Pablo escribió esta carta a la iglesia en Roma.
Todavía ningún líder de la iglesia (Jacobo, Pedro, Pablo) había estado allí; la
iglesia se estableció con creyentes que visitaron Jerusalén durante Pentecostés
(Hechos_2:10) y viajeros que oyeron las buenas
nuevas en otros lugares y lo llevaron a Roma ( Priscila y Aquila; Hechos_18:2;
Romanos_16:3-5). Pablo escribió la carta a los Romanos durante su
ministerio en Corinto (al final de su tercer viaje misionero, antes de volver a
Jerusalén; Hechos_20:3; Romanos_15:25) para
animar a los creyentes y para expresarles su deseo de visitarlos algún día (en
un lapso de tres años lo hizo). La iglesia romana no tenía el Nuevo Testamento,
porque tal vez los Evangelios no habían circulado en su forma escrita final.
Por lo tanto, esta carta puede muy bien ser la primera pieza de literatura
cristiana que los romanos vieron. Escrita a judíos y gentiles cristianos, la
carta a los Romanos es una presentación sistemática de la fe cristiana.
Pablo presenta el tema principal de su epístola, que es el
evangelio, el poder de Dios para salvar. La grande necesidad del evangelio
es vista cuando se considera el estado perdido de la humanidad en el pecado.
Primero Pablo trata el caso de los gentiles perdidos en el pecado.
El evangelio que Pablo predicaba era “de Dios”, y profetizado en las
Escrituras en que profesaban fe los judíos. No podían rechazar el evangelio que
Pablo predicaba sin rechazar sus propias Escrituras.
Las genealogías probaron que Jesucristo era descendiente de David, en
cuanto a su naturaleza humana (Hijo del Hombre), y la resurrección probó que
era el Hijo de Dios, en cuanto a su naturaleza divina. Los judíos sabían que el
Cristo sería hijo de David (Mateo_22:42). Las
profecías del Antiguo Testamento así lo requerían (Salmo_89:35-36;
Salmo_132:11; Jeremías_23:5). Cristo había declarado que resucitaría de los
muertos (Juan_2:19; Mateo_16:21). Cuando
resucitó de los muertos, después de su crucifixión y sepultura, su afirmación
quedó probada fuera de toda duda.
La gracia” significa el favor de Dios de ser escogido apóstol a los
gentiles (Efesios_3:8).
La “obediencia a la fe” significa la obediencia a la voluntad de Dios
que resulta de la fe que uno tiene en la Palabra de Dios. La fe, de la cual
habla el Nuevo Testamento, es la que obedece lo mandado por Dios.
Esta epístola contrasta “la obediencia a la fe” con “las obras de la
ley.” Quienquiera que entienda por “obra de la 1ey” la obediencia a algún
mandamiento del evangelio, no va a poder entender el mensaje de esta epístola.
Como veremos en el estudio de esta epístola “la fe” se refiere al sistema del
Nuevo Testamento, como "las obras" al del Antiguo Testamento. Cuando
uno hace (obediencia) lo que el Nuevo Testamento manda, claro es que no está
haciendo obras del Antiguo Testamento. Por ejemplo, el bautismo en el nombre de
Jesucristo (cosa nunca mandada bajo el Antiguo Testamento) no es una obra de
mérito para que se clasifique como obra que no salva. Es un mandamiento del
Nuevo Testamento que es “obedecido de corazón”.
Lo que llama a la persona, para que sea de Jesucristo, es el evangelio
(2Tesalonicenses_2:13-14). Hoy en día Dios no
llama hoy por sueños y visiones. Ahora nos habla por su Hijo (Hebreos_1:1-2). La Palabra de Cristo nos juzgará en el
día final (Juan_12:48). El evangelio llama para
que el llamado viva en santidad.
