} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: UN MUNDO PARA CRISTO

lunes, 19 de diciembre de 2016

UN MUNDO PARA CRISTO


Mateo 15:21- 28  Y saliendo Jesús de allí, se fue a las partes de Tiro y de Sidón.
Y he aquí una mujer cananea, que había salido de aquellos términos, clamaba, diciéndole: Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí; mi hija está enferma, poseída del demonio.
Mas él no le respondió palabra. Entonces llegándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despáchala, pues da voces tras nosotros.
Y él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la Casa de Israel.
Entonces ella vino, y le adoró, diciendo: Señor socórreme.
Y respondiendo él, dijo: No es bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.
Y ella dijo: Sí, Señor; mas los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores.
Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; sea hecho contigo como quieres. Y fue sana su hija desde aquella hora

Marcos 7:24- 30  Y levantándose de allí, se fue a los términos de Tiro y de Sidón; y entrando en casa, quiso que nadie lo supiese; mas no pudo ser escondido.
   Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se echó a sus pies.
   Y la mujer era griega, sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio.
   Más Jesús le dijo: Deja primero saciarse los hijos, porque no es bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos.
   Y respondió ella, y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos.
   Entonces le dice: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija.
   Cuando fue a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija echada sobre la cama.

(La Biblia Casiodoro de Reina 1569)

