} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA EPÍSTOLA DE SAN PABLO A LOS ROMANOS (Estudio del capítulo 1)

miércoles, 20 de septiembre de 2017

LA EPÍSTOLA DE SAN PABLO A LOS ROMANOS (Estudio del capítulo 1)


     Pablo escribió esta carta a la iglesia en Roma. Todavía ningún líder de la iglesia (Jacobo, Pedro, Pablo) había estado allí; la iglesia se estableció con creyentes que visitaron Jerusalén durante Pentecostés (Hechos_2:10) y viajeros que oyeron las buenas nuevas en otros lugares y lo llevaron a Roma (  Priscila y Aquila; Hechos_18:2; Romanos_16:3-5). Pablo escribió la carta a los Romanos durante su ministerio en Corinto (al final de su tercer viaje misionero, antes de volver a Jerusalén; Hechos_20:3; Romanos_15:25) para animar a los creyentes y para expresarles su deseo de visitarlos algún día (en un lapso de tres años lo hizo). La iglesia romana no tenía el Nuevo Testamento, porque tal vez los Evangelios no habían circulado en su forma escrita final. Por lo tanto, esta carta puede muy bien ser la primera pieza de literatura cristiana que los romanos vieron. Escrita a judíos y gentiles cristianos, la carta a los Romanos es una presentación sistemática de la fe cristiana.
Pablo presenta el tema principal de su epístola, que es el evangelio, el poder de Dios para salvar. La grande necesidad del evangelio es vista cuando se considera el estado perdido de la humanidad en el pecado. Primero Pablo trata el caso de los gentiles perdidos en el pecado.
El evangelio que Pablo predicaba era “de Dios”, y profetizado en las Escrituras en que profesaban fe los judíos. No podían rechazar el evangelio que Pablo predicaba sin rechazar sus propias Escrituras.

Las genealogías probaron que Jesucristo era descendiente de David, en cuanto a su naturaleza humana (Hijo del Hombre), y la resurrección probó que era el Hijo de Dios, en cuanto a su naturaleza divina. Los judíos sabían que el Cristo sería hijo de David (Mateo_22:42). Las profecías del Antiguo Testamento así lo requerían (Salmo_89:35-36; Salmo_132:11; Jeremías_23:5).   Cristo había declarado que resucitaría de los muertos (Juan_2:19; Mateo_16:21). Cuando resucitó de los muertos, después de su crucifixión y sepultura, su afirmación quedó probada fuera de toda duda.

La gracia” significa el favor de Dios de ser escogido apóstol a los gentiles (Efesios_3:8).
La “obediencia a la fe” significa la obediencia a la voluntad de Dios que resulta de la fe que uno tiene en la Palabra de Dios. La fe, de la cual habla el Nuevo Testamento, es la que obedece lo mandado por Dios.
Esta epístola contrasta “la obediencia a la fe” con “las obras de la ley.” Quienquiera que entienda por “obra de la 1ey” la obediencia a algún mandamiento del evangelio, no va a poder entender el mensaje de esta epístola. Como veremos en el estudio de esta epístola “la fe” se refiere al sistema del Nuevo Testamento, como "las obras" al del Antiguo Testamento. Cuando uno hace (obediencia) lo que el Nuevo Testamento manda, claro es que no está haciendo obras del Antiguo Testamento. Por ejemplo, el bautismo en el nombre de Jesucristo (cosa nunca mandada bajo el Antiguo Testamento) no es una obra de mérito para que se clasifique como obra que no salva. Es un mandamiento del Nuevo Testamento que es “obedecido de corazón”.

Lo que llama a la persona, para que sea de Jesucristo, es el evangelio (2Tesalonicenses_2:13-14). Hoy en día Dios no llama hoy por sueños y visiones. Ahora nos habla por su Hijo (Hebreos_1:1-2). La Palabra de Cristo nos juzgará en el día final (Juan_12:48). El evangelio llama para que el llamado viva en santidad.

Lo que aquí dice Pablo de su fe lo dice de su obediencia, probando que la fe viva que vale y de la cual habla Pablo es la que obedece lo que Dios manda. El que no obedece no tiene fe en la palabra de Dios. Por eso les dijo Dios a Moisés y a Aarón “no creísteis en mí” (Números_20:12), aunque seguramente eran creyentes en Dios
Parte del servicio de Pablo a Dios era el orar por sus hermanos en Cristo, y esto sin cesar (1Tesalonicenses_5:17). Invoca el nombre de Dios como testigo de que decía la verdad a los romanos. Esto dio seriedad a lo que estaba para escribir a los hermanos en Roma.