Lo que aquí dice Pablo de su fe lo dice de su obediencia, probando que
la fe viva que vale y de la cual habla Pablo es la que obedece lo que Dios
manda. El que no obedece no tiene fe en la palabra de Dios. Por eso les dijo
Dios a Moisés y a Aarón “no creísteis en mí” (Números_20:12),
aunque seguramente eran creyentes en Dios
Parte del servicio de Pablo a Dios era el orar por sus hermanos en
Cristo, y esto sin cesar (1Tesalonicenses_5:17).
Invoca el nombre de Dios como testigo de que decía la verdad a los romanos.
Esto dio seriedad a lo que estaba para escribir a los hermanos en Roma.
Las iglesias de Cristo en Roma contaban con algunos que tenían dones
del Espíritu, aunque se menciona solamente uno milagroso, el de profetizar.
Estos dones los habían recibido antes de irse a Roma, porque solamente los
apóstoles podían impartirlos (Hechos_8:14-17).
Pablo quiso impartirles más dones, o algún otro don. Puede ser que se refería a
dones ordinarios, o sea a virtudes cristianas. La fe de Pablo, como la de los
hermanos en Roma, consolaría. Los dones milagrosos confirmaban la palabra
predicada (Marcos_16:20) y los ordinarios
animaban y consolaban a los hermanos, viendo unos los ejemplos de constancia y
perseverancia de los otros. Pablo quiso consolarlos y ser consolado, el uno en
la fe del otro. Aparte de esto, impartirles dones del Espíritu (milagrosos)
ciertamente sería una consolación para los santos en Roma. Probaría, además,
que era apóstol, en vista de falsas representaciones de parte de falsos hermanos
y maestros judaizantes.
Su apostolado le hizo responsable de anunciar el evangelio, o sea
“pagar” su deuda. Todo cristiano debe sentirse igualmente responsable, según
sus oportunidades y habilidades (1Pedro_2:9; 1Tesalonicenses_1:8).
Seguramente el evangelio puede ser predicado a cristianos, pues contiene más
que información sobre qué hacer para llegar a ser cristiano.
A los corintios, que se gloriaban en su sabiduría humana, Pablo
presentó el evangelio como la sabiduría de Dios (1Corintios_1:30;
1Corintios_2:7), pero a los romanos que se gloriaban en su poder y
fuerza de armas para conquistar, como el poder o potencia de Dios. Ni la ley de
Moisés, en la cual confiaban los judíos, ni la ley tradicional (la ley de Dios
de la época patriarcal) que seguían los gentiles, es el poder para salvación,
sino el evangelio. El evangelio es potencia, pero la ley de
Moisés era débil; el evangelio es de Dios, pero la ley de Moisés era justicia
humana (Filipenses_3:9); el evangelio es para
salvación, pero la ley de Moisés era para condenación (2Corintios_3:6-9);
el evangelio es para todo el mundo, pero la ley de Moisés era solamente para
los judíos; el evangelio da salvación al creyente en él, pero la ley de Moisés
prometía salvación solamente al perfecto en las obras de ella.
“La justicia de Dios” significa la justicia que Dios da al hombre que
le obedece por fe. El evangelio revela ese plan, o términos de salvación. Es la
salvación que Dios ofrece al mundo y el evangelio revela las condiciones por
las cuales Dios promete salvarnos. La “justicia de Dios” no quiere decir que
Dios es justo, cosa que ya sabían los judíos, pero el caso es que “ignoraban la
justicia de Dios” porque ignoraban el plan de Dios de salvación en el evangelio.
Pablo a los filipenses dice que la justicia de Dios es '”por la fe de Cristo” (Filipenses_3:9). Todo el mundo ha pecado y está bajo
condenación. El evangelio es la potencia de Dios para hacerle justo al hombre
pecador que obedece de corazón al evangelio. Salvo por el evangelio, es hecho
justo. Esta justicia es de Dios.
