1 Samuel 17; 40
“Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del
arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda
en su mano, y se fue hacia el filisteo “
David
escogió cinco piedras lisas del arroyo. No se debe buscar ningún significado
alegórico para estas piedras. Sencillamente constituyen nada más que las
municiones necesarias para usar en su honda. Parece poco e insignificante pero
la honda ya era instrumento de guerra. Jueces_20:16 cuenta
de 700 benjamitas que tiraban una piedra con la honda a un cabello sin errar.
Sería una hipérbole, es decir una exageración a propósito, pero establece el
hecho de que estos hombres poseían una alta capacidad en usar la honda. David
sabía exactamente lo que podía hacer con su honda y tiraba al punto más
vulnerable y fatal, su frente. Algunos han sugerido que David apuntaba a su
greba, o sea la armadura que cubría la canilla de la pierna. Es cierto que las
palabras son similares. Pero sería ridículo pensar que Goliat hubiera caído de
bruces por un tirón a la canilla. Esto nos recuerda de la primera profecía de
la Biblia que proclama la venida del Salvador, en Genesis_3:15.
Dice que el Redentor herirá al diablo en la cabeza, no en el talón del pie.
David para asegurar la muerte del gigante le saca la cabeza con su propia
espada. Aunque no se sabe por qué, David llevó la cabeza de Goliat hasta
Jerusalén.
La seguridad y presunción de los necios los destruye. Nada puede
superar la humildad, fe y piedad que hay en las palabras de David. Expresó su
segura esperanza de éxito; se glorió en su pobre apariencia y en sus armas de
que la victoria sería atribuida solo al Señor.
Juan 6; 9
“Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada
y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?”
Fue Andrés el que
trajo a aquel muchacho a Jesús, lo que fue el primer paso para que se realizara
el milagro. No podemos saber nunca lo que puede suceder cuando le traemos a
alguien a Jesús. Si un padre entrena a su hijo en el conocimiento y el amor y
el temor de Dios, no hay nadie que pueda decir lo que Dios puede llegar a hacer
algún día con ese niño. Si un maestro de escuela dominical le lleva un niño a
Jesús, nadie puede saber lo que algún día Jesús hará con él.
Andrés no sabía lo
que pasaría con aquel chico y su merendilla cuando le trajo a Jesús aquel día,
pero estaba aportando una pieza clave para que sucediera un milagro. No podemos
calcular las posibilidades cuando le traemos a alguien a Jesús.
Estaba el muchacho. No podía ofrecer mucho;
pero con aquello tuvo Jesús el material necesario para obrar un milagro. Habría
habido un acontecimiento maravilloso menos en la humanidad si aquel chico se
hubiera guardado sus panes y sus peces para sí, y nadie se lo habría podido
reprochar.
Jesús necesita lo
que le podamos ofrecer. Puede que no sea mucho, pero Él lo necesita. Puede que
el mundo se vea privado de milagro tras milagro y triunfo tras triunfo porque
no le traemos a Jesús lo que tenemos y lo que somos. Si nos colocáramos en el
altar de su servicio, no se puede decir lo que Él haría con nosotros y por
medio de nosotros. Puede que sintamos no tener más y nos dé vergüenza traer tan
poco; pero eso no es razón para dejar de aportar lo que tenemos y somos: Poco es
a menudo mucho en las manos de Cristo.
1Corintios 14; 9
“pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con
mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua
desconocida. “
La
iglesia se reunía para adoración colectiva y en ella uno de los propósitos
principales era la edificación de los miembros. En la asamblea, reunida para
recibir edificación, Pablo no usaría su don de lenguas (a menos que hubiera
interpretación), sino hablaría en su propia lengua, la griega, porque cinco
palabras en esta lengua darían más edificación que diez mil en una lengua (no
interpretada) de otra nación que sería desconocida en Corinto. El don de
lenguas, sin ser acompañado de la traducción, ¡no enseñaba a nadie! Aun en el
día de hoy, toda enseñanza debe ser bien clara y comprensible; de otra manera,
sería como hablar a la gente en lenguas extrañas. ¿De qué valor para la
edificación serían diez mil palabras que no fueran entendidas por nadie de
entre los oyentes (por no haber interpretación)? Sin embargo, algunos
corintios, con el don de lenguas, al parecer insistían en ejercer su don, y
esto sin interpretación, sin tomar en cuenta el provecho de la iglesia reunida
para ser edificada. Pablo por nada haría tal cosa.
No se puede asentir a las oraciones que no se entienden. Un ministro
que sea verdaderamente cristiano procurará mucho más hacer el bien espiritual a
las almas de los hombres que obtener el aplauso más grandioso para sí. Esto
muestra que es siervo de Cristo.
Los niños tienden a impresionarse con la novedad, pero no actuemos
como ellos. Los cristianos deben ser como niños, desprovistos de mala intención
y malicia, pero no deben ser iletrados en la palabra de justicia, sino sólo en
las artes de la maldad.
Es prueba de que un pueblo ha sido abandonado por Dios cuando Él lo
entrega al gobierno de los que le enseñan a adorar en otra lengua. No pueden
recibir beneficio con tal enseñanza. Sin embargo, así actuaban los predicadores
que daban sus instrucciones en lengua desconocida. ¿No haría que el
cristianismo luciera ridículo para un pagano si oyera que los ministros oran o
predican en un lenguaje que ni él ni la asamblea entienden? Pero si los que
ministran interpretan claramente la Escritura o predican las grandes verdades y
reglas del evangelio, el pagano o la persona indocta pueden llegar a
convertirse al cristianismo. Su conciencia puede ser tocada, los secretos de su
corazón pueden serle revelados, y así, puede ser llevado a confesar su culpa y
reconocer que Dios estaba presente en la asamblea. La verdad de las Escrituras,
clara y debidamente enseñada, tiene un poder maravilloso para despertar la
conciencia y tocar el corazón.
¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor
Jesús!
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