} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: FIRMES EN LA FE

martes, 27 de diciembre de 2016

FIRMES EN LA FE

  

1 Corintios 16:13-18  Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.
   Todas vuestras cosas sean hechas con caridad.
   Y os ruego, hermanos, (ya sabéis que la casa de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que se han dedicado al ministerio de los santos,)
   que vosotros os sujetéis a los tales, y a todos los que ayudan y trabajan.
   Me regocijo de la venida de Estéfanas y de Fortunato y de Acaico, porque éstos suplieron vuestra ausencia.
    Porque recrearon mi espíritu y el vuestro; reconoced pues a los tales.
                                                                                         (La Biblia de Casiodoro de Reina 1569)



Este pasaje es interesante por su naturaleza eminentemente práctica y porque, con la máxima sencillez, arroja un torrente de luz sobre la vida cotidiana de la Iglesia Primitiva.
Pablo empieza con una serie de cinco imperativos. Es posible que los cuatro primeros tengan un trasfondo militar y sean como las órdenes de un oficial a sus soldados. “Como centinelas, estad siempre alerta. Cuando os ataquen, manteneos firmes en la fe y no retrocedáis ni un centímetro. A la hora de la batalla, portaos corno héroes. Como soldados bien equipados y entrenados, pelead con bravura por vuestro Rey.» A continuación, la metáfora cambia. Cualquiera que sea la actitud del soldado cristiano para con las personas y las cosas que amenazan al Evangelio desde fuera, para con los que están dentro de la iglesia su actitud debe estar inspirada siempre por la camaradería y el amor. En la vida cristiana tienen que estar siempre presentes el coraje que no retrocede jamás y el amor que nunca falla.
  Pablo se apresura por concluir en las cuatro exhortaciones consecutivas de este pasaje pueden advertirse posturas una y otra vez repetidas en la primitiva cristiandad. Pero pueden advertirse asimismo, y con razón, alusiones a los defectos que se han evidenciado   y a los remedios necesarios para ellos. La exhortación a la vigilancia está justificada en todas las épocas cristianas, porque todas son tiempo escatológico, esta exhortación procede del mismo Jesús, y los apóstoles la repiten incesantemente. Había que prevenir a los corintios contra todo aquello que amenazaba vaciar el contenido de su fe.
Este verbo no tan sólo se usa para alentar un cuidado con respecto a la moral y las buenas doctrinas, sino que también implica una vigilancia respecto a “las últimas cosas”. Es decir, Pablo ya les había dicho a los corintios que él esperaba la venida de Cristo a la tierra durante su propia vida. Era preciso, pues, que ellos también estuvieran vigilantes, esperando con anticipación los eventos culminantes de la historia mundial. Si los corintios hacían esto, ciertamente acatarían el mandato “estad firmes en la fe”. La fe en este caso no es tanto un cuerpo de doctrina sino confianza en el Señor de la fe. “Sed valientes” es traducción de un verbo griego  que significa: “Sea un hombre”, sea varonil. El Apóstol demuestra su respeto y reconocimiento hacia ciertos líderes en la iglesia. Ciertamente, uno de los problemas principales de la iglesia en Corinto era una tendencia hacia la anarquía. Se negaban a dar lugar a los verdaderos líderes dignos de la congregación. Éstos eran aquellos individuos que gozaban del don de la administración. Se sabe que el primer “padre apostólico”, Clemente de Roma, tuvo que enviar una carta a la iglesia en Corinto precisamente con la misma queja. En el tiempo de Clemente un grupo limitado de jóvenes rehusaba acatar las recomendaciones e instrucciones de los líderes mayores. Su carta es bastante dura al respecto. Parece que el problema de la anarquía que enfrentaba Pablo no pudo resolverse durante sus días. El esfuerzo que el Apóstol hace en contra del desdén abierto de algunos de los corintios respecto a sus líderes involucra la mención de un tal “Estéfanas”. Este hombre, en unión con los demás miembros adultos de su familia, voluntariamente vio las necesidades en Corinto, y se puso a resolver esas necesidades. Ni la iglesia pidió que sirvieran, ni tampoco se creían algo especial ellos mismos. Simplemente, viendo las necesidades, acudieron para ayudar. Lo que Pablo quiere es que los corintios, al igual que él, reconozcan el valor de esta clase de servicio espontáneo y amoroso. La familia de Estéfanas ni siquiera era oriunda de Corinto. Pablo dice que estaban entre los primeros convertidos que tuvo en la provincia de Acaya. Por la construcción de la oración, se nota que ahora esta familia ejemplar sirve a los “santos” (los miembros) de la iglesia de Corinto. La súplica del Apóstol es que los corintios se sujeten a estos líderes siervos. La sumisión bien podría implicar también una emulación de su clase de servicio amoroso. El Apóstol menciona por nombre sólo a Estéfanas, pero obviamente había también otros de su clase en la iglesia. A éstos era preciso que los corintios se sometieran y que los emularan.