“Por fe y para fe.” Pablo está
diciendo que en el evangelio se revela la justicia de Dios por fe para
que el hombre crea. La justicia de Dios es por la fe y se le predica al hombre
en el evangelio para que crea. En el versículo 5 dice Pablo “para la obediencia
a la fe,” y en éste, el 17, dice “para fe,” dos expresiones que significan la
misma cosa. Así es que el evangelio revela el plan de salvación de Dios que es
por la fe, y ese evangelio se predica a todo el mundo para que crea (obedezca).
“La justicia de Dios por medio de la fe
de Jesucristo, para todos los que creen en él.”
La Ira de Dios"se revela desde el cielo," se refiere a
eventos o acontecimientos en la naturaleza usados por Dios para castigar (por
ejemplo, diluvios, terremotos, hambres, pestilencias, etcétera). El evangelio
también revela la eterna ira de Dios que el pecador no redimido sufrirá en el
infierno.
La "impiedad" significa pecados contra Dios por no haber
respeto a Dios. La "injusticia" significa pecados de hombres contra
hombres. Las leyes que desobedecían los gentiles no eran las de la ley de
Moisés, sino aquellas recibidas por tradición desde el tiempo de los
patriarcas.
Todas las naciones, entregadas a la idolatría y corrupción moral,
están sin excusa, porque la potencia y divinidad (deidad) son declaradas por el
universo, o creación física Salmo_19:1-4. Este
versículo 20 prueba que el hombre estuvo
en el principio de la creación porque desde entonces el hombre ha podido
entender las cosas invisibles de Dios, su eterno poder y deidad. Hay quienes
reclaman ser cristianos que niegan esta gran verdad, afirmando que el mundo es
mucho más antiguo (por millones de años) que la humanidad. Las naciones o gentes en el principio
conocían a Dios, pero pecaron contra la luz (revelación, verdad) que tenían.
Rechazando esa luz, se quedaron en tinieblas. Le conocían porque en esa
dispensación patriarcal Dios hablaba directamente a los padres de familias Hebreos_1:1-2.
Es necio el hombre que profesa ser sabio, que se gloría en su propia
sabiduría (1Corintios_1:19-22). No admite la
sabiduría de Dios. (Muchos de ellos hasta niegan la existencia de Dios, Salmo_53:1-3). Negando a Dios, vuelve a alguna forma
de idolatría. Produce a su propio "dios" según su propia sabiduría o
idea de las cosas. Deforma la naturaleza de la creación de Dios y tuerce los
propósitos de Dios.
Es
llamado "mentira" todo el sistema humano de especulaciones y formas
de idolatría. Cuando uno se gloría en su propia sabiduría, rechaza la
"verdad" de Dios y sigue la mentira. Esta es la fórmula para toda apostasía (2Timteo_4:4). No obstante, el Creador es bendito por
los siglos. El hecho de que el hombre rechaza a Dios no cambia la verdad y
naturaleza bendita de Dios. Dice Pablo a esta afirmación, "Amén" (así
sea).
La gente tiende a creer en mentiras que respaldan sus propias
creencias egocéntricas. Hoy más que nunca debemos tener cuidado con los datos a
los que permitimos moldear nuestras convicciones. A través de la televisión,
internet, redes sociales, la música, las películas y el resto de los medios
masivos de comunicación que nos presentan estilos de vidas pecaminosas y
valores malsanos, constantemente nos bombardean con actitudes y creencias
opuestas por completo a la Biblia. Tengamos cuidado con lo que permitimos
llegue a formar parte de nuestras opiniones. La Biblia es la única norma de
verdad. Evaluemos las demás opiniones a la luz de sus enseñanzas.
El plan divino en cuanto a las relaciones sexuales normales es el
ideal de Dios para su creación. Es lamentable, pero el pecado distorsiona el
uso natural de los dones de Dios. A menudo, el pecado no solo implica negar a
Dios, sino también negar la forma en que nos hizo. Cuando una persona dice que
cualquier acto sexual es aceptable siempre que no hiera a nadie, se está
engañando. A la larga (y por lo general en breve) el pecado hiere a la gente:
individuos, familias, sociedad. ¡Qué lamentable que la gente adore las cosas
que Dios ha hecho en lugar de rendir culto al Creador, al grado que muchas
veces distorsione y destruya las cosas que realmente valen! Sin embargo, es
imposible comprender el plan natural de Dios sin llegar a conocer al Creador
mismo.
