La Palabra de Dios en la Biblia en Santiago capítulo 3 no
habla sobre este órgano del cuerpo:
1 Hermanos míos, no todos
pueden ser maestros entre ustedes pues ya saben que Dios juzgará con más
severidad a los que somos maestros. 2
Todos fallamos mucho, pero el que no cometa errores en lo que dice ha
llegado a la perfección y puede
controlar todo su cuerpo. 3 Nosotros ponemos el freno en la boca del
caballo para que nos obedezca y así poder controlar todo su cuerpo. 4 Con un pequeño timón los pilotos obligan a
grandes barcos a ir a donde ellos quieren que vayan, aun en medio de fuertes
vientos.
5 De la misma manera, la lengua es una pequeña parte del cuerpo, pero presume de grandes
cosas. Hasta un gran bosque puede incendiarse con una pequeña y débil llama de
fuego. 6
La lengua es como la chispa
que prende el fuego. De todas las partes del cuerpo, la lengua es todo un mundo
de maldad, contamina todo el cuerpo. La
lengua incendia todo el curso de nuestra vida y sus llamas vienen del mismo
infierno. 7 Los hombres siempre han
podido domar toda clase de animales:
pájaros, reptiles y peces. 8 Pero ningún
hombre puede domar su lengua. Es
como un mal que no descansa y está llena de veneno mortal. 9 Con la lengua
bendecimos a nuestro Señor y Padre ¡y con ella maldecimos a las personas
que han sido creadas a imagen y semejanza de Dios! 10 De manera que con la misma boca bendecimos y
maldecimos. Eso, hermanos míos, no debería ser así. 11
¿Acaso puede dar un manantial agua dulce y agua amarga al mismo tiempo?
Lashôn (לָשׁוין),
«lengua; lenguaje; habla». Se conjetura que este vocablo podría tener su raíz
en el término «lamer». El nombre se halla en ugarítico, acádico, fenicio y
arábigo. Aparece 115 veces en el Antiguo Testamento hebreo, sobre todo en los
libros poéticos y, en menor grado, en los proféticos.
Su
primera mención es en Génesis
10:5: «De estos, las costas de las naciones se
dividieron en sus tierras, cada uno conforme a su lengua, según sus familias,
en sus naciones».
Perfecto, teleios: De telos, «fin». Teleios se refiere a aquello que ha alcanzado su fin, o sea, a
lo terminado, completo, perfecto. Cuando se aplica a personas, significa
integridad, e incluye la idea de totalidad. Más particularmente, cuando se la
aplica a los creyentes, la palabra denota madurez.
Animal, psuchikos:
Perteneciente a lo natural o físico, no espiritual. Es vivir en el dominio de
los sentidos, interesado solamente en los asuntos de la vida presente. Ser
sensual es identificarse con la concupiscencia, los deseos ilícitos y las
prácticas impuras que exponen a la persona a las fuerzas demoníacas.
Gálatas 5:16 nos amonesta: «Andad en el Espíritu, y no
satisfagáis los deseos de la carne».
La instrucción era una tarea de gran valor y respeto en
la cultura judía. Muchos judíos que abrazaron el cristianismo quisieron ser
maestros. Santiago advirtió que, aunque es bueno pretender enseñar, la responsabilidad es muy grande
porque sus palabras y ejemplo afectan la vida espiritual de los demás. Desde un
púlpito la exhortación requiere mucho estudio, reflexión y lo más importante,
humillarse en oración pidiendo ayuda al Señor.
Es
importante tanto lo que decimos como lo
que no decimos. La apropiada
manera de hablar no es decir solamente las palabras correctas en el momento
oportuno, sino que también incluye controlar los deseos de querer decir lo que
no debemos. Ejemplos del uso incorrecto de la lengua incluyen la murmuración, el
chisme, el menospreciar a otros, la manipulación, la enseñanza falsa, la
exageración, las acusaciones, la lisonja y la mentira. Antes de hablar,
preguntémonos: "¿Es verdad lo que quiero decir, es necesario y es
agradable?"
