Salmo 36; 7
La fidelidad, justicia y
juicios de Dios contrastan con los hombres malvados y sus planes perversos que
terminan en el fracaso. El amor de Dios es más grande que los cielos. Su
fidelidad va más allá de las nubes. Su justicia es tan sólida como una montaña.
Sus juicios están tan llenos de sabiduría como los océanos de agua. Necesitamos
no temer a los hombres malvados porque
sabemos que Dios nos ama, juzga el mal y nos protegerá para siempre.
La bondad de Dios no es impersonal y lejana,
está disponible para los hijos del hombre, pueden “refugiarse” en Dios
mismo, porque Dios se interesa en y se compadece de cada uno. Lo que comparte
Dios generosamente con sus hijos, se explica con figuras de abundancia, paz y
satisfacción.
Dios es la fuente de vida en
todo sentido, material y espiritual. Él nos creó, y creó y sostiene todo
aquello de lo que depende la vida. En lo espiritual, Él es la única fuente; el
salmista sabe que no hay ningún sustituto para la comunión con Dios. La luz
sugiere gozo, pureza y verdad. Dios comparte lo que Él es con los que tienen
comunión con Él.
Efesios 5; 8-9
Como hijos de luz nuestras
acciones debieran reflejar nuestra fe. Debiéramos llevar vidas morales de modo
que reflejemos la bondad de Dios en favor de otros. Esto es lo que destacó
Jesús en el Sermón del Monte.
Pablo hace un contraste entre
la luz y las tinieblas. Sabemos que la luz ilumina y purifica, mientras las
tinieblas producen el menoscabo y el desarrollo de los microbios. La mayoría de
los trabajadores del mundo trabajan de día, cuando hay luz, porque pueden
rendir más. En cambio, la mayoría de los crímenes se cometen durante la noche.
Los clubes nocturnos y otros lugares de diversión carnal atienden a la mayoría
de los clientes de noche. Pablo dice que los frutos de la luz son bondad,
justicia y verdad. Después, dice que ni quiere mencionar los frutos de las
tinieblas, pero podemos saber que está refiriéndose a la maldad y los vicios
que producen el engaño, la injusticia y la mentira.
Pablo apela a que seamos hijos
de luz, para arrojar la luz del evangelio a todas las personas que andan en las
tinieblas. Cristo es la luz del mundo, pero tenemos que esparcir esa luz por
medio de nuestro testimonio y vida.
¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!
No hay comentarios:
Publicar un comentario