} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: ¿POR QUIENES MURIÓ CRISTO?

jueves, 22 de diciembre de 2016

¿POR QUIENES MURIÓ CRISTO?

  
¿Vino Cristo a morir para salvar a todos los hombres o sólo a los elegidos?  ¿Vino Cristo a morir para proveer salvación completa para todos, a sabiendas de que el Padre atraería hacia Cristo a los elegidos y dejaría justamente en sus pecados a quienes rechazasen tal provisión?

¿Qué dice la Palabra de Dios en la Biblia?
La Palabra de Dios dice que todos, elegidos y no elegidos, estábamos perdidos sin remedio antes de que Dios interviniese a nuestro favor (Is. 53:6; Ro. 3:9-23; Ef. 2:1-5).
La Palabra de Dios dice que, para escapar de la perdición eterna, cada cual tiene que creer en Jesucristo (Jn. 3:16, 36; 6:40; Hch. 16:31; Ro. 3:21-28).
 La Palabra de Dios dice que el Padre atrae hacia Cristo a los elegidos (Jn. 6:37,44; 17:9, 12), pero ellos han de venir mediante la fe (Ef. 2:8)
La Palabra de Dios dice que Cristo murió por los elegidos (Jn. 10:15;Ef. 5:25; 1 Pe. 2:24). Pero esto no excluye el que muriese también por los demás hombres. Lo veremos claro con una ilustración. Un hombre bondadoso y adinerado ve a un grupo de mendigos en la calle y les ofrece un gran banquete en el mejor hotel de la localidad. Algunos aceptan agradecidos; otros rechazan la invitación. Al llegar al hotel, solo los que aceptaron figuran con su nombre en la lista de los invitados: pero eso no significa que la invitación fuese hecha sólo para los que la aceptaron.

Pero la Palabra de Dios dice también:

·         Que Dios amo al mundo, esto es, a toda la humanidad perdida, y, por consiguiente, dio a Su único Hijo en rescate por todos (Jn. 3:16;1 Ti. 2:6). Si ese objetivo estuviese restringido a solo los elegidos, la Palabra de Dios no habría podido usar esas expresiones.

·         Que Dios ha comprado (por tanto, ha pagado el precio) a quienes no son elegidos (2 Pe. 2:1). Todos los esfuerzos de los que limitan a Dios y tratan de  torcer cada una de las palabras de este versículo han sido en vano.

·         Que Dios desea sinceramente que todos sean salvos (1 Ti. 2:4; 4:10), lo que implica una provisión suficiente para todos. La Escritura no dice: todos sin distinción; luego debemos entender  todos sin excepción.

·         Que Dios manda, a todos sin excepción, que se arrepientan (Hch.17:30). Y, si lo manda, necesariamente tiene que proveer, para todos, la gracia suficiente para que puedan arrepentirse.

·         Que Dios envió a Su único Hijo a morir como propiciación por los pecados de todo el mundo (1 Jn. 2:2). La frase todo el mundo solo vuelve a salir en esta misma epístola (1 Jn. 5:19), donde nadie puede negar su sentido universal.  

·         Que Jesús gusto la muerte por cada uno. Es decir: por todos y por cada uno de nosotros en particular.

·         Que el Señor no retarda la promesa de la Segunda Venida, sino que es paciente hacia vosotros, no queriendo que algunos perezcan, sino que todos den cabida al arrepentimiento (2 Pe. 3:9)

Esta provisión ilimitada estaba tipificada en el Día de la Expiación

Leemos en Levítico 16:3 «Con esto entrará Aarón en el santuario: con un becerro para expiación y un carnero para holocausto». Aquí están representadas las dos facetas del sacrificio de Cristo, excluidas en este Día la ofrenda de flor de harina y la ofrenda de paz; todo el capítulo gira sólo entorno a la expiación y al holocausto. Nos interesa lo que dice acerca de la expiación:
    por el pecado del pueblo en general
ppor los pecados e iniquidades del pueblo.
 Voy a presentar los versículos más importantes del capítulo 16, de la Biblia de las Américas que está más ajustada al original que otras versiones:
  Sobre el pecado del pueblo o, más exactamente, sobre los pecados como manchas contaminantes, dice Levítico 16:15-16, después de haberse referido al sacrificio que Aarón ha ofrecido por sí mismo: «Después inmolará el macho cabrío de la ofrenda por el pecado que es por el pueblo, y llevará su sangre adentro del velo (Hebreos 7:27; 9:7, 12) y hará con su sangre como hizo con la sangre del novillo, y la rociará sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio.
Hará, pues, expiación por el lugar santo a causa de las impurezas de los hijos de Israel y a causa de sus transgresiones, por todos sus pecados; así hará también con la tienda de reunión que permanece con ellos en medio de sus impurezas».
  Sobre los pecados e iniquidades del pueblo en cuanto a la culpa, dicen los versículos  20-22 del mismo capítulo: «Cuando acabe de hacer expiación por el lugar santo, la tienda de reunión y el altar, presentará el macho cabrío vivo. Después Aarón pondrá ambas manos sobre la cabeza del macho cabrío y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel y todas sus transgresiones, todos sus pecados, y poniéndolos sobre la cabeza del macho cabrío,  enviará al desierto por mano de un hombre preparado. El macho cabrío llevará sobre sí todas sus iniquidades a una tierra desolada; y soltará el macho cabrío en el desierto».
Queda todavía otro requisito legal por cumplir: Dice el versículo 27: «Pero el novillo de la ofrenda por el pecado y el macho cabrío de la ofrenda por el pecado, cuya sangre fue llevada dentro del lugar santo para hacer expiación, serán llevados fuera del campamento y quemarán en el fuego su piel, su carne
y su estiércol» (Heb. 13:11-12).
El Día de la Expiación de Levítico 16, todos los detalles apuntaban claramente hacia la expiación llevada a cabo por Cristo en el Calvario. Como es obvio, el Día de la Expiación concernía primariamente a los hijos de Israel y, por tanto, estaba limitado por las fronteras de Israel, mientras que la expiación llevada a cabo en la Cruz se extiende a los pecados del mundo entero (1 Jn. 2:2).
Pero la semejanza más importante está en que ni el Día de la Expiación ni el sacrificio del Calvario tenían por objeto quitar automáticamente los pecados; en ambos casos, para la aplicación personal de los beneficios de la expiación, se expresa, de un modo u otro, la necesidad de la fe y del arrepentimiento personales (afligiréis vuestras almas  Lv. 16:29, 31, con el arrepentíos  de Mr. 1:15 y el  reconciliaos con Dios  de 2 Co. 5:20).  




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