} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 20 Septiembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)

miércoles, 20 de septiembre de 2017

20 Septiembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)


Santiago 2; 10
Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.”

     "Porque". Esta conjunción causal enseña que este versículo explica al anterior, pues da la base del argumento del anterior. El argumento es éste: el que hacía acepción de personas era un transgresor de la ley porque el tal pecaba en ese punto de la ley.
            Uno no tiene que violar todas las leyes del país para convertirse en un criminal; basta que cometa un solo crimen.
Los hermanos judíos que favorecían a los ricos, afirmando que así guardaban la ley que mandaba amar al prójimo, apelaban a una porción de las Escrituras que les convenía, e ignoraban otras que no les convenían. Pero una porción de la ley de Dios importa tanto como otras, y por eso violarla en una sola porción o parte equivale a rechazar la autoridad de Dios. Si uno voluntariamente viola una parte de la ley de Dios, bajo circunstancias semejantes violaría todas las demás que ahora está guardando, y por su mala actitud muestra que no respeta la autoridad de Dios.
            Santiago no está afirmando que los cristianos están todavía bajo la ley de Moisés; como cristianos estamos bajo la ley de la libertad.
Tampoco está afirmando que un pecado es igual en gravedad y consecuencias que cualquier otro, o que uno que comete un solo pecado es tan mala persona como uno totalmente entregado a la carnalidad. Ese no es su punto. Se dirige a aquéllos que apelan a las Escrituras para justificarse en su demostración de parcialidad, probándoles que no eran justos sino transgresores, porque en otro punto violaban esas mismas Escrituras.
La justificación era imposible por medio de la ley, porque a menos que fuera guardada absolutamente bien, condenaba al pecador, constituyéndole transgresor, y esto con cometer una sola infracción de la ley.
Los cristianos no deben usar estos versículos para justificar el pecado. Debemos cuidarnos de no decir: "Ya que no puedo guardar todas las exigencias de Dios, ¿para qué voy a intentarlo?". Santiago nos recuerda que, si hemos quebrantado una sola ley, somos pecadores. No podemos decidir guardar una parte de la ley de Dios y no hacer caso del resto. No se puede quebrantar la ley ni siquiera en una pequeña parte; si se quebranta, es necesario que Cristo pague por ese pecado. Mídete a tí mismo, no midas a los demás, según las normas de Dios. Pide perdón cuando lo necesites, y luego renueva tus esfuerzos para poner tu fe en práctica.

Romanos 3; 26
con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.”

     El sacrificio de Cristo por los pecados del mundo demuestra la justicia de Dios al perdonar al pecador. Es justo, porque castiga por el pecado (Cristo siendo muerto por el pecado). De esta manera justifica al pecador. Queda, pues, establecida la justicia de Dios al perdonar pecados.
Enviar a Cristo a morir por nuestros pecados, fue la asombrosa solución divina al problema de cómo podía Dios permanecer siendo justo (castigando todo pecado), y al mismo tiempo, justificar a los pecadores (declararnos perfectamente justificados ante él).
¿Debe el hombre culpable permanecer sometido a la ira para siempre? ¿Está la herida abierta para siempre? No, bendito sea Dios, hay otro camino abierto para nosotros. Es la justicia de Dios; la justicia en la ordenación, en la provisión y en la aceptación. Es por esa fe que tiene Jesucristo por su objeto; el Salvador ungido, que eso significa el nombre Jesucristo. La fe justificadora respeta a Cristo como Salvador en sus tres oficios ungidos: Profeta, Sacerdote y Rey; esa fe confía en Él, le acepta y se aferra de Él; en todo eso los judíos y los gentiles son, por igual, bienvenidos a Dios por medio de Cristo. No hay diferencia, su justicia está sobre todo aquel que cree; no sólo se les ofrece, sino se les pone a ellos como una corona, como una túnica. Es libre gracia, pura misericordia; nada hay en nosotros que merezca tales favores. Nos llega gratuitamente, pero Cristo la compró y pagó el precio. La fe tiene consideración especial por la sangre de Cristo, como la que hizo la expiación. Pablo dice que Dios hizo todo esto porque es justo, y acepta como justo al que cree en Jesús. Es lo más sorprendente que se puede decir jamás.
 Pensemos un poco: quiere decir que Dios es justo, y que acepta al pecador como si fuera justo. Lo natural habría sido decir: «Dios es justo; y, por tanto, condena al pecador como a un criminal.» Pero aquí tenemos la gran paradoja: Dios es justo, y, de alguna manera, con esa Gracia increíble, milagrosa, que Jesús vino a traer al mundo, acepta a los pecadores, no como criminales, sino como hijos a los que sigue amando a pesar de todo.
¿Qué es todo esto en esencia? ¿En qué consiste la diferencia entre esto y el antiguo sistema de la Ley? La diferencia fundamental es esta: que el método de la obediencia a la Ley se refiere a lo que el hombre puede hacer por sí mismo; mientras que el método de la Gracia consiste en lo que Dios ha hecho por él. Pablo hace hincapié en que nada que nosotros podamos hacer puede ganar el perdón de Dios; solamente lo que Dios ha hecho por nosotros puede ganarlo. Por tanto, el camino que conduce a la perfecta relación con Dios no es un intento agotador y desesperado para ganar el perdón de Dios por nuestra cuenta, sino la humilde y arrepentida aceptación del Amor y de la Gracia que Dios nos ofrece en Jesucristo.


¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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