} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: FORTALEZA, FIDELIDAD Y OBEDIENCIA

viernes, 30 de diciembre de 2016

FORTALEZA, FIDELIDAD Y OBEDIENCIA


1Corintios 16:13  Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.

2Timoteo 2:1  Pues tú, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.
Efesios 6:10-11  Por lo demás, hermanos míos, confortaos en el Señor, y en la potencia de su fortaleza.
  11  Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
(La Biblia de Casiodoro de Reina 1569)

Este pasaje  de corintios es interesante por su naturaleza eminentemente práctica y porque, con la máxima sencillez, arroja un torrente de luz sobre la vida cotidiana de la Iglesia Primitiva.
Pablo empieza con una serie de cinco imperativos. Es posible que los cuatro primeros tengan un trasfondo militar y sean como las órdenes de un oficial a sus soldados. Mientras los corintios esperaban la próxima visita de Pablo, fueron instruidos para que estuvieran (1) alertas a los peligros espirituales, (2) se mantuvieran firmes en la fe, (3) portándose varonilmente (4) siempre esforzados y (5) llevando a cabo cualquier cosa con amor. Hoy, mientras esperamos el regreso del Señor, deberíamos seguir las mismas instrucciones.
El cristiano siempre corre peligro, por tanto, siempre debe estar alerta. Debe estar firme en la fe del evangelio sin abandonarla, ni renunciar jamás a ella. A medida que crecen nuestras pruebas necesitamos fortalecernos más en lo que es bueno; nuestra fe, más fuerte; nuestra resolución, más fuerte; nuestro amor a Dios y Cristo, más fuerte. Esto en oposición a que seamos más fuertes según nuestro propio poder.
Todos los cristianos debemos ser fieles a nuestro Capitán, y resueltos en su causa. El gran afán del cristiano debe ser agradar a Cristo. Tenemos que esforzarnos para dominar nuestras concupiscencias y corrupciones, pero no podemos esperar el premio si no observamos las leyes. Debemos poner cuidado en hacer el bien de manera correcta, para que no se hable mal del bien que hacemos. Algunos que son activos, desperdician su celo en las formas externas y en disputas dudosas. Pero los que luchan lícitamente serán coronados al final. Si deseamos participar de los frutos, debemos trabajar primero; si deseamos ganar el premio debemos correr la carrera. Debemos hacer la voluntad de Dios antes de recibir lo prometido, para lo cual necesitamos paciencia. Junto con nuestras oraciones por el prójimo, para que el Señor les dé entendimiento en todo, debemos estimularlos y exhortarles que consideren lo que oyen o leen.
 Por esta sola fe será capaz de resistir en la hora de la tentación. Los cristianos deben cuidar que la caridad no sólo reine en sus corazones, sino brille en sus vidas. Hay una gran diferencia entre la firmeza cristiana y el activismo febril. El apóstol da instrucciones particulares para algunos que sirven la causa de Cristo entre ellos. Los que sirven a los santos, los que desean el honor de las iglesias, y quitar los reproches de ellas, tienen que ser muy considerados y amados. Deben reconocer voluntariamente el valor de los tales y de todos los que trabajaron con el apóstol o le ayudaron.
 “Como centinelas, estad siempre alerta. Cuando os ataquen, manteneos firmes en la fe y no retrocedáis ni un centímetro. A la hora de la batalla, portaos corno héroes. Como soldados bien equipados y entrenados, pelead con bravura por vuestro Rey.» A continuación, la metáfora cambia. Cualquiera que sea la actitud del soldado cristiano para con las personas y las cosas que amenazan al Evangelio desde fuera, para con los que están dentro de la iglesia su actitud debe estar inspirada siempre por la camaradería y el amor. En la vida cristiana tienen que estar siempre presentes el coraje que no retrocede jamás y el amor que nunca falla.
Cada vez se ve más claro que Pablo se apresura por concluir. En las cuatro exhortaciones consecutivas de este pasaje pueden advertirse posturas una y otra vez repetidas en la primitiva cristiandad. Pero pueden advertirse asimismo, y con razón, alusiones a los defectos que se han evidenciado en este largo escrito y a los remedios necesarios para ellos. La exhortación a la vigilancia está justificada en todas las épocas cristianas, porque todas son tiempo escatológico, esta exhortación procede del mismo Jesús, y los apóstoles la repiten incesantemente. Había que prevenir a los corintios contra todo aquello que amenazaba vaciar el contenido de su fe. Deben procurar portarse varonilmente para superar las niñerías de que Pablo les ha advertido repetidas veces. Deben ser también fuertes en todas aquellas cosas en las que anteriormente mostraron flojedad o descuido. Es absolutamente evidente que la exhortación al amor -el tema desarrollado con mayor amplitud- vuelve sobre lo que se dijo al principio contra el peligro de las banderías o partidismos y al final sobre la custodia del orden, de la paz y de la auténtica perfección, que es superior a todos los carismas.
 Pablo se halla en el atardecer de su vida y ve a su comunidad amenazada por falsas doctrinas. Por ello se preocupa muy en particular de que Timoteo, al que, como antes, con un amor tierno, verdaderamente paternal, designa como su «hijo», se mantenga firme y fiel en la fe. Por esto le exhorta a ser fuerte, a no perder los ánimos, a no dejarse llevar de la timidez, a la que de suyo propendía ya Timoteo. La fuente de su valor y de su fuerza es la gracia, que tiene sus raíces en Jesucristo. Este la mereció para su redención y se la otorgó. Por ella está Timoteo ligado con él como con la fuente de su fuerza.

 ¿Cómo puede uno esforzarse en la gracia? Gracia significa favor inmerecido. Así como somos salvos por gracia (Efesios_2:8-9), debemos vivir por gracia (Colosenses_2:6). Esto significa confiar por completo en Cristo y su poder, y no tratar de vivir en Cristo sólo en nuestras propias fuerzas. Recibamos y utilicemos el poder de Cristo. Él nos dará la fortaleza para hacer su obra.

Por eso su lenguaje toma vuelo: hay que despedirse y sabe Dios hasta cuándo. «Fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder.» Con toda la fuerza de Dios quiere el Apóstol que se armen sus fieles. No tienen por delante tranquilidad y seguridad, sino lucha, y para ella hay que estar armados. Pero la armadura tiene que venir de Dios, para que todo tenga un final feliz. Si se tratara de una lucha de hombre a hombre, cabría esperar algo de las fuerzas humanas. Pero es una lucha con adversarios completamente distintos.
En la vida cristiana batallamos en contra de fuerzas malignas poderosas, encabezadas por Satanás, un luchador vicioso  (1Pedro_5:8). Para contrarrestar sus ataques, debemos depender de la fortaleza de Dios y usar cada pieza de la armadura. Pablo no solo da este consejo a la Iglesia, el cuerpo de Cristo, sino también a cada individuo dentro de ella. Todo el cuerpo necesita armarse del poder del Espíritu Santo para resistir y enfrentar los ataques de Satanás.
Estemos preparados en todo momento para hacer frente a cada batalla diaria.
¡Maranatha!


DESEO PARA TODOS LOS VISITANTES DE ESTE UN AÑO 2017 DONDE VUESTRAS VIDAS SEAN PROSPERADAS EN EL CONOCIMIENTO DE LA VERDAD, DE LA SALVACIÓN POR FE EN JESUCRISTO PARA VIDA ETERNA.

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