Mateo 15:21- 28 Y saliendo Jesús de allí, se fue a las partes de
Tiro y de Sidón.
Y he aquí una mujer cananea, que había salido de
aquellos términos, clamaba, diciéndole: Señor, Hijo de David, ten misericordia
de mí; mi hija está enferma, poseída del demonio.
Mas él no le respondió palabra. Entonces llegándose
sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despáchala, pues da voces tras nosotros.
Y él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a
las ovejas perdidas de la Casa de Israel.
Entonces ella vino, y le adoró, diciendo: Señor
socórreme.
Y respondiendo él, dijo: No es bien tomar el pan
de los hijos, y echarlo a los perrillos.
Y ella dijo: Sí, Señor; mas los perrillos comen
de las migajas que caen de la mesa de sus señores.
Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer,
grande es tu fe; sea hecho contigo como quieres. Y fue sana su hija
desde aquella hora
Marcos 7:24- 30 Y levantándose de allí, se fue a los términos de
Tiro y de Sidón; y entrando en casa, quiso que nadie lo supiese; mas no
pudo ser escondido.
Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu
inmundo, luego que oyó de él, vino y se echó a sus pies.
Y la mujer era griega, sirofenicia de nación;
y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio.
Más Jesús le dijo: Deja primero saciarse los
hijos, porque no es bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos.
Y respondió ella, y le dijo: Sí, Señor; pero aun
los perrillos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos.
Entonces le dice: Por esta palabra, ve; el
demonio ha salido de tu hija.
Cuando fue a su casa, halló que el demonio
había salido, y a la hija echada sobre la cama.
(La Biblia Casiodoro de Reina
1569)
Jesús siempre ha permanecido en el territorio de
Israel y sólo raras veces ha penetrado en territorio de los gentiles. Los más
remotos y oscuros rincones del país reciben las influencias de Cristo; después,
los confines de la tierra verán su salvación.
Aquí el evangelista Mateo menciona una de estas
pequeñas correrías, en este caso en dirección norte, en el territorio de las
dos poderosas ciudades comerciales de Tiro y Sidón. En el camino le sale al
encuentro una mujer cananea. Esta expresión se emplea para caracterizarla como
gentil (Marcos 7:26). Marcos la llama
sirofenicia y Mateo la llama cananea. La designación de Marcos hace referencia
a su trasfondo político. Su audiencia romana podría identificarla con facilidad
por la parte del imperio de donde procedía. La descripción de Mateo se creó
para su audiencia judía, los que recordaban a los cananitas como acérrimos
enemigos cuando Israel se estableció en la tierra prometida.
Mateo no
designa su nacionalidad civil, sino la religión a la que pertenece. Así prepara
la siguiente conversación, que es importante. La mujer conoce lo que permanecía
oculto a los hijos de Israel en conjunto, y le invoca con el título mesiánico
de hijo de David. Le pide ayuda para su hija. Los discípulos se molestan y
ruegan al Maestro que la despida. ¿Solamente tienen la sensación de fastidio o
les resulta impertinente la importunidad de una mujer pagana? Evidentemente
Jesús había proseguido la marcha sin prestarle atención. Pero ella no cesa de
caminar detrás del pequeño grupo. ¿Qué hará Jesús? Lo que haga será importante
no sólo para la mujer y para el grupo de los discípulos, sino para el tiempo
futuro de su obra.
Jesús habla a los discípulos. De suyo, la
respuesta sólo se ajusta a la mujer como explicación de la conducta de Jesús y
como recusación indirecta de la súplica de la mujer. Los discípulos pidieron a
Jesús que se librara de la mujer porque los estaba aburriendo con sus lamentos.
No mostraron sensibilidad hacia sus necesidades ni compasión por ella. Es
posible estar muy ocupado con asuntos espirituales al grado de pasar por alto
las necesidades espirituales que existen a nuestro alrededor, sea por
prejuicios o simplemente por los inconvenientes que originan. En lugar de aburrirnos,
estemos atentos a las oportunidades que nos rodean. Mantengámonos receptivos a
la hermosura del mensaje de Dios para todos y esforcémonos en no
desechar a los que son diferentes a nosotros. Pero aquí la respuesta va
dirigida a los discípulos que han rogado al Maestro que la despache. Las
palabras de Jesús en este pasaje parece que sean una confirmación de lo que
pensaban los discípulos, a saber que Jesús no le puede ayudar y que ella debe
regresar a su casa sin haber logrado su propósito. Las palabras de Jesús no
contradicen la verdad de que el mensaje de Dios es para todos (Salmos 22:27; Isaías 56:7; Mateo 28:19; Romanos 15:9-12).
Después de todo, Jesús ministró a los gentiles en muchas ocasiones durante su
ministerio. Simplemente estaba diciendo a la mujer que los judíos tuvieron la
primera oportunidad para aceptarlo como el Mesías porque Dios quería que ellos
presentaran el mensaje de salvación al resto del mundo (Génesis 12:3). Jesús no la rechazó. Jesús pudo haber querido probar
su fe o pudo haber querido aprovechar la oportunidad para enseñar una lección
acerca de la disponibilidad de la fe para todos.
