2 Corintios 13:5 Examinaos
a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os
conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis
reprobados?
A los corintios se les pidió que se examinaran y probaran a sí mismos.
Así como nos sometemos a un control médico, Pablo nos urge a que nos sometamos
a un control espiritual. Debemos velar por un crecimiento en la presencia y el
poder de Cristo en nuestras vidas. Sólo así podremos deducir si somos
cristianos verdaderos o impostores. Si no estamos dando pasos concretos para
crecer más cerca de Dios, estamos alejándonos de Él. Dice el Apóstol que, en
vez de andar pidiéndole a él pruebas, lo mejor sería que ellos mismos se
pusiesen a prueba, para ver si Jesucristo está verdaderamente en ellos y son
auténticos cristianos; si no lo encuentran, es señal de que están “reprobados”
o, como hoy diríamos, descalificados, pues no han resistido la prueba.
A lo largo de una serie de
ideas coherentes y escalonadas (Romanos 13:5-10)
exhorta Pablo a la comunidad a que se examine a sí misma, para que su fe y su
vida sean auténticas y el apóstol pueda ahorrarse, en su visita, la tarea de
tener que montar un tribunal de castigo. En vez de querer comprobar si Cristo
actúa en el apóstol (Romanos 13:3), sería mejor
que los corintios se probaran a sí mismos. La comunidad conoce la realidad de
Cristo en la lglesia. Sabe que los cristianos están en Cristo y Cristo en los
cristianos. Los corintios no pueden olvidar esta realidad, sino que la deben
hacer efectiva en su vida de fe. Sólo la fe vivida y realizada es fe verdadera.
Si no lo supieran y no actuaran en consecuencia, serían suspendidos y
desaprobados. Y en tal caso, Pablo teme que tampoco podrían afrontar el juicio
futuro.
Existen varios pasos en el proceso de una autoevaluación que llevaría
a los corintios, y a nosotros, a una valoración de la calidad espiritual de
nuestra vida. “Si estáis firmes en la fe” es una frase que señala el primer
paso. Hay que reconocer que “en la fe” es un giro que puede tener varios
significados. Previamente Pablo había exhortado a los corintios a estar firmes
en la fe (1Corintios_16:13). Esa exhortación
implicaba una aceptación del kerugma el mensaje básico del cristianismo. Otro
sugiere que la fe conlleva la idea de cierta confianza del lado humano y mucha
fidelidad de parte de Dios. Un concepto más sencillo es ver “la fe” como una
relación genuina con Cristo ¡por supuesto!. En nuestro texto “la fe” puede
implicar todas estas ideas mencionadas, y aún más, una nueva situación y una
nueva existencia como cristiano. Finalmente, Pablo les advertirá en cuanto “en
la fe”, significando adherencia a su evangelio en contraposición con “el
evangelio diferente” de sus opositores.
Esta frase es tan crucial que debemos hacer una pausa y preguntarnos
“¿Cuál es esa ‘fe’ en la que los corintios fueron exhortados a permanecer
firmes?”. La fe se expresa mejor con la palabra kerugma. Pablo usa esta
palabra cuando escribe en 1Corintios_1:21: “A
Dios le pareció bien salvar a los creyentes por la locura de la predicación”.
Un predicador era un heraldo (kerux) que levantaba su voz y anunciaba
buenas nuevas. En ese pasaje Pablo no está diciendo que la salvación se hace
posible porque los hombres predican, es decir, por el acto de predicar, sino
por lo que se predica (el contenido). En la predicación de los primeros años
del NT, kerugma llegó a significar las creencias centrales acerca de la
revelación de Dios en Cristo. Es el evangelio (las buenas nuevas) a ser
proclamado al mundo no creyente. El primer sermón cristiano que se registró fue
el de Pedro en Hechos_2:14-40. Otros sermones se
encuentran en Hechos 3:12-26; 5:29-32; 10:34-43.
El esbozo básico de estos sermones es:
(1) Dios ha cumplido sus
promesas hechas en el AT y trajo salvación a su pueblo (Hechos_2:16, 2:21-23; 3:18, 3:24; 10:43).
(2) Esto se realizó a través
del ministerio, muerte y resurrección de Jesús (Hechos_2:22-24;
3:13-15; 10:37-39).
(3) Jesús ha sido exaltado como
Señor y Cristo (Hechos 3:26).
(4) El Espíritu Santo en la
iglesia es la señal del poder y la gloria presente de Cristo (Hechos 2:33; 5:32).
(5) La salvación alcanzará su conclusión con la segunda venida de
Cristo para juzgar a los vivos y a los muertos (Hechos_3:21;
10:42).
(6) Habiendo sido escogidos para proclamar las buenas nuevas (Hechos 2:32; 10:40-41) terminaban su predicación con
un llamamiento al arrepentimiento y ofrecían el perdón del pecado y el don del
Espíritu Santo a quienes creyeran (Hechos_2:38-39; 3:25-26;
5:31; 10:43).