La homosexualidad (cambio o abandono de las relaciones sexuales
naturales) se había propagado en los días de Pablo como en los nuestros. Muchas
prácticas paganas lo alentaban. La voluntad de Dios es recibir a todo el que
acuda a Él en fe y los cristianos debemos amar a los demás sin importar su
procedencia. Sin embargo, la homosexualidad está estrictamente prohibida en las
Escrituras (Levítico_18:22). En el mundo de hoy,
muchos consideran aceptable esta práctica, incluso algunas iglesias. Pero la
sociedad no es la que establece el patrón para las leyes de Dios. Muchos
homosexuales creen que sus deseos son normales y que tienen el derecho de
expresarlos. Pero Dios no nos obliga ni anima a satisfacer todos nuestros
deseos (aun los que son normales). Los deseos que violan sus leyes son
indebidos y deben controlarse. Si tú tienes estos deseos, puedes y debes
resistirlos. Conscientemente evita lugares o actividades que sabes inflamará
tentaciones de esta naturaleza. No menosprecies el poder de Satanás para tentarte
ni el potencial para causarte un daño serio si cedes a esas tentaciones.
Recuerda, Dios puede y perdonará pecados sexuales así como perdona otros
pecados. Ríndete a la gracia y a la misericordia de Dios pidiéndole que te
muestre el camino para salir del pecado e ir a la luz de su libertad y amor. La
oración, el estudio de la Biblia y el firme compañerismo de los cristianos en
una iglesia centrada en la Biblia pueden ayudarte a cobrar energías para
resistir estas tentaciones poderosas. Si tú eres una persona que anda en este
pecado, tendrás que buscar la ayuda de un pastor que sea confiable, profesional
y buen consejero.
¿Cómo sabía esta gente que el castigo que Dios impone a estos delitos
es la muerte? Los seres humanos, creados a la imagen de Dios, tienen conciencia
y naturaleza moral básica. Esta verdad se acepta más allá de los círculos
religiosos. Los psicólogos, por ejemplo, dicen que la persona sin conciencia
sufre un serio desorden de la personalidad que es muy difícil de tratar. Por
instinto, muchas personas se dan cuenta cuando hacen algo incorrecto, pero
pudiera no importarles. Algunas personas, incluso, se arriesgan a una muerte
temprana por saciar sus deseos ahora. "Sé que es malo, pero lo
quiero", dicen; o "Sé que es peligroso, pero correré el riesgo".
Para este tipo de personas, parte de su distracción es ir contra la voluntad de
Dios, las normas morales de la comunidad, el sentido común y su concepto de lo
que es bueno o malo. Pero en lo profundo de su ser saben que la paga del pecado
es la muerte.
Los hombres rechazaron a Dios, y por eso Dios los rechazó a ellos.
Luego sigue una lista de pecados cometidos de unos contra otros. Si el hombre
no respeta a Dios, ni a su propio cuerpo, claro es que no va a respetar al
prójimo.
Maldad
(adikía). Adikía es precisamente lo contrario de dikaiosyné, que quiere decir justicia,
integridad; y los griegos definían la justicia como darle a Dios
y al hombre lo que les es debido. El malvado es el que despoja de
sus derechos al hombre y a Dios. Se ha erigido un altar a sí mismo en el centro
de todo, de manera que se rinde culto a sí mismo excluyendo a Dios y al hombre.