Las iglesias de Cristo en Roma contaban con algunos que tenían dones del Espíritu, aunque se menciona solamente uno milagroso, el de profetizar. Estos dones los habían recibido antes de irse a Roma, porque solamente los apóstoles podían impartirlos (Hechos_8:14-17). Pablo quiso impartirles más dones, o algún otro don. Puede ser que se refería a dones ordinarios, o sea a virtudes cristianas. La fe de Pablo, como la de los hermanos en Roma, consolaría. Los dones milagrosos confirmaban la palabra predicada (Marcos_16:20) y los ordinarios animaban y consolaban a los hermanos, viendo unos los ejemplos de constancia y perseverancia de los otros. Pablo quiso consolarlos y ser consolado, el uno en la fe del otro. Aparte de esto, impartirles dones del Espíritu (milagrosos) ciertamente sería una consolación para los santos en Roma. Probaría, además, que era apóstol, en vista de falsas representaciones de parte de falsos hermanos y maestros judaizantes.

Su apostolado le hizo responsable de anunciar el evangelio, o sea “pagar” su deuda. Todo cristiano debe sentirse igualmente responsable, según sus oportunidades y habilidades (1Pedro_2:9; 1Tesalonicenses_1:8). Seguramente el evangelio puede ser predicado a cristianos, pues contiene más que información sobre qué hacer para llegar a ser cristiano.

A los corintios, que se gloriaban en su sabiduría humana, Pablo presentó el evangelio como la sabiduría de Dios (1Corintios_1:30; 1Corintios_2:7), pero a los romanos que se gloriaban en su poder y fuerza de armas para conquistar, como el poder o potencia de Dios. Ni la ley de Moisés, en la cual confiaban los judíos, ni la ley tradicional (la ley de Dios de la época patriarcal) que seguían los gentiles, es el poder para salvación, sino el evangelio. El evangelio es potencia, pero la ley de Moisés era débil; el evangelio es de Dios, pero la ley de Moisés era justicia humana (Filipenses_3:9); el evangelio es para salvación, pero la ley de Moisés era para condenación (2Corintios_3:6-9); el evangelio es para todo el mundo, pero la ley de Moisés era solamente para los judíos; el evangelio da salvación al creyente en él, pero la ley de Moisés prometía salvación solamente al perfecto en las obras de ella.

“La justicia de Dios” significa la justicia que Dios da al hombre que le obedece por fe. El evangelio revela ese plan, o términos de salvación. Es la salvación que Dios ofrece al mundo y el evangelio revela las condiciones por las cuales Dios promete salvarnos. La “justicia de Dios” no quiere decir que Dios es justo, cosa que ya sabían los judíos, pero el caso es que “ignoraban la justicia de Dios” porque ignoraban el plan de Dios de salvación en el evangelio. Pablo a los filipenses dice que la justicia de Dios es '”por la fe de Cristo” (Filipenses_3:9). Todo el mundo ha pecado y está bajo condenación. El evangelio es la potencia de Dios para hacerle justo al hombre pecador que obedece de corazón al evangelio. Salvo por el evangelio, es hecho justo. Esta justicia es de Dios.
 “Por fe y para fe.” Pablo está diciendo que en el evangelio se revela la justicia de Dios por fe para que el hombre crea. La justicia de Dios es por la fe y se le predica al hombre en el evangelio para que crea. En el versículo 5 dice Pablo “para la obediencia a la fe,” y en éste, el 17, dice “para fe,” dos expresiones que significan la misma cosa. Así es que el evangelio revela el plan de salvación de Dios que es por la fe, y ese evangelio se predica a todo el mundo para que crea (obedezca).  “La justicia de Dios por medio de la fe de Jesucristo, para todos los que creen en él.”

La Ira de Dios"se revela desde el cielo," se refiere a eventos o acontecimientos en la naturaleza usados por Dios para castigar (por ejemplo, diluvios, terremotos, hambres, pestilencias, etcétera). El evangelio también revela la eterna ira de Dios que el pecador no redimido sufrirá en el infierno.
La "impiedad" significa pecados contra Dios por no haber respeto a Dios. La "injusticia" significa pecados de hombres contra hombres. Las leyes que desobedecían los gentiles no eran las de la ley de Moisés, sino aquellas recibidas por tradición desde el tiempo de los patriarcas.  

