Jeremías 2; 28
A pesar de todas sus ventajas,
Israel se había vuelto como la vid silvestre que da fruto venenoso. El pueblo
se compara a animales que buscan pareja en tiempos de celo. Con desenfreno,
corren hacia el poder, el dinero, las alianzas con potencias extranjeras y a
otros dioses. Los ídolos no buscan a nadie. La gente busca a los ídolos y luego
corre con ligereza en pos de ellos. Después se siente tan cómoda en su pecado
que no puede pensar en renunciar a él. Su única vergüenza es que la atrapen. Si
deseamos algo a tal punto que estamos dispuestos a hacer cualquier cosa para
conseguirlo, esta es una señal de que somos adictos a ella y estamos fuera de
sintonía con Dios.
La apostasía de Israel es un mal negocio, pues le va a
acarrear la confusión y el deshonor como ladrón sorprendido “in
fraganti”. La infidelidad ha comenzado por las altas clases, que tenían
especial obligación de velar por los intereses religiosos de su pueblo. Los reyes,
príncipes, sacerdotes y profetas son los principales culpables de la
idolatría; Tú eres mi padre, dicen a un simple leño. Alusión a
los cultos de árboles sagrados. Aún hoy día entre las gentes incultas beduinas
se cree que los árboles tienen especiales geniecillos y poderes. Son restos de
la religión animista.
En el culto cananeo se daba mucho realce al árbol como
símbolo de la fecundidad; y aun se daba culto a leños secos llamados asera, relacionándolos
con Astarté, la diosa de la fecundidad. Además, estaba el culto a la piedra o
estela llamada massebah. Los templos cananeos eran al aire libre:
bosques naturales o artificiales (troncos dispuestos verticalmente) o piedras
en forma de menhires; por eso aquí se dice que el devoto dice a una piedra:
Tú me engendraste. Quizá en estas expresiones del profeta sólo haya una
simple alusión al material de que estaban hechos los ídolos en general. La
ironía es sangrante: los hombres reconociendo como progenitores suyos a los
seres inanimados, la vida proporcionada por objetos que no la tienen. Isaías
desarrolla esta idea del modo más sarcástico. Los israelitas abandonan al
Dios-Jehová, trascendente, santísimo, que los ha elegido como pueblo, para
entregarse a la más crasa idolatría. No cabe mayor degradación religiosa.
Romanos 1; 16
Pablo no se avergonzaba porque
su mensaje era el mensaje de Cristo, las buenas nuevas. Era un mensaje de
salvación por fe en Jesucristo, poderoso para cambiar vidas y para todos.
Cuando se sienta tentado a avergonzarse, recuerde que las buenas nuevas se
refieren a todo esto. Si se centra en Dios y en lo que hace en el mundo, antes
que en sus limitaciones, su vergüenza pronto desaparecerá.
¿Por qué el mensaje fue antes a
los judíos? Por más de dos mil años fue un pueblo especial para Dios, desde que
Dios escogió a Abraham y le prometió grandes bendiciones a sus descendientes.
Dios no los escogió porque lo merecieran (Deuteronomio_9:4-6),
sino porque quiso mostrar su amor y misericordia a través de ellos, enseñarles
y prepararles para la venida del Mesías al mundo. Los escogió no porque tenga
favoritos, sino para que el mundo conociera su plan de salvación.
Por siglos los judíos
aprendieron acerca de Dios mediante la obediencia a sus leyes, celebrando sus
fiestas y viviendo de acuerdo a sus principios morales. A menudo olvidaban las
bendiciones de Dios y sufrían la disciplina, pero aun así poseían la herencia
preciosa de poder creer y obedecer al único Dios verdadero. De entre todos los
habitantes de la tierra, los judíos debían haber sido los primeros en recibir
al Mesías y comprender su mensaje y misión, y así sucedió con algunos ( Lucas_2:36-38). Por supuesto, los discípulos y
el gran apóstol Pablo fueron judíos fieles que reconocieron en Jesús al don más
precioso de Dios dado al género humano.
¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!
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