Jesús nos confronta a cada uno de nosotros así
como lo hizo con Juan. No podemos conocer la profundidad del amor de Dios a
menos que estemos dispuestos a enfrentar el hecho de que Él nos conoce
completamente. De otra manera somos necios al creer que Él debe amar a las
personas por lo que fingen ser, no a los pecadores que en realidad lo son. Juan
y los demás discípulos nos convencen de que Dios quiere y está dispuesto a
aceptarnos tal como somos. Creer en su amor es una gran motivación para el
cambio. Su amor no se nos da a cambio de nuestros esfuerzos, su amor nos libera
para vivir realmente.
Tú que lees esta meditación ¿Has aceptado ese amor?
1 Juan 2; 6
“El que dice que permanece en él,
debe andar como él anduvo.”
Este versículo se refiere a la jactancia de los gnósticos que
reclamaban permanecer en Dios solamente por medio de su profesado conocimiento.
La profesión de permanecer en Dios demanda la manera de vida que Cristo nos
dejó como ejemplo (Juan_13:15; 1Pedro_1:21;) Es una frase que
sugiere la relación espiritual duradera que el cristiano obediente sostiene con
Dios en la familia de Dios (la iglesia). Indica estar unido con Dios por medio
de vivir de día en día conforme a la vida ejemplar de Jesús.
Aquí estaba el
problema para Juan. En el mundo griego estaba frente a personas que veían a
Dios como un ejercicio intelectual, y que podían decir: "Yo conozco a
Dios" sin ser conscientes de ninguna obligación ética. En el mundo griego
se enfrentaba con personas que habían tenido una experiencia emocional, y que
podían decir: «Yo estoy en Dios y Dios está en mí,» y que sin embargo no veían
a Dios en términos de mandamientos en absoluto.
Juan está decidido
a establecer de manera inequívoca y sin compromiso alguno que la única manera
en que podemos mostrar que conocemos a Dios es obedeciéndole, y la única manera
en que podemos mostrar que estamos unidos a Cristo es la imitación de Cristo.
El Cristianismo es la religión que ofrece el mayor privilegio y que impone la
mayor obligación.
La obediencia a los mandamientos
prueba nuestro conocimiento de Dios. El amor genuino a Dios y una verdadera
relación con Él, deben evidenciarse en la lealtad que le profesamos.
Juan 13; 35
“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si
tuviereis amor los unos con los otros.”
El amor hermanable de los cristianos era uno de
los sermones más convincentes del primer siglo. La gente decía, "Mirad
cómo los cristianos se aman los unos a los otros". Además, aparte de
llamar la atención de la gente hacia ellos, también este amor señalaba a Cristo
(Mateo_5:16; 1Pedro_3:15).
Tal amor tiene poder
para mover los corazones de la gente. Al verlo otros dirán "Yo también
quiero ser cristiano". Pero la realidad de nuestras congregaciones
está muy lejos de aquella primitiva. La frialdad a veces se puede cortar y las
miradas lo dicen todo.
Este amor fraternal se describe de la siguiente manera en otros textos
del Nuevo Testamento:
Romanos_12:10 - "en cuanto a honra, prefiriéndoos
los unos a los otros".
Romanos_15:7 - "recibíos los unos a los otros,
como también Cristo nos recibió".
1Corintios_12:25
- "se preocupen los unos por los otros".
Gálatas_5:13 - "servíos por amor los unos a los
otros".
Gálatas_6:2 - "Sobrellevad los unos las cargas de
los otros" (Gálatas_6:1 explica cómo se
obedece este texto).
Efesios_4:1 -
"con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a
los otros en amor".
Efesios_4:32 - "antes sed benignos unos con
otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros".
Efesios_5:22 - "someteos unos a otros"; es
decir, que las esposas estén sujetas a sus maridos (5:22-24);
que los hijos estén sujetos a sus padres (6:1-3);
y que los siervos estén sujetos a sus amos (6:5-8).
Santiago_5:16 - "confesaos vuestras ofensas unos
a otros, y orad unos por otros".
La Biblia describe la
falta de amor de la siguiente manera: "si os mordéis y os coméis unos a
otros, mirad que también no os consumáis unos a otros" (Gálatas_5:15); "no... irritándonos unos a otros,
envidiándonos unos a otros" (Gálatas_5:26);
no "aborreciéndonos unos a otros" (Tito_3:3);
"no murmuréis los unos de los otros" (Santiago_4:11);
"no os quejéis unos contra otros" (Santiago_5:9).
Amar a otros no era un mandamiento nuevo (Levítico_19:18),
pero amar a otros de la misma manera que Cristo amó a otros era revolucionario.
Ahora debemos amar a otros basándonos en el amor sacrificial de Jesús por
nosotros. Tal amor no solo llevará a los inconversos a Cristo, sino también
mantendrá a los creyentes fuertes y unidos en un mundo hostil a Dios. Jesús fue
un ejemplo viviente del amor de Dios, del mismo modo que debemos nosotros ser
ejemplos del amor de Jesús.
Jesús dice que si nuestro amor es semejante al suyo será una
demostración de que somos sus discípulos. ¿Vemos la gente disputar por
pequeñeces, celos y división en nuestra iglesia? ¿O sabemos que son seguidores
de Jesús al ver el amor que se tienen?
¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!
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