Todas las naciones, entregadas a la idolatría y corrupción moral, están sin excusa, porque la potencia y divinidad (deidad) son declaradas por el universo, o creación física Salmo_19:1-4. Este versículo 20  prueba que el hombre estuvo en el principio de la creación porque desde entonces el hombre ha podido entender las cosas invisibles de Dios, su eterno poder y deidad. Hay quienes reclaman ser cristianos que niegan esta gran verdad, afirmando que el mundo es mucho más antiguo (por millones de años) que la humanidad.  Las naciones o gentes en el principio conocían a Dios, pero pecaron contra la luz (revelación, verdad) que tenían. Rechazando esa luz, se quedaron en tinieblas. Le conocían porque en esa dispensación patriarcal Dios hablaba directamente a los padres de familias Hebreos_1:1-2.

Es necio el hombre que profesa ser sabio, que se gloría en su propia sabiduría (1Corintios_1:19-22). No admite la sabiduría de Dios. (Muchos de ellos hasta niegan la existencia de Dios, Salmo_53:1-3). Negando a Dios, vuelve a alguna forma de idolatría. Produce a su propio "dios" según su propia sabiduría o idea de las cosas. Deforma la naturaleza de la creación de Dios y tuerce los propósitos de Dios.

Es llamado "mentira" todo el sistema humano de especulaciones y formas de idolatría. Cuando uno se gloría en su propia sabiduría, rechaza la "verdad" de Dios y sigue la mentira.  Esta es la fórmula para toda apostasía (2Timteo_4:4). No obstante, el Creador es bendito por los siglos. El hecho de que el hombre rechaza a Dios no cambia la verdad y naturaleza bendita de Dios. Dice Pablo a esta afirmación, "Amén" (así sea).
La gente tiende a creer en mentiras que respaldan sus propias creencias egocéntricas. Hoy más que nunca debemos tener cuidado con los datos a los que permitimos moldear nuestras convicciones. A través de la televisión, internet, redes sociales, la música, las películas y el resto de los medios masivos de comunicación que nos presentan estilos de vidas pecaminosas y valores malsanos, constantemente nos bombardean con actitudes y creencias opuestas por completo a la Biblia. Tengamos cuidado con lo que permitimos llegue a formar parte de nuestras opiniones. La Biblia es la única norma de verdad. Evaluemos las demás opiniones a la luz de sus enseñanzas.

El plan divino en cuanto a las relaciones sexuales normales es el ideal de Dios para su creación. Es lamentable, pero el pecado distorsiona el uso natural de los dones de Dios. A menudo, el pecado no solo implica negar a Dios, sino también negar la forma en que nos hizo. Cuando una persona dice que cualquier acto sexual es aceptable siempre que no hiera a nadie, se está engañando. A la larga (y por lo general en breve) el pecado hiere a la gente: individuos, familias, sociedad. ¡Qué lamentable que la gente adore las cosas que Dios ha hecho en lugar de rendir culto al Creador, al grado que muchas veces distorsione y destruya las cosas que realmente valen! Sin embargo, es imposible comprender el plan natural de Dios sin llegar a conocer al Creador mismo.

La homosexualidad (cambio o abandono de las relaciones sexuales naturales) se había propagado en los días de Pablo como en los nuestros. Muchas prácticas paganas lo alentaban. La voluntad de Dios es recibir a todo el que acuda a Él en fe y los cristianos debemos amar a los demás sin importar su procedencia. Sin embargo, la homosexualidad está estrictamente prohibida en las Escrituras (Levítico_18:22). En el mundo de hoy, muchos consideran aceptable esta práctica, incluso algunas iglesias. Pero la sociedad no es la que establece el patrón para las leyes de Dios. Muchos homosexuales creen que sus deseos son normales y que tienen el derecho de expresarlos. Pero Dios no nos obliga ni anima a satisfacer todos nuestros deseos (aun los que son normales). Los deseos que violan sus leyes son indebidos y deben controlarse. Si tú tienes estos deseos, puedes y debes resistirlos. Conscientemente evita lugares o actividades que sabes inflamará tentaciones de esta naturaleza. No menosprecies el poder de Satanás para tentarte ni el potencial para causarte un daño serio si cedes a esas tentaciones. Recuerda, Dios puede y perdonará pecados sexuales así como perdona otros pecados. Ríndete a la gracia y a la misericordia de Dios pidiéndole que te muestre el camino para salir del pecado e ir a la luz de su libertad y amor. La oración, el estudio de la Biblia y el firme compañerismo de los cristianos en una iglesia centrada en la Biblia pueden ayudarte a cobrar energías para resistir estas tentaciones poderosas. Si tú eres una persona que anda en este pecado, tendrás que buscar la ayuda de un pastor que sea confiable, profesional y buen consejero.

