respetar a Aquel que los envió. La palabra del Señor tiene éxito
cuando, por su gracia, Él despierta nuestros espíritus para cumplirla. Es en el
día del poder divino que somos hechos voluntarios. Cuando Dios tiene obra que
hacer, encontrará a los hombres o los hará aptos para ella. Cada uno ayudó como
era su habilidad; y esto hicieron con respeto al Señor su Dios.-Los que han
perdido tiempo, tienen que redimirlo; y mientras más tiempo hemos saqueado con
necedad, más apresurados debemos estar. Dios los encontró en el camino de la
misericordia. Los que trabajan para Él, lo tienen a Él consigo; y si Él está
por nosotros, ¿quién puede estar contra nosotros? Esto debiera alentarnos a ser
diligentes.
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