Salmo 119; 162
“Me regocijo en tu palabra
Como el que halla muchos despojos.
Esta estrofa, no contiene ninguna petición a Dios. Más bien es un
testimonio de amor a su Palabra. El que encuentra un botín o un tesoro abunda
en gozo; así es la Palabra de Dios para el creyente. Los resultados de amar a
Dios y su Palabra se ven a través de la vida de un creyente en el corazón
constante guarda con diligencia su amor por las enseñanzas del Señor.
Mateo_13:44-45 Aunque sean perseguidos por los poderosos, no se
desvían los piadosos de la reverencia de la autoridad de Dios para buscar el
favor de aquéllos; antes se regocijan en la posesión de esta “perla de gran
precio,” como los vencedores se deleitan en los despojos de guerra.
A pesar de la hostilidad de las
clases más representativas de la sociedad, no se ha apartado el salmista de su
conducta de entrega a los preceptos divinos. Según su conciencia, es preferible
temer a Dios que a los príncipes. La satisfacción del cumplimiento del deber le
es superior a la del guerrero que se apodera de copioso botín. Tan
consustancial es para él la ley divina, que siente odio instintivo para todo lo que signifique falsedad y
doblez de corazón. Su alma está en tensión constante espiritual, alabando continuamente a su Dios. Abominando
la mentira y amando la verdad, y alabando a Dios por ello a menudo, todos los
días, hallan la paz y la libertad de la tentación.
Mateo 24; 35
“El cielo y la tierra pasarán, pero
mis palabras no pasarán”
Nuestro Señor Jesucristo sabía bien que los hombres tenemos
inclinación natural a la incredulidad, y previendo que muchos rechazarían como
improbables, inverosímiles y absurdas
las solemnes predicciones que había estado haciendo, nos previno en términos
enérgicos contra semejantes pensamientos
engendrados por el escepticismo.
Aunque
este lenguaje es muy cierto en cuanto al cumplimiento de las promesas de Dios,
también debe recordarse que este lenguaje se usa para hablar de la remoción
del sistema judaico.
Lo que Jesús dice
desde el ver 35 fue para exhortar a sus discípulos a estar preparados, pero
igualmente sirve para exhortar a todos sus discípulos de cualquier época sobre
lo mismo. Ellos deberían estar preparados porque su venida en juicio sobre los
judíos no era algo esperado, sino de gran sorpresa; y nosotros debemos estar ya listos para el arrebatamiento de Su Iglesia.
Lucas_17:31 (“En aquel
día, el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no descienda a tomarlos; y
el que en el campo, asimismo no vuelva atrás”) se refiere a la segunda venida
de Cristo, pero ¿cómo podría el que esté en la azotea descender a sacar cosas
de la casa cuando “todos seremos transformados en un momento, en un abrir y
cerrar de ojos, a la final trompeta” (1Corintios_15:51-52)?
Jesús habló acerca de Noé y Lot (Lucas_17:25-28)
y entonces dijo, Lucas_17:31, "En aquel día
el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no descienda a tomarlos; y el
que en el campo, asimismo no vuelva atrás". Por eso, los discípulos de
aquel tiempo deberían recordar el ejemplo de Noé y el diluvio, y el ejemplo de
Lot, porque era necesario que ellos también estuvieran prevenidos para escapar
de la destrucción de Jerusalén.
Jesús es el Hijo de Dios, pero ahora tiene la figura de siervo. Su
ciencia humana está limitada. También en esto Jesús se ha enajenado y ha venido
a ser igual que los hombres. Este texto no nos plantea cuestiones fáciles. No
hay una solución terminante para todos los problemas. Pero las soluciones
sencillas (en las que se deshace fácilmente lo que es difícil de comprender) no
pueden estar conformes con la verdad de Dios. Hay enigmas y misterios que no
podemos resolver. «El cielo y la tierra» en su forma actual pasarán, como hemos
oído. Pero las palabras del Mesías permanecerán. Los judíos así lo han creído
de la Torah, la ley de Moisés. La Torah ha sido creada antes que el mundo y
sobrevivirá a la desaparición del mundo. Esta fe ha encontrado en Jesús su
verdadero objetivo, porque Jesús es la Palabra de Dios pronunciada desde la
eternidad antes de la creación (Juan_1:1 s),
vino al tiempo como la Palabra que el Padre habló a los hombres (Hebreos_1:2), y sigue siendo la Palabra que dura más
allá de todo tiempo. Sus palabras son verdad eterna y divina en su contenido
interno, aunque para nosotros tengan que ser revestidas con el ropaje del
lenguaje humano. La dificultad para nuestra inteligencia no radica en que
nuestro espíritu humano no comprende la verdad de sus palabras, sino en que la
verdad tiene que hacerse oír con un deficiente lenguaje humano.
¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor
Jesús!
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