Romanos 6; 19
“Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como
para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a
la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para
servir a la justicia.”
“Hablo como humano,” es decir, uso ilustraciones
de la vida diaria respecto a esclavos y amos, porque os falta la facilidad de
comprender relaciones espirituales.
Como
el esclavo, transferido a servir al segundo amo, ya no puede continuar en su
servicio al primero, tampoco el cristiano que antes servía a la inmundicia
puede continuar en esas cosas, ya que es esclavo de Cristo y sirve a la
justicia.
Es imposible ser neutral. Cada persona tiene un
amo: Dios o el pecado. Un cristiano no es alguien que no puede pecar, sino
alguien que ya no es esclavo del pecado. Pertenece a Dios.
Tú que lees esto, tienes la libertad de escoger
entre dos amos, pero no estás en condiciones de regular las consecuencias de tu
elección. Cada uno de estos amos paga con su moneda. La paga del pecado es
muerte. Eso es todo lo que puedes esperar de una vida sin Dios. La paga de
Cristo es vida eterna: nueva vida con Dios que empieza en la tierra y continua
por siempre con Dios. Me atrevo a
preguntarte ¿Qué elección has hecho?
Para cierto
tipo de mentalidad, la doctrina de la Gracia gratuita es siempre una tentación
a decir: "Si el perdón es tan fácil y tan inevitable como todo eso, si lo
único que Dios quiere es perdonar y si su Gracia es tan ancha como para cubrir
cualquier mancha o defecto, ¿por qué preocuparnos del pecado? ¿Por qué no vivir
como nos dé la gana? A fin de cuentas, da lo mismo.»
Pablo se opone
a eso con una imagen de la vida real: «Hubo un tiempo en que os entregasteis al
pecado como sus esclavos; entonces la integridad no tenía ningún derecho sobre
vosotros. Pero ahora os habéis entregado a Dios como esclavos de la integridad,
y el pecado no tiene ningún derecho sobre vosotros.»
Hubo un tiempo cuando eras esclavo del pecado. El pecado era tu dueño
absoluto. Entonces no podías hablar de nada más que del pecado. Pero ahora has
tomado a Dios como tu dueño, y Él tiene posesión absoluta de tu persona. Ahora
ya no puedes ni hablar del pecado: tienes que hablar sólo de la santidad.
Gálatas 5; 1
“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos
hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.”
La persona que
hace de la Ley el principio de su vida se encuentra en la posición de un
esclavo; mientras que la persona que hace de la Gracia el principio de su vida
es libre porque, como lo expresó un gran hombre de Dios, la máxima cristiana
es: " Ama a Dios, y haz lo que quieras.» Es el poder de ese amor, y no la
obligatoriedad de la Ley, lo que nos mantiene en relación con Dios; porque el
amor es más poderoso que la Ley.
Jesús dijo, "Conoceréis la verdad, y la
verdad os hará libres... si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente
libres" (Juan_8:32; Juan_8:36). ¿Libres de
qué? del yugo de la ley de Moisés; "libertados del pecado
", Romanos_6:18; del dominio del pecado,
Romanos_6:12; libres del control de las pasiones
carnales (5:19-21); libres de la opresión de tradiciones humanas (Mateo_23:4-5); "la ley del Espíritu de vida en
Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte " (Romanos_8:2); "yo por la ley soy muerto para la
ley, a fin de vivir para Dios" (Gálatas_2:19)Ya
habían dejado el yugo de la ley de Moisés que esclavizaba (Hechos_15:10) y habían aceptado el yugo de Cristo que
es "fácil" (benigno, bien acomodado) (Mateo_11:29-30).
Habiendo obtenido la libertad, "estad, pues, firmes" en ella.
"Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres"
(1Corintios_7:23).
Cristo murió para libertarnos del pecado y de una
lista interminable de leyes y regulaciones. Cristo vino para liberarnos, no
para hacer lo que queramos, lo que nos llevaría nuevamente a la esclavitud de
nuestros deseos egoístas. Si no que, gracias a Cristo, somos libres y ahora
estamos en condiciones de hacer lo que antes era imposible: vivir libre del
egoísmo. Aquellos que apelan a su libertad para hacer lo que gusten o ser
indulgentes con sus deseos, están cayendo en las garras del pecado.
¿Usas tu
libertad para ti mismo o en favor de otros?
¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!
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