} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 22 Diciembre LA BUENA SEMILLA Juan 1; 14

jueves, 22 de diciembre de 2016

22 Diciembre LA BUENA SEMILLA Juan 1; 14


Aquí llegamos a la afirmación en la que se resume todo el tema que Juan desarrolla en su evangelio. Ha meditado y escrito acerca de la Palabra de Dios, esa Palabra poderosa, creadora y- dinámica, que fue el Agente de la creación; esa Palabra guiadora, directora, controladora, que pone orden en el universo y en la mente humana. No se trata de una visión espiritual que se percibe con los ojos del alma o de la mente. Juan declara que la Palabra vino de hecho a la Tierra en forma humana, Que podía verse con los ojos de la cara. Dice: "Si queréis, ver cómo es esta Palabra creadora, esta Razón ordenadora, mirad a Jesús de Nazaret.»
Aquí es donde Juan se remonta por encima de todos los pensamientos anteriores. 
 Y de pronto aparece una novedad totalmente sorprendente: que Dios pudiera y estuviera dispuesto a llegar a ser una persona humana y entrar en esta vida que nosotros vivimos, que la eternidad pudiera aparecer en el tiempo, que el Creador pudiera aparecer en la creación de tal manera que los ojos humanos de hecho Le pudieran ver.
«En esto se conoce el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en la carne es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios. Este es el espíritu del anticristo» (
1Juan_4:2). 
En Jesús vemos el poder creador de Dios, la Razón ordenadora de Dios, asumiendo la plena humanidad. En Jesús vemos a Dios viviendo la vida humana de una persona cualquiera, pero en Él no habia pecado. Suponiendo que no dijéramos nada más de Jesús, todavía podríamos decir que nos mostró como viviría Dios esta vida que vivimos nosotros.
Bien se podría decir que este es el versículo más importante de todo el Nuevo Testamento. Debemos por tanto pasar un tiempo considerable estudiándolo para penetrar más de lleno en sus riquezas.
El hecho de que Dios viniera a la Tierra a vivir y a morir por nosotros no fue nada que la humanidad hubiera merecido, sino un acto de puro amor por parte de Dios. La palabra gracia subraya al mismo tiempo la pobreza desesperada de la humanidad y la ilimitada generosidad de Dios.
Jesús es la encarnación de la verdad. Él dijo: «Yo soy la verdad». Para ver la verdad tenemos que mirar a Jesús. Aquí hay algo infinitamente precioso para todas las almas y mentes sencillas. Son los menos los que pueden captar las ideas abstractas; la mayor parte de nosotros tenemos que ver las cosas para entenderlas. Podríamos pasar mucho tiempo pensando y discutiendo, y no nos acercaríamos a una definición satisfactoria de lo que es la belleza; pero, si podemos señalar a una persona en la que brille esa cualidad y decir: "¡Eso es belleza!», todos estaremos de acuerdo y lo veremos claro. Desde que la humanidad empezó a pensar en Dios se viene intentando definir Quién y Qué es... y sus mentes diminutas no consiguen llegar a una definición satisfactoria. Pero ahora podemos dejar de pensar por nosotros mismos, y mirar a Jesucristo y decir: «¡Así es como es Dios!» Jesús no vino para hablar de Dios, sino para mostrar cómo es Dios, para que la persona más sencilla pudiera conocerle tan íntimamente como el más grande de los filósofos.
Jesús es el comunicador de la verdad. Les dijo a Sus discípulos que, si seguían con Él, conocerían la verdad. La gente se agolpará para escuchar a un maestro o predicador que pueda ofrecerles alguna dirección en el embarullado negocio de la vida y el pensamiento. Jesús es el único Que, en medio de las sombras; puede aclarar las cosas; el único Que, en las múltiples encrucijadas de la vida, nos puede indicar el verdadero camino; el único Que, en los confusos momentos de la decisión, nos permite escoger correctamente; el único Que, entre las muchas voces que reclaman nuestra atención y nuestra lealtad, nos dice lo que debemos creer.
Aunque Jesús ya no está corporalmente en la Tierra, nos ha dejado Su Espíritu para que nos guíe a toda la verdad. Su Espíritu es el Espíritu de la verdad. No se limitó a dejarnos un libro de instrucciones, la Biblia, y un cuerpo de doctrina. No tenemos que buscar en un libro de texto difícil de entender para descubrir lo que tenemos que hacer. Todavía, hasta el día de hoy, podemos preguntarle a Jesús lo que tenemos que hacer, porque Su Espíritu está con nosotros en cada paso del camino.
La verdad es lo que nos hace libres. Siempre hay un cierto poder libertador en la verdad. Los niños adquieren a menudo ideas fantásticas y erróneas acerca de las cosas cuando piensan por sí mismos; y a menudo les producen miedo. Cuando se les dice la verdad, se emancipan de sus temores. Puede- que una persona tenga miedo de estar enferma; si va al médico, aunque el diagnóstico sea malo, se librará por lo menos de los temores vagos que antes la asediaban. La verdad que Jesús nos trae nos libera de la alienación de Dios; nos libera de la frustración, de nuestros temores y debilidades y derrotas. Jesucristo es el mayor libertador del mundo.
La verdad puede causar resentimiento. Hubo quienes trataron de matar a Jesús porque les había dicho la verdad. 
La verdad puede que condene a una persona; puede que le indique lo muy equivocada que estaba. «La verdad -decían los filósofos cínicos- puede ser tan irritante como la luz para los ojos doloridos.» Los cínicos declaraban que el maestro que no ha molestado nunca a nadie, nunca le ha hecho a nadie ningún bien. Puede que la gente cierre los oídos y las mentes a la verdad, que maten al que se la dice... pero la verdad permanece. Nadie ha destruido jamás la verdad por negarse a escuchar la voz que se la presentaba; y la verdad acabará por alcanzarle, más, tarde o más temprano.
La verdad se puede rechazar. Hay dos razones principales para no creer: porque es demasiado buena para ser verdad, o porque se está demasiado ligado a medias verdades de las que no se puede soltar. En muchos casos una media verdad es el peor enemigo de -la verdad total.
La verdad no es nada abstracto, sino algo que hay que hacer. Es algo que hay que conocer con la mente, aceptar con el corazón y poner por obra en la vida.
Examinemos nuestro estilo de vida. Si somos de Cristo, tiene que evidenciarse una nueva criatura; con errores, por supuesto, pero caminando en la senda angosta tras haber pasado por la Puerta estrecha.
Toda una vida de estudio y pensamiento no podría abarcar toda la verdad de este versículo.
¡Maranatha! ¡Si, ven Señor Jesús!


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