Pero los discípulos primero deben oír la frase
que les hace comprender mejor a Jesús. "No he sido enviado sino a las
ovejas perdidas de la casa de Israel." Dios le ha enviado, Él no se ha
encargado nada a sí mismo. Dios también le ha señalado el campo de la
actividad. Su misión está limitada a Israel, por medio del cual los pueblos
deben participar en la salvación. Este es el orden establecido, así rezan las
promesas de los profetas. Pero Israel es un rebaño sin pastor que se ha
dispersado por las montañas y está destinado a la destrucción. Sólo se conserva
el rebaño, si está reunido y el pastor lo vigila y lo conduce. Ahora los hijos
de Israel tienen como pastores a ciegos guías de ciegos, son como "ovejas
sin pastor".
Dios había anunciado por el profeta Ezequiel que destituiría
a los falsos profetas y que él mismo ejercería el cargo de pastor. Ahora llega
el tiempo de cumplir lo anunciado. El Mesías está enviado para reunir en un
rebaño las ovejas extraviadas, para impedir que desfallezcan y para conducirlas
a los terrenos de fértiles pastos. Sólo cuando Israel se haya vuelto a juntar,
y siga de buen grado a su verdadero Pastor, Dios, pueden también los pueblos
del mundo congregarse al lado del único Dios verdadero. Tal es el encargo que
ha recibido el Mesías.
Luego continúa la conversación con la mujer. Se
acerca y pide ayuda. Jesús le contesta que no está bien quitar el pan a los
hijos y darlo a los perrillos. Jesús no quiere pronunciar una sentencia
despectiva sobre los gentiles ni compararlos con los perros. Perro era
un término que los judíos por lo general aplicaban a todo gentil, porque los
judíos consideraban que los paganos parecían perros al no recibir la bendición
de Dios. Jesús no estaba degradando a la mujer al usar este término sino
reflejando la actitud de los judíos en contraposición con la suya. La mujer no
discutió. Usando las mismas palabras de Jesús, estuvo de acuerdo en ser
considerada como perra siempre que pudiera recibir la bendición de Dios para su
hija. Irónicamente, muchos judíos perdieron la bendición de Dios y la salvación
porque rechazaron a Jesús y muchos gentiles hallaron salvación porque
reconocieron a Jesús.
Es una frase metafórica que expresa de nuevo el
pensamiento del versículo24: el pan es para aquellos hijos, así como el pastor
es para aquel rebaño. Los hijos son los hijos de Israel, a quienes ahora se
dedica la misericordia de Dios. No se dice lo que quizá tiene aplicación al
tiempo futuro. La mujer acoge con osadía la Palabra de Dios. Los perrillos
también reciben algo de lo que cae de la mesa de su señor. Casi parece
humorística la manera como la mujer se vale de la imagen y la invierte en su
favor. Pero Jesús está vinculado a su misión. Se ha subordinado a ella, sin
reserva, y desde un principio rehúsa cualquier desviación en la lucha con Satán
en el desierto. ¿Cómo procederá Jesús?
A pesar de todo Jesús socorre. Todo lo precedente
hablaba en contra. Pero ahora se indica el motivo: tu fe es grande. Dios ayuda
a quien cree así, con perseverancia y tenacidad, sin desfallecer ni darse por
vencido precipitadamente, con la firme convicción de que sólo hay uno que pueda
ayudar. El ruego de la mujer es atendido y la hija queda curada desde esta
hora. Jesús no socorre a la mujer porque sea pagana, sino porque tiene una gran
fe. Se mantiene el orden, no se sobrepasan los límites del encargo. Pero ha
brillado una esperanza. En ella ya aparece un nuevo Israel, cuyo fundamento es
esta fe. Así sucedió con el centurión, así sucede aquí con esta mujer. Así como
Dios puede sacar de las piedras hijos de Abraham, así formará con estos
creyentes un nuevo Israel. La salvación todavía no llega a los gentiles. Jesús
permanece y actúa en Israel, y parte a sus hijos el pan. Pero acá y allá, en
casos particulares se hace patente algo nuevo, el tiempo futuro, en el cual
Dios perfeccionará el orden de la salvación, que ha estado en vigor hasta
ahora. Todos los pueblos de la tierra deben recibir toda la salvación, incólume
y pródigamente.
Muchos métodos de la providencia de Cristo,
especialmente de su gracia, para tratar con su pueblo, que son oscuros y
confunden, se pueden explicar por este relato, que enseña que puede haber amor
en el corazón de Cristo aunque su rostro tenga el ceño fruncido; y nos anima a
confiar aún en Él aunque parezca listo para matarnos. A quienes Cristo piensa
honrar más, los humilla para que sientan su indignidad. Un corazón orgulloso
sin humillar no soportaría esto; ella lo convirtió en argumento para validar su
petición.
El estado de esta mujer es un emblema del estado
del pecador, profundamente consciente de la miseria de su alma. Lo mínimo de
Cristo es precioso para un creyente, hasta las mismas migajas del Pan de vida.
De todas las gracias, es la fe la que más honra a Cristo; por tanto, de todas
las gracias, Cristo honra más a la fe. Él le sanó a la hija. Él habló y fue
hecho. De aquí los que buscan ayuda del Señor, y no reciben respuesta de
gracia, aprendan a convertir aun su indignidad y desaliento en ruegos de
misericordia.
Una fe auténtica no se rinde al
desaliento, aunque Dios parezca ocultarle su rostro. Esa fe contiene siempre
algo de la confianza «capaz de trasladar montañas»
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