Villanía
(ponéría). La palabra griega quiere decir más que maldad. Hay una clase de
maldad que, por lo general, no hace daño nada más que al que la tiene. No es
una maldad transitiva. Cuando perjudica a otras personas, como es natural que
suceda con la maldad, no lo hace intencionadamente. Puede ser insensatamente
cruel, pero no tiene una crueldad encallecida. Pero los griegos definían ponéría
como el deseo de hacer daño. Es la voluntad activa e intencionada de
corromper y de infligir una injuria. Cuando los griegos definían a una mujer
como ponérá querían decir que seducía deliberadamente a los inocentes.
Uno de los títulos más corrientes de Satanás en griego es ho ponérós, el
malvado, el que ataca a propósito la bondad para destruirla. Ponérós describe
al hombre que no sólo es malo, sino que quiere hacer a los demás tan malos como
él. Ponéría es una maldad destructiva.
El ansia de poseer (pleonexía). La palabra griega es compuesta
de otras dos que quieren decir tener más. Los mismos griegos definían pleonexía
como un maldito amor a tener. Es un vicio agresivo. Se ha descrito
como el espíritu que persigue el interés propio sin tener en absoluto en cuenta
los derechos de los demás, y hasta sin la menor consideración para con la común
humanidad. Su característica es la rapacidad.
Teodoreto, el prolífico teólogo
sirio del siglo V, lo describe como el espíritu que se apropia y retiene cosas
a las que no tiene ningún derecho. Puede operar en cualquier esfera de la vida:
en cuanto a cosas materiales quiere decir apropiarse de dinero y bienes sin
respeto ni honradez; en la esfera ética se refiere a la ambición que lo pisotea
todo para ganar algo que no le corresponde; en la esfera moral indica la
concupiscencia incontrolada que encuentra placer donde no tiene ningún derecho.
La pleonexía es el deseo que no respeta ninguna ley.
La depravación (kakía). Kakía es la palabra griega más
general para maldad. Describe la situación del que está desprovisto de toda
cualidad positiva. Por ejemplo, un kakós krités es un juez que no tiene
ningún respeto a las leyes, ni tampoco el menor sentido moral ni la rectitud de
carácter que no pueden faltar en un buen juez. Teodoreto describe esta
condición como «la tendencia del alma a lo peor.» La palabra que usa
para tendencia es ropé, que quiere decir la inclinación de la
balanza. Un hombre que es kakós es el que siempre tiende hacia lo
peor. Kakía se ha descrito acertadamente como la depravación total que
incluye todos los vicios e introduce todos los pecados. Es la degeneración de
la que crecen y en la que florecen todos los pecados.
Envidia
(fthonos). Hay envidia buena y mala. Existe una envidia que le revela a una
persona sus debilidades e incapacidades, y la predispone a seguir buenos
ejemplos; y existe otra que sencillamente se entristece por el bien ajeno y, si
lo desea para sí, tendría que ser sin que le costara el menor esfuerzo, aunque,
a veces puede llegar hasta el crimen. Es la más destructiva y retorcida de las
emociones humanas.
Asesinato (fonos). Debemos tener presente siempre
que Jesús amplió inconmensurablemente el sentido de esta palabra cuando enseñó
que no son solamente los actos de violencia los que debemos evitar, sino
también el espíritu de odio y de ira (Mateo_5:21 ss).
Debemos desterrar de nuestro corazón toda malquerencia o desprecio hacia otras
personas. Tal vez no hayamos golpeado nunca a nadie; pero, ¿podemos decir que
no le hemos deseado nunca el mal? Como decía Tomás de Aquino hace mucho tiempo:
«El hombre mira los Hechos; pero Dios ve las intenciones.»
Contienda
(eris). Indica
la rivalidad que nace de la envidia, de la ambición, del deseo de prestigio,
puestos y superioridad. Si nos limpiamos de los celos ya hemos hecho algo para
librarnos de muchas peleas y contiendas. Es un don de Dios el ser capaces de
experimentar tanto placer ante el éxito de los otros como ante el nuestro.