  Pablo quería también mencionar su aprecio por los otros dos miembros de la iglesia en Corinto que acompañaron a Estéfanas a éfeso. Es muy probable que estos tres le llevaran la carta de la iglesia a Pablo. La carta que Pablo ahora va terminando, como se ha visto, responde a muchas preguntas planteadas por la iglesia. Juntamente con la carta, estos tres llevarían otras noticias de forma oral. Presumiblemente, “Fortunato y Acaico” eran colaboradores de Estéfanas en Corinto. También servían a la iglesia. Lamentablemente, este texto es la única mención de éstos en todo el NT. De todos modos, estos tres “suplieron lo que me faltaba de vuestra parte”, afirma el Apóstol. A primera vista, estas palabras pueden lucir como recriminaciones contra los corintios por no haberlo apreciado y reconocido. La construcción gramatical, sin embargo, aclara que no es así. Más bien, lo que el Apóstol afirma es que los tres emisarios satisficieron sus necesidades respecto a noticias de los corintios. Obviamente, la iglesia entera no podía llegar a éfeso, pero estos tres sí. Pablo tenía ansias respecto al proceder de la iglesia, y los tres mensajeros ayudaron a calmar esas preocupaciones. Nuevamente, Pablo insta a los corintios a que reconozcan el valor que hay en estos tres siervos.


 Deben procurar portarse varonilmente para superar las niñerías de que Pablo les ha advertido repetidas veces. Deben ser también fuertes en todas aquellas cosas en las que anteriormente mostraron flojedad o descuido. Es absolutamente evidente que la exhortación al amor -el tema desarrollado con mayor amplitud- vuelve sobre lo que se dijo al principio contra el peligro de las banderías o partidismos y al final sobre la custodia del orden, de la paz y de la auténtica perfección, que es superior a todos los dones.
Con todo, parece que su visita al Apóstol significaba mucho más y acaso también se prolongó por más tiempo de lo que la urgencia de la respuesta requería. Su presencia ha proporcionado al Apóstol consuelo y esperanza de que todo volviera a marchar bien en una comunidad de la que tales hombres salían. Estéfanas recibe el honroso título de «primicias de Acaya». Se trataba de un verdadero título, en el múltiple sentido de la palabra. Era usado también en otras comunidades y en cierto modo se trataba de un título que se otorgaba, en cuanto que llevaba aparejado un determinado reconocimiento, del que se derivaban a su vez ciertas consecuencias. En todo caso, el título no se apoyaba tanto en el hecho de que Estéfanas fuera la primera persona bautizada, sino en que puso inmediatamente su casa a servicio de la misión y de la comunidad que fue formándose y creciendo en torno a ella. Estos hombres estaban colocados, desde muchos puntos de vista, al frente de las comunidades. La natural autoridad que habían obtenido por su «servicio» dentro de la comunidad en formación es aquí reconocida y confirmada por el Apóstol. Efectivamente, los corintios deben someterse a él y escucharle; a él y a todos cuantos, de parecida manera, «colaboran y trabajan».

No hay aquí todavía un oficio ministerial institucionalizado, pero asistimos ya como testigos al proceso de transformación del oficio de director de la comunidad, que debía constituir en el futuro la columna vertebral de la Iglesia. Aquí se encuentra todavía en un espacio marginal de la carta, que Pablo ha dedicado a discutir, ante toda la comunidad, los temas y circunstancias comunitarios. Pero, una vez más, comprobamos que las mediaciones personales desempeñan un papel, y también que es voluntad expresa del Apóstol que se preste obediencia a hombres tales como Estéfanas y sus dos compañeros. En un sentido similar había escrito también a la comunidad de Tesalónica (1Tesalonicenses_5:12).

El cristiano siempre corre peligro, por tanto, siempre debe estar alerta. Debe estar firme en la fe del evangelio sin abandonarla, ni renunciar jamás a ella. Por esta sola fe será capaz de resistir en la hora de la tentación. Los cristianos deben cuidar que la caridad no sólo reine en sus corazones, sino brille en sus vidas. Hay una gran diferencia entre la firmeza cristiana y el activismo febril. El apóstol da instrucciones particulares para algunos que sirven la causa de Cristo entre ellos. Los que sirven a los santos, los que desean el honor de las iglesias, y quitar los reproches de ellas, tienen que ser muy considerados y amados. Deben reconocer voluntariamente el valor de los tales y de todos los que trabajaron con el apóstol o le ayudaron.


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