1Corintios 16:13 Velad, estad firmes en la fe; portaos
varonilmente, y esforzaos.
2Timoteo 2:1 Pues tú, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es
en Cristo Jesús.
Efesios 6:10-11 Por lo demás, hermanos míos, confortaos en el
Señor, y en la potencia de su fortaleza.
11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que
podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
(La Biblia de Casiodoro de Reina 1569)
Este pasaje de corintios es interesante por su naturaleza
eminentemente práctica y porque, con la máxima sencillez, arroja un torrente de
luz sobre la vida cotidiana de la Iglesia Primitiva.
Pablo empieza con una serie de cinco imperativos. Es posible que los
cuatro primeros tengan un trasfondo militar y sean como las órdenes de un
oficial a sus soldados. Mientras los corintios esperaban la próxima visita de
Pablo, fueron instruidos para que estuvieran (1) alertas a los peligros
espirituales, (2) se mantuvieran firmes en la fe, (3) portándose varonilmente
(4) siempre esforzados y (5) llevando a cabo cualquier cosa con amor. Hoy,
mientras esperamos el regreso del Señor, deberíamos seguir las mismas
instrucciones.
El cristiano siempre corre peligro, por tanto, siempre debe estar
alerta. Debe estar firme en la fe del evangelio sin abandonarla, ni renunciar
jamás a ella. A medida que crecen nuestras pruebas necesitamos fortalecernos
más en lo que es bueno; nuestra fe, más fuerte; nuestra resolución, más fuerte;
nuestro amor a Dios y Cristo, más fuerte. Esto en oposición a que seamos más
fuertes según nuestro propio poder.
Todos los cristianos debemos ser fieles a nuestro Capitán, y resueltos
en su causa. El gran afán del cristiano debe ser agradar a Cristo. Tenemos que
esforzarnos para dominar nuestras concupiscencias y corrupciones, pero no
podemos esperar el premio si no observamos las leyes. Debemos poner cuidado en
hacer el bien de manera correcta, para que no se hable mal del bien que
hacemos. Algunos que son activos, desperdician su celo en las formas externas y
en disputas dudosas. Pero los que luchan lícitamente serán coronados al final.
Si deseamos participar de los frutos, debemos trabajar primero; si deseamos
ganar el premio debemos correr la carrera. Debemos hacer la voluntad de Dios
antes de recibir lo prometido, para lo cual necesitamos paciencia. Junto con
nuestras oraciones por el prójimo, para que el Señor les dé entendimiento en
todo, debemos estimularlos y exhortarles que consideren lo que oyen o leen.
Por esta sola fe será capaz de
resistir en la hora de la tentación. Los cristianos deben cuidar que la caridad
no sólo reine en sus corazones, sino brille en sus vidas. Hay una gran
diferencia entre la firmeza cristiana y el activismo febril. El apóstol da instrucciones
particulares para algunos que sirven la causa de Cristo entre ellos. Los que
sirven a los santos, los que desean el honor de las iglesias, y quitar los
reproches de ellas, tienen que ser muy considerados y amados. Deben reconocer
voluntariamente el valor de los tales y de todos los que trabajaron con el
apóstol o le ayudaron.
“Como centinelas, estad siempre
alerta. Cuando os ataquen, manteneos firmes en la fe y no retrocedáis ni un
centímetro. A la hora de la batalla, portaos corno héroes. Como soldados bien
equipados y entrenados, pelead con bravura por vuestro Rey.» A continuación, la
metáfora cambia. Cualquiera que sea la actitud del soldado cristiano para con
las personas y las cosas que amenazan al Evangelio desde fuera, para con los
que están dentro de la iglesia su actitud debe estar inspirada siempre por la
camaradería y el amor. En la vida cristiana tienen que estar siempre presentes
el coraje que no retrocede jamás y el amor que nunca falla.
Cada vez se ve más claro que Pablo se apresura por concluir. En las
cuatro exhortaciones consecutivas de este pasaje pueden advertirse posturas una
y otra vez repetidas en la primitiva cristiandad. Pero pueden advertirse
asimismo, y con razón, alusiones a los defectos que se han evidenciado en este
largo escrito y a los remedios necesarios para ellos. La exhortación a la
vigilancia está justificada en todas las épocas cristianas, porque todas son
tiempo escatológico, esta exhortación procede del mismo Jesús, y los apóstoles
la repiten incesantemente. Había que prevenir a los corintios contra todo
aquello que amenazaba vaciar el contenido de su fe. Deben procurar portarse
varonilmente para superar las niñerías de que Pablo les ha advertido repetidas
veces. Deben ser también fuertes en todas aquellas cosas en las que
anteriormente mostraron flojedad o descuido. Es absolutamente evidente que la
exhortación al amor -el tema desarrollado con mayor amplitud- vuelve sobre lo
que se dijo al principio contra el peligro de las banderías o partidismos y al
final sobre la custodia del orden, de la paz y de la auténtica perfección, que
es superior a todos los carismas.
Pablo se halla en el atardecer
de su vida y ve a su comunidad amenazada por falsas doctrinas. Por ello se
preocupa muy en particular de que Timoteo, al que, como antes, con un amor
tierno, verdaderamente paternal, designa como su «hijo», se mantenga firme y
fiel en la fe. Por esto le exhorta a ser fuerte, a no perder los ánimos, a no
dejarse llevar de la timidez, a la que de suyo propendía ya Timoteo. La fuente
de su valor y de su fuerza es la gracia, que tiene sus raíces en Jesucristo.
Este la mereció para su redención y se la otorgó. Por ella está Timoteo ligado
con él como con la fuente de su fuerza.
¿Cómo puede uno esforzarse en
la gracia? Gracia significa favor inmerecido. Así como somos salvos por gracia
(Efesios_2:8-9), debemos vivir por gracia (Colosenses_2:6). Esto significa confiar por completo
en Cristo y su poder, y no tratar de vivir en Cristo sólo en nuestras
propias fuerzas. Recibamos y utilicemos el poder de Cristo. Él nos dará la
fortaleza para hacer su obra.
Por
eso su lenguaje toma vuelo: hay que despedirse y sabe Dios hasta cuándo.
«Fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder.» Con toda la fuerza de
Dios quiere el Apóstol que se armen sus fieles. No tienen por delante
tranquilidad y seguridad, sino lucha, y para ella hay que estar armados. Pero
la armadura tiene que venir de Dios, para que todo tenga un final feliz. Si se
tratara de una lucha de hombre a hombre, cabría esperar algo de las fuerzas
humanas. Pero es una lucha con adversarios completamente distintos.
En la vida cristiana batallamos en contra de fuerzas malignas
poderosas, encabezadas por Satanás, un luchador vicioso (1Pedro_5:8).
Para contrarrestar sus ataques, debemos depender de la fortaleza de Dios y usar
cada pieza de la armadura. Pablo no solo da este consejo a la Iglesia, el
cuerpo de Cristo, sino también a cada individuo dentro de ella. Todo el cuerpo
necesita armarse del poder del Espíritu Santo para resistir y enfrentar los
ataques de Satanás.
Estemos preparados en todo momento para hacer frente a cada batalla
diaria.
¡Maranatha!
DESEO PARA TODOS LOS VISITANTES DE ESTE UN AÑO 2017 DONDE VUESTRAS
VIDAS SEAN PROSPERADAS EN EL CONOCIMIENTO DE LA VERDAD, DE LA SALVACIÓN POR FE
EN JESUCRISTO PARA VIDA ETERNA.
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