Jesús siempre ha permanecido en el territorio de Israel y sólo raras veces ha penetrado en territorio de los gentiles. Los más remotos y oscuros rincones del país reciben las influencias de Cristo; después, los confines de la tierra verán su salvación.
Aquí el evangelista Mateo menciona una de estas pequeñas correrías, en este caso en dirección norte, en el territorio de las dos poderosas ciudades comerciales de Tiro y Sidón. En el camino le sale al encuentro una mujer cananea. Esta expresión se emplea para caracterizarla como gentil (Marcos 7:26). Marcos la llama sirofenicia y Mateo la llama cananea. La designación de Marcos hace referencia a su trasfondo político. Su audiencia romana podría identificarla con facilidad por la parte del imperio de donde procedía. La descripción de Mateo se creó para su audiencia judía, los que recordaban a los cananitas como acérrimos enemigos cuando Israel se estableció en la tierra prometida.
 Mateo no designa su nacionalidad civil, sino la religión a la que pertenece. Así prepara la siguiente conversación, que es importante. La mujer conoce lo que permanecía oculto a los hijos de Israel en conjunto, y le invoca con el título mesiánico de hijo de David. Le pide ayuda para su hija. Los discípulos se molestan y ruegan al Maestro que la despida. ¿Solamente tienen la sensación de fastidio o les resulta impertinente la importunidad de una mujer pagana? Evidentemente Jesús había proseguido la marcha sin prestarle atención. Pero ella no cesa de caminar detrás del pequeño grupo. ¿Qué hará Jesús? Lo que haga será importante no sólo para la mujer y para el grupo de los discípulos, sino para el tiempo futuro de su obra.
Jesús habla a los discípulos. De suyo, la respuesta sólo se ajusta a la mujer como explicación de la conducta de Jesús y como recusación indirecta de la súplica de la mujer. Los discípulos pidieron a Jesús que se librara de la mujer porque los estaba aburriendo con sus lamentos. No mostraron sensibilidad hacia sus necesidades ni compasión por ella. Es posible estar muy ocupado con asuntos espirituales al grado de pasar por alto las necesidades espirituales que existen a nuestro alrededor, sea por prejuicios o simplemente por los inconvenientes que originan. En lugar de aburrirnos, estemos atentos a las oportunidades que nos rodean. Mantengámonos receptivos a la hermosura del mensaje de Dios para todos y esforcémonos en no desechar a los que son diferentes a nosotros. Pero aquí la respuesta va dirigida a los discípulos que han rogado al Maestro que la despache. Las palabras de Jesús en este pasaje parece que sean una confirmación de lo que pensaban los discípulos, a saber que Jesús no le puede ayudar y que ella debe regresar a su casa sin haber logrado su propósito. Las palabras de Jesús no contradicen la verdad de que el mensaje de Dios es para todos (Salmos 22:27; Isaías 56:7; Mateo 28:19; Romanos 15:9-12). Después de todo, Jesús ministró a los gentiles en muchas ocasiones durante su ministerio. Simplemente estaba diciendo a la mujer que los judíos tuvieron la primera oportunidad para aceptarlo como el Mesías porque Dios quería que ellos presentaran el mensaje de salvación al resto del mundo (Génesis 12:3). Jesús no la rechazó. Jesús pudo haber querido probar su fe o pudo haber querido aprovechar la oportunidad para enseñar una lección acerca de la disponibilidad de la fe para todos.
Pero los discípulos primero deben oír la frase que les hace comprender mejor a Jesús. "No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel." Dios le ha enviado, Él no se ha encargado nada a sí mismo. Dios también le ha señalado el campo de la actividad. Su misión está limitada a Israel, por medio del cual los pueblos deben participar en la salvación. Este es el orden establecido, así rezan las promesas de los profetas. Pero Israel es un rebaño sin pastor que se ha dispersado por las montañas y está destinado a la destrucción. Sólo se conserva el rebaño, si está reunido y el pastor lo vigila y lo conduce. Ahora los hijos de Israel tienen como pastores a ciegos guías de ciegos, son como "ovejas sin pastor". 
Dios había anunciado por el profeta Ezequiel que destituiría a los falsos profetas y que él mismo ejercería el cargo de pastor. Ahora llega el tiempo de cumplir lo anunciado. El Mesías está enviado para reunir en un rebaño las ovejas extraviadas, para impedir que desfallezcan y para conducirlas a los terrenos de fértiles pastos. Sólo cuando Israel se haya vuelto a juntar, y siga de buen grado a su verdadero Pastor, Dios, pueden también los pueblos del mundo congregarse al lado del único Dios verdadero. Tal es el encargo que ha recibido el Mesías.
Luego continúa la conversación con la mujer. Se acerca y pide ayuda. Jesús le contesta que no está bien quitar el pan a los hijos y darlo a los perrillos. Jesús no quiere pronunciar una sentencia despectiva sobre los gentiles ni compararlos con los perros. Perro era un término que los judíos por lo general aplicaban a todo gentil, porque los judíos consideraban que los paganos parecían perros al no recibir la bendición de Dios. Jesús no estaba degradando a la mujer al usar este término sino reflejando la actitud de los judíos en contraposición con la suya. La mujer no discutió. Usando las mismas palabras de Jesús, estuvo de acuerdo en ser considerada como perra siempre que pudiera recibir la bendición de Dios para su hija. Irónicamente, muchos judíos perdieron la bendición de Dios y la salvación porque rechazaron a Jesús y muchos gentiles hallaron salvación porque reconocieron a Jesús.
Es una frase metafórica que expresa de nuevo el pensamiento del versículo24: el pan es para aquellos hijos, así como el pastor es para aquel rebaño. Los hijos son los hijos de Israel, a quienes ahora se dedica la misericordia de Dios. No se dice lo que quizá tiene aplicación al tiempo futuro. La mujer acoge con osadía la Palabra de Dios. Los perrillos también reciben algo de lo que cae de la mesa de su señor. Casi parece humorística la manera como la mujer se vale de la imagen y la invierte en su favor. Pero Jesús está vinculado a su misión. Se ha subordinado a ella, sin reserva, y desde un principio rehúsa cualquier desviación en la lucha con Satán en el desierto. ¿Cómo procederá Jesús?
A pesar de todo Jesús socorre. Todo lo precedente hablaba en contra. Pero ahora se indica el motivo: tu fe es grande. Dios ayuda a quien cree así, con perseverancia y tenacidad, sin desfallecer ni darse por vencido precipitadamente, con la firme convicción de que sólo hay uno que pueda ayudar. El ruego de la mujer es atendido y la hija queda curada desde esta hora. Jesús no socorre a la mujer porque sea pagana, sino porque tiene una gran fe. Se mantiene el orden, no se sobrepasan los límites del encargo. Pero ha brillado una esperanza. En ella ya aparece un nuevo Israel, cuyo fundamento es esta fe. Así sucedió con el centurión, así sucede aquí con esta mujer. Así como Dios puede sacar de las piedras hijos de Abraham, así formará con estos creyentes un nuevo Israel. La salvación todavía no llega a los gentiles. Jesús permanece y actúa en Israel, y parte a sus hijos el pan. Pero acá y allá, en casos particulares se hace patente algo nuevo, el tiempo futuro, en el cual Dios perfeccionará el orden de la salvación, que ha estado en vigor hasta ahora. Todos los pueblos de la tierra deben recibir toda la salvación, incólume y pródigamente.
Muchos métodos de la providencia de Cristo, especialmente de su gracia, para tratar con su pueblo, que son oscuros y confunden, se pueden explicar por este relato, que enseña que puede haber amor en el corazón de Cristo aunque su rostro tenga el ceño fruncido; y nos anima a confiar aún en Él aunque parezca listo para matarnos. A quienes Cristo piensa honrar más, los humilla para que sientan su indignidad. Un corazón orgulloso sin humillar no soportaría esto; ella lo convirtió en argumento para validar su petición.
El estado de esta mujer es un emblema del estado del pecador, profundamente consciente de la miseria de su alma. Lo mínimo de Cristo es precioso para un creyente, hasta las mismas migajas del Pan de vida. De todas las gracias, es la fe la que más honra a Cristo; por tanto, de todas las gracias, Cristo honra más a la fe. Él le sanó a la hija. Él habló y fue hecho. De aquí los que buscan ayuda del Señor, y no reciben respuesta de gracia, aprendan a convertir aun su indignidad y desaliento en ruegos de misericordia.
Una fe auténtica no se rinde al desaliento, aunque Dios parezca ocultarle su rostro. Esa fe contiene siempre algo de la confianza «capaz de trasladar montañas»

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