Santiago compara
el daño que puede causar la lengua con una llama de fuego. La perversidad de la
lengua tiene su origen en el infierno mismo. La lengua sin control puede causar
un terrible daño. Satanás usa la lengua para dividir a las personas e instigar
enfrentamientos. La verdadera fuente del mal que no puede ser refrenado, representado por la lengua, es el infierno de la condenación. De un
lado, la lengua arroja veneno mortal,
del otro, está manipulada por espíritus malignos. El comentario anterior no
significa que la lengua no hable bondades, sino que es frágil y propensa a
hablar el mal por nuestro corazón natural lleno de pecado. Por lo tanto, ningún hombre puede domar la lengua. Con la
ayuda del Espíritu podemos disciplinarnos y llegar a tener cierto dominio
propio, con su ayuda se produce la sujeción
de la naturaleza inferior a la superior, de la entrega del yo al servicio de
Dios y los hombres. . . por nosotros mismos jamás lograríamos un ligero dominio propio, de ahí que debamos entregarnos
y descansar en el Señor, Él conoce nuestra lucha.
En
Proverbios
17:27 podemos leer: El que es
inteligente mide sus palabras; el que es prudente mantiene la calma.
También en Job podemos
leer en:
Job 20:12 Le encanta el mal y lo saborea bajo su lengua.
Job 20:13 Se niega a dejarlo
ir, lo guarda bajo la lengua, como un dulce.
Job
20:14 Pero cuando le llegue
al estómago, se le volverá amargo; como si hubiera tomado un veneno.
Pero Aquel que sabe lo que hay en el corazón, sabe lo que hay bajo la lengua, y lo dejará al descubierto. El amor del mundo y de su riqueza también es maldad, y el hombre pone su corazón en estas cosas. El ego, el orgullo edulcoran la lengua para amargar. El pecado es hecho bilis, lo más amargo que existe, le será veneno.
Pero Aquel que sabe lo que hay en el corazón, sabe lo que hay bajo la lengua, y lo dejará al descubierto. El amor del mundo y de su riqueza también es maldad, y el hombre pone su corazón en estas cosas. El ego, el orgullo edulcoran la lengua para amargar. El pecado es hecho bilis, lo más amargo que existe, le será veneno.
En el libro de
los Salmos
140:1-3 1
Señor, líbrame de los perversos, protégeme de los violentos; 2 de los que están siempre haciendo el mal y
provocando conflictos a cada momento 3 Su lengua es como serpiente venenosa; sus
palabras destilan veneno. Selah*
Más ejemplos de
cómo “la sin hueso” vive. En el Salmo 52:1-5 1 ¿Por
qué tú, hombre poderoso, te enorgulleces de todo el mal que haces? El fiel amor
de Dios es constante.
2
Siempre estás planeando hacer el mal, tu lengua es traicionera como una
navaja afilada.
3
Prefieres el mal al bien, mentir a decir la verdad. Selah* 4 A ti y a tu lengua venenosa les encanta
hacerle daño a la gente. 5 Por eso Dios
te destruirá para siempre; te agarrará y te expulsará de tu vivienda; te
arrancará la vida. Selah
Salmo 64:3 Afilan su lengua como
afilar una espada; lanzan palabras venenosas como si fueran flechas.
Salmo 73:9 Con su boca se enfrentan al cielo y con su lengua dominan la tierra.
Salmo 120:2-3 2 Señor, protégeme de
los labios mentirosos y de la lengua embustera.
3
Mentirosos, ¿qué ganan con mentir? ¿Qué van a recibir de más?
Proverbios
17:20 El de mente
corrompida jamás prosperará; el de lengua mentirosa se meterá en problemas.
Podía poner
multitud de ejemplos, pero todos sabemos y reconocemos que nos puede.
Las palabras
ociosas y aborrecibles son peligrosas porque esparcen rápidamente destrucción y
nadie puede detener los resultados una vez que se han pronunciado. Debemos
tener cuidado con lo que decimos, pensando que más tarde nos podremos
disculpar, ya que el daño permanece.