¿Cómo sabía esta gente que el castigo que Dios impone a estos delitos es la muerte? Los seres humanos, creados a la imagen de Dios, tienen conciencia y naturaleza moral básica. Esta verdad se acepta más allá de los círculos religiosos. Los psicólogos, por ejemplo, dicen que la persona sin conciencia sufre un serio desorden de la personalidad que es muy difícil de tratar. Por instinto, muchas personas se dan cuenta cuando hacen algo incorrecto, pero pudiera no importarles. Algunas personas, incluso, se arriesgan a una muerte temprana por saciar sus deseos ahora. "Sé que es malo, pero lo quiero", dicen; o "Sé que es peligroso, pero correré el riesgo". Para este tipo de personas, parte de su distracción es ir contra la voluntad de Dios, las normas morales de la comunidad, el sentido común y su concepto de lo que es bueno o malo. Pero en lo profundo de su ser saben que la paga del pecado es la muerte.

Los hombres rechazaron a Dios, y por eso Dios los rechazó a ellos. Luego sigue una lista de pecados cometidos de unos contra otros. Si el hombre no respeta a Dios, ni a su propio cuerpo, claro es que no va a respetar al prójimo.

 Maldad (adikía). Adikía es precisamente lo contrario de dikaiosyné, que quiere decir justicia, integridad; y los griegos definían la justicia como darle a Dios y al hombre lo que les es debido. El malvado es el que despoja de sus derechos al hombre y a Dios. Se ha erigido un altar a sí mismo en el centro de todo, de manera que se rinde culto a sí mismo excluyendo a Dios y al hombre.
 Villanía (ponéría). La palabra griega quiere decir más que maldad. Hay una clase de maldad que, por lo general, no hace daño nada más que al que la tiene. No es una maldad transitiva. Cuando perjudica a otras personas, como es natural que suceda con la maldad, no lo hace intencionadamente. Puede ser insensatamente cruel, pero no tiene una crueldad encallecida. Pero los griegos definían ponéría como el deseo de hacer daño. Es la voluntad activa e intencionada de corromper y de infligir una injuria. Cuando los griegos definían a una mujer como ponérá querían decir que seducía deliberadamente a los inocentes. Uno de los títulos más corrientes de Satanás en griego es ho ponérós, el malvado, el que ataca a propósito la bondad para destruirla. Ponérós describe al hombre que no sólo es malo, sino que quiere hacer a los demás tan malos como él. Ponéría es una maldad destructiva.
 El ansia de poseer (pleonexía). La palabra griega es compuesta de otras dos que quieren decir tener más. Los mismos griegos definían pleonexía como un maldito amor a tener. Es un vicio agresivo. Se ha descrito como el espíritu que persigue el interés propio sin tener en absoluto en cuenta los derechos de los demás, y hasta sin la menor consideración para con la común humanidad. Su característica es la rapacidad.
Teodoreto, el prolífico teólogo sirio del siglo V, lo describe como el espíritu que se apropia y retiene cosas a las que no tiene ningún derecho. Puede operar en cualquier esfera de la vida: en cuanto a cosas materiales quiere decir apropiarse de dinero y bienes sin respeto ni honradez; en la esfera ética se refiere a la ambición que lo pisotea todo para ganar algo que no le corresponde; en la esfera moral indica la concupiscencia incontrolada que encuentra placer donde no tiene ningún derecho. La pleonexía es el deseo que no respeta ninguna ley.
La depravación (kakía). Kakía es la palabra griega más general para maldad. Describe la situación del que está desprovisto de toda cualidad positiva. Por ejemplo, un kakós krités es un juez que no tiene ningún respeto a las leyes, ni tampoco el menor sentido moral ni la rectitud de carácter que no pueden faltar en un buen juez. Teodoreto describe esta condición como «la tendencia del alma a lo peor.» La palabra que usa para tendencia es ropé, que quiere decir la inclinación de la balanza. Un hombre que es kakós es el que siempre tiende hacia lo peor. Kakía se ha descrito acertadamente como la depravación total que incluye todos los vicios e introduce todos los pecados. Es la degeneración de la que crecen y en la que florecen todos los pecados.