Las verdades arriba mencionadas constituyen “la fe” que los corintios
y nosotros somos llamados a afirmar y vivir. Permanecer fieles a las verdades
del evangelio de Cristo Jesús es fundamental. Adherirse al kerigma debe
resultar en un estilo de vida que es moralmente sano, éticamente correcto y
prácticamente eficaz como testimonio de un compromiso espiritual que refleja el
amor de Dios en Cristo Jesús.
Pablo confronta a los corintios con la necesidad de cambiar, de
arrepentirse, como consecuencia de su fe. Les ha asegurado que si las
condiciones indicadas no son encaradas y cumplidas, él tratará con ellos
severamente. Solo una actitud de arrepentimiento que resultara en un cambio de
perspectiva y de conducta sería aceptable. De otra forma, no será indulgente
con ellos.
La pregunta: “¿no conocéis… que Jesucristo está en vosotros?” señala
una prueba muy básica. Ellos afirman ser de Cristo, pero ¿pasan el examen de que
él en realidad está en ellos y entre ellos? Si el resultado es positivo, ellos
reconocerán total y completamente que Cristo está entre ellos y que son
verdaderos miembros del cuerpo de Cristo. Pablo espera que fijen sus ojos
críticos hacia ellos mismos y honestamente averigüen si están “en Cristo”.
Irónicamente, Pablo añade: “a menos que ya estéis reprobados”. La naturaleza de
la frase no es poner en tela de duda la experiencia o la validez de su
salvación. En varias ocasiones Pablo siempre ha expresado en sus escritos a los
corintios la autenticidad de su fe.
Pablo termina la carta severa
con cuatro cosas.
(i) Termina con una
advertencia. Va a ir a Corinto otra vez, y ésta no habrá tiempo para
andarse por las ramas. Lo que se diga se atestiguará y decidirá
definitivamente. Tendrá que haber una confrontación. No se debe permitir que la
situación se haga crónica. Pablo sabía muy bien que hay un momento en el que
hay que dar cara a las situaciones desagradables.
(ii) Termina con un
deseo. Su deseo es que los corintios actúen como es debido. En ese caso, él
no tendrá que imponer su autoridad, y eso no será ningún chasco para él sino
una gran satisfacción y alegría. Pablo no quería imponer su autoridad sólo por
hacer gala. Lo hacía todo para construir, y no para destruir. La disciplina
debe tener siempre como objetivo el levantar a las personas, y no el hundirlas.
(iii) Termina con una
esperanza. Espera tres cosas de los corintios.
(a) Espera que sigan adelante hacia la
perfección. No debe haber parones en la vida cristiana. El que no avanza, se
queda atrás. Los cristianos siempre vamos de camino hacia Dios; por tanto cada
día, por la gracia de Cristo, debemos estar un poco más listos para enfrentarnos
con el escrutinio de Dios.
(b) Espera que escuchen la exhortación que les
ha dirigido. Hay que ser una persona como Dios manda para prestar atención a
consejos difíciles. Estaríamos mucho mejor si dejáramos de una vez de hablar de
lo que queremos y empezáramos a escuchar a los sabios, y especialmente a Jesucristo.
(c) Espera que vivan en armonía y en paz. Ninguna congregación puede dar culto
al Dios de la paz con un espíritu de amargura. Tenemos que amarnos unos a otros
para que el amor de Dios tenga realidad entre nosotros.
(iv) Por último,
acaba con una bendición. Después de la severidad, de la lucha y del
debate, llega la serenidad de la bendición. Una de las mejores maneras de hacer
la paz con nuestros enemigos es orar por ellos; porque nadie puede odiar a una
persona y orar por ella al mismo tiempo.
La prueba de un
cristiano no es si ha pasado ciertas ceremonias y asumido ciertos votos, sino
si se ha encontrado con Cristo cara a cara. Un antiguo sacerdote judío llamado
Ebed-Tob decía de su ministerio: " No fue mi padre ni mi madre quien me
instaló en este puesto, sino el brazo del Dios todopoderoso.»
(ii) La verdadera
causa de la capacidad de Pablo para bregar y sufrir era que estaba seguro de
que su misión le había sido encomendada por Dios. Consideraba todos los
esfuerzos que se le exigían como privilegios que Dios le concedía.
No son solamente
personas como Pablo las que reciben de Dios sus responsabilidades; Dios les da
su tarea a todas las personas. Puede que sea uno a quien todos los demás
conozcan y reconozcan y la Historia recuerde, o puede que sea uno de quien
nadie sepa nada.
Muchas tareas humildes son un apostolado divino
La tarea que Dios le dio a Pablo fue la
evangelización del mundo; para la mayor parte de nosotros será sencillamente
hacer felices a unas pocas personas en el pequeño círculo de los que nos son
más queridos.
¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!
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