¿Vino Cristo a morir para salvar a todos los hombres o sólo a los elegidos? ¿Vino Cristo a morir para proveer salvación completa para todos, a sabiendas de que el Padre atraería hacia
Cristo a los elegidos y dejaría justamente en sus pecados a quienes rechazasen tal provisión?
¿Qué dice la Palabra de Dios en la Biblia?
La Palabra de Dios dice que todos, elegidos y no elegidos, estábamos perdidos sin remedio antes de que Dios interviniese a
nuestro favor (Is. 53:6; Ro. 3:9-23; Ef.
2:1-5).
La Palabra de Dios dice que, para escapar de la perdición
eterna, cada cual tiene que creer
en Jesucristo (Jn. 3:16, 36; 6:40; Hch. 16:31; Ro. 3:21-28).
La Palabra de Dios dice que el Padre atrae hacia
Cristo a los elegidos (Jn. 6:37,44;
17:9, 12), pero ellos han de venir
mediante la fe (Ef. 2:8)
La Palabra de Dios dice que Cristo murió por los elegidos (Jn. 10:15;Ef. 5:25; 1 Pe. 2:24). Pero esto no excluye el que muriese también por los demás hombres. Lo veremos claro con una ilustración. Un hombre
bondadoso y adinerado ve a un grupo de mendigos en la calle y les ofrece un
gran banquete en el mejor hotel de la localidad. Algunos aceptan agradecidos;
otros rechazan la invitación. Al llegar al hotel, solo los que aceptaron figuran
con su nombre en la lista de los invitados: pero eso no significa que la invitación
fuese hecha sólo para los que la aceptaron.
Pero la Palabra de Dios dice también:
·
Que Dios
amo al mundo, esto es, a toda la humanidad perdida, y, por
consiguiente, dio a Su único Hijo en
rescate por todos (Jn. 3:16;1 Ti. 2:6). Si ese objetivo estuviese restringido a solo los elegidos, la
Palabra de Dios no habría podido usar esas expresiones.
·
Que Dios ha comprado (por tanto, ha pagado el precio) a quienes no son elegidos (2 Pe. 2:1). Todos los esfuerzos de los que limitan a
Dios y tratan de torcer cada una de las
palabras de este versículo han sido en vano.
·
Que Dios
desea sinceramente que todos sean salvos (1 Ti. 2:4; 4:10), lo que
implica una provisión suficiente
para todos. La Escritura no dice: todos sin
distinción; luego debemos entender todos sin excepción.
·
Que Dios
manda, a todos sin excepción, que se arrepientan (Hch.17:30). Y, si lo manda, necesariamente tiene que proveer, para todos,
la gracia suficiente para que puedan arrepentirse.
·
Que Dios envió
a Su único Hijo a morir como propiciación
por los pecados de todo el mundo (1 Jn. 2:2). La frase todo el mundo solo
vuelve a salir en esta misma epístola (1 Jn. 5:19), donde
nadie puede negar su sentido universal.
·
Que Jesús
gusto la muerte por cada uno.
Es decir: por todos y por cada uno
de nosotros en particular.
·
Que el Señor
no retarda la promesa de la Segunda Venida, sino que es paciente hacia vosotros,
no queriendo que algunos
perezcan, sino que todos den cabida al arrepentimiento (2 Pe. 3:9)
Esta provisión ilimitada estaba tipificada en el Día de la Expiación
Leemos en Levítico 16:3 «Con esto entrará Aarón en el santuario: con un becerro para
expiación y un carnero para holocausto». Aquí están representadas las dos
facetas del sacrificio de Cristo, excluidas en este Día la ofrenda de flor de
harina y la ofrenda de paz; todo el capítulo gira sólo entorno a la expiación y al
holocausto. Nos interesa lo que dice acerca de la expiación:
por el pecado del pueblo en general
ppor los pecados e
iniquidades del pueblo.
Voy a presentar los versículos
más importantes del capítulo 16, de la Biblia de las Américas que está más
ajustada al original que otras versiones:
Sobre el pecado del pueblo o, más exactamente,
sobre los pecados como manchas contaminantes, dice Levítico 16:15-16, después de haberse referido al
sacrificio que Aarón ha ofrecido por sí mismo: «Después inmolará el macho
cabrío de la ofrenda por el pecado que es por el pueblo, y llevará su sangre
adentro del velo (Hebreos 7:27; 9:7, 12) y hará con su sangre como hizo con la
sangre del novillo, y la rociará sobre el propiciatorio y delante del
propiciatorio.
Hará, pues, expiación por el lugar santo a causa de las
impurezas de los hijos de Israel y a causa de sus transgresiones, por todos sus
pecados; así hará también con la tienda de reunión que permanece con ellos en
medio de sus impurezas».
Sobre los pecados e iniquidades del pueblo en
cuanto a la culpa, dicen los versículos 20-22 del mismo capítulo: «Cuando acabe de hacer expiación por el
lugar santo, la tienda de reunión y el altar, presentará el macho cabrío vivo.
Después Aarón pondrá ambas manos sobre la cabeza del macho cabrío y confesará
sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel y todas sus
transgresiones, todos sus pecados, y poniéndolos sobre la cabeza del macho
cabrío, enviará al desierto por mano de
un hombre preparado. El macho cabrío llevará sobre sí todas sus iniquidades a una
tierra desolada; y soltará el macho cabrío en el desierto».
Queda todavía otro requisito legal por cumplir: Dice el
versículo 27: «Pero el novillo de la ofrenda por el
pecado y el macho cabrío de la ofrenda por el pecado, cuya sangre fue llevada
dentro del lugar santo para hacer expiación, serán llevados fuera del
campamento y quemarán en el fuego su piel, su carne
y su estiércol» (Heb. 13:11-12).
El Día de la Expiación de Levítico 16, todos
los detalles apuntaban claramente hacia la expiación llevada a cabo por Cristo
en el Calvario. Como es obvio, el Día de la Expiación concernía primariamente a
los hijos de Israel y, por tanto, estaba limitado por las fronteras
de Israel, mientras que la expiación llevada a cabo en la Cruz se extiende a los pecados del mundo entero (1 Jn. 2:2).
Pero la semejanza más importante está en que ni el Día de la Expiación
ni el sacrificio del Calvario tenían por objeto quitar automáticamente los pecados; en ambos casos, para la aplicación personal de los beneficios
de la expiación, se expresa, de un modo u otro, la necesidad de la fe y del
arrepentimiento personales (afligiréis vuestras almas Lv. 16:29, 31, con el arrepentíos de Mr. 1:15 y el reconciliaos con Dios de 2 Co. 5:20).
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