Eclesiastés 12; 12-13
“Ahora, hijo mío, a más de esto, sé
amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de
la carne.
El fin de todo el
discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es
el todo del hombre.”
Existen
opiniones interminables acerca de la vida y filosofías acerca de la forma en la
que debemos vivir, que pueden ser leídas y estudiadas por siempre. No es malo
estudiarlas, pero deberíamos pasar la mayor parte del tiempo alimentándonos de
la verdad de la Palabra de Dios en la Biblia. La sabiduría debe llevar a la acción. Los
estudiantes sabios de la Biblia comprenderán y harán lo que se les ha enseñado.
Debido a que nuestro tiempo en la tierra es muy corto, debemos usarlo para
aprender verdades importantes, las que afectan esta vida y la eternidad.
Se nos invita a contentarnos con estas enseñanzas, que probablemente
hay que extender a los escritos de Proverbios, pues componer libros, dice,
es cosa sin fin y el demasiado estudio fatiga al hombre. Salomón lo
había experimentado. Le fatigó el trabajo de reflexión a que sometió su
espíritu. Y a la fatiga siguió la desilusión al no poder concluir otra cosa, en
relación con la felicidad plena y perfecta que buscaba sus experiencias, que la
vanidad y persecución del viento. Tal vez haya en la última frase una
advertencia contra las sutilezas de la filosofía griega, muy extendida, que no
conducían a bien alguno. Lo mismo que ayer, hoy se nos plantea la misma situación con el relativismo que impera en el individuo.
Escribir
muchos libros no era adecuado para la corta vida humana, y sería cansancio para
el escritor y el lector; entonces era mucho más para ambos de lo que es ahora.
Todas las cosas serían vanidad y aflicción, a menos que condujesen a esta
conclusión: temer a Dios y obedecer sus mandamientos es el todo del hombre. El
temor de Dios incluye en sí todos los afectos del alma, los que son producidos
por el Espíritu Santo. Puede haber terror donde no hay amor, sí, donde hay
odio. Pero esto es diferente del gracioso temor de Dios, como los sentimientos
de un niño afectuoso. A menudo se pone en el corazón el temor de Dios como el
todo de la religión verdadera, lo que comprende sus resultados prácticos en la
vida.
El libro de Eclesiastés no puede interpretarse
correctamente sin leer estos versículos finales. No importan cuáles sean los
misterios y las aparentes contradicciones de la vida, debemos trabajar hacia el
único propósito de conocer a Dios.
En Eclesiastés, Salomón nos muestra que debemos
disfrutar de la vida, pero que esto no nos exime de obedecer los mandamientos
de Dios. Debemos buscar el propósito y el significado de la vida, pero no se
pueden encontrar en los logros humanos. Debemos reconocer la maldad, necedad e
injusticia en la vida, y aun así mantener una actitud positiva y una fe sólida
en Dios.
Todas las personas tendrán que comparecer delante
de Dios y ser juzgadas por lo que hicieron en esta vida. No podremos utilizar
las incongruencias de la vida como excusas de no haber vivido adecuadamente.
Para vivir bien, necesitamos:
(1) reconocer que el esfuerzo humano separado de
Dios es vanidad
(2)
colocar a Dios en primer lugar... ahora
(3)
recibir todo lo bueno como un regalo de Dios
(4) darse cuenta que Dios juzgará tanto lo malo
como lo bueno
(5) saber
que Dios juzgará la calidad de vida de toda persona.
Resulta muy extraño que la gente se pase la vida
entera luchando por alcanzar el verdadero gozo que Dios nos da como regalo.
Atendamos a lo único necesario y, ahora, vayamos
a Él como Salvador misericordioso, que pronto vendrá como Juez todopoderoso,
cuando saque a la luz las cosas de las tinieblas y exponga los consejos de
todos los corazones.
¿Por qué Dios registra en su palabra que TODO ES VANIDAD
sino para impedir que nos engañemos para nuestra ruina? Él hace que nuestro
deber sea nuestro interés. Que se grabe en nuestros corazones: Teme a Dios y
guarda sus mandamientos porque esto es el todo del hombre.
En su conclusión, Salomón presenta sus antídotos
para las dos enfermedades presentadas en este libro. Quienes carezcan de
propósito y dirección en la vida deben respetar a Dios y seguir sus principios
para la vida. Los que piensan que la vida es injusta deben recordar que Dios
analizará la vida de cada persona para determinar cómo le ha respondido a Él y
traerá a juicio todo hecho.
A ti que has leído hasta aquí te pregunto: ¿Has
comprometido tu vida presente y futura con Dios? ¿Está tu vida a la altura de las
normas de Dios?
No me respondas a mí. Examínate delante de Dios
¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!
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