} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 21 Septiembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

jueves, 21 de septiembre de 2017

21 Septiembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)


Romanos 8; 18
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.”

Los sufrimientos de los santos golpean, pero no más hondo que las cosas del tiempo, sólo duran el tiempo actual, son aflicciones leves y sólo pasajeras. ¡Cuán diferentes son la sentencia de la palabra y el sentimiento del mundo respecto de los sufrimientos de este tiempo presente!
Pablo ha estado hablando de la gloria de la adopción en la familia de Dios, y ahora vuelve al estado turbulento del mundo presente. Traza un gran cuadro. Habla con visión poética. Ve a toda la naturaleza esperando la gloria que será. Por el momento, la creación está sometida a la esclavitud de la caducidad.
En el mundo se marchita la belleza y se aja el encanto; es un mundo caduco, pero en espera de la liberación y la realización.
Para pintar este cuadro, Pablo estaba usando ideas que cualquier judío podría reconocer y entender. Habla de la edad presente y de la gloria que se manifestará. El pensamiento judío dividía la historia del tiempo en dos secciones: la edad presente y la edad por venir. La edad presente era totalmente mala, sometida al pecado, a la muerte y a la corrupción. Pero alguna vez llegaría el Día del Señor. Sería un día de juicio en el que se sacudirían hasta los mismos cimientos del mundo; pero de su ruina surgiría un nuevo mundo.
Indudablemente toda la creación espera con anhelosa expectativa el período en que se manifiesten los hijos de Dios en la gloria preparada para ellos. Hay impureza, deformidad y enfermedad que sobrevinieron a la criatura por la caída del hombre. Hay enemistad de una criatura contra otra. Son utilizadas, más bien se abusa de ellas, por el hombre como instrumentos de pecado. Sin embargo, este estado deplorable de la creación está “con esperanza”. Dios lo librará de estar así mantenida en esclavitud por la depravación del hombre. Las miserias de la raza humana, por medio de la maldad propia de cada uno y de unos con otros, declaran que el mundo no siempre continúa como está.

2 Tesalonicenses 2; 16
Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia,”

  Los escritos del Apóstol son escritos de profesión de fe. Su modo ejemplar de vivir hace creíble la buena nueva. Pablo, pastor de almas, añade inmediatamente a la exhortación a la fidelidad una oración por la comunidad. Dios mismo ha de sostener con su fuerza este empeño y la buena voluntad de la Iglesia. Un colaborador del Señor debe constantemente tener presentes en sus oraciones a las comunidades, a fin de que la obra comenzada pueda también llevarse a término.

 El anuncio del mensaje de salvación no es una comunicación impersonal. Se efectúa siempre con entrega personal. Así, en el mensaje de salvación que nos transmiten los escritores bíblicos, están incorporadas también las peculiaridades personales.
 Es importante observar la manera de hablar de Pablo a esta iglesia. En la misma carta les entregará enseñanza fuerte, medicina amarga, para que hagan correcciones, pero en medio de sus instrucciones acerca de errores y desórdenes, pronuncia esta hermosa bendición.
Podemos y debemos dirigir nuestras oraciones no sólo a Dios Padre por medio de nuestro Señor Jesucristo, sino también a nuestro Señor Jesucristo mismo. Debemos orar en su nombre a Dios, no sólo como su Padre sino como nuestro Padre en Él y por medio de Él. Manantial y fuente de todo el bien que tenemos o esperamos es el amor de Dios en Cristo Jesús. Hay buenas razones para grandes bendiciones, porque los santos tienen una buena esperanza por medio de la gracia. La gracia y la misericordia gratuita de Dios son lo que ellos esperan y en las que fundan sus esperanzas, y no algún valor o mérito propio de ellos. Mientras más placer tengamos en la palabra, las obras y los caminos de Dios, más probablemente seremos preservados en ellas, pero si vacilamos en la fe y si tenemos una mente que duda, vacilando y tropezando en nuestro deber, no es raro que seamos extraños a los goces de la religión.

El Apóstol presenta su oración en forma solemne. Es probable que aquí utilice un modo de hablar usado ya y consagrado en el culto de la Iglesia primitiva. Así rogaban las comunidades unas por otras. En esta forma de plegaria se halla el nombre de Jesucristo al principio de la intercesión. El Apóstol quiere subrayar aquí la economía de la salud. Sólo por Cristo llega el cristiano al Padre. Del Padre recibimos amor, consuelo y esperanza, pero esto siempre por Jesucristo. Así se sitúa él siempre entre nosotros, los hombres, y el Padre como mediador y salvador. Aquí -en una de las cartas más antiguas del Nuevo Testamento- confiesa Pablo la divinidad de Cristo. A él nunca le cupo la menor duda de que el Hijo de Dios había venido al mundo y que así podía realmente otorgar a los hombres vida y salvación.
El amor de Dios se manifiesta también en el hecho de que Dios se abre a los pecadores y les muestra un nuevo modo de vida lleno de sentido. Signo de verdadero amor es la buena disposición para hacerlo todo por el amado. Dios nos mostró su amor en su Hijo, que dio su vida por sus amigos. En este amor de Dios puede el hombre cobrar alientos y regocijarse.
El cristiano recibe un consuelo permanente levantando los ojos a Dios, que otorga su amor. Así cobra sentido toda su existencia. Todas las cuestiones apremiantes reciben respuesta si se miran en el sentido de Dios. El que presta oído a la Palabra de Dios ve con claridad, comprende el tiempo y sabe del futuro. Permanece en la situación presente, en medio de su dureza. Es que para él todo es sencillamente tránsito para pasar a la unión definitiva con Cristo. Todo cobra sentido si se piensa que un día tendrá lugar la reunión con Cristo. Así el «Dios de todo consuelo» (2Corintios_1:3) otorga al hombre el único consuelo verdadero.

¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!


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