Falsedad (dolos). Como mejor comprendemos el
sentido de esta palabra es a partir del verbo correspondiente, dolún. Dolún quiere
decir corrientemente mezclar un metal precioso con otro de menos valor, o aguar
el vino. Dolos es falsedad; describe la cualidad de la persona de
inteligencia tortuosa y retorcida, que no sabe actuar con rectitud y que se
escora hacia métodos astutos y disimulados para salirse con la suya; que
siempre actúa con segundas. Describe la cualidad del intrigante nato que se
encuentra en todas las congregaciones y sociedades.
El
espíritu que atribuye siempre lo peor (kakoétheía). Kakoétheía quiere decir literalmente de
mala naturaleza. En el sentido más amplio quiere decir malignidad. Puede que este sea el más corriente de todos
los pecados, el que se recomienda en el horrible dicho español: «Piensa mal, y
acertarás.» Es terrible pensar en la cantidad de reputaciones que se han
asesinado mientras se tomaban unas cañas o unos cafés, cuando se ha atribuido
la peor intención a una acción completamente inocente. Cuando nos den ganas de
hacerlo, debemos recordar que Dios oye y recuerda cada palabra que decimos.
Chismosos y criticones (psithyristés y
katálalos). Estas
dos palabras describen a los de lengua de víbora; pero hay diferencia entre
ellas. Katálalos, denigrante, describe al que va pregonando sus
maledicencias por todas partes, al que hace sus críticas y cuenta sus cuentos
abiertamente. Psithyristés describe al que cuenta sus historias al oído,
llevándose a su interlocutor a un rincón para susurrarle una confidencia que
destruye un carácter. Los dos son malos; pero el confidente es el peor. Uno
puede por lo menos defenderse de una acusación pública; pero es impotente
frente al cuchicheo confidencial que se deleita en destruir reputaciones.
Aborrecedores
de Dios (theostygués). Esta palabra describe al que odia a Dios porque sabe que Le está
desafiando. Dios es la barrera que se interpone entre él y sus placeres, la
cadena que le impide hacer lo que le dé la gana. De buena gana eliminaría a
Dios si pudiera, porque el mejor de todos los mundos posibles sería para él uno
en el que su vicio no tuviera cortapisas.
Personas insolentes (hybristés). Hybris era para los griegos el vicio
que más atraía su propia destrucción a manos de los dioses. -Representa dos
líneas de pensamiento:
Describe el espíritu de la
persona que desafía a Dios movida por el orgullo; la soberbia insolente que
precede a la caída. La criatura humana se olvida de su criaturidad. Es
el espíritu del que está tan confiado en su riqueza, poder y habilidad, que
cree que no tiene que depender de nadie.
Describe a la persona que es desenfrenada y sádicamente cruel e
injuriosa. Se
describe como el espíritu que hiere y ofende a los demás, no por venganza ni
para obtener ninguna ventaja, sino simplemente por el placer de hacer daño. Hay
personas que disfrutan viendo a uno estremecerse al oír una palabra cruel. Hay
personas que sienten un placer diabólico al infligirles a otros un dolor mental
o físico. Eso es hybris. Es el sadismo que se deleita haciendo daño a
los demás solamente por hacer daño.
Personas arrogantes (hyperéfanos). Esta es una palabra que se usa
tres veces en la Escritura cuando se dice que «Dios resiste a los soberbios»
(Proverbios_3:34 ; Santiago_4:6 ; 1Pedro_5:5
). Teofrasto, filósofo
griego que escribió una serie de bocetos de caracteres, definía hyperéfanía como
«un profundo desprecio por todo lo que no sea uno mismo», y señala las cosas de
la vida diaria que son señales de esta arrogancia: cuando se le pide a uno que
acepte un cargo y rehúsa porque dice que no tiene tiempo para esas cosas; nunca
dirige la mirada a nadie en la calle a menos que le produzca algún placer;
invita a comer a una persona y luego no aparece él, y le manda a un esclavo
para que le haga compañía. Está rodeado de una atmósfera de desprecio, y se
complace en hacer que los demás se sientan insignificantes.