 Envidia (fthonos). Hay envidia buena y mala. Existe una envidia que le revela a una persona sus debilidades e incapacidades, y la predispone a seguir buenos ejemplos; y existe otra que sencillamente se entristece por el bien ajeno y, si lo desea para sí, tendría que ser sin que le costara el menor esfuerzo, aunque, a veces puede llegar hasta el crimen. Es la más destructiva y retorcida de las emociones humanas.
  Asesinato (fonos). Debemos tener presente siempre que Jesús amplió inconmensurablemente el sentido de esta palabra cuando enseñó que no son solamente los actos de violencia los que debemos evitar, sino también el espíritu de odio y de ira (Mateo_5:21  ss). Debemos desterrar de nuestro corazón toda malquerencia o desprecio hacia otras personas. Tal vez no hayamos golpeado nunca a nadie; pero, ¿podemos decir que no le hemos deseado nunca el mal? Como decía Tomás de Aquino hace mucho tiempo: «El hombre mira los Hechos; pero Dios ve las intenciones.»
  Contienda (eris). Indica la rivalidad que nace de la envidia, de la ambición, del deseo de prestigio, puestos y superioridad. Si nos limpiamos de los celos ya hemos hecho algo para librarnos de muchas peleas y contiendas. Es un don de Dios el ser capaces de experimentar tanto placer ante el éxito de los otros como ante el nuestro.
  Falsedad (dolos). Como mejor comprendemos el sentido de esta palabra es a partir del verbo correspondiente, dolún. Dolún quiere decir corrientemente mezclar un metal precioso con otro de menos valor, o aguar el vino. Dolos es falsedad; describe la cualidad de la persona de inteligencia tortuosa y retorcida, que no sabe actuar con rectitud y que se escora hacia métodos astutos y disimulados para salirse con la suya; que siempre actúa con segundas. Describe la cualidad del intrigante nato que se encuentra en todas las congregaciones y sociedades.
  El espíritu que atribuye siempre lo peor (kakoétheía). Kakoétheía quiere decir literalmente de mala naturaleza. En el sentido más amplio quiere decir malignidad.  Puede que este sea el más corriente de todos los pecados, el que se recomienda en el horrible dicho español: «Piensa mal, y acertarás.» Es terrible pensar en la cantidad de reputaciones que se han asesinado mientras se tomaban unas cañas o unos cafés, cuando se ha atribuido la peor intención a una acción completamente inocente. Cuando nos den ganas de hacerlo, debemos recordar que Dios oye y recuerda cada palabra que decimos.
  Chismosos y criticones (psithyristés y katálalos). Estas dos palabras describen a los de lengua de víbora; pero hay diferencia entre ellas. Katálalos, denigrante, describe al que va pregonando sus maledicencias por todas partes, al que hace sus críticas y cuenta sus cuentos abiertamente. Psithyristés describe al que cuenta sus historias al oído, llevándose a su interlocutor a un rincón para susurrarle una confidencia que destruye un carácter. Los dos son malos; pero el confidente es el peor. Uno puede por lo menos defenderse de una acusación pública; pero es impotente frente al cuchicheo confidencial que se deleita en destruir reputaciones.
  Aborrecedores de Dios (theostygués). Esta palabra describe al que odia a Dios porque sabe que Le está desafiando. Dios es la barrera que se interpone entre él y sus placeres, la cadena que le impide hacer lo que le dé la gana. De buena gana eliminaría a Dios si pudiera, porque el mejor de todos los mundos posibles sería para él uno en el que su vicio no tuviera cortapisas.