Imaginemos, lo que decimos es como un clavo que colocamos
en la pared, aunque lo retiremos, el daño está hecho. Podemos taparlo con yeso
a modo de disculpa, pero la herida siempre permanecerá ahí, oculta. Algunas
palabras expresadas con enojo pueden destruir una relación que necesitó años
para establecerse. Antes de hablar, recordemos que las palabras son como el
fuego, que no se les puede controlar ni se puede anular el perjuicio que pueden
causar. La disculpa no puede repara la herida causada.
Si
ningún ser humano puede controlar la lengua, ¿para qué intentarlo? Aunque no
logremos un control perfecto de ella, de todas maneras podemos descubrir cómo
reducir el peligro que pueden provocar nuestras palabras. Es mejor combatir un fuego que ir por los
alrededores prendiendo otros. No estamos
enfrentándonos al fuego de la lengua en nuestras propias fuerzas. El Espíritu
Santo nos dará mayor poder para controlar y supervisar lo que decimos, para que
cuando seamos ofendidos, recordemos el amor de Dios y no reaccionemos de un modo
vengativo. Cuando somos criticados, el Espíritu sanará nuestras heridas para
que no respondamos violentamente con nuestras palabras. Por experiencia,
procuro antes de abrir la boca, pensar que tengo frente a mí a Jesús y me
pregunto si le gustaría dijera, hiciera, respondiera o pensara lo que estoy a
punto de hacer. Pero a veces, debo admitir que el orgullo de la carne me puede,
y peco. Es una lucha sin cuartel que mantendremos mientras vivamos en este
cuerpo pecaminoso.
A
menudo nos desconcierta nuestro lenguaje contradictorio. A veces es correcto y
agrada a Dios pero en otras ocasiones es violento y destructivo. ¿Cuál de estos
refleja nuestra verdadera identidad? La lengua nos da una idea de nuestra
naturaleza humana fundamental. Fuimos hechos a la imagen de Dios, pero también
hemos caído en el pecado. Dios está interesado en cambiarnos de adentro hacia
afuera. Cuando el Espíritu Santo purifica un corazón también da dominio propio
de modo que la persona pueda decir las palabras que agradan a Dios.
¿Hemos conocido a alguien que afirma que es
sabio pero que actúa con necedad? La sabiduría verdadera puede medirse por la
profundidad del carácter de una persona. Así como podemos identificar un árbol
por el tipo de fruto que produce, la forma de las hojas y su color, también podemos
valorar nuestra propia sabiduría por la forma en que actuamos. La necedad
conduce al desorden, pero la sabiduría conduce a la paz y a la bondad. ¿Estamos
tentados a agrandar el conflicto, hacer correr
el chisme o echar leña al fuego de la discordia? Las conversaciones agradables,
así como las palabras prudentes y amorosas, son semillas de paz. Dios ama a los
pacificadores (Mat_5:9 Afortunados los que se esfuerzan por conseguir la paz, porque ellos
serán llamados hijos de Dios).
Es
fácil para nosotros ser atraídos a deseos equivocados por la presión social y,
a veces, por cristianos con buenas intenciones. Buscar la sabiduría de Dios nos
libra de la necesidad de compararnos con los demás y de codiciar lo que ellos
tienen. La verdadera sabiduría de la Palabra de Dios es enseñada
por medio de la blanda humildad de los hombres. El oficio es
noble, pero pocos son aptos para él. Pocos gobiernan la lengua y sólo los que la saben gobernar son aptos
para el enseñar la Palabra. Un maestro
motivado por ambiciones egoístas siempre mentirá contra la verdad.
Al principio se
permitía a todos que enseñasen por turno. Quienes están en posición de enseñar
la Palabra de Dios, serán considerados
responsables en lo que toca a seguir el ejemplo de Jesucristo, tanto en el
espíritu y la conducta que manifiesten, como en sus palabras y actitudes.
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