Fanfarrones (alazón). Alazón es una palabra que tiene una
historia interesante. Literalmente quiere decir vagabundo. De ahí pasó a
designar a charlatanes ambulantes que presumen de haber realizado curas
extraordinarias, o quincalleros que aseguran que sus quincallas tienen
propiedades maravillosas. Los griegos definían alazonía como el espíritu
que pretende tener lo que no tiene. Se
da este nombre a los que presumen de ser más ricos o más valientes de lo que
son, y se comprometen a hacer para obtener alguna ganancia o provecho lo que no
son capaces de hacer. Podemos definir a una persona así: el
presumido, el esnob. Es la clase de persona que pretende tener negocios,
estar en relación con gente importante, haber hecho obras de caridad y haber
prestado servicios públicos que no existen más que en su imaginación. Dice que
su casa es demasiado pequeña para él/ella, y que tiene que comprarse otra
mayor. La persona presumida sólo pretende impresionar a las demás, y quedan
muchas de las tales en el mundo.
Inventores de males (efeuretés kakón). La frase describe a la persona
que, digamos, no tiene bastante con las maneras ordinarias y corrientes de
pecar, sino que descubre o inventa vicios nuevos y recónditos, porque ya está
hastiada y anda buscando nuevas emociones en nuevos pecados.
Desobedientes a los padres (goneúsin
apeithés). Tanto
los judíos como los Romanos colocaban la obediencia a los padres muy alta en la
escala de las virtudes. Era uno de los Diez Mandamientos el respetar a los
padres. En los primeros tiempos de la República Romana, la patria potestas -es
decir, la autoridad paterna- era tan absoluta que el padre tenía poder de vida
o muerte sobre su familia. La razón para incluir aquí este pecado es que, una
vez que se relajan los lazos familiares, se produce una degeneración total en
cadena.
Insensatos (asynetos). Esta palabra describe a la
persona que carece de sentido común, que no aprende por experiencia, que se
niega a usar la cabeza que Dios le ha dado.
Que no
tienen palabra (asynthetos). Esto sería especialmente grave para los romanos;
porque, en los buenos tiempos de la historia de Roma, la honradez era clave e
importantísima. La palabra de un hombre era suficiente garantía. En realidad,
en eso se distinguían los romanos de los griegos, que eran unos tramposos
redomados. Los griegos decían que si se le confiaba un talento -una suma
importante de dinero- a un gobernador o a un funcionario, aunque estuvieran
presentes diez secretarios o contables, ya se las arreglaría para hacer un
desfalco; mientras que un romano, ya fuera un magistrado en su jurisdicción o
un general en una campaña, podía hacerse cargo de miles de talentos con la sola
garantía de su palabra, sin que faltara luego ni una blanca. Al usar esta
palabra, Pablo estaba recordándoles a los romanos no sólo la ética cristiana,
sino los principios de honradez de sus mejores días como nación.
Sin
afecto natural (ástorgos). Storgué era la palabra griega para el amor de la familia.
Es verdad que el amor de la familia estaba desapareciendo en aquella época.
Nunca ha sido la vida de un niño tan precaria como entonces. Los hijos se
consideraban una desgracia. Cuando nacía un bebé, se le ponía a los pies de su
padre: si le levantaba, eso quería decir que le reconocía; pero si se marchaba
dejándole ahí, se le echaba a la basura literalmente. Todas las noches había
treinta o cuarenta bebés abandonados en el foro romano. Hasta Séneca, que fue
un gran hombre en muchos sentidos, escribía: «Matamos a un perro rabioso;
sacrificamos a un toro acorneados; aplicamos el cuchillo a las reses enfermas
para que no contaminen el rebaño; a los bebés que nacen deformes o débiles,
los ahogamos.» Ya entonces, los
lazos de amor humano estaban desapareciendo.