 Personas insolentes (hybristés). Hybris era para los griegos el vicio que más atraía su propia destrucción a manos de los dioses. -Representa dos líneas de pensamiento:  
 Describe el espíritu de la persona que desafía a Dios movida por el orgullo; la soberbia insolente que precede a la caída. La criatura humana se olvida de su criaturidad. Es el espíritu del que está tan confiado en su riqueza, poder y habilidad, que cree que no tiene que depender de nadie.   
Describe a la persona que es desenfrenada y sádicamente cruel e injuriosa. Se describe como el espíritu que hiere y ofende a los demás, no por venganza ni para obtener ninguna ventaja, sino simplemente por el placer de hacer daño. Hay personas que disfrutan viendo a uno estremecerse al oír una palabra cruel. Hay personas que sienten un placer diabólico al infligirles a otros un dolor mental o físico. Eso es hybris. Es el sadismo que se deleita haciendo daño a los demás solamente por hacer daño.
  Personas arrogantes (hyperéfanos). Esta es una palabra que se usa tres veces en la Escritura cuando se dice que «Dios resiste a los soberbios» (Proverbios_3:34 ; Santiago_4:6 ; 1Pedro_5:5 ).  Teofrasto, filósofo griego que escribió una serie de bocetos de caracteres, definía hyperéfanía como «un profundo desprecio por todo lo que no sea uno mismo», y señala las cosas de la vida diaria que son señales de esta arrogancia: cuando se le pide a uno que acepte un cargo y rehúsa porque dice que no tiene tiempo para esas cosas; nunca dirige la mirada a nadie en la calle a menos que le produzca algún placer; invita a comer a una persona y luego no aparece él, y le manda a un esclavo para que le haga compañía. Está rodeado de una atmósfera de desprecio, y se complace en hacer que los demás se sientan insignificantes.
  Fanfarrones (alazón). Alazón es una palabra que tiene una historia interesante. Literalmente quiere decir vagabundo. De ahí pasó a designar a charlatanes ambulantes que presumen de haber realizado curas extraordinarias, o quincalleros que aseguran que sus quincallas tienen propiedades maravillosas. Los griegos definían alazonía como el espíritu que pretende tener lo que no tiene.  Se da este nombre a los que presumen de ser más ricos o más valientes de lo que son, y se comprometen a hacer para obtener alguna ganancia o provecho lo que no son capaces de hacer.   Podemos definir a una persona así: el presumido, el esnob. Es la clase de persona que pretende tener negocios, estar en relación con gente importante, haber hecho obras de caridad y haber prestado servicios públicos que no existen más que en su imaginación. Dice que su casa es demasiado pequeña para él/ella, y que tiene que comprarse otra mayor. La persona presumida sólo pretende impresionar a las demás, y quedan muchas de las tales en el mundo.
  Inventores de males (efeuretés kakón). La frase describe a la persona que, digamos, no tiene bastante con las maneras ordinarias y corrientes de pecar, sino que descubre o inventa vicios nuevos y recónditos, porque ya está hastiada y anda buscando nuevas emociones en nuevos pecados.
  Desobedientes a los padres (goneúsin apeithés). Tanto los judíos como los Romanos colocaban la obediencia a los padres muy alta en la escala de las virtudes. Era uno de los Diez Mandamientos el respetar a los padres. En los primeros tiempos de la República Romana, la patria potestas -es decir, la autoridad paterna- era tan absoluta que el padre tenía poder de vida o muerte sobre su familia. La razón para incluir aquí este pecado es que, una vez que se relajan los lazos familiares, se produce una degeneración total en cadena.
  Insensatos (asynetos). Esta palabra describe a la persona que carece de sentido común, que no aprende por experiencia, que se niega a usar la cabeza que Dios le ha dado.
  Que no tienen palabra (asynthetos). Esto sería especialmente grave para los romanos; porque, en los buenos tiempos de la historia de Roma, la honradez era clave e importantísima. La palabra de un hombre era suficiente garantía. En realidad, en eso se distinguían los romanos de los griegos, que eran unos tramposos redomados. Los griegos decían que si se le confiaba un talento -una suma importante de dinero- a un gobernador o a un funcionario, aunque estuvieran presentes diez secretarios o contables, ya se las arreglaría para hacer un desfalco; mientras que un romano, ya fuera un magistrado en su jurisdicción o un general en una campaña, podía hacerse cargo de miles de talentos con la sola garantía de su palabra, sin que faltara luego ni una blanca. Al usar esta palabra, Pablo estaba recordándoles a los romanos no sólo la ética cristiana, sino los principios de honradez de sus mejores días como nación.
  Sin afecto natural (ástorgos). Storgué era la palabra griega para el amor de la familia. Es verdad que el amor de la familia estaba desapareciendo en aquella época. Nunca ha sido la vida de un niño tan precaria como entonces. Los hijos se consideraban una desgracia. Cuando nacía un bebé, se le ponía a los pies de su padre: si le levantaba, eso quería decir que le reconocía; pero si se marchaba dejándole ahí, se le echaba a la basura literalmente. Todas las noches había treinta o cuarenta bebés abandonados en el foro romano. Hasta Séneca, que fue un gran hombre en muchos sentidos, escribía: «Matamos a un perro rabioso; sacrificamos a un toro acorneados; aplicamos el cuchillo a las reses enfermas para que no contaminen el rebaño; a los bebés que nacen deformes o débiles, los ahogamos.» Ya entonces, los lazos de amor humano estaban desapareciendo.
  Despiadados (aneleémón). Nunca ha tenido menos valor la vida humana. Un amo podía matar o torturar a un esclavo si quería; al fin y al cabo no era más que una cosa, y la ley le concedía al amo un poder ilimitado sobre el esclavo. Una vez, en una casa de lujo, un esclavo que llevaba una bandeja de copas de cristal tropezó, y se le cayó una; inmediatamente el amo hizo que echaran al esclavo en un estanque que estaba lleno de voraces lampreas que se le comieron vivo. Era una época despiadada en sus mismos placeres, la de las luchas de gladiadores que le encantaba presenciar a la gente para ver cómo se mataban. Era una época en la que se desconocía la compasión. Parece mentira que pasaran 2000 años, pues ahora mismo, muchos hermanos en la fe de Cristo están muriendo por testificar. Otras muchas personas mueren por fanatismo, por hombres despiadados qué, como entonces, aun perviven