Despiadados (aneleémón). Nunca ha tenido menos valor la
vida humana. Un amo podía matar o torturar a un esclavo si quería; al fin y al
cabo no era más que una cosa, y la ley le concedía al amo un poder
ilimitado sobre el esclavo. Una vez, en una casa de lujo, un esclavo que
llevaba una bandeja de copas de cristal tropezó, y se le cayó una;
inmediatamente el amo hizo que echaran al esclavo en un estanque que estaba
lleno de voraces lampreas que se le comieron vivo. Era una época despiadada en
sus mismos placeres, la de las luchas de gladiadores que le encantaba
presenciar a la gente para ver cómo se mataban. Era una época en la que se
desconocía la compasión. Parece mentira que pasaran 2000 años, pues ahora
mismo, muchos hermanos en la fe de Cristo están muriendo por testificar. Otras
muchas personas mueren por fanatismo, por hombres despiadados qué, como
entonces, aun perviven
¿QUE
ES FE?
Fe es una palabra con muchos
significados. Puede significar fidelidad (Mateo_24:45),
confianza absoluta, como lo demostraron algunas personas que fueron a Jesús
buscando sanidad (Lucas_7:2-10). Puede
significar una esperanza confiada (Hebreos_11:1).
O, como Santiago menciona, creencia muerta que no se muestra en buenas obras (Santiago_2:14-26). ¿Qué quiso decir Pablo cuando, en
Romanos, habla de la fe salvadora?
Debemos ser muy cuidadosos para comprender cómo Pablo usa la palabra
fe debido a que la relaciona con la salvación. No es algo que debemos
hacer a fin de ganar la salvación; si fuera así, la fe sería solo una obra más
y Pablo establece con claridad que las obras humanas nunca podrán salvarnos (Galatas_2:16). En cambio, la fe es un don que Dios nos
da porque es nuestro Salvador (Efesios_2:8).
La gracia de Dios es lo que nos salva, no nuestra fe. En su misericordia, sin
embargo, cuando Él nos salva nos da fe, una relación con su Hijo que nos ayuda
a ser como El. Mediante la fe que nos da, pasamos de muerte a vida (Juan_5:24).
Aun en el período del Antiguo Testamento, la gracia, no las obras, fue
la base de la salvación. Como Hebreos señala: "Porque la sangre de toros y
de los machos cabríos no puede quitar los pecados" (Juan_10:4). Dios procuraba que su pueblo, más allá de
los sacrificios de animales, lo viera a Él, pero a menudo ponían su confianza
en el cumplimiento de las demandas de la Ley: llevar a cabo los sacrificios
ordenados. Cuando Jesús triunfó sobre la muerte, canceló los cargos que
existían en nuestra contra y abrió el camino al Padre (Colosenses_2:12-15).
Debido a su misericordia nos brinda fe. ¡Qué trágico que convirtamos la fe en
obras y tratemos de efectuarlas dependiendo de nosotros mismos! No podemos
acercarnos a Dios mediante nuestra fe, nunca más como en el Antiguo Testamento
la gente se acercaba a Dios a través de sus sacrificios. En lugar de eso
debemos aceptar su ofrecimiento con acción de gracias y permitirle plantar la
semilla de fe en nosotros.
Pablo termina su catálogo de vicios diciendo que aquella gente había
desterrado de su vida a Dios. Sucede a menudo que una persona sabe que es
pecadora, y que está mal lo que hace, y lo reprocha en los demás. Pero en aquel
tiempo, la gente había llegado a tal grado de maldad que no le daba ninguna
importancia y animaba a otros a que hicieran lo mismo. Aquí
nos da Pablo una descripción terrible de lo que pasa cuando desterramos
deliberadamente a Dios de nuestra vida. A su debido tiempo, Roma pereció. El
desastre sigue irremisiblemente a la degeneración.
¡Maranatha!
¡Sí, ven Señor Jesús!
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