¿QUE ES FE?
  Fe es una palabra con muchos significados. Puede significar fidelidad (Mateo_24:45), confianza absoluta, como lo demostraron algunas personas que fueron a Jesús buscando sanidad (Lucas_7:2-10). Puede significar una esperanza confiada (Hebreos_11:1). O, como Santiago menciona, creencia muerta que no se muestra en buenas obras (Santiago_2:14-26). ¿Qué quiso decir Pablo cuando, en Romanos, habla de la fe salvadora?

Debemos ser muy cuidadosos para comprender cómo Pablo usa la palabra fe debido a que la relaciona con la salvación. No es algo que debemos hacer a fin de ganar la salvación; si fuera así, la fe sería solo una obra más y Pablo establece con claridad que las obras humanas nunca podrán salvarnos (Galatas_2:16). En cambio, la fe es un don que Dios nos da porque es nuestro Salvador (Efesios_2:8). La gracia de Dios es lo que nos salva, no nuestra fe. En su misericordia, sin embargo, cuando Él nos salva nos da fe, una relación con su Hijo que nos ayuda a ser como El. Mediante la fe que nos da, pasamos de muerte a vida (Juan_5:24).

Aun en el período del Antiguo Testamento, la gracia, no las obras, fue la base de la salvación. Como Hebreos señala: "Porque la sangre de toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados" (Juan_10:4). Dios procuraba que su pueblo, más allá de los sacrificios de animales, lo viera a Él, pero a menudo ponían su confianza en el cumplimiento de las demandas de la Ley: llevar a cabo los sacrificios ordenados. Cuando Jesús triunfó sobre la muerte, canceló los cargos que existían en nuestra contra y abrió el camino al Padre (Colosenses_2:12-15). Debido a su misericordia nos brinda fe. ¡Qué trágico que convirtamos la fe en obras y tratemos de efectuarlas dependiendo de nosotros mismos! No podemos acercarnos a Dios mediante nuestra fe, nunca más como en el Antiguo Testamento la gente se acercaba a Dios a través de sus sacrificios. En lugar de eso debemos aceptar su ofrecimiento con acción de gracias y permitirle plantar la semilla de fe en nosotros.

Pablo termina su catálogo de vicios diciendo que aquella gente había desterrado de su vida a Dios. Sucede a menudo que una persona sabe que es pecadora, y que está mal lo que hace, y lo reprocha en los demás. Pero en aquel tiempo, la gente había llegado a tal grado de maldad que no le daba ninguna importancia y animaba a otros a que hicieran lo mismo.   Aquí nos da Pablo una descripción terrible de lo que pasa cuando desterramos deliberadamente a Dios de nuestra vida. A su debido tiempo, Roma pereció. El desastre sigue irremisiblemente a la degeneración.


¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!

No hay comentarios:

Publicar un comentario